DE QUÉ VA EL RROLLO - JESÚS ORDOVÁS



 En 1977 Ediciones La Piqueta publicaba una serie de libros divulgativos con el fin de aclarar algunas cuestiones rampantes en la nueva España. Al inicial de Jesús Ordovás, este que escrudiñamos en esta ocasión: De Qué El Rrollo, le seguirán otros títulos de reconocidas firmas en aquel momento, por ejemplo Diego A. Manrique, Eduardo Haro Ibars o José Manuel Costa, escribirán sobre el rock macarra, las drogas o la política.
 Yo me hice con dos textos en una calle donde el PCE tenía instalado unos tenderetes con diversos libros, enseres, insignias, proclamas y demás parafernalia que me hacía mucha gracia, sobre todo porque yo era un chaval adolescente de unas pocas primaveras que veía florecer un país nuevo y lleno de colorines. Ahí me hice con la obra de Ordovás.
 El Rrollo se enmascara de una contracultura que es callejera, urbana, que trata de ver una realidad paralela en los discos, en los comics, en la literatura subterránea y que no encontrarás nunca en unos grandes almacenes. Lo que sucede en la mitad de la década de los 60 en España, gris, atónita, donde una serie de gentes tratan de sobrevivir en el límite fronterizo de la desigualdad; agilizar el ingenio donde el pueblo llano es agasajado por limosnas y organizaciones diversas para que siga en el líquido amniótico permanente.
 El Rrollo nació un buen día en una esquina, en un bar o en un café de Andalucía, en el centro de Europa o en ciudades que eran grandes como Madrid y Barcelona, otras medianas pero con libertad, como Ámsterdam. Las llegadas de las bases militares americanas a territorio hispano supusieron una bocanada de aire fresco pese a lo que pudiese parecer en un principio de rigidez. Trajeron los primeros vinilos de grupos que aquí no se sabía de su existencia, a través de los coches enormes que se veían en las calles de Torrejón de Arroz ( Madrid), Chevrolet, Ford… se montaron las primeras fiestas a ritmo de rocanroles los sábados y los domingos en la colonia de San Vicente, cerca del barrio de la Concepción. Muchas de esas gentes son jóvenes españoles que todavía no están integrados en el sistema productivo que les espera y buscan desesperadamente la utopía antes de caer en los errores paternales y en la calle del olvido, aquella que descubres que está cortada y tienes que dar marcha atrás cuando ya se encuentra atestada de otros como tú.
 En España estábamos en un momento que parecía que se daban una serie de condiciones favorables para que ciertas cosas cambiasen radicalmente, por eso el Rrollo parecía una vía de escape cultural informativa y divulgativa interesante, marginal, porque aunque ya empezasen los partidos políticos con su maquinaria, los grupos económicos más organizados, siempre existirán marginados, fumetas, hippies que no se reciclan, macarras, patilleros, enanos, prostitutas, licenciados sin trabajo, mecánicos  que sólo quieren una novia y el fin de semana, vacaciones quincenales una vez al año, gamberros, bronquistas…
 Si en Madrid el Rrollo se instala en la Plaza De Santa Ana, otros sitios serán más reconocibles en nuestra cultura española, como La Rotonda, un bar en Valencia, plazas como La Reina en Barcelona o el barrio de Santa Clara en Sevilla. Surgen grupos de rock alternativo: Gong, Smash, Máquina, Pau Riba, Sisa, Cerebrum… que tratan de dar la réplica a Los Brincos, Los Bravos, Los Puntos, Fórmula V… a los muchos sonidos salidos de la década de los 60, Los Relámpagos, Los Pekenikes, Los Salvajes, se alistan una cohorte interesante de nuevas formaciones con sonidos autóctonos y ramalazos de undergroung más sucio neoyorkino. A la sombra del barrio de Santa Clara en Sevilla se mezcla una subcultura de gitanos, estudiantes, drogotas, donde la base aérea americana tenía sus huestes instaladas, de allí sale un tal Tele, que ya tocaba la batería con Los Jerrys y acabó montando Triana. La enorme riqueza musical y cultural de Andalucía se amalgó con la música anglosajona, no podía ser menos que Gong, Smash o Los Nuevos Tiempos surgieran de allí. Como del centro de la meseta, aquellas flores nacidas en medio de la basura florecieran algo así como Burning, Ramoncín… y todo el rollo fumeta y jazzy catalán diera híbridos considerables como Companya Eléctrica Dharma, Orquesta Mirasol, Jordi Sole Toti, Pau Riba.
 El libro desarrollará una amalgama de tebeos, comic, plásticos, que encumbraron o sucumbieron al olvido, por aquí se desgajaran formaciones como Los Salvajes, Gualberto, Smash, Goma, Máquina, Iceberg, Lone Star, Burning, Ñu, Tilburi, Cerebrum, Triana, Granada. Prensa marginal de la época lúgubre de la década de los 60, y la floreciente primavera de los 70; algún texto de lo que se editaban en Disco Exprés, Vibraciones o Pulular 1 y hasta el Viejo Topo y Ozono, asomarán sus hocicos para recordarnos quiénes éramos y a dónde hemos llegado.
 El Rrollo también puede dividirse en hombres de las praderas, de las montañas, de las cuevas lúgubres o suntuosas, cada cual se colocará en la casilla que elija y según vayan transcurriendo los años se mirará en este texto de Jesús Ordovás para saber en qué ha acabado su “rrollo” y si se parece demasiado sus padres, por aquello de que la astilla nunca cae muy lejos del tronco.



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