PEPA # 8





  La gente no vive grandes vidas y profundas. La gente, por desgracia, o por suerte, vivimos vidas baratas.



PEPA


 Pepa trabaja en El País, es periodista, es redactora-jefe del suplemento dominical y sobre todo lleva la sección de cultura donde escribe casi a diario o cubre parte de las noticias, sobre todo las relacionadas con Madrid. Pero Pepa también desarrolla su actividad profesional en la revista de cine " Dirigido por ... " donde escribe de manera asidua y mensual ejerciendo la denostada profesión de crítico.
 Pepa acaba de pasar la barrera de los cuarenta, es feliz, dinámica, vive sola, apenas hace dos años se compró un ático que había visto hace cinco años atrás por casi el doble de precio del que acabó pagando por él, o mejor, que pidió la hipoteca sobre el mismo. Está en la Colonia de Bellas Vistas, en una urbanización con calle cortada, que se llama Numancia. Lo cogió  ya sin plaza de garaje porque decidió vender su coche, ¿ para qué más gastos cuando apenas lo utilizaba ? Seguro, antes el Ser,  pagar aparcamientos según por donde se movía, raro era el mes que no tenía dos multas urbanas por situación indebida; arreglos, cambios de aceite, ruedas... La verdad, urbanita convencida y pasajera de aviones lo del automóvil como que no tenía mucho sentido; así pues compró el ático sin la plaza de garaje, le salió más económico y con lo que sacó de la venta del coche se pagó en el verano una quincena en Roma, que le apetecía y aún le sobraron un cientos de euros. Pues eso.
 Se ha salvado del ERE de El País casi por los pelos. Menuda puñetera puñeta si se ve en la calle a estas alturas, ¿ a dónde iba a ir a trabajar si todos sus compañeros están igual ? Por mucho que saque de sus críticas en la revista cinematográfica, ¡ joder ! tiene que pagar la hipoteca, vivir, respirar, ella que renunció a su última pareja porque se agobiaba con tantas historias... mejor sola y cuando quiere que alguien " le tape el agujero " aprendió hace tiempo a cruzar de piernas en el sitio indicado, con eso ya se tiene mucho que ganar y nada que perder. Además, Pepa a su edad como que no tiene humo que perder.
 Pepa es atractiva, va a natación dos veces por semana, mejor ahora en invierno, le gusta más y como que nada mejor; se cuida, pasa unas cuantas horas en la redacción del periódico pero tampoco hace falta volverse loca. De vez en cuando tiene que salir fuera de la ciudad, con gastos pagados claro, a cubrir algún evento. Hasta este año por la revista " Dirigido por " estuvo en los festivales de Cannes y de San Sebastián... ¡ ay... que lejos quedan los cinco años que fue a Hollywood en febrero para los Oscars "; pero las cosas ya no están para esas historias.
 Pepa todavía está acomodando su vivienda a ella misma. Pese a que este verano dio una fiesta de inauguración, aún al día de hoy tiene libros acumulados por los suelos, varias cintas de dvds en los laterales de su salón y algún que otro cds colocados en montoneras en cualquier parte. Así se ve ella, que a veces no encuentra lo que quiere.
 Pepa tiene una vida social bastante activa, es feliz, risueña, agradable en el trato corto y muy eficaz en el largo. Gana enteros en el cuerpo a cuerpo. Va al cine todos los miércoles y los sábados a cualquier sesión golfa de las 00.30, después de cenar con alguna amiga o grupo de conocidos, pero eso no lo perdona, incluso se puede ir sola y luego enganchar con los de la cena.
 Hay varias  peculiaridades en cuanto a lo de las comidas de Pepa. ¡ Cuidado con el personaje en cuestión ! Suele comer a mediodía en el bar gallego de la calle Lope de Haro " A Veira do Mar ", porque es económico, eficiente, limpio y dan buenas comidas. Pero lo hace al revés. Me explico. Pepa antes cuando se podía fumar en el interior del restaurante se echaba su pitillo en la barra del bar mientras hacia tiempo, con una cañita y un pincho hasta que le daban mesa. No era difícil, Pepa suele llegar hacia las tres de la tarde, horario que deja varios sitios libres pues el manantial " obrero " suele aparecer hacia las 13.00 y 14.00, dos horas más tarde aquello se descongestiona.
 Bien, Pepa entra en el restaurante, avisa de su llegada y se va a la calle, haga frío o calor, allí, al borde de la acera saca de su bolso su cajetilla de Malboros y enciende un pitillo, lo fuma despacio, con deletite y cuando acaba deja su colilla en un cenicero lateral que hay a la entrada. Se sienta en su  mesa y pide el postre, luego se toma su segundo y acaba con el primero. Dicho así despista, y lo dijo el primer día, luego es original... desde pequeña que estuvo internada empezó con la manía de empezar a comer por la fruta y así sucesivamente. A veces cuando viaja requiere un pequeño esfuerzo y algún comensal que está con ella se sorprende... luego todo transcurre por la normalidad. Si tiene tiempo y según como ande de trabajo va a casa, echa una cabezadita y suele aparecer hacia las 17.00 horas por la redacción del País. Los viernes ya no va y si todo tiene su orden, no aparece hasta el lunes a las 09.00 horas.
 No quiere decir que Pepa no trabaje, a veces los fines de semana avanza en sus críticas cinematográficas, curra más que entre semana, pero eso sí... a su aire. No es difícil verla haciendo footing por las mañanas sábatinas o domingueras por la Dehesa de la Villa, o en chandal yendo a comprar el periódico para el que trabaja al quiosco de Toñito, a comprar el pan o alguna botella de leche en cualquier chino cercano.
 Pepa es esplendor, luz de donde el sol la toma, libre como sólo un trabajo te puede dar esa independencia que primero es cerebral y luego económica. Hermosa todavía, de muy buen ver y mejor apetecer, es inteligente y agradable. A veces, los domingos se encierra sola en su ático y ya no sale después del paseo matinal, con sus películas, criticas... pasa el resto . Eso sí, raro es que no reciba media docena de llamadas de amigos, alguno a veces queda a tomar café y a pasar la tarde, sino es así, Pepa ocupa el resto de la jornada atareada y tranquila esperando la llegada de la nueva semana. Nada espectacular es su vida, pero para secuencias inauditas ya tiene la realidad cotidiana.






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