GUÍA DEL MADRID DE LA MOVIDA.- Jesús Ordovás/Patricia Godes

 



 Había cuerpos lánguidos y efébicos, con ojeras precoces curtidas de vicio; escotes en fantasía en uve, entre ellos un pecho descubierto sobre el que flotaban, perfectamente dibujados, unos labios de color fucsia. 

 Y había peinados y maquillajes de pasarela, de esos que llevan horas de tocador y litros de potingue. 

 He ahí una definición que me parece definitiva de la movida, que se aglutinó en la urbe de Madrid, pero que se alimentó de los diversos talentos que convergían en sus calles, plazas pubs, garitos, y luego está la gente, nunca hay que subestimar el talento y el factor humano.

 Unos aires de libertad que se buscaban como pez cuando está fuera del agua con la boca abierta, unos acontecimientos históricos que se dan en el momento justo. SOE/PCE se hacen con la alcadía de Madrid, de esa villa y corte provinciana y todavía muy en blanco y negro, en las municipales de 1979, y el viejo y sabio profesor Tierno Galván ( que procedía del PSP ), obtiene la alcaldía, sin su impulso y la administración local, la movida y sus diversos recursos artísticos difílmente hubiesen desembocado en el filón de grupos, artistas... que se desencadenó entre finales de la década de los 70 y la muy colorista de los 80.

 La música y los signos distintivos de la tribu fueron su áncora de salvación para cientos de almas que marcaban territorio, individualidad dentro del grupo, como las líneas de la cebras parecen iguales, pero al igual que la huella táctil del homínido, es definitiva y unica. Todo empieza a ser una preñez de primavera permanente en el Madrid de comienzos de los 80. Colorines, indumentarias, formas y maneras de vivir, como una ola que estalla contra las rocas de la costa, y de esas espumas salen una mayoría de gentes dispuestas a evolucionar, a cambiar.

 Músicos diletantes con ansías e ínfulas de saber, la mayoría no sabía leer una partitura ni tocar un instrumento, la pose era pura vanidad hasta que algunos se lo tomó en serio y aprendió no sólo a saber para qué sirve un instrumento, incluso llegó a componer un puñado excelso de canciones que hablaban, así, a secas, de la vida. Y aquello enpezó a tomar forma, no sólo se trataba del Bote de Colón de Alaska y Los Pegamoides, los grupos que emergieron enamorados de la moda juvenil, para beneficio de oídos y de la calidad congnitiva, aprendieron a sacar hermosas canciones y convertirse en bandas de pedrigrí. Todo estaba para que la espuma reventara contra el muro de la intolerancia, y de ahí surgieron unos efebos con ganas de más, de vivir, de comerse la vida por si se les iba, cuestión nada menor en estos años en que muchos abandonaron la estancia de sus cuerpos entre sustancias lisérgicas variadas y accidentes de tráfico, todas ellas salvables, pero que los convirtieon en mitos por generaciones

 Guía Del Madrid De La Movida ofrece una visión desprejuiciada de la multiplicidad sonora de la capital, como bien apunta Diego A.Manrique en una de las solapas del texto, y una vez más el crítico burgalés, acierta en su análisis concreto y preciso de lo que fueron esos años en la capital del reino. Apenas un lustro, porque el resto son los despojos que quedan detrás de una fiesta, una farra, lo que acontece cuando el concierto ha acabado y aquello parece un aquelarre de botellas ( aunque sean de plástico ), pitillos, enseres,, cuerpos caídos y la energía gastada.

 Ordovás/Godes buenos conocedores y me atrevo a pronosticar sin ánimo de equivocarme, parte esencial de este  movimiento cultural con su apoyo constante desde la ondas radiofónicas ( ¿ quién no recuerda Diario Pop ), ascendieron a los altares a muchos de los grupos y artitas incipientes de la denominada movida. Algunos merecían el éxito, porque la vena cretiva era enorme, y los autores recorren en 11 barrios de Madrid, por donde se supone corrían la imaginación y un cierto aire de revancha histórica, no en todos, pero los diversos apartamentos de esos distritos supieron acoger a las hordas de jóvenes ávidos de vida y expresión. Pubs, cines, salas, incluso algunas rancias, pero como todo el país, en busca de las sensaciones que la calle llevaba a sus barras. Hasta la ínclita TVE despejó el camino con programas como La Edad De Oro, donde esos grupos que se escuchaban en las radios más vanguardistas salían a escena a tocar sus temas, unos con más calidad y salero que otros, incluidos los artistas internacionales que pasaban por las manos de Paloma Chamorro.
 Pero todo esto tuvo su inicio en Onda 2 FM. Allí caían los primeros singles y maquetas de bandas que se reunían en el Pentagrama de la calle La Palma, o a unos 100 metros escasos en, La Vía Lactea, en Velarde 18. La emisora programaba todos los estilos, era como un supermercado del siglo XXI: rock, pop, country, jazz...ahí se colocaron los primeros temas de Ramoncín, sujeto curioso y romperdor de moldes a finales de la década de los 70; pero también Nacha Pop, Los Secretos, Radio Futura... Sería Onda 2 la que organizó y emitió en legendario concierto de Canito, batería fallecido del grupo Tos. Allí, en enero de 1980 acudió toda la fauna andante que recorría los primeros lugares donde escuchar música de verdad, en libertad. El acontecimiento fue histórico y su repercusión llegó a canales, digamos más serios, Radio Nacional acaba creando Radio 3 núcleo perfecto para mandar a través de sus ondas a todo el país las nuevas hornadas de música. Rafael Abitbol, Diego A. Manrique, José Manuel Costa, Juan De Pablos, Jesús Ordovás o Patricia Gosdes, fueron contratados para la difusión de otra manera de entender el rock, la vida misma. Muchos colaboraban en diversos medios, prensa escrita sobre todo, pero Radio 3 catapultó a la mayoría de grupos gracias a sus disjokeys.


 La Guía hace un repaso somero por lugares, situaciones, personajes, calles, avenidas... pero todo no hubiese sido posible sin el perfil de Rossy De Palma que se encontraba en una banda, Peor Imposible y ponía copas por las noches en King Creole para poder sobrevivir. Allí conoció Pedro Almodovár a la susosicha, lo demás ya es historia. Como los abrumadores films de colorines, llantos, alegrías, sorpresas del director manchego, como el Rock-Ola templo rockero por antonomasía que durante un breve periodo de tiempo que va desde septiembre de 1980 a marzo de 1985 acogió a toda la fauna vernácula y foránea que venía o tenía algo que decir, en Madrid. Allí reinó Olvido Gara y la fauna de adláteres que la rodeaban, pero de su talento para la imagen salió Alaska y Los Pegamoides y luego Dinarama. De ahí, y de un puesto en el Rastro madrileño donde la pequeña recién venida a España, pasaba todos los domingos a comprar discos y fanzines underground, donde tipos como Carlos García ( Berlanga ) y Nacho Canut tenían un puesto. Entre novedades, ropas, gentes, Alberto García-Alix y Ouka Lele disparaban sus objetivos con sus cámaras; los diseños de Las Costus, los pinceles de Ceesepe o El Hortelano, el prodigio de Almovóvar, la imagen de Alaska, un alcalde de talento como Tierno Galván, una Radio 3 que merecía la pena, unos grupos y solistas que de verdad se creyeron que esto del rock y hasta el pop, merecía la pena. Unas revistas ávidas de vida: Madrid Me Mata, La Luna De Madrid... los artículos de Francisco Umbral en El País, todo se embarulló como la entrada en la plaza en un encierro y salió un mundo acléctico, una sabía nueva que floreció como la primavera.
 Todo se destapó como una alcantarilla que estalla por la presión de unas nuevas generaciones que veían el mundo en colorines, con sus vicios y artes que deseaba desembuchar, vomitar todo el oscurantismo al que España estuvo sometida desde abril de 1939 hasta el otoño de 1975... de esas alcantarillas salieron todo los personajes y situaciones que La Guía Del Madrid De La Movida lleva en sus páginas, y han hecho muy bien sus autores Ordovás/Godes, en dejar pasar algunas décadas para tener: perspectiva. Ahí están sus calles, sus planos, sus 11 distritos y 2 apéndices con Pedro Almodóvar y Olvido Gara, los más representativos de unos momentos, unos instantes, unas luces fugaces en nuestras vidas que sólo se dan en una oportunidad, Eso pasó en Madrid, que era el espejo y el alma de un país en busca de su luz, una nueva.
 





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