CARLOS ZANÓN : LITERATURA, BARRIO Y ROCK AND ROLL .-



   El sitio en el que te has criado e intuyes que te va a salvar de todos los males, pero sólo es un refugio interior momentáneo, como el colocarte debajo de unas marquesinas o portal mientras cae la lluvia y esperas a que escampe. Luego miras a izquierda y derecha y si todo está en orden aparente, vuelves a caminar, pero las calles mojadas dejan las huellas suficientes para que te encuentren.
 Las novelas de Carlos Zanón son una búsqueda constante por cambiar el destino, como si los dados que te han dado jamás te satisficieran o simplemente, no aprendisteis a buscarlos mejores. Porque el camino de los perdedores es inmenso, las autopistas están llenas de cadáveres que creían que a ellos no les tocaba. Pero sí, no sólo es azar o suerte, es saber jugar bien tus bazas, las cartas convertirlas en magnificas cuando no lo son tanto y las buenas en modestas, no hace falta apabullar. Se trata de seguir vivo, incluso pasar desapercibido y aparecer de a pocos. Pero no suele ser así, la literatura se tiñe de rojo sangre muchas veces, pasos equivocados, drogas que surten el efecto de una irrealidad que luego en la caída es inferior al placer que te dan momentáneamente; el barrio como refugio interior ante las pequeñas tragedias de la vida cotidiana y las bajezas constantes; pero es ahí donde a veces encontramos los peores augurios: en la madriguera, hace tiempo que nos esperan para sacudirnos, eliminarnos. ¿Por qué ? Por cuestiones del pasado, ese que todos llevamos escrito, es nuestro ADN, en ocasiones nos precede la fama, mala, y ya nada o casi nada se puede arreglar.

Si obedecía se reducían los errores, pero, claro, también la satisfacción.

   En ocasiones, escribir se transforma en un acto de valentía, en conocido ajuste de cuentas con uno mismo o con lo que te rodea que puede parecer un acto de exhibicionismo cuando en realidad es sacrifico público.
 Personajes perdidos entre las brumas del alcohol barato de las tabernas del barrio, pongamos que hablo de la Barcelona en sitios pocos turísticos ni llamados a pararse un rato y sacarse fotos; barrios marginales donde la droga, los sueños y el rockanroll corren por tus venas, sí mujer, como un Ramoncín de finales de los 70; pero aquí de verdad. Se centran los seres desvalidos de Zanón en una gran urbe, donde trapicheando, buscándose la vida, queriendo ser lo que ven en los anuncios: coches deportivos, rubias, da igual que sean de bote, música, otra vez el barrio donde te has criado y te crees a salvo de todos y a veces el enemigo está a tu lado, luego te das cuenta, y ya es demasiado tarde.


El tiempo, cuando más lo necesitas, te demuestra que no existe.


  Y así cayó la 1ª novela de este autor en mis manos. No en vano y como siempre me ocurre me tomo mi tiempo cuando algo es nuevo. Ese instinto de cazador que todos llevamos dentro desde siglos en nuestros genes, sopeso el título como si comprase un trozo de carne, vuelvo a leer la contraportada para saber de qué va aun cuando tengo algún recorte de periódico en la cabeza que ya me decía cómo escribía Zanón; sí, porque cuando uno anda con los bolsillos vacíos casi siempre debe de cuidar muy mucho que se lleva a su refugio y más cuando este que escribe – y lee, claro - : literatura, películas y música,  no por ese orden necesariamente – , han adquirido un nuevo significado en mi rutina de supervivencia. Con este adobe aislante procuro reforzar las paredes de mi Dacha, aunque llevo guareciéndome en él desde que era un crio. En estos mis muros ya no busco ni me transporto a otros mundos, huyo de los que estoy conociendo habiendo superado el medio siglo de vida.
 Para mi vieja sangre, encontrar literatura bella, pero real, tangible, autores que deseas que ya, publiquen algo nuevo para digerir sus líneas y llevártelo a tu guarida que te den nuevas vías a tus venas, combustible con el que resistir, es toda una bocanada de aire fresco para tus pulmones; Carlos Zanón, lo consigue.

TARDE, MAL Y NUNCA .- 2009 .-
 Es la 1ª novela que cae en mis manos de Carlos Zanón, obviando su producción poética con El Sabor De Tu Boca Borracha – 1989  y de  Ilusiones Y Sueños De 10000 Maletas – 1996; alguna otra obra narrativa que no he leído, me centraré en lo que sí.
 Barrio, amistades cultivadas con el paso del tiempo, esos muchachos que crecen juntos y les unen unos lazos más fuertes que los consanguíneos, quizás por haber vivido momentos, instantes, que con los parientes es más difícil de conseguir; se abrazan, se odian, se perpetúan en alianzas imposibles. Tipos alejados de los centros comerciales, Barcelona dura, la que casi nunca sale en las fotos. Tipos acodados en la barra del bar mientras masajean una copa de coñac y miran hipnotizados la pantalla de plasma que preside la sala, como si lo que allí apareciese fuese el Santo Grial y existiere la salvación de sus estúpidas vidas, por cortas, malas, encaminadas al desastre desde que eres un puñetero espermatozoide en el vientre de tu madre, Noches complicadas, amaneceres resacosos y siempre con la idea efervescente en sus cabezas de que algo va a suceder que les saque del tedio, del aburrimiento, el golpe que definitivamente les instale en esa sociedad que les amargan pero ¡oh!. Contradicción, desean agarrarse a ella como una estela a la cometa y seguir su rumbo cortando el aire.


Nunca sospechará que no hay princesa sin bestia.


  Todos los personajes corren unos detrás de otros sin saber qué buscan ni lo que esperan obtener de los demás, en ese juego infantil de creer que lo que tú escondes en la mano es un tesoro y quiero verlo, y anhelo tenerlo, y aspiro a quitártelo, ¿para qué? Porque tú eres otro paría que ahora me perseguirás a mí y una vez más iniciaremos el juego de la zorra y el cuervo. Tipos raros, tal vez, que oyen voces y nada menos que ve a Jesús en los lavabos, eso sí, de los baretos de barrio de los que apenas salen, como Alex, porque ahí son alguien. Éste tiene un hermano, Epi, que a su vez disfruta de un compadre, Tanveer Hussein, que ya nos indica desde el comienzo que unos son hijos de las primeras hornadas de inmigrantes nacionales que acabaron en la periferia de Barcelona y ahora ellos son los reyes, con su medio castellano/catalán y se juntan con las hornadas de nuevos inquilinos de las aceras y de los bares, toda la cohorte de los magrebíes que poco a poco se han aposentado.
 El barrio forma parte de un paisaje interesante, está siempre ahí aunque no se le nombre de continuo. Personajes, máquinas tragaperras, aceras, calles, novias y ex que van engordando y afeándose a medida que cumplen años y se parecen cada vez más a su madres… mammas en potencia, pero que son necesarias, protagonistas interesadas.
 Sangre, algún delito, Epi no puede aguantar que la princesa de sus sueños – Tiffany Brissette -, salga con su amigo Tanveer, y que mejor forma de  quitarse de encima el asunto que cargándose al magrebí y buscar ayuda en su hermano Álex.
 Tanveer y Epi. Epi y Tanveer. Había oído Álex que volvían a estar juntos aunque su hermano pequeño no soltaba prenda. Nada bueno iba a surgir de aquello. Eso lo sabía cualquiera. Cualquiera menos Epi, naturalmente. Y todo sucede a ritmo cansino, a tono con lo que la televisión de plasma reproduce, a veces, sin venir a cuento el dueño del bar cambia de canal y aparece en la MTV Madonna, y Alex piensa que sería bonito llevarle las maletas a la diva, refugiarse en sus faldas y vivir en Nueva York y no en la mierdecilla de ciudad con tanto ciclista y soplapollas… Gentes sin estudios, sin preparación ni formación ninguna salvo la academia de la calle siempre dándole vueltas a la cabeza en la manera de una existencia mejor, desde chavales jugando a las máquinas para sacar partidas extras, como la vida, siempre buscando esa jugada maestra que nos dé un vuelco a la vida y conseguir por fin el suplemento que nos permita vivir mejor, no sólo eso, excelente. El problema es que cada personaje no acaba en la casilla que quería en esta partida, y sin ese final deseado todo se vuelve más hermoso por inesperado.


Se dio cuenta de que hay una realidad paralela en cada persona con la que te cruzas por la calle.


 Carlos Zanón describe situaciones y personajes creíbles, tangibles, palpables; tal vez todo le venga, según mi punto de vista, de la capacidad de observación que todos tenemos pero que no desarrollamos de manera semejante y de su oficio, abogado penalista. Pero es en el poder corrosivo de las palabras donde encuentra su mejor “yo”.
 La mezcla de personajes de barra de bar de barrio, éste como principal atracción/odio en el que se mueven sus individuos, Barcelona, pero que puede muy bien ser cualquier otra metrópoli, aunque he de destacar que los seres que pululan sus líneas creativas son muy de aquí, de la piel de toro, más allá de falsos nacionalismos excluyentes. Todos tenemos los mismos problemas que arrastramos como las suelas de los zapatos sobre el asfalto, da igual Barcelona que otro lugar parecido aunque distinto en sus características.
 La mezcla de marginación, arrabal con el rockanroll de sus personajes hace hilvanar muy fino a su literatura, por callejera, creíble, y emparentarla de manera simétrica con otros grandes de la denominada, novela negra, tales como Chandler, Hammet; pero al mismo tiempo hallo cuestiones que me recuerdan a Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán o a las calles mugrientas del mejor Juan Madrid. Aunque creo que su literatura se nutre, al margen de su talento de la observación, de un Juan Marsé, su Ginardó tiene mucho en sus novelas. La delimitación del territorio, una cierta compasión por todos y cada uno de sus personajes que tienen sus virtudes y pecados, sus matices, el western fronterizo en el que se mueven todos ellos, siempre a punto de palmarla o de dar el salto al acogimiento absoluto dentro del sistema y ser “respetables”, apenas un hilo muy fino separan ambas fronteras, a veces palpables, otras invisibles. Todo parte de un juego con el lector que deberá situarse ante individuos asilvestrados, punkarras en ocasiones. Y todos hemos visto y vivido situaciones que se describen en sus novelas.


 Le gusta estar bebido de noche, cuando la ciudad es de los ladrones y de los amantes, de los gatos y de los camiones de la basura.


NO LLAMES A CASA .- 2012.-
 Es el 2º trabajo que llega a mis manos de Carlos Zanón. Como en su anterior trabajo, apenas 3 personajes son el núcleo central de una rama muy simple : de nuevo el barrio y unos parias, Bruno, Raquel y Chistian, en la Barcelona de 2012 intentan buscarse la vida sin dar palo al agua y sin que quieran vivir como auténticos esclavos del siglo XXI, o sea, levantarse madrugando, que siempre es de cobardes, para pagarte cosas que acabas descubriendo que no necesitas, con una pareja deteriorada con el paso del tiempo, pierde brillo, entusiasmo, y lo mejor será sacar partido de las migajas que quedan sobre el mantel, a veces trozos enteros de carne.
 Como carroñas, pretenden vivir de los restos y descuidos de los demás. Estos personajes, auténticos borderliners fuera de control, tienen la maravillosa idea de apostarse alrededor de las casas de citas, chantajear a las parejas ilícitas de los meublés de Barcelona, anotar las matrículas de los coches y así poderlos chantajear una vez localizados.
 Zanón hace una acrobática narrativa coherente y divertida entroncada con la más hermosa picaresca nacional; con Barcelona como escenario y el lumpen más gamberro, el lenguaje callejero de la ciudad, describe de forma incisiva, críptica en ocasiones, toda la basura que pretenden camuflar no sólo los 3 parias, sino los denominados gentes bien pensante.
 Como si de un Pío Baroja estuviésemos hablando, Zanón nos da unas pinceladas divertidas, costumbristas, situando la trama en diferentes enclaves de la ciudad a la vez que nos va mostrando un batallón de perdedores marginales, escondidos entre pitillos humeantes, barras de bar con sonidos de máquinas tragaperras, partidas de cartas y todos, siempre esperando que las luces de sus tristes vidas se pongan en colorines.
 Dinero fácil, vida rápida, algún cadáver y como suele ocurrir en la vida real, no existe el atraco perfecto, pues aquí en No Llames A Casa, el animal fiero no es lo que parece y el manso no te da la felicidad que parece.


Es fácil querer a quien no te da problemas.


 Suelo marcar en la página inicial de cada novela que me interesa, gusta, o como sea el asunto, en rojo, un circulo, no muy llamativo, para que me acuerde pasados unos años ( suelen ser unos 5 ) de que dicho texto me llamó lo suficiente la atención para volver a él. No suelo equivocarme, en alguna oportunidad llevado por el entusiasmo quizás no calibré bien, el tiempo lo pone en su sitio, como la famosa prueba del algodón.
 Todo me lleva a leer con entusiasmo la nueva entrega de Zanón, Yo Fui Johnny Thunders, y a recrear el círculo de perdedores que rodea al principal protagonista en una batalla de sobrevivencia y desastre moral.

 Luego, en la vida no hay más que aprender. Anda desvelándose con esos pensamientos Francis, mientras mantiene aún la mano en la polla, ya fláccida y le duele la tripa y tiene hambre y también sed y se levanta y se fumaría otro pero mejor no. Apoya descalza la planta del pie. El helor es agradable, como si caminara sobre las piedras húmedas de una antigua ermita. Va en busca de la acústica. La funda, el olor, las púas. Pasa los dedos por los trastes y cuerdas. Falta la quinta. Trata de afinar. Restos de canciones agarradas al aire.


Las moscas creen que han atrapado a la araña.


  YO FUI JOHNNY THUNDERS .- 2014 .-
 Las calles sombrías, Barcelona mediterránea y las periferias de sus barrios vuelven a poner la 3ª novela de Carloz Zanón como protagonistas de un héroe caído, Francis, un eterno adolescente, rockero, antiguo guitarrista de un grupo de rock, que llegaron a ser el grupo de apoyo de Johnny Thunders en la mítica sala Magic de Barcelona. Existe una especie de Peter Pan en el personaje central, no querer asumir sus responsabilidades de tipo cincuentón que dio al traste con todos sus sueños de ser alguien en esto del mundo de la música, y no tuvo ningún reparo en quitarse de encima a sus dos vástagos, que ahora adolescentes, no quieren saber nada de él. Porque Francis, o Mr. Frankie como es conocido en el barrio familiar en el que se ha criado, es un pobre paria adicto al alcohol y a las drogas duras en las que sucumbieron gran parte de sus compañeros de profesión en los 80. Él lo vivió hasta el final y ni siquiera tuvo la suerte de morir, ni de quitarse del medio…
 Siempre con el acorde en la cabeza, la sintonía que no acaba de llegar a plasmarse en algo útil, duradero, efectivo. Así es la vida de Francis, que tiene que recurrir a retrotraerse en su pasado y regresar a la casa donde habita su padre, un pobre jubilado de 70 años con apenas 500 euros de pensión que malvive, y en un acto supremo de dureza moral, una noche observa su hijo como tiene que ir a los contenedores del supermercado al lado de su casa a recoger frutas, yogures, etc; con otros que están en su misma situación, para poder complementar su escasa alimentación y él, Mr. Frankie, ex de casi todo, pretende esconderse en su antiguo hogar para poner sus ideas en orden.

 Comprueba si el tocadiscos funciona. El plato con el zumbido de siempre da señales de vida. El plato gira pero no hay aguja. A la radio le falta la conexión a la antena. El reproductor de casetes quizás vaya. Hay unas pocas cintas pero para Francis el momento ha pasado. Ya da igual. Quizás sea una señal para que trate de dormirse.


  Necesitaba ese dopaje porque la vida le andaba superando.


  Salas de conciertos, modestas habitaciones en las que giran los vinilos en desvencijados equipos de música, bingos, donde una persona entrañable, una hermosa mujer que se crió con Francis, quizás pueda echarle una mano, en la desesperación de los perdedores y en el instinto de supervivencia. En la cotidiana vida rastrera, salvaje, en ocasiones al límite, algo que no debía de suceder a estas alturas de la existencia, ni por edad, ni por sentimientos, ni porque ya no toca, a todos les doblega las intenciones, los sueños, los deseos.
 Sí, una vez tocó con Johnny Thunders, y todos los roqueros sabemos que el americano era un colador de heroína en sus huesos, que apenas tenía piel para un nuevo agujero, vena por donde inyectarse, que tocaba con el último envite del chute y poder cantar, susurrar en ocasiones algunos temas y de nuevo como un cadáver andante regresar al hotel hasta la penúltima dosis. Francis aún vive, Thunders  no, pero hasta el final no sabremos quién se superpone a quien en este macabro juego del destino; donde Barcelona es una protagonista más sobre las calles asfaltadas, los semáforos en rojo, pierde todo su glomour pero arranca alguna sonrisa condescendiente y me deja una mueca torcida en su vena poética.


 Pero como siempre le sucedió, en la derrota encuentra la lucidez y también ve claro qué es lo único que puede hacer ahora.


 Porque no hay que olvidar como bien me demuestra Carlos Zanón en la novela, hay un código en la gente corriente.


TAXI.- 2017.-  
 La morosa pereza del trayecto sin pasaje del taxi lo transporta a un estadio agradable de insomnio. Barcelona como paisaje de fondo, The Clash como sintonía permanente, los problemas de un tipo que se decida al taxi, porque es su medio de vida y locomoción, le viene de familia, aunque el conductor lee, hasta piensa a veces, tarde y mal generalmente, porque Sandino conoce a demasiada gente que le ponen y le quitan la escalera de los pies.
 Como si fuese Travis, el personaje del film de Scorsese, deambulando por los callejones oscuros, las avenidas llenas de neón, pero Barcelona no es Nueva York ni estamos en la década de los 70; Sandino es un héroe anónimo de ahora, de nadie, un ser nada que transcurre entre los brazos de distintas mujeres menos de la suya que le espera eternamente, y él recorre las calles hasta que cae en los brazos de Lola, Hope, Verónica y un intento suicida de Nat, la imposible e inmpenetable mUJER de clase inasumible para un tipo que lleva impresa en su ropa el barrio.





Sandino se llevaba bien con la vida si se dejaba narrar.


 Un hecho corriente pone la vida del taxista en peligro, la suya y la de algunos más por decisiones mal tomadas, acciones peor ejecutadas y acontecimientos y circunstancias que superan en mucho a algunos personajes, cerca del lumpen, a lo que Sandino se pregunta cómo ha llegado a ello. Tal vez por la noche y sus oscuros túneles.
 Salva Zanón el texto, reabre una nueva vía en su literatura, deja atrás el medio de zona negra que lo ha caracterizado, fronterizo se vuelve, pero no alcanza el nivel de las anteriores, sobre todo de la última, quizás porque lo ha buscado y controlado. El taxo actúa como correa transmisora, como los 36 capítulos ( algunos cogidos por los pelos) del triple Lp Sandinista de los Clash, hasta que Sandino cae en la cuenta de que no ama, no es capaz de tener a ninguna mujer el tiempo necesario, quizás porque empieza a olvidarla, hasta que hechos relevantes en su existencia diaria le ponen en el camino fronterizo de huir a Francia, porque uno se va para no mirar atrás, si no, no tiene sentido.
  

Siempre llegamos demasiado tarde a aquello que una vez salimos a buscar.


LOVE SONG.- 2022.- 

  Una banda de gente que quiere ganar siendo otros de quienes fueron, esos jóvenes cadáveres dentro de ellos que se resistían a dejarse enterrar, que se explicaban en forma de canción. No pueden dejar atrás su pasado que tampoco parece que fuese mejor que su presente, quizás porque antes había esperanzas y ciertas dudas y ahora la zarpa del destino les mostraba deslavazados, descolocados y fuera de lugar.
 Tal fuese una idea buena la de unir a Eileen y Jim con el malancólico Cowboy, tocar viejas canciones que en otro tiempo tuvieron algún significado para las gentes que les escuchaban y sobre todo, para ellos mismos. Pero ahora eran tres almas errantes en un mundo que  no comprendían y formar un trío con temas de 1985 pareció una iluminación, pasearse aquel verano del siglo XXI por campings y locales de la costa mediterránea; mientras los ojos espantados de un conductor al que apodan Polidori, con su camper California, los lleva de un sitio a otro y es testigo de la fragilidad humana, creativa, entre diversas canciones ve sus huesos fracturados y algo que se rompió y que jamás se recompuso, ni siquiera esta gira veraniega conseguirá que los 3 viejos amigos lleguen a estar unidos como, tal vez, en otros tiempos estuvieron o sólo fue un espejismo que el éxito envolvió en su telaraña de dinero, drogas y rock and roll.
 
 Somos como los demás, somos los que que dijimos que nunca seríamos.


  Jim añoraba hoteles, trenes, aviones y ser tratado como si fuera un rey o un retrasado, una de esas estrellas idiotizadas, pero que les daban todo hecho y ahora, sin saber muy porqué ni quién fue la idea, en estas semanas del verano que iba de un sitio a otro entre turistas bien alimentados y rojos como cangrejos del sol, tocaban en campings. El reto fue siempre eso. Beber, comer, follar, drogarse, tocar, meterse en la boca al gran lobo hasta el límite de su resistencia. Aquella gira con nombres falsos, por bares baratos y sitios de acampada veraniegos, hasta que a Cowboy le pregunta Jim, a cuenta de qué este desaguisado. No sé, por estar juntos, por despedirnos...
 Hasta encontrarnos que al final del verano ya no éramos los mismos del comienzo, convertidos en otros y ahora sí, sin vuelta atrás.
 


BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA



TARDE, MAL Y NUNCA .- 2009.-                  

NO LLAMES A CASA .- 2012.-                  

YO FUI JOHNNY THUNDERS .- 2014.-

TAXI .- 2017.-

LOVE SONG .- 2022








 Carlos Zanón, 1 de Mayo de 1966 - Barcelona - España.-



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