PURITA # 2





La gente no vive grandes vidas y profundas. La gente, por desgracia, o por suerte; vivimos vidas baratas.




  Purita anda siempre muy despacio por la calle, a pasitos cortos como si llevase una falda muy ceñida a sus caderas y le impidiese dar zancadas normales. Eso es lo primero que te llama la atención en ella: lo segundo que va a trompicones, a veces dando tumbos, como si fuese ebria que es lo que piensas, pero a media mañana es difícil encontrarse a alguien en ese estado y menos a una mujer, más adelante, cuando el día hecha a caminar y da entrada a las luces de neón, ya es más probable. Pero no, Purita no es que vaya borracha, es que ella anda así: como si fuese una geísha haciendo un pase para su amante.
 Ya no tiene prisa por ir a ningún sitio, ni horario laboral ni obligación personal para nadie salvo para sí misma. Su madre falleció el otoño pasado, y su padre dos años antes, así pues se quedó sola en la vida y en el piso familiar donde se crió con sus otros dos hermanos varones. No había conocido otra vivienda, dormía en el mismo cuarto desde que era una niña, la misma escalera de tres alturas sin ascensor de un edificio de cuatro plantas la vio ir creciendo  y madurando; todo lo más se habían realizado reformas y acomodos en el piso con el paso de las décadas, pero en lo esencial era lo mismo.
 Purita acaba de cumplir los 50 y con esto de la crisis acabó en la calle, por decirlo de manera suave: el Ere de la empresa en la que trabajaba desde los 18 años como administrativa, no la necesitaba. Durante años se había ido formando de acuerdo a las necesidades de la empresa, de simple contable y con la máquina de escribir como herramienta principal, se fue pasando a informatizar todo, y claro, ella que era lenta de por sí, exasperaba a compañeros y jefes, por lo tanto, carne de cañón en cuanto las cosas se pusieron difíciles. 
 Tampoco le preocupaba en exceso : fue ahorrativa en su vida, jamás compró casa como ya hemos dicho ni coche ni poseía más vicios que la ropa que compraba todos los años de temporada y cerca de casa: en boutiques o en el Cía Modas; y fumaba pitillos de puro de la marca Mods, cajetilla de 20 unidades cuando el estómago lo tenía lleno y era como mejor le sentaba a su espíritu, o cuando inspirada en sus musarañas salía al balcón que daba a la gran Avenida y veía el tráfico, los viandantes o simplemente: observaba.
 No tuvo novio conocido, aunque este otoño ha empezado a bajar a la Gran Vía a bailar, al Golden, donde van parejas y gente de su edad, pero se lo está pensando, llega a casa más caliente que cuando se fue. Se deja achuchar por algún sesentón y a veces tiene suerte y liga con alguien de su edad, lo cual la pone un poco cerril.
 Ya dijimos que tiene sus dineros, la casa donde habita, aunque también tienen coparticipación sus hermanos, pero éstos por ahora no han dicho nada, si sus cuñadas que quieren venderlo y que Purita se busque algo más moderno, más para ella; pero por ahora, salvo algún domingo por la tarde cuando aparecen a tomar café, incluido los sobrinos, ya adolescentes, no le dan mucho la murga, aunque se lo está pensando. 

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