DE MALASAÑA A TRIANA PASANDO POR LOS CERROS DE ÚBEDA
Pasan
los años, se acumulan los lustros y una nueva luz se aposenta a la entrada de tu puerta;
tus oídos se han hecho aditivos a nuevos sonidos aunque cada vez te cuesta más
encontrar “ algo nuevo ”, ¿ mágico ?. Simplemente que te conmueva y te haga sentir
vivo, que tus pies te lleven donde tu corazón te dicte. Que merezca la pena ir
al concierto, llevarte el disco en cuestión, degustarlo con tranquilidad,
oírlo… que te transporte, que oigas que ha merecido la pena. Que en pleno
desierto descubras que las alforjas que llevas te sirven para algo…
Se cambia de siglo y de década y sí… parece
que tus oídos captan nuevas hondas que te transforman. De Malasaña surgió una
banda a principios de los 90, pongamos que hablo de Los Coronas que tratan de hacer rock-surf, porque los que vivimos
en el Foro somos así de chulos, ¿ qué más da que no haya playa ? Si eso fuese
posible sería algo así como Los Ángeles ( USA ), y nos iríamos a 8 millones de
homínidos, lo menos… mejor así, soñar con Dick Dale o Link Wray y sacar ese
sonido surfero sin playa que da Malasaña. Ahora que nos encontramos sumidos en
la espiral de la nada es el momento de volver a las raíces, a eso tan llevado y
traído de lo auténtico, recuperar el
sonido puro de los orígenes, aquello que nos hacía vibrar de adolescentes y que
con el transcurrir de las décadas seguimos llevando en el corazón y en los
pies.
Los
Coronas son el ejemplo de que con lo de aquí se puede salir a cualquier
parte sin perder un ápice de autenticidad y encima enriquecer eso que se llama rock and roll dotándolo de sabor, sonido
propio, quizás de las razones últimas de
nuestro Rock. Y además : instrumental, ya sabes para chulo yo y para p… La
melodía es lo que importa, se dibujan imágenes que nos llevan a caminos
polvorientos, a miradas que matan mientras suena una trompeta tocada, tiene
narices la cosa, por un ucraniano y el western del sábado a la tarde, pone
nuestros ojos en órbita. Con eso, buenos instrumentos mejor tocados por
excelentes profesionales : llenan salas. No sólo eso, viajan a Australia, tocan
en Méjico, pasan por USA, recorren la península Ibérica. Parece fácil, no lo
es, son originales, dan al Rock un nuevo toque de atención, si se quiere una
vuelta de tuerca.
Sus temas huelen a polvo del desierto, a
madrugadas secas, a tipos viendo amanecer con una botella de bourbon en el
asiento delantero del coche mientras el sol asoma por el horizonte y te debates
entre irte a casa por fin o arrancar de una vez, o quizás en el extremo de todo
lanzar al aire las llaves y largarte caminando con la botella casi vacía a la
nada.
Con media docena de Lps, algunos Eps, cientos
de actuaciones y dos discos demoledores: El
Baile Final – 2008 y Adiós Sancho – 2013; estos chicos, que
digo, músicos, desde La Malasaña más entrañable y de catacumbas - tienen un tema Calle Tesoro que hace referencia al barrio – han llegado con su
Rock instrumental a las Antípodas sin perder un ápice de buen hacer, lo cual me
congratula que grandes bandas españolas nos saquen del tópico.
Cuando las calles son muy estrechas e incluso
en algunos tramos hay que pensarse que dos personas puedan cruzarse, cuando
huele a azahar, a incienso y sale un olorcillo del Guadalquivir muy
característico y en esas madrugás si
paseas solo no te sorprendería que apareciese un Nazareno o un Cristo y te
arrebatase el poco alma que aún recubre tu ser. Suena en la noche una guitarra,
quejido indolente que penetra en tus oídos y te hace pensar que alguien rasga
sus cuerdas con sensibilidad, con saber hacer… y sí, tras esa flamante guitarra
aparece un tipo enjuto, flaco, bien vestido y mejor documentado que tiene a sus
pies un vaso de wiskie, un pitillo colgado del mástil de su guitarra esperando
a que “ su amo ” acabe de acariciar con manos de terciopelo sus cuerdas para
saborear el aroma del cigarro. Pongamos que hablo de Andrés Herrera, Pájaro, que nos deleitó con un primer
disco memorable : Santa Leone – 2012;
y así, de una patada nos metió en el Siglo XXI con algo tan viejo como los silbidos de Sergio Leone, western vespertino, caminos más que polvorientos,
melodías susurradas de amante pretencioso, nazarenos en plena faena, El Sur con sus miserias y sus alegrías,
sus voces desgarradoras de Semana Santa, su cachondeíto … Y parece alguien que
acaba de aterrizar en esto, nada más lejos de la realidad. Andrés Herrera,
lleva décadas en este negocio y a diferencia del rock unidireccional, este
hombre con su excelente banda, toca surf, swing, western, silbidos varios,
instrumentales y claro rocanrolitos diferentes y bluesitos derrengados del más
profundo sur que nadie le va a enseñar a tocar de otra manera. Y eso sí,
siempre con clase.
Pájaro
es elegante en su música, en su forma de actuar, en su dicción muy de Sevilla, en su americana gris con camisa
blanca y chaleco a juego aunque sude en el escenario, cuando toca, toca, luego ya veremos… Santa Leone es un disco esplendido en
su concepción de álbum completo, toca varios palos y todos bien, dan un sabor
muy de Triana, quizás muy de aquí y eso le hace ser muy internacional y
entendible en cualquier parte del Planeta que está atenta a nuevos y viejos
sonidos. Y además coloca dos temas instrumentales con sabor a duelo; guitarras,
trompeta, órgano que envuelve tu cuerpo en misterio y te transporta a calles polvorientas,
a perros hambrientos, a vagabundos, a mujeres de salón … también a amores
rotos, a R&R de las marismas, a mañanas con niebla, a cascabeleo de
serpientes. Con esa Pata Negra toca por todo el territorio nacional e incluso
en USA, haya donde alguien quiera escuchar sonido de caño roto y unas guitarras
aullando en medio de la madrugá.
Seguimos en el Sur con las raíces ancladas en la tierra como el perro olfatea por
el campo alguna posible presa o simplemente algo para llevarse a la boca. La
gracia está en hacerlo una vez más y que parezca nuevo, fresco; a diferencia de
cualquier grupo de palo, Guadalupe Plata
retuercen el viejo patrón para llegar a un territorio propio y muy estimulante.
Adentrarse en la entrañas de lo más profundo de la América negra de principios del
siglo XIX y hacerlo con bombos de la Semana Santa que se escuchan con sabor de
pueblo, slides largos que recorren el
mástil como si estrujases la piel de una serpiente y le sacases las tripas por
la cola, blues pantanoso, agreste, cantado en susurros por Pedro de Dios
mientras se aporrea un barreño con una cuerda a modo de bajo y una batería
marca el camino a seguir para los otros dos.
Todo esto que es tan de aquí, lo entienden muy
bien en USA donde Guadalupe Plata ha
asistido a varios eventos y son aclamados por ese blues pantanoso, sucio,
farragoso, por el resto de la península Ibérica convirtiendo sus discos en
adoración perpetúa, eso sí, todos se llaman igual : Guadalupe Plata. El trío
ubetense – aunque atrincherado en la belleza de Granada donde residen – nos dan
un recital agreste con “ quejíos ”
que nos van al alma, amores desparramados y no concretados, sacando la vena más
árida y directa del blues con varios improperios que van soltando por la boca
mientras nos riegan esos campos que a veces parecen páramos y están envueltos
en las sombras de los olivares; no sacan espuelas del desierto ni llegan en
caballos ni regentan un bar en la frontera de El Paso; nos hablan y nos tocan
con la vena del Sur, del nuestro, de eso que es Iberia; y su música me suena a
botijo, a pañuelo en la cabeza cuando el sol calienta de verdad, a pan con
aceite sentado a la vera del olivo mientras se saca la navaja de la faltriquera y entre bocado y
bocado le damos un tiento a la bota de vino y contemplamos el paisaje agreste
una vez más.
Guadalupe
Plata componen canciones con el alma herida a amores pero no buscan la
reconciliación, ni ponerse a sus pies, sino que se vengan con ritmos asesinos
llenos de slides, con blues abrasivos, y es esa “peculiaridad” lo que le da un tinte especial a la banda: convertir
algo tan viejo como el blues en nuevo
y hacer arder una nueva combustión.
Yo tampoco sé qué hacer con La Rata Asesina ni se me ocurre como aderezar de nuevo a La Milana para que vuelva a volar.
Todo lo que importa en su música son los corazones rotos, los huesos
maltrechos, ese ritmo trotón… si les sigue te dejarán deshidratado.
Tres proyectos de aquí, uno, los más longevos
en cuanto a grabaciones : Los Coronas
con una discografía interesante y abundante, otros “ maduros” con un camino por
hacer en solitario : Andrés Herrera, Pájaro
y la fuerza parece que indestructible de Guadalupe
Plata ,conforman un trío de buenas vibraciones y aire fresco a ese Rock
Español tan decaído.
Eso sí, el rock
and roll hay que tenerlo claro, siempre ha sido una música para gente que
no tiene sitio, que el hueco se lo ha de inventar y que siempre es un perdedor,
en cualquier cruce de caminos y duelo, sí sale vivo, cuando menos queda maltrecho.
LOS CORONAS
Fernando Pardo : guitarra.
David Krahe :guitarra.
Javier Vacas : Bajo
Roberto Lozano : Batería
Yevhen Riechkalov : trompeta
PÁJARO
Andrés Herrera : guitarra - voz
GUADALUPE PLATA
Pedro de Dios : guitarra - voz
Paco Luis Martos : barreño - bajo
Carlos Jimena : Batería
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