PATRICIA HIGHSMITH : LA SERIE DE MR. RIPLEY



  ¿ Qué pasa cuándo uno no quiere ser quien es y desea ser otro ?
  No se està de acuerdo con las cartas que el guión caprichoso de la vida te ha dado. Ves que algunos seres poseen cosas que tú deseas y no alcanzas, porque la cuna que te arrolló ni el vientre que te cobijó fuesen lo suficientemente bueno para lo que que tus ojos ávidos de experiencias, necesitas.
 Algo de eso debió de pensar Patricia Highsmith al crear a Tom Ripley, personaje que siempre me ha llamado la atención, como toda su obra. Pero la dividiré en 2 partes, porque el americano convertido en asesino por azar, acaba convirtiéndose en una calculadora de vivir bien, incluso si tiene que llevarse, de manera sutil o no, a otro homínido por delante, pues se ejecuta la acción. El asunto es desarrollar el tiempo que se está por aquí, de manera acomodada y si socialmente es aceptado por uno de los cuales se llega a sentir admiración, esa que las cartas de la baraja de la vida, a tí, por las razones que sean, no te han sido dadas, pues las tomas al asalto sobre la mesa.
 Highsmith escribe como la tarántula captura a su víctimas, en ocasiones teje una tela para que resulte más sofisticado. Así creó la saga Ripley entre 1955 - 1980, novelas que se pueden leer de manera individual, pero siempre conviene llevar un cierto orden y a ser posible de la 1ª publicada a la última. otra cuestión es que Highsmith no pensó en convertir esto en una línea temática o saga, para nada, surgió así y con muchos años entre un libro y otro.
 A fin de cuentas, al igual que todos podemos ser víctimas de cualquiera, la cosa puede volverse al revés, y ser nosotros los potenciales asesinos. Podemos ser ambas cosas. Arrebatos al margen, o sutiles a la postre.




 Siempre se presentaba algo.


EL TALENTO DE MR. RIPLEY.- 1955.-
 Tom Ripley vive en un sórdido edificio de ladrillo rojizo con un letrero que decía se alquilan habitaciones colgado en la entrada. En realidad es un personaje que se gana la vida como puede en Nueva York y que ahora mismo comparte piso con un tipo con el que apenas coincide y congenia: Bob Delancy. Pero acaba de conocer a Herbert Greenleaf, empresario de los astilleros y millonario, que desea que su hijo regresa a América donde huyo hastiado del mundo que le esperaba.
 Richard Greenleaf vive en un pequeño pueblo costero, Mongibello, al sur de Nápoles, y no tiene ninguna intención de regresar. ¿Para qué ? Hacerse cargo de los negocios paternos, el frío invernal neoyorkino, a cambio del sol mediterráneo, sus devaneos, su sustento mensual paterno...
 Tom Ripley es mandado a Italia con el encargo de traer al hijo descarriado. Para eso le pagan el pasaje y una manutención, él que es un don nadie de Boston. Y ve las puertas abiertas hacia un mundo nuevo de clase, cultura, modo de estar, vivir...
 En Mongibello hallará a Richard Greenleaf y una amiga de éste, Marge Sherwood. Poco a poco se gana su confianza pese a los recelos iniciales hasta que en el cerebro de Ripley se instala la idea de vivir como el muchacho rico. Desenvuelto, sin problemas, y desea lo que no tiene. Dinero, estabilidad, buena vida. 
 Ejecutará a Greenleaf en la costa de San Remo y se hará pasar por él. Los acontecimientos se suceden, pero la lógica a veces se retuerce de tal manera que se alía con la suerte. Parece mentira, pero Ripley, siempre sin querer, asesinará por 2º vez y se salvará de las garras policiales. Ahí radica el encanto, siempre se presentará algo que derrote a su fatalismo inicial. La suerte está echada, Patricia Highsmith deja una obra maestra.



 El estilo de un artista es su verdad, su honradez.


 Tom había venido de América, o mejor dicho, el padre de Dickie, Herbert Greenleaf, le había mandado en busca de Dickie. Sucedió lo de siempre. Dickie no quería regresar a los Estados Unidos. Tom ahora se estremecía al pensar cuán ingenuo era por aquel entonces.¡La de cosas que tenía que aprender! Y luego, bueno, en fin, Tom se quedó por Europa, aprendió bastante, a fin de cuentas disponía de dinero, el de Dickie y poseía cierto arraigo con las chicas, mejor sería incluso afirmar, que se sentía perseguido por ellas. La misma Heloise Plisson era una de ellas. A Tom le parecía artractaviva, nunca hablaron de matrimonio, ese era un capítulo breve y oscuro de su vida.
 Desde su estancia italiana, Ripley a alcanzado cierta reputación, pueden transcurrir 3 años desde sus días en Mongibello, ahora vive rodeado de un jardín inmenso y la finca costó una fortuna, que él pese a tener cierto crédito crematístico, no podía permitir, pero si el padre de Heloise, que le entregó una mansión al casarse con su hija, y a Ripley le gustaba el tipo de vida que llevaba y la disfrutaba, incluyendo el caso de la galería de arte Buckmaster y los cuadros del pintor Derwart. Y ahí tenemos otro asunto "Ripley".











LA MÁSCARA DE RIPLEY.- 1970.-  
Tom Ripley, vivía de los ingresos que obtenía de la Dewart Ltd, unos 12 OOO dólares al año, y del dividendo de las acciones que producían lo que heredó de Dickie Greenleaf. Las primeras se cobraban a través de un banco a una cuenta numerada en Suiza.
 Luego lo expuesto. Vivía en una finca en Villeperce, cerca de París, casado con Helloise Plisson, hija de un millonario con una empresa farmaceútica.
 No todo es idílico. Si no, nos quedamos, sin novela.
 La galería de arte de la que es comisionista Ripley tiene problemas. Un tal Dewart, pintor que ya no existe, fallecido, sigue produciendo cuadros a través de copias y nuevos lienzos a cargo de Bernard Tufs. Las falsificaciones van bien hasta que un coleccionista norteamericano descubre el asunto. Sus sospechas llevan a los dueños de la galería de arte a ponerse en contacto con Ripley, para " la solución" del embrollo.



¿ Al tanto de qué ?


 Highsmith juega con el síndrome de culpa de Tom Ripley, que una vez más y sin querer, debe de matar, inducir al suicidio, disfrazarse de alguien que no existe y mantener su honor, su posición social; y lo más importante, el amor de Heloise y no ser cazado. En esta ocasión, la autora deja un final muy abierto, no cerrado como en su anterior entrega, lo cual deja entrever nuevas ideas para la vida del siempre simpático y educado Tom Ripley.




Tom detestaba el asesinato a menos que este fuese absolutamente necesario.


Coqueteos con el cine.- No es que la arisca Highsmith se volcase en la 7º arte, pero varias de sus obras fueron adaptadas a la gran pantalla con diversos aspectos, unos positivos y otras, merecedoras de escarmiento de mazmorras. A esto la autora no tiene la culpa, ni en positivo ni en negativo. Ella escribe, y Tom Ripley ha sido llevado al cine de manera magistral por Rene Clement en A Pleno Sol - 1960, basada en la 1ª entrega: El Talento de Mr. Ripley, con Alain Delon, Marie Laforet y Maurice Ronet.
 Las adaptaciones posteriores dejan mucho que desear, sea la de Anthony Minghella en 1999, más dudas me caben con El Juego De Ripley - 2002 de Liliana Cavani con John Malkovich o Mrs. Ripley Return - 2004 de Roger Spottiswoode. Pero ninguna con la de Wim Wenders en El Amigo Americano - 1977 con Dennis Hopper, Bruno Ganz y cameos de Samuel Fuller y Nicholas Ray; films donde el espíritu de Highsmith es captado en toda su madurez creativa.
 Eso en cuanto a Ripley y sus circunstancias.
 Patricia Highsmith ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones a tenor de su extensa obra literaria. Nada menos que el maestro Hitchcock puso el blanco y negro a Extraños En Un Tren - 1951. Le Meurtier - 1963 adaptación de su novela El Cuchillo, o El Grito De La Lechuza - 1987 de Claude Chabrol sobre la obra homónima de la americana.
 Eso que conozca, porque luego en el siglo XXI, con demasiada fragilidad se han adaptado otras obras suyas con muchos reparos. A mí al menos, ninguna me llama la atención salvo la de Liliana Cavani. Demasiado superficiales y para un público poco exigente y lleno de colorines, nada que ver con el sombrío pasaje de Highsmith, donde profundiza en situaciones y personajes de manera magistral, y eso, salvo otro genio tocado por el sentido armónico, está lejos de llevarse del papel a la gran pantalla.



¿ Qué era la felicidad si no una actitud mental?


EL AMIGO AMERICANO.- 1974.- 

¡ Que mancha, Dios mio!. Bueno, sí, llevaba una mancha encima. Peor, ¡ había matado a varias personas! Era cierto. Dickie Greenleaf. Esa era la mancha, el verdadero crimen. Impetus de la juventud. ¡ Tonterías! Había sido la codicia, los celos, el resentimiento que Dickie le inspiraba. Y, desde luego, la muerte de Dickie, mejor dicho, su asesinato, le había obligado a matar a  Freddie Miles, aquel americano oidioso. ¡ Cuánto tiempo hacía de todo ello ! Pero lo había hecho, sí. La ley sospechaba a medias, pero no podía probarlo. La historia se había extendido entre el público, la opinión pública, como una mancha de tinta en un papel secante. Tom se sentía avergonzado. Una equivocación juvenil, horrible. Una equivocación fatal, cabría decir, sólo que había tenido una suerte asombrosa después. Había sobrevivido , desde el punto de vista físico. Y sin duda los asesinatos posteriores, el de Murchison, por ejemplo, lo había cometido para proteger a otras personas tanto como a sí mismo.
 Apenas 6 meses después del episodio de Dewart, Tom Ripley vivía plácidamente junto a su esposa, Heloise, en su finca de Villeperce, hasta que de nuevo hace acto de presencia el conocido Reeves Minot, que desea hacer el crimen perfecto, que como todos sabemos, no existe. Pero se empeña en buscar la coartada perfecta para que alguién al que le queda poca vida debido a una enfermedad degenerativa, Jonathan Trevanny, se cargue nada menos que a dos mafiosos. Un simple enmarcador de cuadros, que corta orlas y cristales, construía marcos y elegía entre los que tenía en existencia para los clientes indecisos, ese es el hombre en el que sutilmente Ripley, enterado de su enfermedad de leucemia, le sugiere a Reeves para llevar a cabo el asunto.


¿ Le interesa ganar 96.000 dólares?



 Todo a cambio de dinero y de solucionar la vida de Trevanny, aún joven, pero que dejaría mujer y un hijo pequeño. El tema está en convencerlo y si una persona normal, sería capaz de efectuar semejante encargo. La respuesta es no, pero Highsmith juega con el cerebro humano que es muy caprichoso, y luego, claro, está Tom Ripley, que como Michael Corleone, quiere ser una persona decente, tener sus asuntos claro y legales, pero que cada vez se va dando cuenta, de que cuanto más se escala en la vida social, requiere mover más mierda, como el palo de un gallinero.
 La ambigüedad con la que desarrolla Highsmith es magistral, todos los seres humanos tenemos capas de cebolla, y ¡ un precio! Hasta la estirada y católica esposa de Trevanny, Simone, acaba con su solemnidad moral por morder el polvo de la tranquilidad que dan un buen puñado de dólares.
 ¿Justificación de todos los medios para obtener lo qué se quiere ? Creo que no, simplemente, que la vida, mancha, y a veces es difícil quitarse de encima los borrones, y cambiar tanto de camisa exige muchos gastos. Highsmith en estado puro, y eso que Ripley, no es el mayor protagonista de las páginas de El Amigo Americano: Jonathan Trevanny, Simone, Georges, su hijo en común, la campiña francesa, vivir en un pueblecito pequeño pasan a primer plano ... Ripley ya reconoce abiertamente que la casa y el hogar le inspiran un amor que sólo reconoce en su jardín, y en las mujeres claro. Pero una cosa es lo que tú deseas y piensas, y otra la vida, que tiene otros planes para tí. Y ahí, Highsmith juega...



Toda la vida era un compromiso.


Humilde convertido en snob.-  Afincada en Europa desde 1963, Highsmith desarrolla el resto de su carrera literaria entre Inglaterra, Francia y Suiza, donde al parecer halla el sosiego para relacionar la buena vida con el crimen, casi siempre circunstancial en la vida de Tom Ripley, aquel muchacho tímido de  Boston que acaba su periplo primero por Italia y ahora en Villeperce, cerca de Fontainebleu.
 Pensando que un sujeto simple, pero no carente de inteligencia y ciertos gustos  que va adquiriendo con el paso de los años, incluso estudia el clavicémbalo, la autora ha creado un ser muy alejado de los típicos "killer" de novela negra. quizás porque no se pueden hacer novelas interesantes con imbéciles, y Ripley, aunque algo amoral, es bastante razonable con los motivos y circunstancias que le llevan a algún atropello que está fuera de la ley, siempre fronterizo.
 A fin de cuentas Highsmith ha creado un ser poliédrico, encantador en ocasiones, con dudas y muchas capas de cebolla sobre su carácter y forma de actuar. Ahí está parte del encanto. Esforzado por cambiar una vida anónima desde sus orígenes, siempre está dispuesto a avanzar hacia una vida mejor, dispuesto a corregir cierta injusticia social, se crea sus propios códigos de valores que lleva hasta el final, todos tenemos la sensación de que hay una  vida mejor que alguien está viviendo en otro lugar. Highsmith busca en Ripley ese lugar, y 6 años después de El Amigo Americano, nos sorprende de nuevo con otra entrega.


TRAS LOS PASOS DE RIPLEY.- 1980.-
  Tanto tiempo saliendo en la prensa Tom Ripley, que algo va quedando en el subconsciente de un joven americano, Frank Pierson, incluso en una época en la que internet no existía como lo entendemos en el siglo XXI, la biblioteca era el recurso elemental para informarse indagando, buscando, leyendo las peripecias del antihéroe creado por Highsmith
 El chaval, de apenas 16 años, parece que ha ayudado a que su padre, multimillonario y postrado hace una década en una silla de ruedas, acabe con sus huesos volando sobre un acantilado que está cerca de la casa de campo que tienen el clan familiar. Al parecer Frank Pierson le empujó, siempre está la duda, pero el tema es que huye de su casa y aparece con el pasaporte de su hermano en busca de Ripley, que se encuentra cómodo en su casa de Villeperce.


 ¿ Qué otra cosa ayudaba a las personas a ir tirando? El ego, la moral, la energía y lo que la gente llamaba vagamente el futuro...


 Mientras se instala en la casa de Ripley/Heloise en su finca, trabaja de jardinero y le va contando de a poquitos a Tom lo que cree que ha hecho. Mientras tanto en un viaje iniciático, y cuando la familia Pierson ha contratado a un detective privado para que lo localice junto a su hermano Johnny, el seductor maestro y el alumno marchan a Berlín a tomar un poquito de espacio y ver si convence al muchacho de regresar junto a su familia y rehacer su escasa existencia, algo atormentada, cuando nadie sospecha de que haya cometido ningún asesinato.
 En Berlín secuestran a Frank Pierson y Ripley empieza a poner en conocimiento todos sus dotes para recuperar al joven. Todo una antítesis de lo que es la vida de Tom, casado con la millonaria Heloise, que trabaja en su jardín, estudia el clavicémbalo, lee en francés y alemán, intentando mejorar sus prestaciones en ambos idiomas, y en fin... trata de no matar a nadie, y ahora se haya en Berlín en la búsqueda y captura de un chaval que apenas ha conocido hace unas semanas.
 Pretexto que le sirve a Highsmith para recorrer lugares, tugurios, ambientes del Berlín de los 70, y a a jugar como siempre con la ambigüedad de la culpa, de la sexualidad, el disfraz de los personajes, etc; cosa que ya estamos habituados en la narración de la autora americana. Por si fuera poco, un guiño al Transformer del neoyorkino Lou Reed, que de vez en cuando suena.
 La fatalidad llegará cuando parece que todo está encarrillado, como siempre los deseos de uno y la vida, casi nunca coinciden, aquí, en Tras Los Pasos De Ripley, tampoco.


 Cerrando el puzzle.-  Patricia Highsmith ha creado a Tom Ripley sin ser un detective al uso, un sabueso deshacedor de entuertos, como un viejo hidalgo del medievo trasladado a las últimas décadas del siglo pasado. Nada de eso, más bien es un sujeto llevado por sus circunstancias, y muy europeo, probablemente porque Highsmith vivió gran parte de su vida en el viejo continente y le dio contenido y saber estar por estas tierras antaño castigadas de guerras.
 Pese a ser concebido en 1955, sus novelas son independientes, pero no deja de ser más divertido y hasta aditivo, si se me permite, leerlas de un tirón, porque se entenderán muchas cosas que de otra manera pueden quedar desgajadas, y así entender el puzzle que nos propone Highsmith, es más atractivo.
 Desde luego el mero hecho de crear a un tipo original, en una Europa creativa y de buen gusto por el refinamiento de vida que lleva el susodicho, en el vestir, calzar, sus gustos de jardinería, su esmero en cuanto a los vinos, la comida... y que no sea ni un detective al uso, ni un ladrón, sino un estafador cuando las circunstancias le propinan un regate en corto a esa vida que eligió casi por azar; a fin de cuentas es inteligente, maestro de la tranquilidad y el uso de las buenas costumbres, acaba descubriendo que tampoco es para tanto, todo lo que le rodea y conoce, de una manera o de otra, son asaltadores de caminos, a veces morales, pero Ripley, a través de la imaginación de Highsmith, tiene sus propios valores, que no son ni mejores ni peores que el de los demás, si acaso se cuestiona si no existe demasiada imbecilidad en eso que llamamos homínidos.




- ¿ Estás asustado Tom ? ¿ Voces del pasado ? ¿ De los muertos ?
 


RIPLEY EN PELIGRO,. 1991.-
  Parte de la información siempre es requerida por los periódicos, si acaso la radio y en menor medida por la televisión. Las circunstancias, el anhelo de protagonismo de 2 seres mediocres en busca de fastidiar la vida a Tom Ripley, le pondrá en algún ligero aprieto por aquello de que el pasado vuelve como el mar deposita en la orilla cosas que se hallaron en su "estómago" durante un tiempo.
 David Pritchard y su mujer, Janice, que le sigue el juego, desean perturbar la paz en la existencia placentera de la campiña francesa en la que viven los Ripley.
 Como es habitual en los textos de Highsmith, la casualidad hará acto de presencia. Los viajes de Heloise también, aquí en forma de estar algunas semanas en Marruecos, mientras Tom tendrá que resolver el puzzle que se le avecina con las acechanzas y el chantaje emocional de los Pritchard, que desean encontrar el cadáver de Murchison y amedrentar a Tom Ripley con su pasado. No tienen otra cosa que hacer los nuevos vecinos americanos.



Después de todo, pensó Tom, el orgullo precede a la caída.


 La novela parece un ajuste de cuentas con tiempos pretéritos. Personajes fugaces o tenaces en anteriores entregas, tienen su pequeño o largo espacio en Ripley En Peligro. Así Cynthia Gradnor que estuvo unida a Bernard Tufts; Murchison y su esposa, los amigos y socios de la galería de arte londinense: Ed y Jeff y cómo no, Derwatt, el pintor que en un periodo de depresión marcha a Grecia y acaba suicidándose en alguna isla, de cuyo cuerpo nunca es encontrado pero si suplantado como sabemos.
 Pero la vida sigue y a cada problema existe una solución. Como de costumbre, no es extraño encontrarse a Tom de pie hablando con Antoine, aquel voluntarioso arquitecto de derechas,  mientras Heloise y Agnès tenían el talento femenino para improvisar una conversación y seguir hablando con una agradable expresión en la cara, durante toda la tarde.
 Así transcurre el texto de Highsmith, todo queda impune y el juego seguirá, Tom dejará caer el brazo sobre la barandilla y tirará el anillo de Murchison al río, y desde entonces todo estará otra vez en calma.


BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA DE LA SERIE TOM RIPLEY




EL TALENTO DE MR.RIPLEY.- 1955

LA MÁSCARA DE RIPLEY.- 1970

EL AMIGO AMERICANO.- 1974

TRAS LOS PASOS DE RIPLEY.- 1980

RIPLEY EN PELIGRO.- 1991







Patricia Highsmith: 19 de Enero de 1921 - Fort Worth - Texas -USA -  4 de Febrero de 1995 - Locarno - Suiza.- 

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