DANIEL # 6



                           La gente no vive grandes vidas y profundas. La gente, por desgracia, o por suerte, vivimos vidas baratas.

DANIEL.-

 Cuando el voyeur aparca su coche en el SER que le corresponde de su barrio y antes de cerrar el compact-disc, sacar el Cd, colocarlo en su funda y dejar el aparato reproductor en la guantera, apagar el auto, sacar las llaves del salpicadero y cerrar el coche; observa un enorme gato marrón con melenas, ojos azules, cola grande y mirada extraviada que está delante de él, y al lado del felino : Daniel, o danielito como se le conoce en el barrio. Se encuentran los tres personajes en la calle Pamplona esquina con Castillejos.
- Bonito el felino - comenta el voyeur.
- Sí... es mio, lo saco de paseo... - como sabe que eso es raro espera alguna contraprestación, pero en esta ciudad lo raro es normal y a veces lo ecuánime desbarra.
 Danielito es carpintero, de unos treinta años, pero ... ahí, hay un pero, Daniel como que se evade de la realidad que es demasidiado linda y además mancha la vida. Terminó FP porque como estudiante como que no... así que algo tenía que hacer. E hizo los cursos reglamentarios y hasta por temporadas danielito trabajaba de 9 a 7, pero ¡ coño ! lo que hay que aguantar por apenas 1000 euros que él se distribuía a los largo del mes. Vive con sus padres, a nevera llena, cuarto independiente, entra y sale y sale y vuelve... pero es muy buena persona, aunque así a primera vista te lo piensas el darle la mano o la espalda.
 A ver: Daniel apenas mide 1.65, pelo al cero, mirada perdida, pocas luces pero no idiota,  ha sabido desde que tiene uso de razón que sus padres trabajan desde que eran adolescentes para tener una casa y dos hijos... y lo que se dice felices... felices ... como los de los anuncios, no son, para qué engañarnos. Así pues, mejor libre como el viento. Como posesión tiene al gato, Verne, como homenaje al autor francés del que danielito es lector, como del Capitán Trueno, el Víbora, Star ... se pasa las tardes en las tiendas de comics comprando números atrasados de historietas de los años 70-80 que le fascinan.
 Sí, porque Daniel pese a que es carpintero, no desea mucho trabajar, o dicho de otra manera, no quiere jefes. Su primo, que curra en El Sol de Castilla de la calle Francos Rodríguez, le propuso que se instalara por su cuenta. Y lo hizo, pero recogiendo cubos de basura de las comunidades de vecinos, sacándolos cada tarde y recogiéndolos a la mañana siguiente. Empezó por los de la tienda de su primo; luego se puso en contacto con administradores de las fincas del barrio. Y aquello empezó a tomar forma, como era voluntarioso, formal, el efecto dominó se propagó y al cabo de un año y medio tiene más de 30 comunidades de los que saca una media de dos contenedores rojos de lunes a sábado, y uno amarillo, éstos los días pares. A una media de 100 euros por comunidad... echen cuentas. Se compromete a sacarlos a diario, menos los domingos por la noche, y a recogerlos todas las mañanas. Los limpia una vez cada siete días y sin jefes aparentes.
 Total, que Daniel tiene tiempo de sacar a pasear a Verne todas las mañanas, a eso de los once, cuando acaba su periplo de los cubos y el resto del día pues se lía un pitillo de hachís mientras el gato le observa sentado a su lado en un banco de la calle Pamplona. Si hace bueno dan una vuelta a Castillejos y bajan por Jerónima Llorente y llegan a casa. Allí poco que hacer. Por las tardes si no llueve o hace frío otra vez con Verne a dar una vuelta. El gato hay que decir que va suelto, detrás de Daniel, sin ningún aparejo, correa, etc; que eso ya llama la atención. Los dos tipos: homínido y felino, bien tranquilos se les ve.
 Como danielito tiene pocos vicios, apenas algún amigo, vive su vida diaria sin distracciones especiales, preocupaciones escasas, pues podríamos decir que hasta es feliz. Cuando se aburre se acerca a la tienda de su primo y allí charlan entre cliente y cliente. Cuando aquello languidece o se cansa, observa a los " africanos del top-manta " que intentan vender películas o cds. a los viandantes.
 Echa una ojeada, a veces le compra alguno mientras hace tiempo para sacar los contenedores, otras simplemente charla. Como ya se conocen, pues eso, le dan a la hebra mientras la tarde va cayendo ahora que llega el otoño y las primeras luces de neón hacen acto de presencia más pronto que en el estío, como que los días son más cortos y se recoge antes.
 Mañana, si es que existe, ya llegará, por hoy Daniel ya tiene sacado todos los contenedores de las comunidades contratadas. Allí quedan en las aceras como palos tiesos en el asfalto, testigos de lo que queda para toda la noche. Si todo va bien, a la mañana siguiente se los encontrara en el mismo sitio; sino, estarán caídos, boca abajo, en otros portales, desplazados por gamberros que no tienen otra cosa que hacer que pegarles patadas y a veces romperlos.  Entonces Daniel se lo tiene que comunicar al Administrador de turno para solicitar al Ayuntamiento otro nuevo, y si no hay conserje en la finca, le toca a danielito estar el día y la hora convenidos esperando que el operario de la administración local le deje el nuevo, porque alguien tiene que hacerse cargo del pedido. Daniel lo hace con gusto, aunque a veces le toque esperar más de la cuenta. Pero bueno, mejor eso que estar en una carpintería con tantos nervios de los pedidos.
 La noche cae, danielito se va casa.

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