ROCK & RIOS .- Josemi Valle
Intentar literatulizar un acontecimiento
rockero acontecido en dos noches consecutivas, a saber, los días 5 y 6 de marzo
de 1982, en un Pabellón de baloncesto como el del Real Madrid, donde se daban
akellarres semejantes al que sustentan estas líneas del libro, no debe de ser
fácil, pero Josemi Valle le pone empeño y lo más importante, corazón.
De forma metódica, muy pausada y exacta,
desglosando los pormenores que dieron lugar al mejor concierto de rock llevado
a cabo en España hasta entonces, para la grabación de un directo demoledor,
como fue el Rock & Ríos del
granadino Miguel Ríos, acompañado de una formidable banda para dicho evento,
tour posterior, show televisivo incluido, que dio para agasajar a sus protagonistas,
darnos un homenaje a los viejos y nuevos rockeros que pululaban por la piel ibérica y dignificar el trabajo
como músicos.
Más de la mitad de los chicos entre los 16 y los 24 años que pueblan este novedoso paisaje están desempleados y es fácil colegir que, si vida y trabajo son inseparables en la organización capitalista, de la ausencia de trabajo deriva una punzante carestía de recursos necesarios para vivir y una subsiguiente auto depreciación. Esa era la barahúnda de gente que llenó por dos noches consecutivas el Pabellón deportivo de la Castellana de Madrid, para alumbrar el doble disco en directo Rock & Ríos, que a la postre pulverizaría todos los registros de ventas, más de 400.000 unidades despachadas en los meses venideros con ese rock urbano y de demandas mesiánicas de su trovador principal. Todo un acontecimiento social, sin duda.
Más de la mitad de los chicos entre los 16 y los 24 años que pueblan este novedoso paisaje están desempleados y es fácil colegir que, si vida y trabajo son inseparables en la organización capitalista, de la ausencia de trabajo deriva una punzante carestía de recursos necesarios para vivir y una subsiguiente auto depreciación. Esa era la barahúnda de gente que llenó por dos noches consecutivas el Pabellón deportivo de la Castellana de Madrid, para alumbrar el doble disco en directo Rock & Ríos, que a la postre pulverizaría todos los registros de ventas, más de 400.000 unidades despachadas en los meses venideros con ese rock urbano y de demandas mesiánicas de su trovador principal. Todo un acontecimiento social, sin duda.
Una mano luminosa está
en el Sur, sólo el color es diferente.
El libro disecciona en trabajo ejecutado en
los surcos del viejo vinilo, sus procesos, sus nervios, las grabaciones, los
errores, los aciertos… y de paso capta la pulsión de cambio y emancipación que
la ciudadanía desplegaba aquellos días de renovados horizontes políticos y
sociales. El autor, Valle, hace una muy cuidada selección de personajes que
tuvieron que ver con el acontecimiento, casi extenuante el trabajo de campo
para dejarnos una investigación abrumadora, pero muy llevadera en la lectura,
interesante y amena, y hacernos ver y demostrar que con ese disco, se da la
mayoría de edad del rock en España, sin duda. Ahonda en dejar atrás de una vez
la caspa del franquismo más rancio y de una tambaleante democracia como un niño
en sus primeros pasos, el rock como vehículo de sensatez y madurez
intergeneracional, reivindicación del mismo de una manera digna, profesional en
estudios de grabación, tours… esa ramificación narrativa e instrumento cultural
que depositase inexorablemente en un país moderno, dinámico, de acuerdo con
nuestra historia y vecinos.
Quizá fue el miedo, quizá un acto reflejo de
una población enseñada a la obediencia no argumentada.
El libro recorre en tiempo real los hechos que
se aliaron aquel 1982 para que este disco se alzara con el título de “álbum en
directo más emblemático del rock español”; dividido en 6 partes y un epílogo,
hace una crónica urbanita, pero también sociológica, económica, social, sobre
el tiempo que nos tocaba vivir, no sólo
como país en expansión y lleno de esperanza en un futuro mucho mejor, luego
aconteció lo que dijo Lampedusa: todo
cambia para que todo siga igual. Pero el momento culminante quizás sea el
camino en sí, no la partida y el desenlace. Grupos de la época, discos coetáneos
con el citado Rock & Ríos, compañeros de generación,
acontecimientos múltiples en un espacio todavía en b/n y a ratos en color, como
los viejos televisores mal sintonizados, a ratos de un lado y en ocasiones a
medias, según…
Cuando Miguel Ríos graba el álbum tiene 37 años, 38 cuando ve la luz pública, no sólo eso, ha invertido el orden de las trayectorias musicales en las que de joven tocas rock y luego vas paulatinamente pacificando el sonido bajo el subterfugio de haber madurado. El rock es un punto de partida, no uno de llegada, y es evidente que Miguel Ríos ha subvertido el tradicional itinerario dando un giro tan copernicano como desconcertante a su carrera. A fin de cuentas el Rock & Ríos es un álbum que habla de la llegada de un tiempo de cambio, que asegura que el pasado ha muerto y el futuro se puede tocar.
Cuando Miguel Ríos graba el álbum tiene 37 años, 38 cuando ve la luz pública, no sólo eso, ha invertido el orden de las trayectorias musicales en las que de joven tocas rock y luego vas paulatinamente pacificando el sonido bajo el subterfugio de haber madurado. El rock es un punto de partida, no uno de llegada, y es evidente que Miguel Ríos ha subvertido el tradicional itinerario dando un giro tan copernicano como desconcertante a su carrera. A fin de cuentas el Rock & Ríos es un álbum que habla de la llegada de un tiempo de cambio, que asegura que el pasado ha muerto y el futuro se puede tocar.
Hay que buscar la luz
para espiritualizar una vida cada vez más reducida al utilitarismo económico.
Y sí. Efectivamente, “ lo hicieron porque no
sabían que era imposible”.
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