EL PADRINO.- 1969.- (Mario Puzo)




Había aprendido que se han de soportar algunos insultos, y también sabía que en este mundo siempre llega el momento en el que el más humilde de los hombres, si está al tanto, puede vengarse.


 A mí me prohibieron tener y leer libros sobre “La Mafia” a una edad en la que te prohibían todo. Curiosamente un día apareció por el salón familiar un texto firmado por un tal Peter-Wyler sobre la obra, vida, de un capo curioso a comienzos del siglo XX, se titula Al Capone – 1966. Yo lo cogí y me lo llevé a mi cuarto, no recuerdo cuando lo leí, pero me gustó y llamó la atención.
 El Padrino, edición del Círculo de Lectores, tardó más en llegar a mi manos, y a esas alturas no me importaba la opinión de mi progenitor, la madre contaba menos en estos asuntos. Y lo devoré. Después de ver las 2 partes cinematográficas llevadas a cabo por Francis Ford Coppola. Pero ojo, una cosa es el texto, y otra la filmación aun cuando cuente con Mario Puzo como guionista.
 El texto desliza los entresijos de la Mafia neoyorkina a comienzos del siglo XX, y hace, para eso sirve el thriller o novela negra, para realizar una perfecta descripción social, económica y ambiental de un país, Estados Unidos, y una familia de origen siciliano, los Corleone, provenientes de dicha localidad isleña, un pueblecito dedicado al cultivo y a la crianza de ovejas donde los capos locales dominan todo cuanto respira y se mueve.
 Aquí se presenta una organización, con sus cánones, creencias, liturgias varias, y con verosimilitud, donde se va tejiendo una sociedad propia con jerarquías a la antigua usanza de las legiones romanas.
 Vito Andolini Corleone tiene que huir de su ciudad natal a la edad de 12 años si no quiere verse en deceso inmediato tras el fallecimiento de su padre, reyerta incluida con el capo local,  su hermano mayor que jura “vendetta” y de su madre en un intento, fallido, de pedir primero clemencia y luego tomarse la justicia por su mano con el causante de su desgracia familiar.
 Radiografía de la América de comienzos de siglo XX, donde varios personajes unidos a los Corleone, o satélites de éstos, tienen su espacio propio y muchas diferencias con los films Coppolioanos.
 Santino, el mayor de los hermanos e hijos de Don Vito nunca tuvo ningún vástago con Lucy Mancini,  en cambio Michael, verdadero artífice de “la familia” y preservador de su valores tanto sociales como económicos, sí es padre de 2 varones con Kay Adams, su segunda esposa, americana y convertida en el catolicismo en su últimas páginas.
 Mario Puzo parte de una realidad que conoce muy bien y explica el emporio empresarial en el que se basa la fortuna de los Corleone, no exentos de ajustes de cuentas y ciertas extorsiones. El juego y el control de los sindicatos, así como tener a ciertos senadores y periodistas bajo su nómina, les proporciona un poder mayor que el de las pistolas, necesario cuando la razón abandona todo criterio.



 Los abogados pueden robar más dinero con una cartera que un millar de hombres enmascarados y con pistolas.



  Mario Puzo crea una genial historia, creíble, seria, y realiza un género en sí mismo. Da páginas enteras a describir muchos personajes, no sólo Don Vito, el gran patriarca cuyo origen tiene su imperio en la importación de aceite de oliva; sus hijos: Santino, Freddie, Michael y Constanza, hasta su propia mujer. Tom Hagen, su Consigliori, hijo adoptado pero que mantiene su nombre y apellidos, Lucy Mancini, Kay Adams, Appolonia, el cantante y actor, apadrinado por Don Vito, Johnny Fontane, semejante a Frank Sinatra, algo de eso hay en las páginas del libro; los casinos de las Vegas a comienzos de la década de los 40/50, un emporio económico gigantesco y de proporciones épicas para la extorsión, diversión, y el juego, claro en su más amplio aspecto. Puzo desmenuza una sociedad, un tiempo, y de paso nos coloca a la Mafia desde adentro, donde los buenos/malos se confunden en sus páginas, todos tienen sus razones encomiables y serenas que debatir y llevar a cabo, en un texto que se lee muy bien, en mi caso, y ya lo he leído varias veces, siempre descargo en mi conciencia el desafío familiar que me impusieron de adolescente, “cuanto más vida llevo en mi cuerpo, mejor y más a gusto me siento con la familia Corleone".


 No confío en la protección de la sociedad, y no tengo intención alguna de poner mi destino en manos de unos tipos cuyo mérito reside en habérselas ingeniado para conseguir los votos de la gente.


  Radiografía de Sicilia de finales del siglo XIX donde la Mafia era el segundo gobierno, y desde luego en estas latitudes muy por encima de ley que se dictaba en Roma, esa parte sustancial de la historia que se sustenta con personajes hechos y derechos, como Don Tommasino, protector durante el largo exilio de Michael Corleone cerca del pueblo donde toma su nombre. Los avatares de un Vito, su padre, cuando de muy joven comienza a trabajar en la droguería de un paisano, en el barrio de Hell´s Kitchen de Nueva York, donde se aloja en casa de los Abbandando, de cuyo hijo, semejante en edad, Genco, fuerza una amistad de por vida y acabaría siendo su Consigliori en los años venideros hasta el deceso de éste último.
 Extenso en su elaboración, Puzo desmenuza los entresijos cotidianos de una familia, y da un giro amplio para que los valores tradicionales no caigan en manos extrañas, cuando Michael Corleone después de su exilio siciliano y de un largo aprendizaje de los negocios paternos, empieza a hacerse cargo de los mismos, se sorprende del verdadero poder de la familia Corleone, y también de su hermosa riqueza. Los muchos y valiosos inmuebles que tienen en la ciudad de Nueva York, los intereses en dos financieras de Wall Street, los diversos bancos en Long Island y los diferentes almacenes dedicados a las prendas confeccionadas, además de seguir en los negocios del juego.

           

                      Ninguna atmósfera podía conducir a la razón pura mejor que la del dinero.



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