CANTO RODANTE 7

                 


                                             LA NEGRA FLOR


                          Al final de la Rambla me encontré con la negra flor

                          Que creció tan hermosa de su tallo enfermizo

                          Al final de la Rambla me encontré con la negra flor

                          ¿ Dónde vas negra rosa ?  ¿ Me regalas tu amor ?

                          Que tu pena fuera sólo por mi culpa

                          Que mi culpa fuera sólo por amor

                          Que los besos flores negras de la Rambla son

                          O de un rincón                        (Santiago Auserón )


 Mi negra flor particular se marchó, cambió las Ramblas de la canción por la Gran Vía en la vida real y quiso estar libre para meterse veneno en la piel.
 Contraindicando mi teoría de los pocos cambios que se dan a partir de cumplir los 30, ella los hizo saltar y cambió el paso y el ritmo establecido, lo cual no deja de ser interesante lo curioso de eso que llamamos "vida" .
 No dejó de sorprenderme, pero jamás volví a hacer planes para más allá de una semana y contando con cobrar cada 30 días, si acaso para un mes. Rita decidió que su juguete favorito, nuestra hija, le agobiaba, su malestar en el trabajo se traducía en un gesto torcido de por vida y decidí poner puentes de plata por si quería huir con la vana esperanza de recuperar un pulso que se debilitaba. No sirvo para discutir, dejo que las cosas fluyan una temporada, que lleguen a algún destino; pero o tomas decisiones o el tiempo las toma por ti, y a veces no escoge la que más te gusta. No hicieron falta muchas semanas más: ella decidió decidir que nos dejaba de manera transitoria, necesitaba aire entre los dos y de paso vería a Karla de vez en cuando, así me lo dijo y así lo acepté. Tampoco en esto éramos normales: cualquier madre decide llevarse adjunta a su hija, pero debió de pensar que mejor conmigo que en su nuevo estado. Cortó casi de manera total el cordón umbilical.
 Se fue a vivir a un piso con otra gente donde tenía su habitación y su baño, el resto era compartido con sus nuevos amigos. Yo me quedé sordo de un pie y cojo de una oreja pero poco a poco recuperé la verticalidad y como la dignidad del borracho, me mantuve erguido.
 Patti Smith había grabado los cuatro primeros discos en un periodo de uno por año. Luego tardó 7 años hasta que sacó"Dream Of Life" y luego otros 8 para llegar "Gone Again ". En ese transcurso de tiempo había madurado como persona, artista. Pero seguía integra, tenía dos hijos de Fred Smith y yo pude hablar con ella más que entrevistarla, por pura casualidad, en el hall del hotel que se hospedaba en Madrid una tarde de verano de mucho calor, tanto que yo estaba adormilado en un butacón con un café con hielos que había asimilado después de comer. El horario para la prensa era para dos horas más tarde, pero aquel día dejé a Karla con mi madre para que echase su siesta y descendí hasta el hotel con mi Yamaha.
 En un momento determinado la chica de Chicago bajó a por algo a recepción y salió a la calle. Yo me di cuenta de que era Patti y me fui a por ella, parecía perdida pero sus ojos observaban el asfalto con curiosidad, salía a dar una vuelta. Me identifiqué, le expliqué porque estaba allí dos horas antes y nos fuimos al Retiro. Es alta, flaca, camina de manera desgarbada. Nos sentamos en una terraza, había algún curioso que nos miraba, ella habla un inglés muy neoyorkino y a mí a veces se me escapaban matices... pero conseguí reírme y ella estuvo amable. Buscaba algo diferente a las clásicas ruedas de prensa, aún hoy no se por qué confió en un extraño que la abordó en la puerta de su hotel... pero me lo agradeció porque desconocía el Retiro: sus calles, sus árboles, sus terracitas, no paseamos mucho, pero si hablamos y me dio una lección de vida. Algunos años después, en su disco de 1996. había una canción "Summer Cannibals" que me hizo gracia. Cuando la acompañé al hotel, varios de mis colegas del mundo gráfico, revistas y periódicos de tirada nacional la esperaban en el hall. Llegamos pasado el tiempo que tenía para ellos. Yo me despedí de Patty Smith con un par de besos y las gracias de por vida por esas dos horas que fueron mías- nuestras-; no necesitaba acudir a la rueda de prensa. Ya sabía lo que quería y tenía un reportaje estupendo para el Ruta 66.
 Hay que decir que ella venía a promocionar un libro de poesía y hablar en general de su obra literaria, aunque claro, habló de rock.
 La vida jugó con ella a los dados: unos meses más tarde fallecería su marido y luego su hermano. Su dolor me inundó y sufrí su pena, pero recordé algo que me comentó: resurgir de las cenizas. Esos hechos la mandaron de nuevo a la carretera, a regresar a Nueva York y a seguir grabando discos...
 Cuando llegué a casa de mi madre, me esperaba mi hija y juntos nos fuimos a la Dehesa de la Villa. Pasé el resto de la tarde con ella, luego marchamos a casa. La bañé, cenó y se fue a su cuarto a dormir. Más o menos esa era nuestra rutina cada día desde hacía meses y ahora en verano estaba sincronizada.
 Aparte de mi trabajo en la cadena Madrid-Rock, colaboraba en casi todos los medios que me dejaban colocar algún artículo o fotos; necesitaba dinero. Con Rita no se podía contar de manera asidua, ya dije que durante dos años se perdió y colaboraba en la manutención de la niña cuando quería o podía, siempre cada mes, pero a su aire y sin días concretos. Aquello era un Bing-Bang en toda regla, pero yo disponía del dinero suficiente para liquidar los recibos cuando pasaban por caja. Así era esto: los dados rodados rebotaban contra la pared y a veces salía dos unos, rara vez dos seises.
 Tuve que contratar a una tutora para los meses de verano para mi hija. Sonja, una ex-checoslovaca recién llegada a Madrid, pues la anterior sacó su plaza de enfermería. Apenas hablaba español, pero nos entendíamos por señas y en inglés. Esto dio como resultado que Karla con tres años hablase en el idioma de Churchill y volvía locas a las abuelas pensando que era una cosa mía.
 Pasado el tiempo, Sonja siguió con nosotros por las tardes ahora que la niña empezó a ir a preescolar,  mientras ella iba saltando de un trabajo a otro por las mañanas; siempre nos dio preferencia.
  Rita veía a su hija casi cada semana, pero a veces se "distraía" dos. Quería que la niña creciese con las referencias de padre-madre claras en su cerebro, a veces se conseguía, a  veces no. Tuve una ventaja: mi madre y mi hermana ejercieron en muchos momentos ese papel y la otra abuela también, pese a tener un regimiento de nietos de todos sus demás hijos.
 Sólo le puse una condición a Rita una vez aclarado que jamás volveríamos a estar juntos como pareja: que estuviese limpia, sobria y con la mente clara cada vez que se llevaba a Karla o simplemente quisiera verla. Hasta donde yo llegué en esos dos años: lo cumplió; luego a mediados de los 90 se marchó a Argentina.



  EL LOBO SE ESPANTA

 La que iba a ser la última gira de los Stones estaba siendo seguida por millares de fans y curiosos en todo el mundo. Alguien en la redacción de la revista debió de pensar de que no fuera a ser verdad el asunto de la despedida y se le iluminó la cabeza pensando en mi persona, que hiciese una especie de tour con ellos cuando recalasen en Europa, a modo del que hizo Truman Capote en el Americam Tour 1972 con los The Rolling Stones durante los meses de junio y julio de dicho año, por Estados Unidos y Canadá.
 Después de varios meses tenía ordenada de nuevo mi vida y en los veranos ya no podía planificar nada de viajes teniendo a la niña, pero mira tú que la existencia no deja de sorprenderte. Varios acontecimientos debían de conjugarse para que los astros estuvieran a mi favor. 
 Durante gran parte de los 90 los diversos gobiernos de Felipe González habían  añadido un plus de prosperidad a este país con la inmejorable colaboración de Europa, especialmente Alemania y Francia, uno más volcado en el terreno económico y el otro en la lucha terrorista contra ETA; ambos dieron un respiro a una nación compuesta por demasiados egos mal entendidos y una mejoría económica como acceso a créditos para viviendas, sanidad y educación. Todo esto vino a actualizar una pensión de viuda para mi madre, "digna" que sumados a sus quince años en la fábrica Segarra de zapatos, decidiera jubilarse y ejercer de abuela, viendo que su hijo jamás pediría un favor y era un poco inútil en demasiadas cosas cotidianas. Por esa extraña sensación que tenía de que ella siempre me veía desamparado y sin embargo a mi hermana solvente... El caso es que a mi me vino bien esa nueva estructura familiar.
 Pedidos los días de vacaciones en agosto, me cursaron el backstage pertinente para varios de los conciertos de The Rollings Stones en Europa. 1995 les traía de nuevo al viejo continente con el álbum Voodoo Lounge, gira que iniciaron un año antes en Estados Unidos y que en este lo pasearon por Latinoamérica por primera vez en su larga trayectoria, para acabar el mes de agosto en Europa y ofrecer su "último concierto" en el Feijenoord Stadium de Rottedam el 30 de agosto. Asistí a varios como cronista de barrio y a pie de pista... y aunque los había visto varias veces, era cierto, cada concierto es distinto; como hacer el amor con la persona amada, es nuevo y es viejo, pero siguen sonando muy bien. Largas crónicas de lo que se veía encima de un escenario y de lo que no, que tampoco era tanto. De hecho me basé en lo que lo no vi, fotografié y de lo que me comentaron los técnicos de sonido. Cerca de los divos: sólo en las ruedas de prensa, y a dos metros de ellos: debajo del escenario y solamente un rato, apenas quince minutos cuando estaban tocando; de hecho eran más interesante las dos horas antes de que comenzase el show, en las pruebas de sonido. Tenías esa sensación de que tocaban para ti y unos pocos más de privilegiados. Era ahí donde sacaba la mayoría de documentación gráfica y el set de las canciones para esa noche, que luego cambiaban según el humor de Jagger; pero mereció la pena recorrer durante tres semanas Europa. Stripped , disco que editaron a continuación era el directo que salió de los conciertos de Lisboa, Londres, Amsterdam y París a los que asistí, además del de Tokio. Con eso ya tenían para unos cuantos años, pero no... publicaron dos años más tarde Bridges To Babylon... el resto es historia.
 Ni que decir tiene que regresé a primeros de septiembre a Madrid más contento que un niño con zapatos nuevos y cargado de energía. Mientras que mis compañeros de trabajo comentaban sus vacaciones y se enteraron de las mías por Teresa, ninguno me vino a enseñar fotos de "sus playas y montañas", buscaban un aparte para que les dijese... Yo me limitaba a sonreír y a meterme en mi escepticismo y caparazón de tortuga asfáltica.
 Todo empezó a rodar de nuevo como un Rolling Stone a velocidad de crucero. Mi niña había crecido una enormidad, apenas tres semanas alejado de ella y la veía más hermosa que nunca: luz de donde el sol la toma. Estaba en la etapa de no parar de hacer preguntas, apenas acertaba a contestarle la mitad, desconocía el resto.
- Jo, papi, no sabes ná...
- Es que te ha tocado un padre torpe. No lo sé cariño.
 A veces me miraba de soslayo y sonreía, otras se enfadaba de verdad pero jamás la mentía, era algo que me obsesionaba, no quería mentiras en nuestra vidas.
 Empezó a darse un caso curioso en nuestras existencias. Varias tardes bajaba con Karla al parque de la urbanización y las mamis treintañeras se iban acercando a mi persona poco a poco, a veces una, otras en manada, a "investigar". Aún les resultaba extraño que Rita hubiese desaparecido.
- Simplemente se acabó, cariños... la vida mancha...
 De ahí no salía. También les intrigaba la presencia por las tardes de Sonja, 1´70 descalza, rubita de ojos verdes, anatómicamente apetecible, envidia de los maridos de las treintañeras y de los que no también. No sabían si había algo entre nosotros, no sabían pero intuían... Llegado el otoño la cosa se calmó. Karla empezó a ir a clases y a recogerla una veces yo, otras Sonja, así hasta la hora de la cena. Pero las mamis treintañeras se preocupaban por mí, me las encontraba a la puerta del colegio, preguntaban. Todas tenían unas amigas, primas, hermanas que querían, deseaban un tipo desvalido como yo para cuidar, una madre para Karlita. 
 -Ya tiene madre, y para toda la vida les decía. 
 -Ya, pero... papi no tiene mami. 
 ¡Acabáramos!
 Apareció Sergio Entrena en Navidad con varias semanas de vacaciones. Al ser el último mono en el Juzgado de Coria (Cáceres ) no había podido cogerlas en el verano y aprovechó para pasarlas en Madrid. De vez en cuando se venía algún fin de semana o puente, pero al no tener coche, la comunicación entre el pueblo y la capital del reino no era todo lo buena que deseara.Tenía una medio novia, Choni, que ahora estaba en Coria y él libre para ver conciertos y a los amigos, más bien amigas. Cenamos todas las noches juntos, a veces en casa de sus padres que vivían en las Torres Blancas en la Avenida de América, otras en mi casa al lado de la chimenea, con Sonja y Teresa.
 Yo siempre fui un hombre soltero con hija en ese momento, lo cual me abría muchas puertas (jamás he ligado tanto como con la niña: en el parque, en el supermercado, de paseo o simplemente estando)   Había desventajas, mi pequeña no podía estar sola nunca, ni de día ni de noche y mi madre tenía su vida y a veces quería ser abuela y otras no, ya he dicho que jamás pedía un favor; otras Sonja se quedaba con nosotros por la noche y se echaba con Karla en su habitación, eso me permitía salir a algún concierto o a tomar algo con Teresa o ahora con Sergio.
 Esas Navidades volvieron a cambiar mi vida que ya venía un poco rápida desde la gira de los Stones. Conocí a Mónica Vilella, hermosa sin ser guapa, con ese cutis bien cuidado de varias generaciones de no pasar hambre ni sufrimientos, de no mirar si llegabas a final de mes o simplemente te quedabas a medias. De padres juristas, ambos trabajaban en la Audiencia Nacional y con cierto parentesco con la de Entrena por parte del progenitor. Buena familia, de posibles, con dinero, rango y abolengo.
 Mónica olía muy bien, esa sensación que te dan algunas mujeres de acabar de salir de la ducha de manera permanente. Acabó Derecho pero trabajó de secretaria en las discográficas Tres Cipreses y Dro en los 80, pero ahora tenía un programa en Radio-3 por las tardes de dos horas. Curiosamente la conocía de "vista", pero jamás hablamos. Su hermano era el batería de Los Rodríguez que en aquel momento estaban en la cresta de la ola; su otra hermana Rosa, la pequeña, estaba casada con un músico rockero argentino muy famoso afincado en España hacía tiempo. Ella era la segunda de los tres y en aquel instante estaba en un impás... Pertenecía a ese tipo de mujeres que desde los quince años, antes de que les empezasen a crecer las tetas y a ensancharse las caderas, en el momento en que las endorfinas se asentaban en su organismo, siempre estaban acompañadas hasta bien entrada la cincuentena. Pasaban de un novio, amante, marido... de un rato a otro... era un aparcamiento ambulante, en cuanto quedaba libre el espacio en apenas unos segundos se ocupaba. Cuando Sergio me la presentó y acabamos en El Templo del Gato con varias personas que no conocía; ya la tenía examinada y por lo que aconteció en días posteriores ella también a mí. Nos llamamos, nos vimos y así.
  Bajaba con moto al Madrid-Rock, la dejaba enfrente de la tienda, a la puerta y luego iba a mi casa o a la de mi madre, dependía de la niña y de la época del año escolar.También de lo que hubiese de trabajo. En la tienda se hacían constantemente presentaciones de discos y toda banda nacional e internacional pasaba por la Gran Vía a promocionar. Eso me dio la ocasión de entrevistar, fotografiar y hablar con cualquier elemento del rock que estuviese por España. No siempre salía hacia las tres, a veces me daban las diez, por eso Sonja era tan importante en la vida de mi hija y en la mía. Pero era un precio que pagaba muy a gusto, me daba libertad y seguridad y de paso aprovechaba para meter artículos en la revista que de otra manera no podían conseguir tan de primera mano.
 Una tarde lluviosa de las Navidades, Mónica me llamó desde la emisora. Su coche la había dejado tirada y me pedía si podía ir a recogerla. Cuando llegué estaba en la cafetería, como siempre acompañada. El problema era que sólo había un casco y se mojó su linda cabellera, esa tarde de primeros de año fue el comienzo de un largo camino juntos que como toda mujer sabe, ya tenía previsto, al parecer vio proyecto, futuro... y quería probar como sabía la miel.
 Mónica acababa de dejar atrás la treintena y comprobar que no siempre iba a ser joven, que no sería una adolescente eterna y qué era aquello de madurar; yo mientras tanto había aprendido a sostenerme con calma en la vida.




UN ÁNGEL APARECE

 El país se abocaba a unas nuevas elecciones generales, el clima era de tensión, la derecha siempre llevaba mal no manejar el poder central, le parecían que los demás eran unos intrusos:"una cosa es que el mediero tenga ocurrencias y otras que tenga ideas, no sea que..."; se me acabe la tierra heredada.
 La clase media se acercaba peligrosamente a los planteamientos de la alta, a sus lujos, a sus manías, a sus caprichos. Mal asunto, lo veía en mi trabajo, alrededor, en la música casi toda subvencionada en actuaciones, en la literatura... Un favor mata antes que una bala. Nunca viví por encima de mis posibilidades, por si acaso. Como el felino, cazaba, a veces demasiadas carreras para tan poco botín. Las hienas acechaban, cuando el campo es mucho y poca la arboleda, la cacería ha de efectuarse rápida y buscar sitio en alto donde colocarla, comer si daba tiempo y esperar... quedarte abajo era perder o luchar, y quizás tener algún disgusto en forma de herida.
 Yo ya tenía muchas. Entrar de la mano de Mónica en su red social era cambiar mi mundo obreril hasta ese momento, por otro más glamouroso, de mejor aspecto pero no más sano. Sólo me interesaba el mano a mano, los grupos pasan por demasiados filtros, así pues me mantenía como un buen voyeur, pero callado y al acecho.
 Transcurrieron los meses desde las Navidades con tranquilidad. Cada uno tenía su vida y aunque deseaba oír su voz cada día y mi corazón latiese fuerte, también sabía que era más el deseo y la agonía que las ganas de estar con alguien. Sólo cuando tenía los dos días libres y mis asuntos en orden, la echaba de menos, el resto era más pragmático, no tenía tanto tiempo. Karla demandaba demasiado espacio, Sonja era fundamental en este momento de mi vida y Rita era casi mejor que no se sumase mucho al invento. De hecho no se si la echaron o fue ella la que se fue de Juteco, llevaba en la firma desde que acabó el bachillerato, el caso es que en un momento de lucidez decidió curar su politoxicomía en un centro de Cádiz.  Allá se encaminó en la primavera para pasar varios meses en una granja. Dejó dinero una tarde a Sonja y se despidió de Karla, al parecer llorando porque el panorama cuando llegué a casa era un poema. Como los niños tienen un cerebro como una esponja, todo lo absorben, comprendió que su mamá no estaba bien y se iba para ponerse buena. No sé si lo entendió pero dejó de preguntar por ella en varias semanas.
 De vez en cuando me escapaba con Mónica a alguna fiesta en el Ya´sta o en la sala El Sol con las nuevas amistades. Pero lo que más quería era llegar a casa y fumarme un pitillo de marihuana tumbado en mi hamaca observando el cielo, como decía Baudelaire : todos estamos en el fango, pero algunos miramos a las estrellas.
 Una de esas noches me acompañó a mi casa, ella iba en su coche y yo en mi Yamaha, ambos durmieron en el garaje que por aquellos días sólo ocupaba mi moto. La conversación fue esclarecedora. Una pareja debe de quererse y jamás tratar de cambiar al otro, si acaso moverlo un poco para que pase el aire... lo demás son cuentos e inventos de psicólogo de salón.
 Me moría por comerla pero ya sabemos lo que pueden hacer las "mantís religiosas"; así mejor asegurarse antes la hacienda. Una cosa es acostarte con una mujer y otra vivir con ella, escuchar sus susurros, oler su cuerpo. Yo no iba a cambiar porque no me daba la gana, no me gustaban sus amigos ni todo el "pijerio" que la rodeaba y mi tren  unas veces iría más rápido y otras no, a veces se desviaría algo para recoger a alguien, pero no iba a cambiar el recorrido, si te gusta mi tren azul sube... Y subió.
 No tenía ninguna prisa para ninguna cuestión. Es más, cada uno en su casa estaba bien, pero en el verano sucedieron dos cosas que hicieron que Mónica viniese a mi guarida.
 Sergio había insistido hasta la extenuación para que fuésemos a Coria a conocer a Choni y sobre todo su casa, su entorno y las fiestas de los San Juanes en dicha localidad cacereña. Cambié el fin de semana con Teresa para poder ir desde el viernes por la tarde hasta la madrugada del lunes y estar con él. Menos mal que el coche de Mónica, un mini último modelo era estupendo con aire acondicionado y todas las comodidades de un vehículo, si no nos asfixiamos. Se lo debía, de no ser por él jamás la hubiese conocido, ni las fiestas tan peculiares de dicha localidad: con sus encierros, sus toros y la alegría y buena acogida de todo el personal.
 La llegada de agosto esta vez nos pilló pasando más calor y sin coche, pero en Marruecos. Nos fuimos los dos solitos, asumido por sus padres que su hija parecía que había encontrado la estabilidad que deseaba, al parecer yo era un tipo confortable, aunque para ellos era poca cosa, pero a cambio su hija era feliz en los pequeños detalles que es donde uno puede encontrar la grieta de la felicidad; cosa que con otros más de su cuerda, jamás halló, como le dije a su padre. ¡ Nunca volvió a sacar el tema ! Yo no era radical, pero sí fronterizo..
 No soy muy listo, sólo deseo encontrar aquello que me hace falta cuando lo necesito. Ya tenía mi dacha que era mi refugio ante las pequeñas tragedias de la vida cotidiana.
 Como las cosas empezaron a marchar ahora en pareja pero con niña añadida, tuve que aclarar dos aspectos de mi nueva etapa con las dos mujeres que antes de la llegada de Mónica a mi refugio eran importantes, y quería que lo siguieran siendo: Teresa y Sonja.
 Con la primera había bordeado durante años el tema de la amistad-amor-compañera. Lo difícil para mi nunca fue el primer polvo... era a partir del segundo. Con ella no llegué al primero pero sé que se había hecho ilusiones de convivir conmigo, no era mujer de un rato ni de una sola noche. Quedamos en ser muy amigos, y los amigos no se acuestan porque entonces empiezan a ser otra cosa.
 Con Sonja fue para mi sorpresa, más complicado, lo cual deriva a qué diferentes son los hipotálamos cerebrales masculino-femenino. A través de los dos años que llevaba en casa se había medio enamoriscado de mí, también llevada porque se  encontraba muy cómoda en casa, con la niña, conmigo, el entorno... Pero era una cría, apenas 20 años cuando llegó a Madrid y yo ya tenía una hija, no necesitaba echarme otra a la espalda aunque fuese con derecho a roce. Todo seguiría igual para ella mientras quisiese seguir a mi lado, aparte de lo práctico de la cuestión. Tardó en entenderlo, pero Mónica me echó una mano y parece que entre mujeres la cosa funcionó. Eso sí, a partir de ese momento me consultaba todo sobre sus novios, sus salidas y más de una vez me encontré a las tantas de la madrugada hablando con sus padres en Chequia sobre su hija, mientras ésta me observaba con ojos de gata apaleada. Lo curioso es que ellos no hablaban español y yo nada de su idioma, ¡ y funcionó !
 Con la llegada de mi nuevo ángel a casa, pude disfrutar paradójicamente de más tiempo para mí. Ese año consumí más de 45 días libres en mi trabajo, cuando sólo me correspondían 30, porque los aprovechaba con algún viaje-tour de alguna banda por Europa, con todo pagado por la discográfica, y claro, lo cogía no sólo por el tema económico que me acomodaba, también el afán de aventura.
  "Ballbreaker Tour de AC/DC " fue una fiesta y en el trabajo tenía cierto prurito, también a los jefes les ponía tener un empleado cosmopolita y enterado.
 Así pues, un año después de conocer a Mónica, me encontré con una nueva mujer, mi hija que ya estaba, dos gatas y conociendo a más gente de la que desearía. Pero era el precio que pagaba por estar vivo.

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