LOU REED : LA MIRADA DEL ANIMAL HERIDO
Era vísperas de
las navidades de 1976, hacía frío como era lógico y yo me acerqué a comprar en
la librería que cada mes me reservaban un ejemplar de Popular 1. Con el paso de
los meses conseguí que me trajeran Disco Exprés y regularmente a partir de
comienzo de 1977 el Vibraciones.
Adquirí mi ejemplar
que editaba Martin J. Frías y llegué a mi casa. ¡ Error ! Aquello no era lo que
yo quería, Sin saber muy porqué no era la edición mensual de la revista, sino
un monográfico o especial le llamaban, sobre Lou Reed. ¡Joder ! Podía
descambiarlo, no habría problemas, el caso es que empecé a hojearlo y a pararme
en algunas fotos, muy malas casi todas, y en los textos, algunos
ininteligibles, pero bueno, se podía seguir el hilo de la historia. Me llamó un
poco la atención. Días después me hice con el número de diciembre que traía en
portada a Peter Frampton, número 1 en todas partes con el Comes Alive, doble en
directo.
La segunda
oportunidad de encontrarme con Lou Reed no era su icono, era la realidad de un
concierto que sólo duró 25 minutos, un viernes 20 de junio de 1980 en el campo de fútbol del
Moscardó en Madrid, y me acordé de su madre durante una década, no sólo por el
dinero empleado, no. Yo en aquella época me encontraba en Almería haciendo la
mili, y desplazarme a la capital del reino con otros dos compañeros era liquidar
todo el mes a nivel económico, pasar el sábado y parte del domingo hasta las
15.00 horas en Madrid para descender de nuevo a las orillas del Mediterráneo.
Todo esto siendo muy bueno y llevando pies de plomo para que no sucediera nada
absurdo en ese mundo surrealista de donde la lógica huyó y ahí justo, empieza
el ejército. Alguien, algo, algún bote le cayó a Lou Reed y se largó del
escenario al 4º tema y no volvió a salir. Ya estábamos enfadados, el evento
debía de comenzar a los 22.00 horas y el príncipe de las tinieblas neoyorkino
no hizo acto de presencia hasta las 23.00 horas. Mal, ya vamos mal. El caso es
que le tiraron cosas y se largó con sus músicos. Al pasar los minutos, 10, 20.
30, aquello se calentó y un grupo de gente tiró a los de seguridad del
perímetro del escenario y asaltó el mismo con varios destrozos. Bueno, que lo
rompieron todo cuanto pillaron.
La tercera sucedió
apenas hace 2 años, en el 2011, en pleno barrio Gótico de Barcelona. Cuando
suelo acudir a la ciudad Condal quedo con un amigo de la época militar. Éste a
su vez estaba de boda el fin de semana que estaba por su urbe pero quedamos en
vernos por la tarde. El bodorrio era a mediodía, así pues me encontraba en plena
primavera sacando unas fotos de dichas calles, acabada de dejar la estatua de
Colón, bordeé el paseo marítimo y me adentré en el barrio Gótico en dirección a
una plaza donde había quedado con mi amigo. Mira tú donde, cualquiera que conozca
el lugar sabe de las calles estrechas, con poca luz en muchos tramos y
silenciosas, apenas hay gentes. Bien
pues al doblar una esquina, ¡ zas ¡ Lou Reed y Laurie Anderson, su mujer, compañera o lo que sea
haciendo unas fotos. Con mi timidez habitual me acerco a él, siempre con su
cara de sapo, gafas graduadas, de negro riguroso
faltaría más. Bien, compruebo que es él, es más bajo que yo, me llama la
atención, pero no digo nada aunque en un momento dado me observa y mira a mi
cámara. Tranquilo hombre, no te voy a fotografiar. Todavía me acuerdo del
concierto del Moscardó… caminando unos metros me encuentro con mi amigo que
viene con otro grupo de gente. Hay un maño, llamémosle así y a lo lejos observa
la escena.
- - Pero coño, si es Lou, el Lou Reed.- Le apunta
con los dedos en forma de pistola, no le da tiempo al neoyorquino a huir, en
dos segundos el maño le tiene agarrado de la cabeza y le mueve como una peona
descolocándole la cazadora alrededor de su cuello.
Fotos van, fotos
vienen. Se imaginan a Lou Reed tirándonos una foto a unas diez personas con la
cámara de mi amigo. Pues es cierto. El maño insiste en más, pero el músico y su
acompañante amigablemente y sin saber dónde meterse corren, digo corren, no
trotan por las calles adyacentes de nosotros.
Las risas que nos
echamos aquella tarde me quitaron el mal sabor de boca de 30 años atrás. Ahora
sí, estoy en paz con Lou Reed y su madre. La vida, esa que juega
inexorablemente con nosotros como dados borrachos y que nos deja aquí sólo un
ratito, me dejó tranquilo por un largo periodo de mi existencia.
EL MONSTRUO DE TERCIOPELO.-
Quien busque
desde estas páginas una biografía exhaustiva de Lou Reed, ya le digo de
entrada, que lo deje.
Quien quiera una
versión personal que es de lo que se
trata en este blog sobre dicho personaje en estos momentos que siga, puedo
añadirle a la ensalada algún ingrediente extra que desconozca como los
reseñados al comienzo.
Nunca he soportado
a la Velvet Underground, ni su rollo minimalista ni el entorno de Andy Warhol,
sólo he podido con Nico y porque a través de mis muchos artículos leídos de
Bertra M. Yebra ( Popular 1 ), amiga personal de la periodista, me cayó
simpática y más desenfada que el resto, sobre todo el núcleo de John Cale y Lou
Reed.
Así pues salvemos
dos cosas: nada de la Velvet Underground, raros raros pese a sus portadas y
toda su parafernalia que les rodeaba, ¿ y qué me dicen de la música ? Idónea
para noches de insomnio y taxistas con ideas propias. La otra, algunos discos
en solitario de Lou Reed, se les hará referencia pero como salto cualitativo
hacia su siguiente obra o en menor medida para tirón de orejas por defraudar
expectativas.
La paciencia sobre
este hombre llega hasta 1992 último disco que merece llevarse a los oídos, el
resto olvídense de ellos por muy fans que sean de la decadente estrella
neoyorkina.
El hombre de súbitas
apariciones y decepciones, de escándalos, misterios y ambigüedad. Lou Reed es
una imagen pálida que avanza tambaleante por el camino salvaje de la vida. Desde
las catacumbas warholianas de los últimos sesenta hasta las agresiones a
pedrada limpia sobre un escenario europeo.
Lou Reed es la
esquelética silueta que tal vez viene, que tal se va.
Walk On The Wild Side.-
Durante muchos años, Lou ha representado el
mal, en él se veían reflejados todos los vicios de la sociedad actual e
incluso tuvo el atrevimiento de tocar
temas tabúes como la homosexualidad, las drogas, la violencia, la perversión en
una sociedad pacata de finales de los 60. De no haberse criado en Nueva York su
desarrollo artístico hubiese sido imposible, el antagonismo reinante cuando él
era un colegial y a los 14 años que empezó
a tocar y la California de las flores y de 1966 era total. Olía a ácido y a
hierba, una rosa roja dividía el inconexo espacio azul y nítido de la bahía de
San Francisco con la pirámide de Keops.
Estados Unidos es un país de grandes
proporciones. De entre los varios grupos culturales estadounidenses, dos de
ellos son los que predominan: el californiano y el neoyorkino. Sólo un
personaje, una rata de asfalto como Lou Reed podía salir a flote en la ciudad
de los rascacielos y aunque diera grima con sus pintas de la Velvet, o en
solitario durante una década, era ahí donde hallaba su hábitat natural.
Este freak de terciopelo ha representado a un
héroe, un vanguardista. Cuando los músicos de rock todavía no sabían lo que
eran las drogas, Reed ya hacía canciones sobre ellas. Cuando se habló de
homosexualidad, resulta que él tenía una novia, Rachel, que se operó de hombre
a mujer o travestí o a androide, qué más da. La ambigüedad sexual era una
panacea para Lou y se vio reflejado en múltiples textos sobre todo en la década
de los 70, en sus primeros discos ya en cabalgada solitaria. Siempre ha estado
delante de todo, se ha aprovechado de modas y según el momento ha ido de yonki,
de músico serio, de sinvergüenza , de provocador… según le convenía. No hay que
olvidar que Lou Reed aun siendo uno de los grandes no deja de ser un 2ª fila.
Jamás alcanzó las cuotas de Springsteen su vecino, ni de Dylan, entra en el
pelotón de trovadores neoyorkinos que inundó el planeta con sus historias, sus
versos musicados. Pero ante todo tuvo un momento de lucidez y nos engrandeció
el rock.
Construye con una facilidad asombrosa, tiene
estilo, una voz majestuosa sin alardes, aunque apenas sea un cantante ortodoxo.
Está en la melodía y en los textos su gracia, poseía una vena misteriosa
increíble y es ahí donde este neoyorkino hijo de un abogado de clase alta, se
crio entre algodones y mimado, les salió resultón para bien de otros que al
otro lado del espejo le seguimos en algunos tramos de nuestras existencias
paralelas.
LAS CALLES.-
Algunas basuras se encuentran desperdigadas
por las aceras, es imprescindible ver en acción la deplorable inhumanidad,
suciedad y arrogancia de algunos sitios, por ejemplo en Ludlow Street. De vez
en cuando te encuentras con algún borracho, algún desesperado o vagabundo que
arrastra un carrito con unos guantes de pobre, cortados en los nudillos
caminando calle arriba. No es un panorama insólito, hay una mayor sensación de
podredumbre cuando apenas a unos metros la City bulle en su cruce de negocios.
Así anda Lou Reed por 1965 con frío, necesidades y pasando un invierno
especialmente duro. Porque él quería hay que decir. Sus padres son gentes
acomodadas , pero desde el colegio el chico quiere observar la realidad por sí
mismo, que sus ojos le transmitan sensaciones que pasaran a las páginas en
blanco en versos llenos de sangre, de rabia, de impotencia, de paranoias
múltiples.
Heroin.-
Entre el frío, la desesperación y el afán por
sobrevivir, Lou Reed que es un crio, con esa capacidad de voyeur que tiene,
escribe dos preciosas canciones: Heroin y I´m Waiting For My Man. A fin de
cuentas lo que más le gusta es la fama cercana, para aquel tiempo no dejaba de ser apasionante. Lo necesario para que las
almas cándidas y esnobistas picaran aunque no en exceso.
Andy Warhol, como reinona a la altura de
Truman Capote en el Nueva York de los 60, deambulaba por entre medio de muchos
ríos y por allí aparecía de vez en cuando viendo a esos ángeles desamparados.
Presentándoles a una chica hermosa, teutona, venida de la sofisticada Europa
para que cantase en ese grupillo que tenían que sólo les daba unos pocos
dólares por noche por tocar esas piezas que Lou iba componiendo a la altura de
una bombilla escasa y con la estufa al lado. La dama se llama Nico. De esa 1ª
publicación con el grupo de la Velvet, sacarían estas dos canciones arriba
mencionadas y con el paso del tiempo, acabarían en el repertorio más salvaje de
Lou Reed.
El éxito no comercial pero sí cualitativo de
Velvet Underground, hizo que Lou, autor de las canciones del grupo, adquiriera la
suficiente importancia como ir tomando forma en su cabeza el iniciar su carrera en
solitario y dejar a sus compañeros. Que todo era divertido, que sí, que con esa
edad uno puede tirar con 5 dólares diarios, beber mucho, comer poco, que fueron
años duros pero muy divertidos, pero que aquello se acabó. No en vano Lou Reed
tenía sus bajones en forma de escaparse y tirarse semanas en las sábanas
blancas de la casa de sus padres, así pues, menos heroicidades como he leído en
algún momento. El colchón estaba caliente, la comida con vitaminas y cuando te
caías siempre tenías una red que te protegía de darte con los morros en el
suelo.
Lou siempre me ha recordado a un amigo con
tintes de guitarrista que tuve en mi adolescencia. Hijo de médico, de familia
adinerada, jugó a ser héroe de la Stratoscaster local, y lo consiguió, pero
cuando observó que aquello no daba lentejas, se licenció en Derecho y hoy es
rico. Es decir, sería el padre de Lou Reed.
Para un chico que no había salido de Nueva
York, casi de Manhattan, que nunca había hecho gira nacional ni una promoción
adecuada, parecía que se conformaba con ser profeta en su tierra, de tener un
cochambroso apartamento alquilado en el East Side, de no escuchar jamás sus
canciones por la radio, demasiado raras para las ondas radiofónicas, nadie
quería escuchar historias turbulentas cuando venia del trabajo, de homosexuales,
drogas, violencia, ni descubrir los quejidos de guitarras de Lou Reed o de John
Cale, hasta Andy Warhol ve que no puede sacar dinero de estos impresentables.
En 1968 nuestro héroe sufre una de esas crisis que le lleva a estar una
temporada en casa de sus padres. Es allí
cuando toma la decisión de abandonar al grupo porque estaba claro que la
sociedad americana no les soporta, y tienen suerte en mi opinión porque están
en Nueva York, fuera de ahí, los matan, directamente en cualquier actuación o
al colocar el equipo de sonido sobre el escenario.
OSCURANTISMO Y LA LLEGADA DEL DUQUE.-
En los primeros años en que uno se interesa
por el rock, a la temprana edad en la que tú te sientes bastante distinto del
resto de lo que te rodean. No sólo escribo sobre música, es todo. El cine, la
actitud, lo que leías, y de vez en cuando te encuentras a otros seres
desvalidos a tú alrededor que piensan casi igual pero que los gustos son
diferentes. A aquella edad en la que dejarte discos unos a otros con tal de
adquirir una conciencia musical importante e irte formando una discoteca con
clase y estilo; en esos momentos empiezas a leer sobre algunos de los
personajes que con el paso de los años te acompañaran en noches solitarias,
otras acompañado de esa mujer exquisita que amas y crees que te corresponde, a
veces apoyado en su hombro mientras las velas inundan con su escasa luz la
atmosfera bohemia en la que te desenvuelves. Cuando ciertos personajes te
ayudan a llevar las desgracias cotidianas de una vida muy alejada del rock ´n
roll en su vertiente más salvaje, por ahí aparece Lou Reed a esa temprana edad ,y luego se te quedará durante unas cuantas décadas como ese compañero fiel al
que echar una escucha de vez en cuando y poder sobrevivir a tanto desencanto y
oscuridad.
Cuando tú eras un niño que no alcanzaba un palmo
del suelo, cuando no habías ni cumplido
tu 1ª década de existencia, Lou Reed atravesaba un delicado estado de salud que
le tiene recluido en Long Island, la casa de sus padres, una larga temporada,
casi un año, con ataques egocéntricos en estado salvaje. Demasiada droga dura
para un cuerpo todavía en formación. Pero era pionero, o las palmaba como
estuvo a punto, o caminaba efectivamente por el camino salvaje. Sus textos son
fiel reproducción de los que veía e intuía, pero también de los que vivía en sus
huesos.
Tanta parafernalia mítica, tanto desasosiego
llega a la Inglaterra vanguardista y esnobista con tipos como Brian Ferry, Ian
Hunter y ¡ ay ¡ David Bowie, el conde blanco del pop anglosajón echa un vistazo
al medio cadáver del adolescente que está al otro lado del Atlántico y descubre
que aquel grupo, la Velvet, puede ser rentable o al menos el cantante y sobre
todo compositor de la mayoría de las canciones. ¿ Dónde anda, qué hace ? Que
venga a Londres, el grupo financiero que apoya a Bowie quiere rescatar a Lou de
las sombras.
Vicious.-
Nada hombre, en Londres se le da cobijo a
semejante cobaya humana y rodeado del culto y cosmopolita Bowie grabar un disco
en solitario, algo así como Lou Reed –
1972 . Aquí, donde es un artista de culto, le dan dinero a manos llenas y
con músicos de sesión en la RCA graba dicho álbum. Allí cabe de todo, canciones
compuestas en su retiro en Long Island, otras viejas que se efectuaron con la
Velvet y en la música de nuestro héroe se mezclan engendros donde aparecen
hasta coros femeninos, canciones de amor, todo para llegar a lo que sería un Lp
serio y coherente un año más tarde, porque con éste se cubrió de gloria.
TRANSFORMER.- Noviembre de 1973 .-
Producido de nuevo por David Bowie, este Lp es un disco refinado y empaquetado dentro de la corriente del glam-rock y poseedor de varios clásicos de la talla de Walt On The Side o Vicious, himnos que le distingue a lo largo de los años.
Lou Reed ahora si se convierte en narrador
irónico y condescendiente de los ambientes vanguardistas neoyorkinos, triunfa
por fin, con una obra llena de sutilidad y glamour. Se empieza a alcanzar la
fama que parecía no llegar nunca. El duque blanco está enamorado de la piltrafa
neoyorkina y éste, ser débil y egocéntrico, se deja querer faltaría más.
Rodeado de buenos músicos: Mick Ronson, que en
realidad lo hace todo y consigue un producto comercial, alcanzar la perfección
musical simplemente contando aquellas historias y vivencias increíbles de
Manhattan. Nada más escuchar Walk On The
Wild Side y nos hallamos ante los niños locos de la 3ª Avenida apostados en
los rincones en busca de fama, dinero y contacto. O sea, chaperos. En Andy´s Chest´se divisa el humo de la
factoría o damos una concesión al movimiento gay de liberación en Make Up.
David Bowie quiere jugar con la ambigüedad del
personaje y pretende colocar al machito de Lou como el príncipe de los
homosexuales marginados, pero eso sí, muy particular e intelectualizado. A fin
de cuentas el neoyorkino se encuentra en Londres curándose una dolencia del
corazón tras sufrir un desencanto femenino. Ya desde el título del disco, Tranformer, se ve la dualidad, tíos que
quieren ser tías y viceversa; magnifico reclamo para el consumo. Amén del
oportunismo de la moda, jamás había grabado Lou Reed un disco tan perfecto y
con tantos medios. Eso, y la cantidad de dinero que ganó de los royalties que
le proporciona tan sabroso Lp.
BERLÍN .- Julio de 1974.-
Cuidado, esto no es un juego de niños, aquí no hay canciones que radiar y salir para la competencia radiofónica en busca de ser el espermatozoide 1º; no, ni siquiera si eres salmón y te deshaces de las fauces de los osos y llegar a desovar, probablemente tampoco te habrás salvado de la maldición.
En ese intento de hacer grande el rock que tan
de moda se puso en los 70, obras magnas, Lou Reed el poeta callejero neoyorkino
nos quiso contar con versos urbanos la desesperada historia de Jim y Carolina.
Quizás demasiado agria e intelectual para ser consumida por descamisados del
pop, excesiva para cualquier fiesta, sobrepasa la paciencia de la quinta del
porro que se entretenían con el último solo de David Gilmour camino de la otra
cara de la luna y para los que no éramos normales ni antes ni ahora, descolocación total
porque si te ibas haciendo cronológicamente
con la discografía del poeta agridulce, simplemente te cambio el paso.
Berlín es un disco magnifico, pero antes debes
de haber escuchado mucho rock y meterte en lo que es Lou Reed. Si te quedaste
por el camino peligroso, vicios o rock and roll… vaya caída al abismo y aun
así, probablemente sigas estando descolocado. Tienen que pasar años, tal vez
décadas, para que cuando de vez en cuando regreses a los surcos de Berlín, te
entre y lo entiendas y ahora sí, puedes morir tranquillo. Has escapado a las
dentelladas del oso, has llegado de los primeros junto a tus hermanos al final
del río y puedes desovar… hala, ya te puedes morir.
Berlín contiene una tarta de cumpleaños,
canciones tristes, absolutamente paranoicas. Quizás el personaje quería o se
sentía obligado a crear algo interesante. Es hermoso, pero impenetrable, se
requieren varias escuchas para penetrar en él. Es una caja fuerte que debes de
abrir a lo largo de toda una noche antes de que lleguen los empleados del banco
y tener claro, que es el día especial, aquel que la caja tiene abundante dinero
y no esperar a que el alba te pille en medio de la faena. Antes del amanecer
Jim y Carolina deben de salir con el dinero en sacas.
Lou nos
coloca Oh, Jim o Sad Song. No hace un disco de rock, sino que a través de él nos da
una dimensión que no se conocía y nos proporciona una profundidad. Lo pagó
caro, los ejecutivos que hicieron dinero con Transformer se vieron sorprendidos con esto, pero Reed no deseaba
perderlos, no deja de ser un pijo aparte que acaricia tu desprecio para
chuparte hasta el último dólar.
ROCK AND ROLL ANIMAL .- Noviembre de 1974 .-
Miren, solo el comienzo con la guitarra de Steve Hunter, vale la compra del Lp. No es un directo, aviso a neófitos en el asunto. Todo está grabado en los estudios Record Plant de Nueva York y desde allí Lou Reed ha hecho su disco “directo” pero en el estudio.
Perfecto, sin fisuras, maravilloso,
rockanroll, se escucha una y otra vez, pasan los años y te sigue gustando como
cuando te revuelcas en las sábanas con el ser amado aunque termines sudoroso y
pegajoso, lo repites si puedes. Es tan bueno que no sé con qué quedarme. Vale,
la intro y Sweet Jane, esto ya suma casi todo. Pero ¿y los 13 minutos de Heroin?
Lou
Reed tenía el capricho de volver a Nueva York, si es donde mejor está una rata
de alcantarilla como él. Quiere tocar los temas de la Velvet Underground que
todos conocen, elige el teatro Academy Of Music, en el Brooklyn, a poca
distancia de donde se ha criado en Manhattan, apenas hay que cruzar el puente.
Tiene una banda que le respalde increíble, los estragos comerciales de Berlín todavía no son cuantificables de
ahí que tengas el respeto de la crítica y de los ejecutivos. Sale con el grupo
que respalda habitualmente a Alice Cooper y que han entendido perfectamente su
música y aquella noche todo aflora perfecto.
AÑOS DUROS.-
Bob Erzin había sido el productor de Berlín,
en un momento dado Lou Reed le contó la historia y éste le animó, al parecer la
epopeya, esa historia increíble de un chico americano afiliado a las drogas que
vive en un ghetto de Berlín, salpicado por el sadismo de Carolina, una rolliza
alemana, que es su amante, le encandiló.
La producción de Erzin le costó a la RCA un
millón de dólares y contrató a los mejores músicos para tal evento. Con el
éxito de Walk On The Wild Side, Lou
era conocido por primera vez mundialmente, pero todo era un caos a su alrededor
que influía en su posterior obra publicada y por lo que nos hacemos eco. El
yonki callejero se convirtió en correa transmisora de las distintas sustancias
duras que corrían por sus venas, en esos momentos parecía un cadáver andante,
moviéndose arrastrando los pies y los ojos inyectados en sangre. Con el éxito
había vuelto a la heroína. Tanto es así que hasta se casó con una tal Betty
aspirante a actriz, con la cual llevaba algún tiempo. Lo hicieron en una
oficina de Manhattan mientras que Lou se dedicaba a ver la televisión todo el
día y salía a los clubs por las noches. Todo tuvo repercusión en su creación,
años de oscurantismo y barrocos que le llevaron a publicar cosas diferentes
pero escasas con la calidad demostrada hasta ahora en las últimas 3 entregas.
Cuando salió Rock And Roll Animal Lou estaba asqueado de todo el engranaje,
después de 3 años se daba cuenta de que sólo era un muñeco utilizado por todos,
y eso su egocentrismo no podía tolerarlo. Aun así en 1974 realizó su 1ª gira
por Australia y se apercibió de la fama que había creado alrededor de su
persona, es decir, un drogadicto a punto de palmarla en el escenario, lo cual
tenía su morbo en una década tan dura de caída al abismo de tantos músicos, una
generación entera tirada por el desagüe de la taza del wáter.
En septiembre de 1974 Lou Reed publica Sally Can´t Dance, realizado demasiado
deprisa, inmediatamente después de la gira por Australia. No deja de ser una
especie de venganza a la que sólo durante unas semanas fuera su mujer, Betty;
aunque en descargo hay que comentar que conocería Michael Fonfarra, pianista,
que formaría parte de la banda de ahora en adelante.
Como muestra de lo vulnerable que es Lou,
según quien le produzca o con qué músicos se asiente a grabar, así sopla el
viento. Lp desigual, escrito de manera depresiva por su fracaso con la tal
Betty, sus problemas con la heroína, grabado en poco tiempo y algunos textos
realizados demasiado deprisa, todo esto no contribuyó a realizar una gran obra,
pero sí a dejarnos unas cuantas canciones interesantes. Baby Face con su guitarra cortante y su voz susurrante; la preciosa
N.Y.Stars con unos metales estupendos;
los coros y la tragedia de Ennui. El
medio tempo con voz de terciopelo y guitarra tranquila en Sally Can´t Dance.
Lou Reed busca su puesta en escena, en su
imagen mitificada, se quiere mostrar contradictorio en repetidas ocasiones
respecto a su auténtica postura ente la vida. Quizás fruto de su inteligencia
al servicio de su enorme ego, le gusta confundir a periodistas, seguidores. En
marzo de 1975 realiza una gira por Europa que le trae por 1ª vez a España, sus
4 conciertos en Barcelona y Madrid reúnen la bonita cifra de unas 11.000 personas
en la ciudad condal y unas 6.300 en la capital del reino, que según confesión
del propio Lou, le dejó muy buen recuerdo.
Cuando toca en España, Reed había grabado Metal Machine Music-1975, uno de los
últimos actos de rebelión en busca de su propia verdad en la música. Grabado en
los estudios Sterling Sound, poco antes de emprender la gira europea pero que
no acabaría de entregar el material hasta finalizada la misma. No es un álbum
de rock, aviso para incondicionales. El trabajo es un juguete, lo utiliza para
dormirse con los cascos puestos y sólo quería ser un artista underground.
Charley´s Girls.-
En el verano de 1975 acabada la gira por Europa con incidentes violentos en Milán y en Roma, problemillas con un grupo de fascistas, dejó de girar en lo que quedaba de agosto contratado, por lo que fue demandado por su empresa de manager, Transformer, incluso tenía un concierto en Marbella( España ) que no se celebró. Aun así este mismo año realizó un pequeño tour por Australia y ahora sí, al finalizar el mismo, con tiempo y espacio, y sobre todo ganas, se mete a grabar Coney Island Baby- 1976. Dentro del oscurantismo de su vida, hay algunas luces de su genio jamás perdido, sólo envuelto en brumas de vez en cuando. En el otoño de 1975 cuando comienza a trabajar en dicha obra, había cambiado de manager, se compró un apartamento en el East Side y vivía tranquilamente con el travestí Rachel, un loco mejicano que cada día le crecían más las tetas y con el cual se presentó en marzo en los conciertos por España.
Antes de acabar el año, se publica Live-1975 , un prodigio de grabación,
retocado en los estudios de grabación, faltaría más, sobras del Rock And Roll Animal, pero con el mejor
grupo que nunca jamás tuvo Lou Reed a su servicio; versiones de Satellite Of Love o la profundidad de Sad Song, nos muestran un excepcional
documento para quien quiera tener otro “directo” de Lou Reed.
LA LLEGADA DE DAVIS.-
Lou Reed debió de tener algún tipo de pacto
con el presidente de la RCA, es decir, sería un chico bueno y no haría más
experimentos tipo Metal Machine Music
y a cambio éstos le proporcionarían giras para dar a conocer su último trabajo.
Más o menos así lo entiendo por lo que acontece en los siguientes meses. Eso
sí, o hace rock o que se dedique a la poesía. Así pues su siguiente trabajo Coney Island Baby, que se comenzó a
grabar a finales de 1975, nos dejaba a un Reed más centrado, tranquilo, con la
base de la banda que venía girando en directo con él, más la nueva
incorporación Bob Kulick en las guitarras. Pero ¡ay! No hubo promoción del
álbum ni gira de presentación, con lo cual nuestro poeta callejero favorito se
sintió, ¿traicionado, frustrado…? Y entonces, ¡oh hada divina! Aparece Clive
Davis de la Arista Records que quiere desde hace tiempo fichar a nuestro Lou
Reed. A través de un crítico del Times consigue el teléfono del músico, lo que
acabó saliendo de todo esto fue una especie de embrollo. Como cuando vas a
comprar ropa, tienes claro el llevarte un par de pantalones pero el caso es que
en la idiotez reinante de 2 por 3 te acabas llevando unos calcetines, dos
camisas y un par de zapatos ¿ y los pantalones ? Anda… El caso es que acaba
fichando a Patti Smith, no hace mal negocio, y meses después a Lou Reed para su
siguiente trabajo: Rock And Roll Heart.-
CONEY ISLAND BABY.- Febrero de 1976.-
Lou Reed consigue componer, producir y editar un nuevo Lp con que el que recuperar su nivel pese a ser el último álbum con RCA. Tras Berlín -1973, su trabajo más visceral y una obra capaz de consagrar su figura, esa pequeña ópera pasó a la historia como una página de sadomasoquismo, decadencia y muerte. Periodos de desintoxicación, giras, el final del glam y de la evolución personal, pero siempre con la fidelidad a sus canciones extensas, descriptivas de su modo de vivir y de morir, hicieron que estos dos años últimos editase 4 trabajos: Rock And Roll Animal – Sally Cant´Dance – 1974; Live – Metal Machine Music -1975; así pues este Coney Island Baby era toda una reválida en sí mismo, una encrucijada en toda regla.
El disco es toda una bofetada para los que nunca
habían creído en Lou. La maravilla de Charley´s
Girl, la absoluta locura de Kicks,
el sutil humor de A Gift, el vacile
de oooh Baby . La clase y estilo de
crooner que se gasta en Nobody´s Business
. Afinado, satírico, trágico, inspirado, hacer una maravilla de disco “pop”,
trabajo de alta calidad que debe de permanecer en toda discoteca del buen
aficionado al rock.
Siempre
he tenido la idea de que Lou Reed es un tipo capaz de componer grandes
canciones, largas y descriptivas o cortas y más concisas, pero que el hacer un
álbum completo le era más dificultoso. Quizás este Coney Island Baby me
desmienta, lo que está claro que en este 1976 se encuentra más integro, menos
comprometido con la droga, al menos aparentemente, adentrándose en una nueva
era musical distinta de la que llevó con la Velvet y a la del glam-rock,
iniciando una discografía sólida, no exenta de calidad en su línea, aunque ya
para siempre sin el impacto inicial sensacionalista. Su estabilidad fue la base
de su constancia con sus siguientes álbumes, producidos por él.
Banging On My Drum
Le da tiempo a hacer muchas cosas cuando está
creativo. Se presta a ayudar a Mike Ruskis, propietario del Max´s Kansas City
cuando abre de nuevo el local en West Side, por allí pasa una locomotora que es
Patti Smith, un renqueante en busca de situarse John Cale, entre otros; en
abril produce un Lp que no vería la luz nunca, a un amigo suyo totalmente
desconocido: Nelson Slater, el disco se llama Wilk Ángel. Arista Records, su nueva
compañía, está contento con él y ha hecho un álbum como le ha dado la gana, con
absoluta independencia, ha cambiado de manager y le preparan una gira como
nunca, promoción de costa a costa con 2 conciertos en Nueva York. Ya no sale maquillado a escena, ahora 34
televisores desprendiendo su imagen están encima del escenario y la banda es la
misma con la que graba. Pese a todo, las ventas no son las esperadas, nunca volverán
a ser, pero el trabajo es estupendo.
ROCK AND ROLL HEART.- Octubre de 1976 .-
Más en la línea que el anterior, pocos cambios pueden darse al salir en el mismo año, algunas canciones compuestas en el mismo estudio nos hallamos ante cosas interesantes como I Belive In Love, Banging On My Drum; la letra y la construcción de Ladies Pay, ese piano me trae a la memoria el de Richard Sohl de Patti Smith. Meditabundo en Viciuos Circle y cabaretero en A Sheltered Life.
Tardará en entrar en los estudios, hay que
dejar espacio para que la mente se aire. Dos años entre este Rock And Heart y Street Hassle,
pero es que parece que Lou Reed sea todo un veterano y sólo acaba de cumplir los
30 años. Apenas acude a reuniones, alejado de la heroína debe de beber bastante
whisky para seguir paseando a lo largo de Nueva York sin que nadie le moleste y
poder observar para sacar nuevas historias que poder cantar. Y lo mejor de todo
a mi modesto entender, ¡está vivo!
Leave Mi Alone.-
No se molesta en dar explicaciones, es una
contradicción andante, dejadas las drogas que sólo utiliza al parecer cuando
sale de gira, lleva un maletín con cantidad de cintas, video-tapes de todo
tipo, es una discoteca andante, parece ser que con eso y grandes cantidades de whisky
es capaz de salir a la carretera, mientras eso no sucede, sólo bebe y observa
la sociedad que le ha tocado vivir. Jamás habla de política y se queda horas enteras tirado en su apartamento del
East Side donde tiene mucho material de conciertos de todo tipo de gente del
rock, incluso los que no les gustan. Sale por la noche cuando el sol se ha
ocultado y defiende su vida privada a ultranza.
Tiene poca paciencia con los periodistas, le
cansa explicar lo que acaba de hacer, ¿ y a quien no ?; pero él necesita de
estos tipos para dar a conocer su nuevo trabajo. En esta época de crecimiento
personal sigue siendo un niño caprichoso, se cree superior a cuantos les
rodean, se siente orgulloso de sí mismo pero mantiene una imaginación
interesante. La sexualidad para él es un juego, no en vano sigue con Rachel,
sus canciones son cartas que se escribe para sí y de vez en cuando está
nervioso, a veces sin motivo aparente.
STREET HASSLE .-Febrero de 1978 .-
Hemos dejado atrás un disco interesante pero titubeante como Rock And Roll Heart, su nuevo trabajo casi 2 años después es rock para adultos con letras enrevesadas, dobles sentidos, giros artísticos, música barroca en ocasiones, nada de una escucha, varias y como Berlín a esperar que te empape poco a poco pues sus texturas y matices son aquí múltiples. Lou Reed a estas alturas de su carrera o te pone de los nervios y te quedaste en el lado salvaje o captas sus nuevas melodías y evolucionas con él. Yo más a menos lo hice una década después de tener todo esto publicado, pero me costó tiempo, espacio y sosiego llegar a despellejar a este androide neoyorkino de vida noctívaga, y es que, subconscientemente, te encuentras en más paralelismo de los que quisieras con algunos de los músicos que en tu más tierna adolescencia empezaste a escuchar; a veces, sólo a veces, tu vida se parece mucho más de lo que quisieras.
Empezamos por el lado canalla, irónico de Gimme Some Good Times, que a mí me
recuerda a algún tema de Bowie, pegadizo y de melodía sencilla. Los barrios
sucios aparecen de nuevo en Dirt,
esas caminatas nocturnas debían de dar sus frutos, machacona batería y bajo que
aquí toca el propio Lou. Street Hassle
se nos va a 11 minutos, aquí está ese barroquismo del que cito anteriormente.
Tres partes, ambiciosa canción que no se alcanzaba desde los tiempos de Berlín; con arreglos orquestales , con
coros femeninos y de violines, nos aleja del barrio, de las calles, de las
sucias alcantarillas para dar un salto cualitativo “en su arte”.
I
Wanna Be Black de ritmo fácil
y estribillo contagioso es una vieja canción que tocaba en directo y que sin
embargo no había grabado ¡Cosas! Interesante guitarra eléctrica que mantiene el
tipo y los coros femeninos. Más directo a partir de ahora en Real Good Time Together. Buen trabajo al
saxo de Marty Fogle en Shooting Star
y en el mejor tema del disco, la inigualable Leave Me Alone, socarrón, irónico Lou y vacilón, bordeando la
locura de The Stooges en su mejor momento. Cuando quiere ser sucio, callejero,
chuleta de barrio, es el rey. Wait termina
con luz y alegría, como sin darnos cuenta la noche se acabó y el astro rey
asoma por las ventanas dándonos la oportunidad de intentar salvarnos.
Keep Away.-
Sí
casi hasta cambia de cara, si hasta parece más gordito, tal vez los wiskis, no
digo que no, pero ese color del muchacho de Nueva York es también de una cierta
alimentación, y eso se sabe cuándo se pasa hambre o ciertas necesidades o dicho
de otra manera menos sutil, cuando no comes lo que quieres.
Está finalizando una década y la cierra con el
extraordinario directo que es el doble Take
No Prisoners -1978 y el discreto The
Bells -1979, donde deja que otros músicos ajenos a su banda entren y
compongan cositas, como Nils Lofgren. Era por esta época en que uno se hacia
las “falsas ilusiones “ de poder verlo en directo, pero ya comenté lo que
ocurrió en el verano de 1980, lo que se dice verlo y escucharlo sí, pero
¡coño!, tan breve que ni un polvo-putas en un callejón a media tarde y con el
calzón bajado. Casi mejor no haber empezado. Bueno, la vida es así.
No me llama la atención nada de lo que hace
entre medias salvo el directo, que como siempre comento, es muy bueno, pero
para incondicionales. En Growing Up In
Public – 1980 cuando hallo a un Lou Reed optimista y de la mano de Michael
Fontara, mano a mano, fabrican este nuevo trabajo digno de mención y cierto
análisis, pues aporta creación, guitarrista y voz con teclista, se marcan Lp que
llevar a la boca. Entre medias aparecen los maravillosos trabajos que hacen las
discográficas para pillar dinero y a algún despistado comprador de eso que se
llama grandes éxitos, ya ves tú, Rock And
Roll Diary 1967 – 1980 recoge algo de su obra en tono más comercial,
incluyendo a la ínclita Velvet y hasta aparece en un película junto a Paul
Simon. ¿Este chico se está civilizando? El sistema lo absorbe como el
detergente en la lavadora, le han echado suavizante. Parece que el tal Rachel
se difumina, pues se casa con Sylvia Morales y hasta 1982 no reaparece.
Tengo la impresión de que cierra ciclo,
incluso en el directo que publica, le noto como cansado de sí mismo, tocando y
cantando lo que ya no quiere. Él ya no es el chulo callejero y no quiere ser
prisionero de su pasado. Eso fue lo que le ocurrió en Madrid en junio de 1980,
los que iban, ¿íbamos? Queríamos ver y escuchar al Lou visceral del que nos
enamoramos de sus canciones e imitábamos sus pasos. Reed ya estaba en otra
cosa. ¿Culpables? No, nadie, uno no puede ser fiel constantemente a su pasado
pero tal vez reo sí. Ya sabemos: uno es esclavo de lo que dice y dueño de sus
silencios, pero claro, en esto del rock tienes un pasado, lo complicado está en
dar un giro para continuar. Su siguiente trabajo, lo da. Digo, si hasta tiene
otro color el muchacho.
GROWING UP IN PUBLIC .- Abril de 1980 .-
Con la llegada de los 80 Lou parece que empieza a levantar cabeza, no en vano será un década fructífera en la grabación de discos, irregular, pero continua, ahora mismo está más cerca de saborear relajadamente un whisky mientras consume vídeos triviales que de morir de sobredosis en el submundo urbano con sus anecdóticas apariciones en bandas sonoras de películas menores.-
Alegría, vida, disfrute de la misma, quizás
por 1ª vez en paz consigo mismo abre este trabajo con How Do You Speak To An Angel, desarrolla esa experiencia con nosotros en la
continuación de My Old Man.
Definitivamente echamos a los fantasmas anteriores en Keep Away, si es que no parece el mismo. La misma canción que da
título al Lp, Growing Up In Public, nos
susurra esas estrofas que tanto crédito le dan a golpe de guitarra callejera
como duende del asfalto.
Rock urbano, reconocible, del de siempre no
cuesta nada hallarlo en Standing On
Ceremony, So Alone, Smiles con guiño incluido.
La poesía urbana y las epopeyas asfálticas no
que dan olvidadas, Love Is Here To Stay,
The Power Of Positive Drinking, las dos baladas que cierran el álbum: Trin It Ower y sobre todo la maravillosa
Teach The Gifted Children.
En la carrera de Lou Reed alternan los
momentos de exaltación musical con otros de fuertes depresiones y discos
oscuros, Growing Up In Public
pertenece al primero y nos devuelve la confianza al artista en sus propias
fuerzas y al público en el cantante.
EL PROCESO DE MADURACIÓN.-
A comienzos de los 80, Lou Reed cumplió 40
años y comenzó a cambiar, sus discos eran buen síntoma del estado de ánimo en
los que se metía a grabar y sobre todo lo que contenían sus textos, las canciones
eran fiel reflejo de su experiencia. Desde Street
Hassle – 1978 o el directo Take No
Prisioners – 1978 o Growing Up In
Public – 1980; este Shakespeare de Nueva York lo encuentro realmente
centrado en todas éstas obras que culmina con The Blue Mask – 1982. El camino fue largo pues todo lo editado a
partir de aquí es muy titubeante sin ni una sola obra digna de ser buena,
pequeños apuntes, algún ramalazo, pero todo nada en la sinsustancia más
decorativa. Quizás se trataba de calmar el corazón herido con armonías íntimas,
Legendary Hearts- 1983; de sintonizar
poco a poco con las nuevas tendencias, mal asunto, New Sensations – 1984 o Mistral
– 1986. La realidad se había vuelto demasiado compleja como para seguir
abordándola a salivazos más o menos eléctricos. Había que ir hacia un nuevo
público y sobre todo, una nueva visión. O una nueva oreja. De todos sus
trabajos hasta el final de la década el único que se le puede meter el colmillo
en condiciones es Live In Italy – 1984 ; donde
mejor se puede contemplar ese proceso de maduración del que hablo. Temas de
varios discos con perlas que el personal quiere oír y ha hecho grande a Lou
Reed, no ser tan esquivo y esquizofrénico, un poquito de talante, de buen hacer,
por aquí encontramos a Sweet Jane, Satellite Of Love, hasta Sally Can´t Dance y cerrar con una
trilogía de aúpa: Walk On The Wild Side –Heroín
–Rock And Roll . Debidamente mezclados con otros de su último disco The Blue Mask – 1982 : Waves Of Fear o Average Guy.
THE BLUE MASK .- Febrero de 1982 .-
THE BLUE MASK .- Febrero de 1982 .-
Volvemos a un sonido crudo de guitarras, bajo + batería, quizás echando un guiño nostálgico a la Velvet Underground. Todo el disco juega con las dos eléctricas de Reed y de Robert Quine. Distorsiones perfectas, letras interesantes. La apertura de My House describe esa mezcla de hombre corriente y casado, con su casa, sus fantasmas, esa tranquilidad que desea y la tormenta que siempre le acecha a tipos como él. En esta ocasión la cuchilla viene afilada por la guitarra eléctrica de Robert Quine un afilador de cuchillos sónicos que es capaz de convertir Waves Of Fear en pura paranoia y violencia.
Los textos siguen supurando las atormentadas almas
en The Gun; versos sinceros y confesionales
que dan vértigo en esa especie de canción que es un túnel serpenteante, hacia
arriba, hacia abajo. Las guitarras afiladas en Underneath The Bottle. La garras tensadas de The Blue Mask.
Lou Reed el conspicuo cronista de las miserias
de la gran ciudad, escueto poeta de la fragilidad de los sentimientos, decadente,
salvaje, ángel de la muerte y estrella de lujoso terciopelo, ambiguo y provocador,
visceral y melancólico: las mil caras del artista, los camuflajes del animal,
el atrayente vértigo del teatro de la vida se nos había hecho grande y maduro.
Guitarrista de escaso predicamento y
exhibicionismo pero de certera sensibilidad, poseedor de una garganta grave que
sabe modular registros de elevado dramatismo con una ternura desarmante, con
sus actuaciones en directo con sus relecturas de su prolija obra, enfundado en cuero negro y teñido de rubio ha pasado a ser un
tipo de aspecto bonachón y sobrado de peso que soba la guitarra eléctrica de
manera irritante en Rock And Roll Animal
o Live, que deslumbra en el
descontrol improvisado en el soberbio Take
No Prioners y que nos da una escrupulosa y perfecta profesionalidad en el Live In Italy. Un tipo con canciones
repletas de lúcidas y sardónicas miradas a la sociedad y a las relaciones
humanas, con la perspectiva de un creador que ha definido mejor que nadie el
sentido del rock urbano como espejo de un tiempo.
Orgulloso de su equilibrado distanciamiento
entre vida y obra, Reed está ahora sentado en el sofá de su casa saboreando un
buen whisky, un buen guiño a la bestia que
no se contradice en absoluto con sus anecdóticas apariciones en bandas
sonoras de películas menores o alguna participación en algún evento benéfico.
Estamos listos y preparados para las dos últimas obras geniales del artista de
Nueva York, hemos alcanzado todo aquello para lo que nos preparamos. El río
sólo dará muestras de 2 discos fenomenales que engrandecer la máquina del rock adulto,
poseedor de elegancia sin restar acritud y
dureza, que para eso es Lou Reed.
Halloween Parade.-
LA GRAN
MANZANA.-
Como culminación a un obra irregular pero muy
acertada en algunas ocasiones, nos encontramos con el Lou Reed más letrista,
genuino, ese amor universal que siente por la ciudad de los rascacielos. Pero
es su Nueva York, nada que ver con el sofisticado de clase alta de Allen, otro
de sus vecinos, ni su sociedad de alterne, clubs de jazz y personal maduro con
problemas existenciales. Sus personajes salen de la calle derrotados a los
estímulos consumistas que no pueden alcanzar, sólo a través de los tobillos de
los viandantes atisban un poso de felicidad. Las alcantarillas están más cerca
de sus ojos que el escaparate donde sus rostros alicaídos les devuelven a la
triste realidad de sus necesidades.
Pedro vive en el Wilshire Hotel/Mira a través de una ventana sin cristal/ Las paredes son de cartón /Periódicos bajo sus pies/Su padre le pega porque está demasiado cansado para mendigar/ Tiene 9 hermanos y hermanas/Han crecido de rodillas/ Es difícil comer cuando una percha te golpea los muslos. El Sucio Boulevard ( Dirty Boulevard)
En su nueva etapa las letras están para ser escuchadas, ha encontrado el equilibrio entre música y textos, todo gira en torno a la Gran Manzana y su capacidad de voyeur; posee la gran virtud de tener un oído muy afinado y eso resulta excepcional a la hora de cazar y servir un efecto, la imagen perfecta para cerrar una canción y dejarla clavada en la memoria.
NEW YORK.- Enero de 1989.-
Ya desde la portada tenemos algún indicio de
las muestras de la amplitud de gamas de Lou Reed. Él mismo en diferentes posturas
y actitud, pero como Lampedusa: todo cambia para que todo siga igual, el
personaje es el andarín callejero de Nueva York, la capital del mundo que jamás
duerme, lo cual no quiere decir que descanse y respire pos sus alcantarillas,
que Romeo y Julieta no se acaben encontrando en Manhattan mientras a su paso
observan el río Hudson y que todo acabe hundiéndose como en la vieja Roma.
Letras escritas y vueltas a repasar varias
veces hasta colocar lo que quiere. No todo brilla a la misma altura, pero en
canciones que parecen menores Endless
Cycle se salva de caer en las trampas que suelen tender temas peligrosos
como la herencia alcohólica, sea por la vía de la sobriedad expresiva. A Lou
Reed le ha hecho falta que se le muriese la gente alrededor parea observar la
vida de otra manera y en Halloween Parade
se convierta en un nueva versión más conmovedora de Walk On The Wild Side, una diferencia moral muy considerable entre
los versos brutales de : No os inyectéis silicona en vuestras jodidas tetas y
el desfile de Reinas del Village, la mañana del Halloween y sabe que los
objetos de sus pullas no están allí porque el sida se los ha ido llevando y que
quizás quien va cantando Proud Mary probablemente no pueda estar al año
siguiente, esto lleva a Reed a atrapar al vuelo, como si fuese una mariposa
frágil ese Proud Mary que instantáneamente se convierte en un himno a la vida
cercana por la muerte, y en la que a buen seguro no se habría fijado hace
tiempo.
Luego está el equilibrio entre la música y las
letras, no es nada complaciente en este sentido, podrán estar más o menos
logradas, más o menos tópicas, pero no ha escogido el camino más fácil. Por ahí
va el equilibrio para que el mensaje llegue de la mejor manera, hay que
contrapesar la dificultad de un lado con una muy estudiada sencillez por otro.
Todos los temas están bien centrados en New York, antes de entrar en el estudio
ya tenía muy claro que quería hacer, nada de supefluo, incluso quitaron los
coros de un inicio. Sólo 4 personas, el ingenio de sonido que sabe cómo suena
una guitarra sampleada, nuevas tecnologías pero también viejos sonidos y viejas
Fender.
Y un elenco de grandes canciones
: Romeo And Juliette, Halloween Parade,
Dirty Boulevard, Busload Of Faith, Sick
Of You, Hold On,Good Everning Mr. Waldheim.
Lou Reed nos da una lección de rock adulto, maduro, con esos medios
tempos que tanto sabe de tañar historias donde en algún momento te puedes ver
reflejado. Excelente trabajo que lo entronca con los mejores poetas urbanos que
ha dado esta música. El viejo tahúr ha jugado sus cartas; y sí, esta vez ha
ganado limpiamente.
Metido de lleno en un proceso amplio de madurez personal y musical, Lou Reed encara sus
siguientes trabajos sobre la pérdida y los
sentimientos en cadena que esa pérdida produce, desde la culpa por no haber
podido sujetar lo perdido hasta el anhelo de reconstruirse con un muerto a las
espaldas y apurar cada gramo de vida
como si fuese el último. Su siguiente trabajo : Sons For Drella – 1990 es un mano a mano con John Cale en el que de
manera un tanto confusa y agolpada porque el impacto acaba de producirse, Lou
aborda la figura del recién desaparecido Andy Warhol para encontrarse, al final
del camino y de donde nace la idea de hacer el disco, ante las puertas de la
catedral de San Patrick a dos pasos del cadáver. Todo el disco tiene mucho de
expiación y de purgatorio, esa modalidad de velatorio a la irlandesa en la que
los amigos se reúnen para hablar del finado y compartir su memoria.
Que Lou Reed a estas alturas se junte y componga
un disco con John Cale aunque medie un deceso de por medio, no deja de tener
cierta “gracia” y guiño a la historia. Pero lo que de verdad sigue la corriente
al río , es su siguiente trabajo, tocando fondo en New York da el salto profundo a Magic
And Loss, donde vuelve a navegar como nadie en el mar negro del crematorio,
la muerte omnipresente que aguarda, y en ese inusitado acto de coraje, personal
y artístico cerrar con otro Berlín.
MAGIC AND LOSS.- Enero de 1992 .-
Grabado en el Magic Shop
de Nueva York entre el 1 al 27 de abril del 91, nos encontramos a un Lou Reed
que canta y toca las guitarras eléctricas y acústicas amén de producirlo y componer todas las canciones. Amigos que
han perdido lo más valioso, la vida, un cáncer se lleva a Rita y a Doc Pomus.
Todo el álbum gira en torno a ese
agujero negro, sobre la amistad, el amor y la pérdida.
La vida se está haciendo siempre/ Pero la vida comercia siempre con dolor/ La vida es morir sin vivir/ Eso es la vida sin ti.
Dorita es Rita con quien abre el disco, una de las canciones más desoladoras. Al otro lado de la habitación un hombre también lucha contra la muerte en Power And Glory, hay una balada en tiempo de blues The Magician, que retoma el anhelo. Lou condensa el conocimiento alcanzado en el dolor de manera muy compleja y atraviesa como una daga sus sentimientos en cada poro del disco. Utiliza diversas metáforas, para curarte tienen que matarte en Sword Of Damocles, la puñetera radiación que mata y prolonga la vida al mismo tiempo. El Lp no gira en torno a la muerte, sino al hecho de compartirla, de quemarse en un fuego parejo para salir purificado. Hay alegría y furia, por ejemplo en la melancolía serena de Goodbye Mass y la rabia de The Warrior King, el guerrero capaz de en su quimérica venganza enfrentarse a la muerte, en un tema muy cercano a la imaginería del poder de la violencia, tan presente en algunas de las obras de Neil Young. En Harrry´s Circumscion tenemos otra vena explosiva, una parábola sobre como aceptarse a sí mismo. Todo tiene su final, tras el dolor, la pérdida y la culpa se llega a la culminación en Gassed And Stroked.
Todo el álbum de Lou Reed me recuerda a una
secuencia cinematográfica muy elocuente, El
Séptimo Cielo de Bergman, esa partida de ajedrez que el caballero le reta a
la muerte intentando engañarla, ganarle y poder esquivarla, simplemente por un
rato. Los acordes de guitarra son elementales y obsesivos, de una precisión
también, demoledora. Una batería seca, al fondo acota con rigor de metrónomo la
espiral de su pereza. La voz rueda sobre todo ello. Sobre los acordes obsesivos
de las guitarras, como sobre el reloj implacable de la batería. Con negligencia
se desgrana casi. Rueda. Toda la desolación del mundo está en esa voz
monocorde, que a veces más murmulla o farfulla para sí que canta. Sólo la
muerte. No hay otra cosa en el Magic And
Loss de Lou Reed y su entramado para comportarla en su dolor, nostalgia,
pena, añoranza… Todo viene a recordarnos que muchos de nuestros héroes están
muertos, como si no fuese necesario mirarse cada día al espejo, todas las
avenidas de la vida dan sobre un solo horizonte.
La caducidad del ser. Es una de esas
evidencias que precisan de una vida entera para admitir ser devueltas en
imágenes. Un tiempo llega, sin embargo, en que su acecho se hace enmascarable,
porque su escritura está grabada ya sobre las líneas del cuerpo. Decirlo nada
cura. Puede producir eso sí, instantes de belleza tan puros como los que
atraviesan el tiempo exorcizado de este disco. Que nadie espere de él consuelo.
No es esa su virtud.
El rock and roll es la única poesía real de
nuestro tiempo. Y también –y por ello - nuestra historia . La única a la cual
nos atrevemos a asomarnos sin piedad ni
vergüenza. Se está cerrando su ciclo. El ciclo de la eternidad. Esto es: el
ciclo de una vida humana.
Sobre la economía prodigiosa de las guitarras,
cuya caligrafía bordea el tic-tac metonímico de la seca batería, ímpia como el
tiempo. Todo cabe en un sencillo silogismo que aprendimos de escolares: Todos los hombres son mortales… Nadie saldrá
vivo de aquí.
DISCOGRAFIA SELECCIONADA
TRANSFORMER .- 1972
CONEY ISLAND BABY .-1976
ROCK AND ROLL HEART .- 1976
GROWING UP IN PUBLIC .- 1980
THE BLUE MASK .- 1982
NEW YORK .- 1989
MAGIC AND LOSS .- 1992
ROCK AND ROLL ANIMAL .- 1974
LOU REED LIVE .- 1975
LOU REED LIVE .- 1975
TAKE NO PRIONEERS - DOBLE - 1978
LIVE IN ITALY - DOBLE - 1984
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