LUIS LANDERO : LA LITERATURA DE LOS HOMBRES SOLITARIOS QUE A VECES SE ENCUENTRAN CON OTROS SEMEJANTES..
Era un local con un mostrador muy alto de cemento, olor a escabeche y a frascas de vino agrio y muros sofocados por carteles de fútbol y de toros, llaveros, décimos de lotería, navajas cabriteras, mecheros de mecha, platos de cerámica con chistes y refranes, un cartel con una rubia explosiva, una garrota gigantesca…
Seres solitarios que a veces
se encuentran y echan una partida de mus, se pasan sus ideas unos a otros como
para perfilarlas mejor esperando un destino que no llega, que parece que se
pierde en el horizonte de las vidas. Hombres, varones solitarios con sueños,
ideas, que no se realizan, en ocasiones por falta clara de voluntad, otras por
escasez de recursos y la mayoría por falta clara de talento y de arrojo.
Todos los personajes de Luis
Landero en sus novelas, escasas, vienen a reflejar la enorme soledad del hombre
contemporáneo, aquel que está perdido en la gran urbe esperando, esperando… no
sé sabe muy bien qué.
Puede resultar familiar a un
tipo como yo que le lee regularmente. Criado, como algunos de sus personajes,
en el mundo agrario, sitio cerrado, poco dado a la imaginación y sí a un realismo
que te aplasta como una colilla sobre el suelo, sus hombres deben de buscarse la vida en las poblaciones más grandes,
en urbes infinitas donde la delimitación de los campos con las nuevas atrocidades
de las denominadas ciudades dormitorio ponen sus límites. Seres que necesitan
del anonimato para disolverse como un azucarillo en un café y poder pillar una
porción de felicidad.
No se atrevía a actuar porque temía hacer no
lo que la libertad quisiera sino lo que la cobardía le dejase.
Así podríamos describir parte de su talento, sus páginas las llena de seres disconformes con sus existencias, pero poco o nada hacen por cambiarlas, darles una vuelta de tuerca y salvo la casualidad, esa especie de “destino” loco les apure, seguirán con sus vidas grises y anónimas. Todo edulcorado con un humor sabio y corrosivo, en ocasiones grotesco rozando lo negro por descabellado y no por eso menos real; todos hemos vivido o presenciado algunas escenas que se describen muy bien en sus textos.
Protagonistas de sus obras
que se deslizan hacia una situación complicada, risible de tan paleta, pero no
menos enternecedora. Hombres que llevan una vida feliz y sosegada hasta que un
hecho fortuito les hace descubrir otros caminos impensados momentos antes: el
amor, la solidaridad, anhelos de una vida amorosa e intelectual que algún
varón alimentó en su juventud y hoy está convertido en un gris oficinista para
poder calentar el estómago a diario; o voces anónimas que surgen de vidas ajenas
entrelazando destinos hasta convertirse en uno solo. Sueños caducados de
alguien que trabaja de mecánico en un lóbrego taller, que acude con más voluntad
que acierto a una Academia por las tardes para intentar sacar un bachillerato
interrumpido, cuando lo más emocionante en su vida es realizar recados que su jefe le manda, cuando vislumbra una promesa de mejor horizonte en la esposa de
su patrono, aquello que puede ver pero no debe de tocar; hasta que aparece un “cantamañanas”
en forma de primo guitarrista que ha sido alguien en París… Seres solitarios,
varones inconclusos en sus formaciones intelectuales que les llevan por
laberintos que jamás hubiesen soñado.
Como casi todo el mundo, yo era bueno no por
el bien que hacía, sino por el mal que deja a de hacer.
Madrid sirve como punto de inflexión a su obra a este extremeño venido del profundo sur español a la urbe más cosmopolita, o casi, que podía haber a mediados de los sesenta. Y sus personajes son seres que experimentan alucinaciones, perplejidades y ensoñaciones en la inmensidad de la ciudad. En ocasiones nos encontramos con seres en las últimas curvas de su vida, y hacen balance, siempre varones solitarios o desterrados de los corazones de los demás que pagan con sus culpas, sus probabilidades o simplemente con sus razonamientos, la enorme soledad que les invade su existencia. Que desean contar aquello que jamás dijeron a otros contemporáneos, que a veces atónitos, no dan crédito a lo que les cuentan. Historias, verdaderas o inventadas, que a la luz de un hospital, alguien con 65 años, decide relatar a otro ser, sabiendo o siendo consciente de que puede ser la última noche que viva, o que esté lúcido para desarrollar algo interesante.
Seres anónimos que deambulan
por las calles solitarios, cabizbajos, metidas sus manos en los bolsillos y mirándose
las puntas de los zapatos, ensimismados en su pensamientos, muchos o pocos,
acertados o descarriados, pero que se suman a la barahúnda de personal que
camina por las aceras a sus trabajos y quehaceres o que salen de ellos en busca
de una bocanada de aire, fresco o contaminado, pero lejos del tedio del lugar
de faena que tantas horas les tiene retenidos, esperando, siempre esperando que
el destino, el azar… les componga una realidad mejor, más llevadera, más lúcida.
¿ Pero la merecen ? A tenor de lo leído en varias obras de Landero, como mínimo
es complicado decir sí o no .
Manipula las piezas, enreda
a sus personajes formando un puzzle, ensalza un largo monologo con remansos reflexivos
para atormentarnos con decir lo contrario unas páginas después. Quizás ahí está
la solución, en un bullir de personajes alrededor del varón desorientado para
casi siempre salir con la vena cómica, en ocasiones absurda. ¿ Pero la vida no
es así ? Digo la palpable, la percepción de la realidad cambia según cada ser.
¿
Quién puede ser poeta ?
En un mundo donde la realidad te aplasta, en unos personajes anónimos y grises que aun así y todo buscan una salida que sólo se encuentra en sus mentes de atormentados oficinistas grises, grupos de personas que asisten ociosos al espectáculo de las vidas ajenas, adolescente que se tiene que buscar la vida por las mañanas de aprendiz en un taller mecánico o el agonizante individuo que como el pez busca ansiosamente con la boca abierta el último aliento de aire para penetrar en sus pulmones, o branquias, y exorcizar en el curso de una noche, a sus 65 años, toda una vida, a alguien que jamás había visto antes.
Seres grises, que pagan su
libertad con el precio de la soledad, pero que no desesperan y buscan, en la
sospecha de que en toda vida al menos hay dos vidas: una, la real e inapelable,
otra la que pudo ser y sigue viviendo en nosotros en calidad de ánima en pena,
vagando por la memoria y creciendo en ella hasta adquirir indicios de
independencia y realidad, disputando a la otra, la primogénita, despojos del
pasado, reemplazándola a veces en la posesión de ese vasto territorio que es el
olvido e instalándose en él como señor feudal : desolado, feroz, bufo y
levantisco.
JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA .- 1989 .-
Era el frío invierno de febrero, aquel
que cae a plomo sobre un Madrid oscuro y gris, donde sólo salir a la terraza
del ático que tenía entonces alquilado a recoger la ropa tendida te dejaba las
muñecas rojas, los nudillos que no te los reconocías mientras de a poquitos ibas
echando las pinzas en el cubilete para tal menester y la ropa tiesa como una
mojama acababa en un barreño gris. Al entrar en la cocina, al lado de la
cafetera, la novela del extremeño, Juegos
De La Edad Tardía, apenas 20 páginas para acabarla, comprada unas semanas
antes en las frías mañanas dominicales de la Cuesta de Moyano, en Atocha.
No tenía televisión, así
pues mis noches de aquel año 1991 eran todas iguales al acabar de salir del
trabajo. Casa, cena, lectura, escuchar la radio mientras el sueño iba llegando a mi cerebro y lo
alimentaba y cargaba para un día más.
Si la realidad te aplastaba,
mejor dejarla volar, todo está en la cabeza… todo, lo bueno, lo mejor y lo
demás… y de eso va Juegos De La Edad
Tardía, de no querer ser simplemente seres anónimos y grises que la
realidad te aplasta y debes de buscar y de hallar nuevos caminos con el que
soñar una vida mejor, tal vez más digna. Cuando llegas a eso que se llama
“madurez ,y otro personaje, apenas insignificante, un tal Gil, que necesita a
toda costa a un héroe en su anodina vida, y lo encuentra en Gregorio, ya
convertido con el paso de los lustros en un gris oficinista, y poco a poco, uno
por creerse lo que le dicen y además porque necesita creérselo, y el otro
porque remueve todos los sueños de juventud que jamás alcanzó; acaba
idealizándolo todo en mitos anacrónicos.
Gregorio enseguida comprobó que la gente no tarda en convencerse de lo que le conviene siempre que otra persona la apoye en su razonamiento. O lo que es lo mismo: que dos opiniones solidarias forman una convicción.
Al final, si te engañan es porque tú estás deseando que te engañen, te enreden y vivas otra existencia. Entretanto, las combatía con humildes riesgos urbanos. Todos los días salía de casa subiéndose sus imaginarias solapas de espía, un cigarrillo colgado del labio y la mirada esquinada de astucia. Deteniéndose en los escaparates y simulando curiosidades imprevistas, angulando reojos, hurtando el perfil, burlando persecuciones y salvando emboscadas, vencía sin novedad la primera etapa del trayecto. A partir de allí, le esperaba otra suerte de peligros. Si aguardaba la luz verde para cruzar una calle y se ponía a su altura una mujer con alguna prenda negra, perdía una baza de semáforo. Si azul, ganaba el derecho a acelerar el paso durante un minuto. Si alcanzaba a un transeúnte ciego o cojo, no podía adelantarlo mientras no lo libertase algún hombre con un peso a la espalda … así cada uno se va haciendo, fabricando una vida paralela con la real o ésta no es sólo una simulación de la otra.
Los errores son la sal de la vida.
Yo siempre he mantenido la sospecha de que toda vida es al menos dos vidas: una, la real e inapelable; otra la que pudo ser y sigue viviendo en nosotros en calidad de ánima en pena, vagando por la memoria y creciendo en ella hasta adquirir indicios de independencia y realidad, disputando a la otra, a la primogénita, despojos del pasado. Que un tipo, Landero, escribiese esas cosas y las plasmase en un libro, sólo hacía que reafirmarme cuando lo leí y vi escrito, lo que desde niño sospechaba. En todos anida otro ser, otra realidad. Juegos De La Edad Tardía, sólo vino a reafirmar mis sospechas.
Algunos años después, entre
múltiples lecturas variadas, cayó en mis manos lo que sería su 2ª novela criológicamente
publicada : Caballeros de Fortuna, y
que yo no me “ventilé” hasta el ocaso del estío de 1995. Siempre me ocurre
igual, si algo o alguien me ha gustado y despertado mi vaguea natural, esa
pereza que está en mi epidermis, me leo su siguiente trabajo. Y aquí el asunto
cambia, asistimos a varios y variopintos personajes en una comedia coral, a
modo de las tragedias griegas donde todo el mundo tiene mucho que contar y tal
vez, ¡ ay ! poco que escuchar.
No llegar a ser tanto un hombre sabio y
ejemplar como un hombre razonablemente feliz.
Landero vuelve a incidir en Caballeros De Fortuna en una "estética
del fracaso”. Aquello de la parte cruda de la vida de esas personas que
querían hacer muchas cosas y no llegaron a cumplir ni la mínima parte de sus
proyectos.
Belmiro Ventura que regresa
al pueblo extremeño donde desde un banco de la Plaza de España alecciona a los paisanos con sus cuitas, apenas media
docena, alineados en un banco corrido de piedra y con los pies mecidos al aire,
para darse cuenta de que en este pueblo nunca pasa nada, decía a Antonia, derrengándose
en el butacón de orejas al llegar a su casa.
Esteban Tejedor que quiere
hacerse rico, la lujuria del dinero se apodera de él. Simple mortal al que le
gusta la leche migada, la lumbre alta, la fila de hormigas y el peinarse de
mañanita hacia atrás con el peine muy bien mojado en agua fría.
Luciano Obispo que fue
monaguillo en sus tiempos de niñez y le quedó un rescoldo religioso en su
educación a lo largo de su vida, hasta que ya entrado en años descubre la
pasión. Él que con el tiempo aprendió a tocar la flauta, dibujar y tallar la
madera.
Julio Martín, antiguo
comercial de mercería pero que ejerce de cronista local, siempre atento y
lector de Ortega y Gasset con el que interviene en sus conversaciones, vive en
su mundo, más de caballero medieval que de los tiempos en los que transcurre la
acción, la España de finales del siglo XX, siempre aspiró a convertirse en
líder político.
Como curiosidad en la
literatura de Landero, tenemos un personaje femenino protagonista intercalado
con el resto de loas celebridades principales. Y eso es una novedad, Amalia Guzmán, la nueva maestra que llega al
pueblo, con un olor a hierba fresca, a laca y a carmín y que también tocaba al
piano piezas clásicas amenas y fáciles, además de canciones melódicas. Con el
paso del tiempo se verá varada entre el amor hacia un adolescente o el sosiego
de otro más otoñal.
Cinco historias que avanzan
poco a poco, cada vez más cercanas entre sí, hasta desembocar en un mismo punto
como los ríos en el mar, personajes entrañables, a veces casi más salidos de
una película de Berlanga, pero entrelazados inexorablemente en el neorrealismo
español más rancio.
Si pactamos con nuestra
condición antes que con los sueños o los dioses, el camino hacia la paz puede
llegar a ser el más corto y liviano de todos.
Tardaría muchos años en
volver a leer una novela de Luis Landero, no por nada en particular,
simplemente porque tenía otras lecturas que hacer o me apetecían. Entrado el
nuevo milenio, por la primavera del 2011 cuando elegí Retrato De Un Hombre Inmaduro – 2009 , pero como pretendo ser
respetuoso desde este blog con la publicación exacta de las obras del autor, la
siguiente novela : El Mágico Aprendiz –
1999, es justo la última que he terminado de leer, y a la que haré referencia porque es espléndida.
EL MÁGICO
APRENDIZ .- 1999 .-
De nuevo un
tipo vulgar y gris, Matías Moro, con apenas pasado e incierto futuro, sólo
presente, tipo solitario con buenos cuartos
bien aposentados en su cuenta corriente gracias a una hacienda familiar que no
había tocado; hasta que un hecho frugal, otra vez el azar, le hace variar de
rumbo su vida durante un largo año en lo que parece ser un mal sueño o
simplemente perseguirlo, como el galgo que corre tras la liebre eléctrica sin
ser consciente de que jamás alcanzará al animal metálico por más que corra,
pero nunca se percatará de semejante ultraje.
Un viernes de primavera
estando Matías Moro en su terraza observando el barrio cae en la cuenta de que
se ha quedado sin tabaco y baja a la calle y el azar le conduce a una casa
donde acaba de cometerse un crimen, y él que conoce el barrio, Chamberí, en
Madrid, se encuentra como aturdido y perdido en el laberinto de calles; eso sí,
entre medias ha tomado unas copas, y la bruma del alcohol ha hecho que se
sienta confuso.
Hacia un día fresco y húmedo de primavera, un
día como inventado para vivirlo.
La noticia llegó casi de
madrugada, y al principio fue sólo un rumor de un altercado callejero, de una
pendencia entre borrachos que había ocurrido en los alrededores y en la que alguien
había resultado muerto y algún herido grave.
Personajes que trabajan en
una oficina, de mañanas, las tardes las tienen libres. Me recuerdan a la
película de José María Forqué Atraco A
Las tres. La forma de comedia es agridulce, una vez más me vienen a la memoria
situaciones y personajes que Landero domina muy bien, pero siempre sus obras me
parecen en b/n. Seres grises sin aspiraciones, Moro, sus compañeros : Veguita,
Martínez, Pacheco y Bernal. Y entre medías aparece la ilusión perdida en un
tipo, Matías, de 48 años, en forma de ninfa, de mujer por hacer, la bella
Martina de la que poco a poco se enamorará y es ahí el nudo de todo el relato.
El azar, las circunstancias, le hacen creer en formar una empresa propia para
estar a la altura de los ojos de su amada. ¿ Pero realmente lo necesita, lo
desea, lo quiere ? Tardaremos muchas páginas en averiguar por qué razón mete
todo su capital y prestigio en montar una fábrica de envases que acaba en la
ruina y en la búsqueda de nuevos capitales que le saquen del aprieto, a él y
sus compañeros, que por aventura, capricho y cabezonería también desean formar
parte de semejante insensatez.
Luego llega el abismo que
todo humano siente, pero sobre todo los personajes solitarios y masculinos de
Landero. Matías Moro es un individuo al que le gusta vivir solo, asomarse al
balcón, hablar en alto con las sílabas al revés, beber, andar en calzoncillos
por el piso, hacer morisquetas delante del espejo, ver películas pornográficas que alquilaba en el video club de enfrente de
casa, hacerse pajas, tumbarse en el sofá los domingos por la tarde y oír el
sonido de las retransmisiones futbolísticas. ¡ De lo más aventurero, vaya !
Pero en su anodina y gris vida, él es feliz a su manera. Se había acostumbrado
a sí mismo.
Landero lo llena todo de un cierta
gracia que no se pierde en todo el relato, la realidad no debe de ir reñida con
ciertas dosis de humor, paredes kafkianas en sus entrañas que deambulan por un
mundo gris pero son señales claras de esperanzas en forma de grietas en las
paredes mentales de todos sus personajes.
Mire,
como le dé una hostia le estorba el cielo para dar vueltas.
Todos queremos que el destino
nos dé una 2ª oportunidad, no por nada, pero en ocasiones lo mismo vivimos lo
que deseamos o creemos desear con tanta urgencia, hacer un viaje insólito para
ver qué es eso de las altas finanzas, tal vez que llamamos poder y a qué sabe;
encontrar ese amor aunque sea para desengañarnos, pero bueno, ahí está… y Landero
nos muestra a su seres desvalidos pero orgulloso de fracasar pero de al menos
intentarlo.
¿
De que le vale a un burro su experiencia cuando ya está en la noria ?
Como es obvio no siempre leo
a un autor de manera cronológica a cómo ha ido editando sus libros por diversas
razones fáciles de entender. En el caso de Landero he ido picoteando aquí y
allá, y por marzo del 2013 leí El
Guitarrista publicada por Tusquets Editores en 2002 inicialmente, pero
siempre es de esos tipos que tienes en la retina intelectual para saber cuándo
publica algo y de qué va el asunto.
Su literatura de tipos
solitarios, en algunos casos poco formados académicamente pero llenos de
ternura, cercanos podríamos decir, siempre me han interesado. Faltos de
recursos, débiles, dubitativos, te hacen respirar unos ambientes que todos de
una manera o de otra hemos respirado, al margen de que cada cual pueda o no
estar más de acuerdo; cada opinión es discutible.
A medida que uno acumula juventud y lecturas sabes que
autores te pueden interesar para que les dediques varias horas de tu tiempo a
su literatura, a su obra y sumes conocimientos y entretenimiento.
EL GUITARRISTA – 2002 .-
La
historia es muy simple y llevadera de leer. Landero nos presenta a unos
personajes poco corrientes pero fáciles de asimilar en cuanto te adentras en
sus líneas. Hechos, escenas familiares, instantes de la vida, que para
cualquier ser humano se convierten en corrientes. Emilio, un joven muy poco
espabilado que trabaja en un taller mecánico como aprendiz de todo, estudia por
las noches en una Academia más que nada por dar gusto a su madre, la cual no se
resigna que su hijo abandonase los estudios temprano y preocupada, como todas
las progenitoras, por un mundo mejor para su vástago.
Así pues nuestro “muchacho”,
Emilio deambula del taller a sus clases como un sonámbulo al que siempre le
falta sueño por digerir en su cerebro. Lo más excitante de su penosa y gris
vida, son los recados que su jefe le manda para ir a su casa, donde la bella
esposa del patrón, Adriana, se le insinúa, o eso cree él, adolescente aun falto
de experiencia que llevarse a la boca.
Aparece como un rayo de luz
su primo Romualdo, que le agita las pocas ideas que tiene Emilio en su cabeza.
Guitarrista en París, en un bar llamado Barcelona, donde no para de contarle al
muchacho historias, que el lector no sabrá nunca, aunque intuya, a veces
ciertas, otras cuesta más, pero que será esencial en la formación callejera de
nuestro personaje algo anodino.
Toda la novela girará entre
la realidad más áspera y sólo endulzada cuando ve a Adriana, y la irreal o
soñadora siempre envuelta en brumas de su primo Romualdo que le convence para
que aprenda a tocar la guitarra y montar un espectáculo juntos. El lector comprenderá
los desafíos y a veces atónito, perplejo o escéptico, comprenderá el cambio de
piel que poco a poco se va produciendo en Emilio, en esa nueva muda que todos
tenemos que ir haciendo en cada etapa de nuestra vida.
Me pareció que aquella muchacha
no necesitaba nada que no fuese su propia y soberana belleza.
Pasaría algún tiempo, el suficiente, aquel que como las gallinas trasiegan
el líquido en el pilón, levantan la cabeza y vuelven a meter el pico en el
hueco para adquirir de nuevo el brebaje y asimilarlo, escasos segundos, pero
certeros para que vaya a su estómago. Así ha de ser la literatura, la vida, la
música, el existir… Tras unas novelas interesantes, llega hacer el recuento de
aquella en que un señor se balancea sobre el discurrir de sus días y noches en
este Planeta.
Algunos libros de Landero
que no he leído, quizás por pereza, tal vez porque cuando tuve el texto en la
mano y sobre la cubierta leí de qué iba, sopesándolo como si comprase unos
cuartos traseros de pollo, lo devolví a la estantería para que otro futuro
lector lo “poseyera” y disfrutara. Pasa con Hoy,
Júpiter – 2007 y Absolución – 2012
; más algún ensayo y escrito varios, que la verdad, ¡ no me interesan !
En cuanto a las dos novelas
reseñadas no dudo de que acabe comprándolas
y leyéndolas, claro, y entonces, sólo entonces tendré una opinión, pero no me
parece correcto tener“ una apreciación “ sobre algo que no conoces, aunque
intuyes.
Entretanto nos hicimos mayores en aquel
anochecer cuya última luz calentaba la semilla del futuro, de lo que estábamos
ya condenados a ser : gente vulgar enamorada de un ideal difuso y entrecano. Y
así, el sueño nos llevaba con gran sigilo hacia el despeñadero de la madurez.
Diríase
que somos hijos legítimos de la realidad y bastardos de la ficción.
Cuando los rayos del sol de
la primavera calentaban tus huesos, cayó en mis manos Retrato De Un Hombre Inmaduro, recuento final de una vida a ratos
bien alimentada y condimentada de otro solitario empedernido que de vez en
cuando se aparea, se sociabiliza y se enreda para salir de nuevo del atropello.
Muy Landero todo. Recuerdos que creemos mejores cuando el tiempo los ha
desteñido del rancio b/n y se han colado en tonos grises. Textos limpios, de
gran belleza, memoria que evoca otros
periodos cuando éramos los mejores y la vida parecía ser la eternidad.
RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO .- 2009 .-
¿ Qué si me había dormido ? No, qué va, cómo
me iba a dormir. Y Luis Landero nos cuenta, nos narra, nos endulza y alegra, a
ratos, la vida de un tipo de 65 años que a punto de morir, o eso cree él le
cuanta la historia a su vecino de hospital; pero en el fondo es un soliloquio,
un transcurrir consigo mismo a través de esas 6 décadas y media por este erial
que en ocasiones es España. Una coartada como otra cualquiera para recorrer una
parte de la historia del país Ibérico, entre risas, bailes, amores fugaces y
contumaces, la sonrisa pícara de un niño contando.
Pero la novela no arranca
desde una niñez, va y viene, salta y salpica, mientras proseguía mi camino, me llené de proyectos edificantes , y
entre lo que era y quiso ser, lo que consiguió y lo que se le fue y no atrapó,
Landero nos entretiene en una novela casi corta, apenas 230 páginas
entretenidas de una vida de un tipo normal y corriente dejándose llevar por el
azar de la memoria y la fluidez de su propia relato. Con una construcción
precisa en el lenguaje, como el albañil que amasa con tiento el cemento sobre
el ladrillo, y construye un relato en ocasiones tierno y lleno de ironía, otras
no, como la vida, vaya.
Todo el que puede, y ahí tienes las religiones
y las ideologías, tráfica el por mayor con la esperanza.
Al vivir un rato por aquí,
uno se hace ideas y conjeturas, como le pasa al protagonista de la novela y
suelta frases casi lapidarias, subjetivas, pero que para él son objetivas, certeras,
verdaderas, el anecdotario
bien trabado, las peripecias vitales, las atmósferas, el recurso del narrador
testigo son la trastienda de esta narración emotiva y llena de vida. Piezas que
como un puzzile Landero enlaza para trazar el perfil de un hombre sesudo,
siempre el varón como protagonista de su literatura: tipos grises, solitarios,
pero llenos de una riqueza espiritual apasionante, con unas vidas interiores
que discurren por sus venas trazando líneas que en ocasiones no se atreven a
traspasar ni a contar a otros semejantes por miedos, diversos. Retrato De Un Hombre Inmaduro viene a
corroborar todo lo leído del autor extremeño, siempre fácil de leer, hogareño
incluso, cercano al individuo de la calle.
La elegancia consiste en reducir a la
invisibilidad el trato del hombre con las cosas.
ABSOLUCIÓN
.- 2012 .-
Nueva vuelta de tuerca del autor extremeño
sobre un tipo instalado en la treintena, Lino, que al parecer por fin alcanza
la tan anhelada felicidad. Cómo si eso fuese posible, que el azar hiciese que
el galgo corredor por la calle que le toca alcanzase al objeto metálico en
forma de liebre.
Todos los infortunios
del hombre
Vienen por no saberse
estarse quieto en un lugar.
Más bien un ser inseguro, aniñado, con cierto
complejo de Peter Pan al que su cerebro no le deja madurar ni crecer. Siempre
buscándose la vida en los distintos apartados laborales hasta que parece que
logra su objetivo. Preparado para una boda que tendrá lugar muy pronto con su
amada, todo hace indicar que acabará con años de tedio, de desgana y apatía por
todo lo que la vida le ofreció hasta
entonces.
Algo característico en la narrativa de
Landero. Siempre el personaje central masculino, solitario, perdido en un mundo
que le rodea que no entiende y que a él le parece difícil cómo encajar. Pero
las dudas le asaltan mientras transcurre el trayecto urbano que le lleva donde
ha de celebrarse una especie de banquete familiar y en la que va recordando su
abúlica existencia. Algo inusual, un incidente, ese azar con que tanto le gusta jugar a Landero, hará que Lino
se replanteé de nuevo todo.
Esas contingencias inesperadas y una hilarante
galería de personajes acompañan el viaje de huida de Lino fuera de la ciudad
tras un grave incidente con un individuo, que según él le perseguía. Todo
cambiará en momentos y Absolución se convierte
en una road movie castellana, donde Lino verá la vida con otros ojos y
perspectivas muy diferentes a las acostumbradas.
La prosa engañosa, sencilla pero de muy altos
vuelos y ese tenaz pero insistente sentido del humor de Landero, nos hará
seguir página tras páginas las andanzas de Lino hasta el final del trayecto.
Si, el arte de la convivencia es el arte de la
distancia,
Y más para alguien como
él, tan aficionado a
Sus soledades y sus
silencios.
EL BALCÓN EN INVIERNO.- 2014.-
El escritor se haya sólo ante un manuscrito que inicia y que no le gusta, y aunque al principio las cosas iban bien e incluso con raptos de euforia, no acaba de encajarle lo que sale de su cabeza, sus líneas no le convencen por más que vuelve al texto de vez en cuando. Definitivamente lo abandona.
¿Qué hace, deja de escribir, no le queda nada que contar, se ha secado la imaginación? ¿Por qué no recurrir a unas viejas biografías familiares, eso tan a mano que todos tenemos, incluso los que no deseamos pertenecer a ningún árbol genealógico?
Landero parece decepcionado de la ficción y nos deja un libro lúdíco, nos propone un juego de atrás y de adelante en su entorno más cercano, el familiar, a lo largo de las páginas de El Balcón En Invierno, vuelca un puñado de episodios claves de su vida: la infancia en un campo extremeño donde da sus primeros pasos, los pocos libros a su alcance y un padre autoritario obsesionado porque sea alguien importante, de provecho para el él y la sociedad en la que le tocará vivir de adulto.
Incluso la familia se traslada al extrarradio de Madrid, en el barrio de la Prosperidad se instalarán, y el futuro joven escritor , haragán para los estudios, torpe y mentiroso en los trabajos, hará de chico de los recados en un ultramarinos, mecánico, oficinista en una central lechera. Trazará parte del bachillerato nocturno en academias y seguirá los pasos de un amigo como guitarrista flamenco. Recortes ya puestos en El Guitarrista - 2002; Landero escoge momentos que considera dignos de ser contados y los engarza en el relato a modo de reflexión, pero sin duda, de homenaje a los suyos, hasta dar con la vocación literaria y ajustar cuentas con ese padre totémico que marca su existencia, precisamente, porque falleció cuando el autor apenas contaba 16 años, y siempre le dejó un resquemor jamás curado.
Pero la imaginación, con sus mentiras tan necesarias y sinceras, venía a anudar los hilos sueltos de una realidad fragmentaria y caótica.
LA VIDA NEGOCIABLE.- 2017.-
Hugo Bayo es un cantamañanas en el más amplio sentido del término, un ser pusilánime y charlatán que viaja antes con la imaginación que con los hechos. Tiene una oratoria pobre y como todo locuaz no es consciente de ello, habla quien solía y no quien debía. Suele ocurrir en la vida rea,l muy a menudo, y ese es el personaje en cuestión que nos presenta Landero en La Vida Negociable.
Todo tan evidente y tan sencillo y todo a la vez tan extraño, tan inexplorado. Todo tan a la vista y tan ignoto. Y tan superficial como profundo.. Y todo esto, este extraño negocio de vivir., con su mágico laberinto, con sus grandes palabras y sus grandes promesas de futuro, con su incansable afán de plenitud, y todo más soñado siempre que vivido, todo esto, ¿ qué sentido tiene?, ¿ en qué proporción se mezclan lo ridículo y lo sublime, lo trascendente y lo banal, la comedia y el drama, la época y el folletín...?
Ahí van las claves de la novela, de un muchacho que lo tiene casi todo para seguir un camino lineal en la vida y las curvas le desorientan, haciéndole ver una existencia irreal en sus progenitores, aunque otros, en instantes concretos, le marquen un camino idóneo para aguantar eso que llamamos eufemísticamente: vida. El brigada Ferrer y luego el peluquero Baltasar, por contra, el peso de la balanza se lo ofrece un marimacho como Leo convertida en su pareja y las muchas infulas que tiene en la cabeza el descerebrado de Hugo Bayo, como un Quijote urbano de estos tiempos del nuevo siglo XXI.
Huguito, hijo mío, después de mucho pensar, he decidido que mañana compartas conmigo mi jornada de trabajo.
Los secretos nos hacen poderosos, es cierto, si sabemos jugar bien las cartas que la vida nos coloca delante de nuestras cabezas, pero en el momento justo y preciso, Hugo Bayo hace circunloquios con lo que observa o cree que ve. Porque quizás, por amargas que sean, con las derrotas llegan también para los guerreros el descanso y la paz, que el muchacho en su devenir cotidiano, no encuentra.
Hugo Bayo y Leo tienen el dolor como condena, pero también el goce secreto, oscuro, que ese dolor les produce. Personajes que desaparecen de las páginas del texto para como duendes, reaparecer, como Ferrer, que sigue insistiéndole al joven en su afán, bien intencionado, de encarrilar su maltrecha vida, en que él no es un rapabarbas, sino será un gran estilista que marcará época.
Con los años, uno se acomoda a lo que hay, negocia con uno mismo y con el mundo, porque todo en la vida, es negociable.
LA LLUVIA FINA.- 2019.-
Unos más y otros menos, todos nos inventamos un poco nuestras vidas.
Aurora ya sabe con certeza que los relatos no son inocentes, y que no es verdad que las palabras se las lleve tan fácilmente el viento. Todo lo que se dice queda ya dicho para siempre, y solo con la muerte se consuma por completo el olvido y se logra el silencio y, con él, la paz definitiva.
Quedan muchos mensajes en su móvil por escuchar, ya los escuchará o leerá luego, quizás mañana. Echa una última mirada al aula y apaga la luz. En la calle está cayendo una lluvia menuda y helada. Aurora recoge su abrigo y camina sin prisas hacia la parada del autobús. La calle está desierta. Sólo algunas siluetas apresuradas se desvanecen enseguida en sombras. Alrededor reflejos de las farolas en el suelo mojado, ráfagas ocasionales de los coches, la luz de las ventanas... y dentro de su cabeza todas las historias que le han ido contando a lo largo de los años Andrea, Sonia, Gabriel, la madre de éstos tres; Horacio... relatos que han ido tejiendo rencores, malentendidos, dudas, escasas certezas, descuidos y equívocos verbales que dejan los sueños como certeros y la vida como ausente.
Ya en el silencio empezaban a aparecer nubarrones sombríos.
Aurora se ha convertido para toda la familia como la última parada, quizás ahora piensa que debería descansar del pasado, quizás afloran ideas fijas momentáneas en todos los seres que le rodean de manera inmediata, tal vez ha visto el futuro y lo ha olvidado. Lo que iba a ser una reconciliación familiar por el 80 cumpleaños de la madre, se convierte en toda una paradoja, de que cuanto mayor es el olvido, más rico y detallado es el recuerdo.
BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA
JUEGOS DE LA EDAD TARDIA - 1989
CABALLEROS DE FORTUNA .- 1994
EL MÁGICO APRENDIZ .- 1994
EL GUITARRISTA .- 2002
RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO .- 2009
ABSOLUCIÓN .- 2012
EL BALCÓN EN INVIERNO.-
2014.-
LA VIDA NEGOCIABLE.- 2017
CABALLEROS DE FORTUNA .- 1994
EL MÁGICO APRENDIZ .- 1994
EL GUITARRISTA .- 2002
RETRATO DE UN HOMBRE INMADURO .- 2009
ABSOLUCIÓN .- 2012
EL BALCÓN EN INVIERNO.-
2014.-
LA VIDA NEGOCIABLE.- 2017
LA LLUVIA FINA .- 2019
Luis Landero, Alburquerque ( Badajoz ), España, 1948.-
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