DELFIN # 3



La gente no vive grandes vidas y profundas. La gente, por desgracia, o por suerte, vivimos vidas baratas.


DELFIN

 Delfín es un tío pulcro y metódico, que va siempre como un pincel: impecable. Y eso no sólo se produce en invierno que la ropa acompaña más, sino en verano. Lo mismo te lo cruzas con su polo o camisa de mil rayas conjuntado con unos bonitos pantalones con la raya impecablemente planchada, que en el otoño con su corbata y gabardina o abrigo. Su pelo corto, a cepillo, ya blanco, sus gafas de pasta, sus andares tranquilos y seguros: siempre sabe de dónde viene y a dónde se dirige en todo momento. ¡ Jamás pisa una mierda de chucho despistado o de amo que no porta la bolsita ! Sus zapatos impecables, a lo sumo sandalias en el estío y siempre y cuando no esté en el trabajo.
 Sí, porque no lo habíamos dicho, Delfín es aparejador de una constructora que hace edificios, canales, puentes y acueductos llegado el caso y que reforma garajes e inmuebles que sus jefes compran para arreglarlos y sacarles buenos cuartos. Con el tiempo nuestro hombre se ha especializado en pisos de alto standing que dejan pingües beneficios a la firma y de paso a él le cae un comisioncita apañada.
 Delfín vive solo, pero no está solo.  Compró un piso amplio y caprichoso en la Colina Bellas Vistas con una terraza de seis metros de larga y que hace chaflán a dos calles, pero estrecha, de apenas medio metro. No necesita más, cuando hace buen tiempo saca una tumbona y lee con luz natural. Lo tiene de capricho, cada detallito, cada rincón, cada plantita con su luz natural... Vamos que Delfín es hedonista hasta decir basta.
 Ya de chico apuntaba a su alejamiento mundano. Poco dado a juegos de niños, lo hacía por abultar pero nunca destacó de nada, de hecho jugaba al fútbol de portero, para no molestar a las figuras. Ese sistema lo fue acomodando a la Universidad y al trabajo. Pasaba por discreto y pragmático, efectivo. Pocas ambiciones, escasos problemas. ¿ Qué había que ir un sábado al estudio ? Se iba.
 Eso sí, le gustaba el fútbol pero en casa y solo. Su pantalla plana y de HD le daba unas imágenes excelentes y no solamente en el deporte, también admiraba las muchas curvas femeninas de su canal Playboy. 
 Delfín se echaba sus pitillos Malboros diarios, de un paquete no pasaba pero rara era la noche que antes de irse a acostar y de limpiarse los dientes, no estrujase su cajetilla en busca de algún cigarro extraviado: " el del acueste " se solía decir en su soliloquio.
 Delfín iba a todas partes andando y cuando era imprescindible tiraba de taxi. El estudio de arquitectura lo tenía en la Glorieta de Cuatro Caminos , así pues paseíto por la mañana para abajo, a mediodía solía ir a casa a comer o cerca de la misma donde hacía años yantaba muy ricamente, e incluso se echaba una siestecita en el sofá del salón si había tiempo. Descendía dos veces al día por la gran avenida y ascendía el mismo número. Como Delfín era metódico en extremo, sabía perfectamente lo qué tenía en la nevera en cada momento. A veces pasaba por el mercado Maravillas a comprar pescado, frutas, carnes; otras lo hacía más cerca de su casa, más que nada por no ir con dos bolsas en cada mano; y sobre todo, porque algunas tardes iba al Fnac de Castellana que le venía al pelo.
 Sí, porque Delfín era coleccionista empedernido de DVD y cuidaba mucho cada nueva adquisición, a veces incluso portaba listas y cuando no las encontraba en los estantes, requería los servicios de la dependienta para pedirlos si las existencias en ese momento estuviesen agotadas. Le daba sumo placer llegar a casa, dejar la compra en la encimera de lo que fuese a cenar esa noche, meter el resto en la nevera y repasar lo que hubiese en la televisión. Si no le complacia desenvolvía con suma paciencia y cierta liturgia sus adquisiciones de DVD y pasada la cena se colocaba en su butacón a ver la película, con su pitillo en una mano y un buen licor de melocotón en la otra. ¡ Que placer ! Se abstraía de las desgracias cotidianas de la vida y de los resquemores diarios si es que hubiese alguno que olvidar en el trabajo.
 En cuanto a las mujeres, mejor el dicho " de que el buey solo bien se relame ". Cuando le picaba el asunto, llamada a una scort, cuanto más conocida mejor, pasaba por su casa una horita y ... ¡ como nuevo ! Delfín había pasado la ITV.

Comentarios

Entradas populares