THE ROLLING STONES : CRÓNICA PERSONAL.-
EL TIEMPO ESTÁ DE MI LADO
Erase una vez un chico adolescente, de provincias, que ejercía de un proyecto de hombre a largo plazo, que jugaba al fútbol, observaba las inalcanzables caderas de las chicas y oía rock, en una España de mediados de los setenta y en un pueblo, que como todos: parecía el culo del mundo, pero que luego, cuando viajó y tuvo perspectiva: todos lo eran.
Aquella primavera, pongamos que estamos en 1976, llegó a los cines de su ciudad una copia de Gimme Shelter, estrenada en el Reino Unido en el 71, pero daba igual el paso del tiempo. Aquello fue como una patada en el culo. No había mucha gente en el cine, pero el chico la vio dos veces seguidas: el viernes y el sábado. Pocos días después en esas excursiones que se realizaban en el Instituto se fueron a Toledo y en una tienda de discos compró a 500 ptas un cinta de los Stones que era una recopilación. Era todo el dinero que le dieron en casa, pero mereció la pena tal " despilfarro ", total, el bocadillo ya lo traía de su domicilio el resto era silbar.
Hete aquí que la banda que le arrebató el corazón y le hizo perder la cabeza venía de gira por primera vez a España, el 11 de junio en la Monumental de Barcelona, a 1000 kms de donde el chico vivía. Había alguna posibilidad, un amigo suyo se fue a a hacer COU a Gavá, sus padres, humildes trabajadores se trasladaron a Cataluña para que su único hijo, tuviese una vida mejor y se hiciese abogado. Otra, era que el curso terminaba por esas fechas con los exámenes finales y el último cartucho, que eran las fiestas de su pueblo y sus padres harían un extra económico. Mejor gastarlo en el concierto de los Rolling Stones. Salir, ver mundo ... ¿ Le dejarían ?
Más bien lo soltaron. Se puso en comunicación con su amigo y su travesía duró dos días. De su pueblo a Madrid, de ahí a Barcelona donde Blas le esperaba, dormir en su casa y a la mañana siguiente con un bocadillo que le prepararon rumbo a la Plaza de toros para coger sitio... horas, más horas... hasta que abren las puertas y el adolescente de provincias penetra en el recinto y espera... espera hasta que las luces se apagan y aparecen sus Satánicas Majestades: los Stones.
Músicos
- Mick Jagger - voz, guitarra, armónica
- Keith Richards - guitarra, voces
- Ron Wood - guitarra, voces
- Bill Wyman - bajo
- Charlie Watts - batería
Músicos adicionales
- Billy Preston - piano
- Ollie Brown - percusión
[editar]Tour Set list
- "Honky Tonk Women"
- "If You Can't Rock Me"
- "Get Off of My Cloud"
- "Hand of Fate"
- "Hey Negrita"
- "Ain't Too Proud to Beg"
- "Fool to Cry"
- "Hot Stuff"
- "Star Star"
- "Cherry Oh Baby"
- "Angie"
- "You Gotta Move"
- "You Can't Always Get What You Want"
- "Happy"
- "Tumbling Dice"
- "Nothing From Nothing" - Billy Preston Spot
- "Outa Space" - Billy Preston Spot
- "Midnight Rambler"
- "It's Only Rock 'N' Roll"
- "Brown Sugar"
- "Jumpin' Jack Flash"
- "Street Fighting Man"
"All Down the Line" apareció en el show del Festhalle en Fráncfort del Meno y "Sympathy for the Devil" el 21 de mayo en el Earls Court.
La vuelta fue un calvario de horas en trenes, esperas en estaciones y un calor que le pegaba la camiseta a su pecho y apenas le dejaba respirar, pero no perdió la sonrisa idiota y ese olor a Mediterráneo que le quedó para todo el verano mesetario. Daba igual que no tuviese dinero el resto de los días, acabó con el presupuesto para las fiestas... Ya la había tenido.
Transcurrieron los meses, el año; a este pobre chaval - ¡ que ocurrencias de la vida ! -, se le murió su progenitor justo un 12 de junio, al año siguiente de cuando regresaba de Barcelona y soñaba... soñaba... Y de pronto alguien estrelló uno dados contra la pared y falló, y le despertaron. Entonces ya no jugó más al fútbol por varios meses, ya no miraba a las chicas que ahora sí, eran inalcanzables... ya no sonreía, pero seguía oyendo a los Stones y esperando que el destino cambiase de dados.
El chaval acabó sus estudios, hizo " los deberes conyugales con la patria ", acabó Administración y se guardó su armónica y unos vaqueros en la maleta y se largó a Madrid a abrirse camino.
Un día encontró acomodo en una pensión, más tarde compartió piso: vivió en pareja, solo o con sus hijas; encontró trabajo, volvió a cambiar de empresa o la empresa le cambió a él, no se sabe, pero siguió escuchando a los Rolling Stones - entre otros -,mientras los demás se casaban, hacían hijos o los reconocían , que para el caso todo vale y volvió a ver a las Satánicas Majestades. Y una noche lluviosa a mediados de diciembre se acercó por su nueva ciudad Keith Richards con su banda, a finales de los 80 a tocar.
Y era feliz, mientras el resto de homínidos se bifurcaron en pagar hipotecas, divorcios, nuevos casorios; él, algo idiota, un poco inocente, sacó a su familia adelante pero eso sí, huyó de la artifical felicidad del matrimonio y no quiso que en su interior se instalase ese líquido amniótico de la mediocridad y siguió como un adolescente eterno: pensando que lo que veía y escuchaba no mejoraba en nada a lo que él tenía por modo de vida.
Coleccionó vinilos, luego
cds - ¡ qué remedio ! , fotos, libros ... y una tarde de verano se encontró en el Vips de al lado de su casa un libro - uno más - de sus queridos Stones. ¿ Qué le diferenciaba del resto ? Pues que tenía casi 400 fotos de su larga trayectoria, de tapa dura y a buen precio. ¡Y lo compró, claro !
Llegó a su ático, su refugio de penalidades de la vida cotidiana y con un buen vaso de ron y un pitillo se aponsetó en su sillón y ojeó el libro y luego lo leyó de un tirón disfrutando de esas últimas horas antes de la caida definitiva de la tarde como un eterno adolescente.
¡ Ahí ... ! Es tan poco lo que hace que nos quedemos en el mismo lugar ... pero se necesita tanto para partir.
Transcurrieron los meses, el año; a este pobre chaval - ¡ que ocurrencias de la vida ! -, se le murió su progenitor justo un 12 de junio, al año siguiente de cuando regresaba de Barcelona y soñaba... soñaba... Y de pronto alguien estrelló uno dados contra la pared y falló, y le despertaron. Entonces ya no jugó más al fútbol por varios meses, ya no miraba a las chicas que ahora sí, eran inalcanzables... ya no sonreía, pero seguía oyendo a los Stones y esperando que el destino cambiase de dados.
El chaval acabó sus estudios, hizo " los deberes conyugales con la patria ", acabó Administración y se guardó su armónica y unos vaqueros en la maleta y se largó a Madrid a abrirse camino.
Un día encontró acomodo en una pensión, más tarde compartió piso: vivió en pareja, solo o con sus hijas; encontró trabajo, volvió a cambiar de empresa o la empresa le cambió a él, no se sabe, pero siguió escuchando a los Rolling Stones - entre otros -,mientras los demás se casaban, hacían hijos o los reconocían , que para el caso todo vale y volvió a ver a las Satánicas Majestades. Y una noche lluviosa a mediados de diciembre se acercó por su nueva ciudad Keith Richards con su banda, a finales de los 80 a tocar.
Y era feliz, mientras el resto de homínidos se bifurcaron en pagar hipotecas, divorcios, nuevos casorios; él, algo idiota, un poco inocente, sacó a su familia adelante pero eso sí, huyó de la artifical felicidad del matrimonio y no quiso que en su interior se instalase ese líquido amniótico de la mediocridad y siguió como un adolescente eterno: pensando que lo que veía y escuchaba no mejoraba en nada a lo que él tenía por modo de vida.
Coleccionó vinilos, luego
cds - ¡ qué remedio ! , fotos, libros ... y una tarde de verano se encontró en el Vips de al lado de su casa un libro - uno más - de sus queridos Stones. ¿ Qué le diferenciaba del resto ? Pues que tenía casi 400 fotos de su larga trayectoria, de tapa dura y a buen precio. ¡Y lo compró, claro !
Llegó a su ático, su refugio de penalidades de la vida cotidiana y con un buen vaso de ron y un pitillo se aponsetó en su sillón y ojeó el libro y luego lo leyó de un tirón disfrutando de esas últimas horas antes de la caida definitiva de la tarde como un eterno adolescente.
¡ Ahí ... ! Es tan poco lo que hace que nos quedemos en el mismo lugar ... pero se necesita tanto para partir.
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