WILLIAM BURROUGHS : MANERAS DE VIVIR.-
Durante años Burroughs y
Allen Ginsberg mantuvieron una larga correspondencia mientras el 2º se
encontraba en una clínica mental y el otro libre para caminar por donde quisiera.
Por las Navidades de 1944 debieron de
conocerse y existió una enorme consideración entre ambos. Le animó a seguir
escribiendo sobre todo prosa, y junto a Kerouac, se suponían que ambos eran
artistas, narradores o poetas, aunque en un principio Burroughs estuviese
reacio, achacable en su mayor parte a su timidez.
Cuando
uno deja de crecer, empieza a morir.
Parte de la obra de Yonqui, publicado en 1953 por Burroughs,
la conoció de 1ª mano Ginsberg al írsela enviando por capítulos sueltos y algo
accidentados, en misivas, cartas, cuando éste último se encontraba en una clínica
mental o vivía en el campo con sus padres recuperándose de su tratamiento a
consecuencia de los enfrentamientos con la policía o la ley en su época de
hippie.
¿ Qué hace que un tipo con
63 años después de 18 de abstinencia vuelva a la ingesta de drogas ? Algo habrá
observado a su alrededor que no puede soportarlo y debe de evadirse de la
realidad, todo le parece un fraude, una mescolanza de sexo y sentimentalismo ha
sido sistemáticamente vulgarizado y degradado por el virus del poder; o al
menos es lo que describe en sus diarios finales. El ídolo de los beatniks quería bastante
menos a los seres humanos que a los gatos. Suele pasar, no deja de sorprenderme
con qué facilidad uno a medida que va creciendo, desarrollándose como ser
humano, encuentra otros seres desvalidos y enfermos, locos de lucidez,
perturbadores de la lógica y razón que por distintos derroteros acaba llegando
a parecidas o semejantes conclusiones. ¡ Coño, que poco cambia el mundo!
Los grandes pensamientos ya
los formularon los griegos. Amor, lealtad, paz, guerra, el ser humano, formas
de organizarnos : democracia; etc; y todo lo avanzado en siglos es sólo
tecnología que no nos hace más felices, mediocres hasta la extenuación, como
peces muertos que siguen la corriente buscando cual es el pez mejor muerto ese
fin de semana metidos en grandes almacenes comprando cosas que no necesitamos
que pagaremos cómodamente, y todo para al final : morirnos y no haber
encontrado la paz, el sosiego, la luz, el camino. El ser.
James Grauerhotlz, editor y prologuista
de los diarios, describe la vida cotidiana de Burroughs entonces y hasta su
muerte en 1997. Habitaba una cabaña de dos ambientes en Lawrence, Kansas, con
rosales en el porche y una etiqueta en la puerta que informaba de la presencia
de gatos en el interior que debían ser salvados en caso de emergencia.
Comenzaba la mañana con una inyección de metadona y un desayuno suculento.
Después de mediodía practicaba tiro al blanco con pistola y cuchillo. El tiempo
de los tragos llegaba a las 15.30 en punto y solía trabajar en sus diarios
hasta la cena con amigos. Se acostaba a las 9 de la noche, no sin antes hacer
una ronda alrededor de la cabaña pistola al cinto.
Burroughs había cambiado. Atrás quedaban
las larguísimas tenidas de droga y alcohol. En una de ellas –es notorio– mató a
su mujer cuando trataba de partir con un tiro la manzana que ella tenía sobre
la cabeza. Sucedió en México y en estos diarios afirma que equivocó el disparo
porque estaba poseído por “El Espíritu Feo”. Consigna que se comunica con los
muertos, fabrica conjuros, opera una “máquina desecante” que le permite el
acceso a una suerte de soñar despierto, reconoce espíritus que lo protegen y
demonios que lo asaltan. Estos raptos de ocultismo y magia negra alternan con
las expresiones de odio que propina a humanistas negadores de otras dimensiones
y a la irracionalidad de un mundo que usa el disfraz de la razón. Burroughs
tenía conciencia plena de los campos de concentración, del racismo y la
censura, de las seguridades que deshumanizan. Su obra, como la de Daumier o
Goya, es una sátira violenta contra el autoritarismo y una parodia de los
amantes y ocupantes del poder.
Tuvo libros prohibidos, El
Virus Del Poder, donde manifiesta la caducidad del ser humano como individuo
libre y se manifiesta a sí mismo de muchas maneras. En la construcción de armas
nucleares, en prácticamente todos los sistemas existentes que procuran anular
la libertad interior, es decir, controlarla. Se manifiesta en la extrema
sordidez de la vida diaria en los países occidentales. Se muestra en la fealdad
y la vulgaridad que vemos en las personas y se exterioriza, por supuesto, en
las enfermedades causadas por el virus. Por otra parte, los que resisten están
en todas partes, pertenecen a todas las razas y naciones. El que resiste puede
ser definido simplemente como un individuo que tiene conciencia del enemigo, de
sus métodos operativos, y que está empeñado activamente en combatir a ese
enemigo.”
Hacia veinte años que había decidido no ser un
hombre normal y corriente, sin vergüenza ni dignidad.
Burroughs grababa al azar ese material
aparentemente inconexo, escuchaba luego la cinta y la detenía en un punto para
pasar a máquina una frase o varias. El segundo paso consistía en componer un
texto doblando una de las páginas mecanografiadas e instalando la mitad en otra
página “con la intención de alterar y expandir estados de conciencia en uno
mismo y también en los lectores”. Decía que las palabras “están vivas como
animales, no les gusta que las enjaulen. Corten las páginas y dejen a las
palabras en libertad”.
Criticado y aun atacado por su exposición sin tapujos del
sexo, el alcoholismo y su drogadicción fue de los pocos escritores que descubrieron
muy temprano su naturaleza innovadora, el tipo que amaba a los gatos como
Bukoswki, entre otros, se presenta a algunas conferencia a finales de los 70
menudo, delgado, con sombrero panamá, impecable traje gris, corbata a tono,
cocacola en mano e intentaba pasar desapercibido entre los asistentes, como un
felino, de manera sigilosa y como si la cosa no fuese con él. Probablemente, no
iba.
YONQUI .- 1953 .-
Una vez el manuscrito de Yonqui estuvo
completo, se lo ofrecí a diversos compañeros de estudios o de sanatorio mental
que habían conseguido introducirse en el campo editorial, dada mi incompetencia
con asuntos mundanos no me veía como agente secreto literario.( Allen
Ginsberg).
Semejante obra dio varias
vueltas hasta finalmente ser publicada a comienzos de los años 50 y con seudónimo
del propio Burroughs en la pacata sociedad americana ¿ observan lo poco que han
cambiado ? Pasa en todas partes, dicho de manera clara.
Libro mítico, pero también
de los más prohibidos y subterráneos del pasado siglo en la literatura
americana. Descarnada crónica de la adicción de William Burroughs, droga, “junk”
en inglés, producto destinado a pincharse, fundamentalmente opiáceo. Jamás he lamentado mi experiencia con las
drogas. Creo que gracias a haberlas usado de modo intermitente en la actualidad
mi salud es mejor de lo que sería si nunca las hubiese probado. Un adicto
nunca deja de crecer, nos coloca en las primeras páginas.
Para Burroughs, audaz
explorador del lado salvaje de la vida y de la literatura, todo deber de ser
explorado hasta el límite, aunque él nunca pierde la distancia de la
inteligencia. Escrito a modo de diario, se explora al máximo, concentrándose en
sus primeras experiencias, precisamente en el periodo que estuvo en el
ejército, allá por 1944-45. Para llegar al paraíso de la droga hay que hundirse
en su infierno. Puesto que ambos son lo mismo. Asegurar que la hierba es un
afrodisíaco y que tener relaciones sexuales bajo su influencia, es mucho más
placentero, alguien con dos dedos de frente lo habrá experimentado y llegar a
las mismas conclusiones.
Todos los vagabundeos en
busca de sustancias, la avidez por el chute y las curiosas relaciones que se
establecen en semejante submundo, son escrudiñadas a conciencia por el autor no
sin ciertas escenas de humor negro, seco, duro.
Colocarse
es ver las cosas desde un ángulo especial.
Porque la droga, finalmente,
no es un medio para aumentar el goce ni un estimulante: es una manera de vivir.
EL ALMUERZO DESNUDO .- 1959 .-
¿ Quién no tiene una farmacopea de
drogas alteradoras del humor servidas con receta en un cajón del cuarto de baño
? Un amplio recorrido de Burroughs por
los lugares que transitó a lo largo de su dependencia por algunos estados de
América, incluyendo México y un año en Tánger ( Marruecos ).
A los 45 años despierta de
lo que él llama la enfermedad , al
parecer sereno, cuerdo y en bastante buen estado de forma, aunque eso sí, el
hígado algo resentido y las carnes que le cuelgan. Literatura sucia,
subterránea, drogas, sexo y alucinaciones y una enorme descripción de momentos
y de las causas-efecto del síndrome de la abstinencia y de las diversas
sustancias
El adicto de la calle que necesita la droga
para vivir es el único factor insustituible en la ecuación de la droga.
Burroughs ha consumido la droga bajo
muchas formas: morfina, heroína, dilaudid, eucodal, pantopón. Fumado, comido,
aspirado, inyectado en vena-piel-músculo. Afirma que la aguja no es importante,
descarta la adicción a la droga de kif, marihuana o cualquier preparado del
hachís… no hay pruebas de que ninguna droga del grupo de los alucinógenos
produzca dependencia física. No es moralista, simplemente acomete su propia
existencia.
Tras el prólogo, la novela
profundiza en un universo onírico, obsesivo, donde la alucinación se
entremezcla con la realidad (es probable que el frecuente consumo de mayún, una
forma de hachís comestible, influyera notablemente en la construcción de la
atmósfera del libro). Las calles de Tánger, Chicago o Nueva York se describen con
intensidad psicoanalítica por medio de contundentes imágenes monstruosas
asociadas casi siempre a los personajes “freaks” que pululan por ellas. La
lucha entre el poder y los desarraigados se expresa de forma hiperbólica por
medio de la sensación de constante paranoia que atraviesa la novela desde su
contundente comienzo:
Siento que la pasma se me echa encima, la siento tomar sus posiciones
ahí fuera, organizar a sus soplones del demonio, canturrear en torno a la
cuchara y el cuentagotas que tiré en la estación de Washigton Squarre…
Utiliza la escritura
automática, el monólogo interior para ir lanzándonos imágenes vertiginosas
sobre el papel. No hay un escenario fijo, unas veces estás en México, otras en
la gran urbe de Nueva York.
No pretendo
imponer relato, argumento, continuidad…
Burroughs siempre ha priorizado la sugestión por encima de la narración,
convirtiendo El Almuerzo Desnudo en una de las novelas más
míticas de la literatura norteamericana, en un descenso sin frenos a los
infiernos de la droga y de paso llevar una denuncia sardónica sobre la sociedad
actual, y eso que cuando se publicó, no sin problemas como siempre, estamos en
1959. Ahora los grandes ganadores de todo este negocio son los narcotraficantes
a grandes escalas, los gobiernos de un lado y de otro que bajo el “peso de la
ley” juegan con nuestros impuestos sin ningún ánimo de acabar con el asunto, la
solución es muy sencilla a mi entender: legalizar todo tipo de droga.
La novela está escrita en el periodo de más
adicción de Burroughs, entre los años 1953-1954. Conviene haber leído antes Yonqui
o Marica para entender el universo onírico que la narrada de forma más
clara en las dos novelas antes mencionadas, en cualquier caso no deja de ser la
misma moneda aunque con distinta cara.
Está
claro que la droga es una ruta-alrededor-del-mundo-empujando-una
bolita-de-opio-por-la-nariz. Estrictamente para escarabajos-vagabundo montón de
basura-droga. Y por tanto listo para liquidación. Cansado de verlo por ahí.
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