BENITO PÉREZ GALDÓS: NOVELAS MITOLÓGICAS .- IV - Ciclo final.
Quizás cansado de las sempiternas críticas a su realismo pegado a pie de calle, con esa minuciosidad y precisión a la que nos tiene acostumbrados el escritor canario, tanto en personajes como en acciones, calles, situaciones... cuando Galdós ya tenía publicado toda su gran obra, se descuelga en 1909 con un cambio de registro en su narrativa.
La habitual proclividad crítica que tenemos todos a encasillar a los escritores, como si fuese sentencia firme e irrevocable. Nada más lejos de la realidad tangible, la verdad es poliédrica, y en las mismas barbas del estrenado siglo XX, Galdós se descuelga con 2 obras muy ajenas a todo lo publicado por él en el XIX.
Las reminiscencias a Cervantes son constantes en El Caballero Encantado, pero también rinde pleitesía al Siglo De Oro Español. A sus tradiciones, manera de desarrollar las tramas, y cómo no, la picaresca española que siempre nos sale a relucir. A sus textos, le da su particular enfoque, pero La Vida Del Picaro Guzmán De Alfarache, Lazarrillo De Tormes, El Buscón... son facilmente reconocibles en la nueva narrativa galdosiana de este final de ciclo de novelas mitológicas, que se cierra con La Razón De La Sinrazón.
Pese a la tradicion novelesca española y sobre todo de Cervantes en la obra de Galdós, no faltarán en estos últimos tramos de su narrativa, encantamientos, visiones distorsionadas de la realidad que le sirven al escritor canario para desmitificar apellidos, herencias sustraídas y sostenidas con el sudor de los pobres, esas clases obreras machacadas por un sistema injusto. A veces Galdós lo hace de manera sutil, otras no, tanto. Pero también hayamos en sus textos conexiones con la literatura regeneracionista, sobre todo a la pérdida de colonias españolas desde 1898, y una crítica a la pobreza extrema del campo, sobre todo a sus maltratados jornaleros, y pese a todo, Galdós explora, y en esa exposición deja sus esperanzas en el pueblo llano, y en una renovación pacífica del país y de sus avances en forma de industrialización.
No me extraña que a lo largo de gran parte del siglo XX, dictadura militar de por medio, Benito Pérez Galdós no sólo fuera ninguneado por el oficialismo, sino maltratado por muchos de los que debieron resacirle en tiempos democráticos, reivindicando una obra soberbia, además de magna y lúcida.
Dos penas tuve contigo: la de no poder quererte a cara levantada, y la de ofender a mi marido, que es un santo.
EL CABALLERO ENCANTADO.- 1909.-
Como si de un texto del Siglo de Oro se tratase, Galdós nos lleva a un mundo mágico, donde el castigo será la redención de Gil, antes llamado Carlos de Tarsis, marqués de Mudarra, señorito y holgazán, de buena planta como suele suceder en cuanto parásito anida en casas señoriales, de hacienda heredada de caudalosos caudales que no por su trabajo y sudor, sino por el de los demás, que acabará en galeras por un misterioso encantamiento.
En su vida de señorito, su padrino intenta recondicir su conducta disoluta, siempre buscándole nuevos proyectos en los que invertir, dinero que buscaba y quería, viniera de donde viniese. A fin de cuentas, la sociedad no es muy escrupulosa que digamos, nadie repudia la riqueza por la ruindad o las sentinas de sus orígines. Pero Carlos de Tarsis, pasa los veranos y los otoños, en busca de muchachas ricas casaderas, hasta que el azar le lleva a conocer a Cintia o Pascuala, y de paso pierde sus fuentes de ingresos, ya muy mermadas por su disoluta existencia, y como en un siniestro bálsamo, se halla al otro lado del espejo, que le dejará en un estado de hechizos donde verá una nueva realidad, un purgatorio galdosiano al personaje reconvertido en Tarsis, desde obrero picapedrero o fugitivo de la Gaurdia Civil. Entre medias, La Madre, una especie de hada madrina sabia y vieja, que de vez en cuando lo proteje.
Le sirve a Galdós para desentrañar las dificultades del trabajo agrario, los caciques Gaitil son señores, jueces, alcaldes, que junto al cura correspondiente y el orden, en la imagen de la Benemérita, lleva a un país, España, a que se hable de que no hay esclavitud, sí libertad, ya no existe la Inquisición; todo mentira, a fin de cuentas, la vieja Celedonia Recajo, deja la moraleja del texto que desea Galdós: desde que me salieron los dientes hasta que se me fueron todos, he visto al pobre labrador nadando en la miseria.
Gil, luego Carlos otra vez, vivirá a ratos junto a la encantada Cintia, una vida depravada, misteriosa para un señorito holgazán que apretaba a sus jornaleros de sus fincas heredadas, subiéndoles los tributos para que él gozase de la vida madrileña, ya envuelta en los coches que deambulaban por sus calles, como un nuevo invento del siglo XX.
Se ha metido en mi cerebro la idea de que el mundo actual está gobernado por la invisible fuerza de la mentira provechosa, del derecho irónico.
La lucha de la Verdad sobre la Mentira.- En sus últimos años de vida, y por tanto de creación literaria, Galdós da una vuelta de tuerca a su narrativa, siempre con España en la cabeza y la pluma, como un juguete roto. El escritor minucioso debe de dejarse llevar ahora por su imaginación, pues su estado físico difiere mucho de estar bien. Al dictado, apenas puede ver y con escasas capacidades al parecer por artrosis, deambula por los espacios que le deja su cerebro, buscando una luz de justicia en los más misserables que la sociedad les deja apartados, pero siempre explotados.
¡ Era 1915!, cuando se publica la novela. ¿ Les suena... ?
LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN.- 1915.-
Ursaria es una ciudad, imaginaria, cerca al Campo de la Vera, tal vez por cuestiones logísticas la zona del norte cacereña a la que Galdós hace referencias en el texto. En cualquier caso, todo es fruto de su capacidad creativa. como los personajes curiodos que pueblan la novela, tanto lo principales con nombres como Atenaida, Dióscoro, Pánfilo, Hipérbolos... con otros de la ralea plebeya, sean criados, arrieros, gitanas, campesinos y hasta la Guardia Civil.
Así Galdós deja una trayectoria en un viaje surrealista a la búsqueda de la razón más pura en el personaje de Atenaida, la ambición siniestra de Hipérbolos y Dióscoporo, que tratan de llevar a su terreno a un manirroto en sus negocios económicos: Alejandro, personaje usual en la narrativa galdosiana, señorito de bien que dilapida su capital sin pensar en que habrá un mañana.
Luego, Alejandro será manipulado por Dióscoro, o lo intenta, aparecen las hijas casaderas de éste último, una esposa en defunción permanente que es Helena, mujer desaparecida en un naufragio y reaparecida por encatamientos varios a los que son fieles los diablos Arimán, Nadir y Zafranio, secundados por las brujas Celeste y Rebeca.
En medio, la siempre corrupción política en España, más acuciada en los cargos ministeriales en busca de prebendas eternas y permanentes en sus personas, que en la picaresca a pie de calle, más motivada por el trozo de pan diario que otra cosa. La búsqueda de la razón en Atenaida, que desea lo mejor para Alejandro, ella es maestra, en una idea clara de Galdós de la liberación - económica de la mujer -, como medio para desarrollar ideas propias e independientes, viendo lo que le cuesta a su amado, Alejandro, el cargo de Ministro, que en vez de desarrollar infraestructuras para el benefico del país, se ve abocado a diario a atender el cúmulo de recomendaciones que llueven sobre él, que ascienda a Fulanito, que conceda tal prórroga a un contratista, que modifique el reglamento A para hacer chancullos con el B, pero ¡ay! es el precio por ser Ministro, los que le sostienen en el cargo contra viento y marea mientras sus intereses se vean a salvo.
Será Atenaida, con la irracionalidad de sus actos, quien le lleve finalmente a la razón a Alejandro, una puerta por la que entra la luz, y quién sabe si el proceder del bien para la Nación y no en prebendas particulares.
BLIBLIOGRAFIA SELECCIONADA
EL CABALLERO ENCANTADO.- 1909
LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN.- 1915
Benito Pérez Galdós: 10 de Mayo de 1843 .- Las Palmas de Gran Canaria - España .- 4 de Enero de 1920 .- Madrid .- España.-
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