THE LEGENDARY SHACK SHAKERS: PANDELIRIUM.- 2006. -

 





  La banda americana recupera con creces lo que los primigenios combos querían hacer con el rock and roll. Rescatar en parte el espíritu de la música pionera, reflejarlo en un disco y lo más fielmente posible en directo. ¡ Agotador en el caso de TLSS !; pero revitalizador en su estética.
 Apenas llevaban 3 años como grupo y otros tantos discos cuando los vi en directo por 1ª vez. Llevados al paroxismo extremo por el cantante y armonicista J.D. Wilkes, del profundo sur americano, explotan su imagen paleta y hillbillys. Se gastan actitud, arrojo, arranque y las pintas de panadero del frontman no dejan lugar a dudas. Secundado por un eficaz guitarrista David Lee y el contrabajo de Mark Roberston, dejan para el arrastre al más pintado. Si es directo, una hora. Es suficiente, a la velocidad que tocan no hay cuerpo que aguante en su sano juicio, poco más.
 Logran que la música de raíz tenga sentido, es salvajemente  contagiosa y desde su debut con  Cockadoodledon´t y posterior Belive, este Pandelirium con sus 12 cortes, recorren escenas del blues, country, punk rock y se asemejan a cualquier banda balcánica que se precie.


Jipsy Valentine


THE LEGENDARY SHACK SHAKERS.- PANDELIRIUM.- 2006.- 

 Atropellan todo lo que se le ponga por delante, abren con Uchabod! como si el mismo Kusturika fuese miembro del grupo americano, para pasar al cabaret cazalloso de South Electric Eyes. Pero la paleta de sonidos no para, el rock-western de No Such Thing o el callejero de Iron Lung Oompah. Por momentos pueden convertirse en alumnos aventajados de Tom Waits o Ckuck E. Weiss, ahí queda Bottom Road como muestra. Pero rock and roll cabaretero hay, Somethin´In Water, más lúcido Jipsy Valentine.
 No hay tregua en todo el Lp. Llevado todo al directo, es un disparate arrollador de dudosa eficacia, pero sí se consigue el desparrame es inigualable. El instrumental Thin The Herd es la antesala de lo más sosegado, como un combo de circo salido de algún film de Fellini, nos dejan Monkey On The Doghouse. En una transgresión sin límites no es extraño encontrarnos en el salón de cualquier taberna del oeste: The Ballad Of Speedy Atkins.
 Bidle, Candle And Skull no desentonaría en la garganta de Tom Waits, con especial mención al punteo eficaz de David Lee. El cierre nos mece en plenos balcanes, Nelli Bell es lo más parecido que saben hacer de manera contenida, balada o balanceo espiritual. 
 Doce cortes demoledores, de cosecha propia sin encomendarse a nadie. Rock and roll de raíz, directo a la yugular y al corazón del oyente.
 





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