LUCINDA WILLIAMS : LA GRAN DAMA DEL SUR


 Había tardes tranquilas en las que apetecía meterse en unos grandes almacenes y ojear las estanterías de discos y colgarte unos cascos en tus oídos para saborear nuevos sonidos, o más simple, alguna voz que te sonase pero que no la tenías del todo catalogada en tu espacio interior.
 Así fue como poco a poco y a media tarde, donde no transitaba mucho personal a tu alrededor que fuiste descubriendo a una enorme mujer que tras la etiqueta de “country” te envolvía con sus melodías, su voz suave y aterciopelada en ocasiones y rockera en otras.
 Algunos vinilos, algunos cds, por los que te acabaste inclinando en el último momento, por una razón crematística, te impulsó a hacerte con un primer trabajo de Lucinda Williams y escucharlo en la placidez y el silencio de tu cuarto de música.
 Árboles frondosos, decrépitas mansiones coloniales, esa corruptora humedad que se te pega a la piel y al alma de una tierra viejísima sobre la que decae una cultura relativamente joven, la del nuevo mundo. En esa encrucijada de naturaleza desbordada y acervo cultural creció Lucinda, rodeada de una familia bastante culta , con unas imágenes desde la mañana de estancias y verdes praderas que era la casa de sus padres, donde él es profesor de Literatura en Lousiana. No es extraño que los primeros sonidos que te llegan por los altavoces de tu equipo sean campestres, porque has escogido un disco que luego descubres, es el 2º que esta muchacha, ahora pedazo de mujer y compositora, tienes en tus orejas. Me refiero al Happy Woman Blues -1980.
 No es difícil descubrir los primeros pasos de Lucinda Williams. Sus padres vivieron una temporada en Mexico D.F. y posteriormente en Santiago de Chile donde ella siguió con sus estudios. Ese eclecticismo la enriqueció como persona y sus posteriores experiencias se verían reflejadas, cuando ya guitarra en ristre decidió recorrer las carreteras ofreciendo en cuanto garito quisiera acogerla con sus nuevas composiciones. A la vieja usanza del viejo trovador, que con su acústica al hombro, recorre los polvorientos caminos ofreciendo lo que mejor sabe : cantar.
 Esa chica delgada, salida como de un drama sureño de Tennessee Williams o de cualquier cuento de Truman Capote, iba impregnada de los sonidos country que tanto había escuchado en su infancia, pero en el zurrón del viajero llevaba mucho más, traía consigo sonidos, música. Expulsada en su momento del instituto donde cursaba sus estudios, en Santiago de Chile, al parecer por no querer cantar el himno a la bandera, se quedará un año en su casa leyendo los libros que su padre le marca, para posteriormente volando fuera del hogar, largarse a Nueva Orleans y Texas, donde recorre con su voz los destartalados antros que la acogen con sus canciones y su guitarra al hombro. Parroquianos mil veces vistos en películas, acodados sobre la barra del bar y sujetos a sus taburetes mientras apenas prestan atención en quien desgarra las notas de unos poemas musicados.
 El tiempo transcurrirá entre estrechas callejuelas, aire bohemio, ilusiones por descubrir… Será en 1979 cuando grabe su primer disco Ramblin´ , una colección de retahílas de temas ajenos, tradicionales, como si tuviese miedo de grabar lo suyo, lo que durante tantas noches defendió sobre el escenario con su voz y su guitarra acústica. No tardará mucho en sorprendernos en lo que para mí, comienza a ser una carrera brillante, destacada, su 2º disco y el 1º que atesoré. Ni uno ni otro son capaces de distribuirse ante al público, pocas copias y mal recibidas en los medios de comunicación que pasan. Ambos trabajos totalmente desapercibidos, pero no por ellos exentos de calidad, sobre todo el último trabajo grabado por Lucinda.
   


I Lost It


Difícil ser una mujer feliz. Pero a veces la vida me supera, todos los días trabajando sólo para pagar mis deudas.


 HAPPY WOMAN BLUES .- Abril de 1980 .- 
 Aires de country, enseñanzas primerizas que se demuestran desde la primeras estrofas con la delicada Lafayatte, la alegre marchita con violines en I Lost It , demuestra su maravillosa y potente voz, unas condiciones artísticas envidiables, no se arruga a la hora de componer y se adentra en las más genuinas raíces de la música americana, dejándonos por el camino dos joyitas, así, al comienzo, como que no quiere la cosa.
 Su preciosa textura de la voz sigue acariciándonos en temas tan preciosos como María, donde por todo el disco sobrevuela las enseñanzas de Hank Williams, y eso no desmerece para nada, al revés. Quizás en temas más movidos, como el que da título al álbum Happy Woman Blues, la escuchamos más suelta a la guitarra bien secundada por Mickey White.
 Temas oscuros que rascan las entrañas del alma : King Of Hearts o Sharp Cutting Wings ( Song To A Poet ).
 Más claritos y con ganas de mover el esqueleto : Rolling Along, Howlin´At Midnight, Hard Road, Louisiana Man, temas que en ocasiones nos llevan sin ningún espanto a un salón de baile donde varias personas al ritmo de violines y guitarras acústicas, bailan y sonreían, mientras sus tacones tocan con fuerza el suelo de madera.
 Un buen disco, muy orientado en el country si queremos ponerle una etiqueta. Más adelante desarrollará todo un conglomerado de influencias que atesora, la denominada americana; pero para llevarse la primera rodaja, este Happy Woman Blues, es un excelente disco con el que hacerse una idea de por dónde caminará la música de Lucinda Williams.

 Aprendiendo a perder, a madurar.
 Pasaran varios inviernos con sus luces y sombras, llegaran a sembrar de semillas los campos que florecerán en la primavera.  Habrá bares, tugurios sucios, tipos que escucharan a Lucinda sentados en sus taburetes o sobre sillas mientras degustan unas cervezas, algún mojito y observaran las estrechas caderas de las camareras, sus hermosas pechugas cuando se acerquen con sus bandejas con una nueva ronda mientras Williams desgranará con su guitarra sus versos, su preciosa voz se escuchará al fondo, como una imagen borrosa en las luces de neón que le envuelven su figura. Ella seguirá  su camino, caminos polvorientos, dos discos que pasaron sin ninguna gloria, pero esto es así. Tal vez el éxito radique en ser tú misma, en hacer aquello que te interesa y te deja pagar deudas mientras prosigues tus sueños.

Nací con el alma vieja

 Tiene algo especial para mí. Tuve la enorme suerte en esas tardes otoñales encerrado en unos grandes almacenes de llevarme un disco de ella cuando Lucinda Williams ya tenía publicados varios en España. Como un resorte te alumbra las noches brumosas, te ilumina los días oscuros y te llena el alma en las tormentas. Carreteras, autovías, con su voz metida en el cd del coche mientras dejas atrás kms de autopistas. Regresar, investigar, ¿ qué tiene esta maravilla de mujer sureña que te envuelve en sus cálida voz, su fragancia exquisita, sus versos maravillosos, su guitarra a cuestas ? Pues… calidad.
 Si los primeros discos son grabaciones espartanas con sus canciones cantadas a pelo, se lo tomó con calma, como el corredor de fondo donde si hay alguna luz es a largo plazo. Heredera clara de Hank Williams ( con quien no tiene ningún parentesco pese al apellido ), punk como Dylan cuando dejó el folk para adentrarse en territorios eléctricos, si difícil es para un tipo, imaginen lo que es en la ancha América destacar en algo y encima, siendo hembra hecha y derecha y con “carácter “, mucho, tras una sinceridad que aplasta y amigabilidad inicial se esconde todo un torbellino de experiencias acumuladas a lo largo de polvorientos caminos.


 Cambié el nombre de este pueblo para que no puedas encontrarme.
Y no puedas tocarme como antes, ni puedas hacer que vuelva a desearte.

Six Blocks Away
 
 Veinte años con la guitarra a cuestas, sin banda propia ni ajena, no es extraño que se le catalogara como cantante de folk; ¡ ay, siempre con las etiquetas ! Hasta que no llega a Los Ángeles en 1985 no consigue un grupo, a veces sólo acompañada de un bajista o con un guitarrista, ese es todo el capital.
 Pasan años, los suficientes para curtirse en cicatrices, arrugas que dejan las huellas en tu piel para ir cincelando una personalidad arrolladora. Negros nubarrones que harán de su siguiente grabación una maravilla. Temas que le llenaban, que le tocaban en su ser interior. Suicidio de un poeta amigo de su padre, la muerte que circula libre por aquí y allá, a veces como hoja de afeitar de barbero demasiado cerca de tus mejillas, quizás demasiado “profundo” para los pazguatos paletos de Nashville.
 Pero Lucinda Williams se marca un esplendoroso Lp, eso sí, 12 años después de Happy Woman Blues. Pero siempre sostengo, si tienes que publicar algo, que sea bueno, sino no nos abrumes con más sentina en este Planeta.

  SWEET OLD WOLD .- Agosto de 1992 .-
 Más enriquecido que sus anteriores, más texturas, matices. No es la mujer country, hay y mucho, faltaría más, pero la cadencia de blues, rock, se hace constante. El abanico de posibilidades se extiende desde el primer tema, esa Six Blocks Away, la historia de un poeta cuyo amor está fuera de su alcance. Las guitarras y los colores de la voz de Lucinda arraigan en la rural y profunda Lousianna.
 Todo es el disco es un cajón de sastre. A la arrastrada balada que Something About What Happens When We Talk, le sigue un tempo medio de rock: He Never Got Enoungh Love, ella transmite la soledad de sus protagonistas, no como un observador, sino como participante en sus circunstancias.
 En ocasiones es carnal en sus descripciones como la canción que da título al álbum: Swett Old World, una preciosa balada, como buena sureña es única a la hora de transmitir tragedias en sus temas. Tranquilad, sosiego, matices en los versos que canta en Little Angel, Litte Brother, aires country con unas cuerdas de guitarra acústica interesantes, Prove My Love, Sidewarlks Of The City, Memphis Pearl, la sencilla balada Which Will , con la que cierra este bonito Dulce Viejo Mundo.
 A base de batería machacona, violín volador, rockera y carnal en Pineola; marchosa en Lines Around Your Eyes, Hot Blood en la que Williams se estremece cuando llega a las notas altas.




Right In Time.-


 Seguimos por caminos polvorientos.-
 Habríamos escuchado nuevas cosas, nos convertiríamos en curiosos de sonidos, poco a poco nuestro campo de acción se desarrollaría más allá de las verdes praderas o de los ecos del country. Lucinda iría añadiendo a su rico repertorio todas aquellas influencias que a lo largo de lo años iba acumulado en el zurrón del viajero con la curiosidad de ir formándose como una cantautora, compositora de canciones desgarradas. No estaba muy lejos de toda la música de blues de gente como The Rolling Stones, Cream, etc.; o aquellos que tenía más cercanos por origen : The Doors o  The Allman Brothers; todo ese mejunje de los 70 donde blues, country, rock, se entremezclaban con total ingenuidad y naturalidad, dando rienda suelta a uno de los mejores periodos que ha conocido la música popular y de calidad.
 Recorrería muchos caminos Lucinda Williams para volver a regresar a los estudios y dejarnos otra gran obra. Deliciosa, oportuna, personal, carnal, con su preciosa y matizada voz, desprendiendo a un lado y otro de los surcos : calidad. Casi 6 años hasta que un fogoso cancionero más acercado al rock que otra cosa, de policromada y desprendida sonoridad. Mucho tiempo en la cuneta, pero mereció la pena.

CAR WHEELS ON A GRAVEL ROAD .-  Julio de 1998 .-
 Hay una nueva visión de ensanchar los horizontes musicales. Quizás el enriquecimiento personal de años en la carretera, experiencias que se añadían a hermosos textos, banda solvente, compositora sabía. Todo aquello que solía acercarse por la cabeza de Lucinda, aparece en este disco.
 La solvente Right In Time, los medios tiempos de Car Wheels On A Gravel Road, el éxito que le llega con Drunken Ángel. Canciones rotundas : Lake Charles, a destacar el maravilloso trabajo a la acordeón de Roy Bittan y el dobro de Charlie Sexton. Can´t Let Got, donde no sólo la voz de Lucinda ilumina, su aportación instrumental con el dobro tira para atrás y la slide de Bo Ramsey. Rockera en  I Lost It, Metal Firecracker, Still I Long For Your Kiss, ( que formó parte de la b.s de El Hombre Que Susurraba A Los Caballos ) y la definitiva : Joy.
 Numerosas colaboraciones y perfeccionismo de la que se encarga Lucinda. Steve Earle, Roy Bittan o Jim Lauderdale junto al omnipresente guitarrista Gurf Morlix, juntan un elenco de grandes canciones para un exquisito disco. A excepción de Can´t Let Got ( Randy Weeks ) todas los temas están compuestos por Lucinda Williams. Saca todo lo acumulado en estos años, con el alma mater del country que recorre sus venas, las influencias del rock se adentran en muchos temas, es el trabajo más áspero hasta ahora de la americana y el que le abre las puertas a eso tan pusilánime que se llama éxito o conocimiento popular de tu trabajo. Con este trabajo Lucinda entró por derecho propio entre lo mejor de la música tradicional americana a la altura de los grandes de ese género. El disco es una obra maestra absoluta y por supuesto uno de los mejores de esa magnífica década de los 90's. Producido por el teclista de la E-Stret Band Roy Bittan, deja las cosas en su sitio a la Williams en el camino que tanto se ha trabajado durante décadas sin dejar de ser ella misma.


Joy.-


Ya no te quiero pues me robaste la alegría
Me robaste la alegría y quiero que me la devuelvas


 Nos van conociendo.-
 Parece que arrancamos, al Grammy concedido en la vertiente de “ folk”  contemporáneo al disco Car Wheels On A Gravel Road, le sigue una gira conjunta con Bob Dylan y luego una posterior, ya sola y obviamente, como cabecera de cartel.
 Tampoco había prisa para volver a grabar. Todo se cocinaba a fuego lento para que la cocción estuviese en su punto y además, grabar calidad y nuevas canciones que surgían de las numerosas experiencias vividas en carne propia o ajena, que poco a poco fueran conformando la obra de Lucinda Williams. Algunos años más tarde aparecería Essence – 2001, donde encontramos a una cantautora más íntima y un pelín alejada de los tonos rockeros de su anterior obra. Disco más introspectivo e íntimo.






 La mujer fuerte que apenas con 30 años cantaba a la tristeza y al desgarro de corazones, que sufría con las desavenencias sentimentales, se había ido forjando a lo largo de las 2 décadas anteriores un formato de chica dura, sus canciones de folk-rock iban abarcando cada vez más sintonías, con el logro claro del country, de los numerosos caminos polvorientos y los diversos garitos en el que ofrecer tú música, se fue forjando una autopista cada más amplia y reconocible.
 Mujer hecha a sí misma, perfeccionista y sensible, reconocible por sus botas, tejanos y cazadoras vaqueras, estaba muy alejada de los parámetros machistas de Nashville y de la música country que se masticaba en dicho centro. No daba el tipo de “estúpida rubia” directa a la MTV. Pensaba, discurría, tomaba ( toma ) sus decisiones, de ahí que de entre disco y disco transcurra un tiempo hasta que pone sus múltiples ideas en orden, su talento al servicio de unas hermosas y “ vividas “ canciones, antes de grabarlas y exponerlas al potencial juicio del público.
 Amante de la literatura, escribe desde niña, cuando su diario era un espacio para reflexiones y poemas, inspirándose en su padre el también poeta y profesor de literatura Miller Williams, es en la poesía donde halló el valor de la libertad de expresión, donde tantas alegrías nos da a sus seguidores cuando plasma en sus maravillosas canciones esos sonetos que tanto le cuesta componer.
  El auténtico talento muchas veces procede del abismo, y en ese sentido, Lucinda tiene fama de tener una personalidad tan oscura, melancólica, y llena de demonios como su propia música. Su trabajo, Essence, intimista, profundo, lo atestigua.


ESSENCE .- Junio 2001 .- 
 La voz aterciopelada aparece desde las primeras notas, claro que el título ya es bastante explícito : Lonely Girls, con cada pedazo de canción que sale de su aguardentosa y dócil garganta, marcaba distancias con el resto de cantautoras norteamericanas, dulce paladeo de cada estrofa, cada sílaba. Canción aguerrida sobre mujeres solitarias que dejan huellas, cicatrices en su alma.
 Steal You Llove sigue en la misma línea, y en I Envy The Wind los violines levitan; Blue recita sus versos tranquilos, acompañada de su guitarra acústica, y apenas arropada : Tony Garnier al bajo acústico, Ramsey  y Charlie Sexton a las guitarras eléctricas y  la dulzura del violín y viola de Mansfield.
 Recupera el optimismo y una cierta alegría en Out Of Touch, la guitarra que sigue con sus punteos a cargo de la propia Lucinda me encantan en Essence, que no por dar título al disco es ni mejor ni peor que todas las 11 composiciones de la americana. Decir que todos los temas son suyos. En éste nos sirve en bandeja una canción hasta cierto punto agónica y escalofriante por su sencillez, su madurez y su voz aterciopelada, casi susurrada; me dice más la armonía de la guitarra eléctrica que envuelve el asunto en algo muy íntimo. Socarrona en Reason To Cry, balada con todas las de ley, con esas escobillas de batería dando un “toque” jazzi al asunto. Cambia el paso en el rockito Get Right With God para seguir susurrándonos al oido con la bella Bus To Baton Rouge y finalizar esta introspección de disco con Broken Butterflies.
 Producido por Charlie Sexton y por la propia Lucinda Williams, repito, se marca un álbum muy íntimo y en algunos momentos excesivamente lento, sólo para incondicionales o ya conocedores de la obra de la cantautora americana.


Righteously


  No sé cuando.-  Adquirí el primer disco de la Williams, si sé que las 2 últimas adquisiciones coincidieron con su llegada a España en 2009 y que sus trabajos, Little Honey – 2008 y Blessed – 2011 los compré en cuanto se publicaron. Pero la perspectiva que te da el tiempo, hace que toda su obra sea magnifica aunque con los gustos particulares de cada oyente. Puede despistar según qué disco se escoja para tener una noción del trabajo de esta mujer, tal vez, sea seguir la publicación exacta de cada cd(Lp) para tener claro la evolución de Lucinda Williams, y luego, como en todo, elegir aquello que más nos interesa en según qué momento.
 Lo que uno descubre pronto a las primeras escuchas de cualquier trabajo de la americana es que es de la vieja escuela, aquella que es capaz de hacer el cruce de caminos exacto entre el country y el blues, el rock y el folk con las esencias más tradicionales de las raíces, en definitiva, autenticidad;  álbumes de una pieza elaborados con mimo, paciencia, hasta alcanzar los niveles de perfección que Lucinda desea para cada nueva entrega.
 Cantautora de carreteras sin destino y paisajes impresionistas, su obra huye de la pomposidad debido a un temperamento rock que busca otros derroteros, los del arte de lo sencillo y de lo humano, y tras Essence,  las preguntas de Williams resuenan trágicas, cabreadas, con costuras de limón, pólvora, metal o noche, enredadas a la dentadura y nos ofrece un nuevo trabajo : World Without Tears – 2003, para algunos especialistas en su obra formaría una especie de triángulo infalible junto a Car Wheels On A Gravel Road – Essence y éste último. ¿?


Atonement


  WORLD WITHOUT TEARS .- Abril 2003 .- 
 Con casi una hora de duración y 2 años después del trabajo anterior, nos muestra a una Lucinda Williams madura, serena, sabiendo muy bien lo que quiere y cómo lo desea. Filete muy hecho, bien pasado, un cruce de fronteras interesante, sonidos fronterizos que también sabe llevar y ejecutar.
 Desde luego la sureña ha compuesto 13 temas finos, muy hilados. La calma de Fruits On My Labor, ríase de la fama y de las sábanas húmedas; la sudorosa Righteously huele a sexo, esa slide me mata… Ventura te acaricia la cara, te lame el rostro con amor, te susurra al oído, te envuelve. La piel se vuelve rockera, sucia, dura, Real Live Bleeding Fingers And Broken Guitar Strings nos lleva por caminos pedregosos,rocanroll desgarrado con riff descarado. Overtime nos levita como si estuviésemos en una película de David Lynch, parece que de nuevo las imágenes de Terciopelo Azul se nos aceraran a los ojos y nos inundara de magía, luz, calidez… para este pedazo de canción country.
 Con una ligera sonrisa torcida, así como si escondiese un rifle debajo de la gabardina, nos muestra toda la mala leche de que es capaz Lucinda en Those Three Days, tortura, dolor. Palabras mayores requiere Atonement, ¿ quieren saber qué es un blues por alguien del Sur profundo ? Doug  Pettibone  coloca la guitarra eléctrica exacta para hacer ese “regateo” que te lanza al suelo. Sweet Side no sólo Lucinda Williams canta de maravilla, casi hasta rapea, es que tiene una voz cristalina, pura, sincera, sermonea desde un púlpito descargando gotas de magia, despeja los nubarrones que se cernían sobre nuestras cabezas. Todo el cariño del que uno es capaz cuando ama tanto a alguien o a una ciudad, Minneapolis nos refugia en el folk más cálido, melancólica y tierna. La vena country de People Talkin´, parece buscar un estribillo en la tranquila Americam Dream, en World Without Tears busca acordes mientras las luces de neón descienden sobre una bonita guitarra eléctrica y Lucinda nos acaricia con versos hermosos. Words Fell nos adormece hasta el final acurrucándonos para irnos en paz…

 Relámpago de agudo dolor .-  Amores que se torcieron, vanas expectativas puestas en esa fuerza positiva, esa atracción animal que todos tenemos y que nos atraen hacia otros cuerpos caprichosos que el destino nos pone enfrente para degustarlos, comerlos y a veces ser devorados en el intento. World Without Tears tiene mucho de eso, turbación decepción cuando pasan varias semanas y el olor de las sábanas ya no es el mismo con el ser amado.
 Letras turbulentas, alcohol, de nuevo vuelta a las noches solitarias, de ahí nos quedaron varias canciones para el recuerdo : Fruits Of My Labour, Sweet Side  o  Righteously ; pero tras esas pérdidas nos quedan un mosaico amplio de colorines para irnos forjando una obra talentosa, al margen de los cánones más convencionales. Sueños, espíritus que en ocasiones se nos presentan a media noche para recordarnos que aún tenemos cosas que cantar, que escribir, que ir elaborando para ir dejando atrás una juventud y centrarnos en la madurez inminente, la propia y la de aquellos seres que uno ama y que ves su deterioro físico poco a poco; sin pasado no puede haber futuro, sin pérdida no habrá ganancia posterior, así de paso nos queda muy claro que Lucinda Williams no es otra más, ni un cowboy debajo de un sombrero agarrado a una guitarra acústica.
 En el inmenso paisaje americano, donde las distancias son enormes, cuesta comunicarse de forma asidua con alguien, las poblaciones, las anchas carreteras a veces aíslan más que unen y nos llevan a ser erráticos, a perdernos en el trayecto. La muerte de la madre de Lucinda en estos años hace que tarde mucho en volver a grabar algo nuevo, disco con canciones hermosas pero llenas de un amplio dolor. West – 2007 hace revivir ese relámpago de dolor que todos llevamos dentro cuando alguien amado se nos va de manera irremediable.
 Entre ambos caminos, en el cruce de carreteras nos queda un brillante directo Live And The Fillmore – 2005, un total de 22 temas compuestas por Lucinda Williams que la muestran en un excelente estado de forma. Grabado durante un stand de tres noches en San Francisco nos deja a un ser en según qué momento tenga, de rockera a dulce y amarga, porque ella canta como escribe: según surgen los versos de su venas.




 Unsuffer Me


Mi felicidad ha muerto/ Anhelo la dicha
Susúrrame al oído/Desmonta mi lógica
Deshaz mis temores/De súfreme
 
 Poco a poco se acerca a su nueva obra de estudio aun con el dolor de la muerte de su madre presente en muchos de su versos. Es un disco desgarrador, pero catártico, de nueva entrada en otra dimensión, otra muda que dejamos atrás en este transcurrir que es la vida. Ese relámpago agudo de dolor que le sirvió para salir definitivamente del túnel.

  WEST.- Febrero 2007.- 
 Todo el disco es una queja interiorizada y desencantada pero que al mismo tiempo tiene la peculiaridad de la observación, aquella que nos dice constantemente que todos tenemos la necesidad de ser amados y dar parte de lo que llevamos dentro a otros.
 West es un álbum que llena, no es un puñado de canciones unas detrás de otras, deambula entre las tinieblas del alma perdida, con una narrativa a un tiempo verbal y musical que va moldeando un todo superior a las partes.
 Es un disco de verdad, de 1 hora de duración, donde es difícil destacar canciones, todas buenas y ninguna envasada al vacío, y desde luego ningún  tema nos sirve para ponerlo en los teléfonos móviles o plataformas digitales varias que abundan en este siglo XXI. Esto es música.
 Algunas colaboraciones importantes como ya venía siendo habitual en algún trabajo anterior, caso del batería Jim Keltner o el bajista Tony Garnier; a las guitarras : Doug Pettibone y Bill Frisell.
 Lucinda Williams me cautiva  por esa constante observación de los parajes oscuros, los ásperos reverses de la existencia. Nada agradezco más a un artista que su capacidad para adentrarse más allá de la superficie y anestesiar en compartida lucidez el trance de vivir. Lo consigo con ella, también con otros monstruos como Bob Dylan o Neil Young, cuanto más viejos, mejor caldo hacen los “joíos”.
 ¿ Qué sentido tiene esto? Nadie tiene una vida dulcificada, todos tenemos y pasamos por malos momentos. Ser artista de verdad requiere cierto talento pero además una observación especial de las cosas, tu forma de percibir la realidad,  cada cual la ve de manera distinta, de distintos ángulos y creo que ahí, radica la creatividad.

 ¡ Que ganas !
 Por fin iba a parecer por España con banda y todo. Ya me temía lo peor. Otro caso semejante a cuanto viví en los 80 con Bob Seger, J.J. Cale o Tom Petty. Si a éste último pude capturarlo en directo, pero tuve que desplazarme a Berlín en su gira europea del 2012, Lucinda Williams la iba a tener en casa y eso, es un tesoro que el destino te manda y no debes desaprovecharlo más allá de que tenga buena o mala actuación. Ahora o nunca. Y fue ahora.
 Tras saborear el expansivo doble en directo Live@ The Fillmore -2005 , al menos vendría a presentar lo que había sido hasta la fecha su último trabajo de estudio, el rockero Little Honey -2008 , donde nos encontramos a una Lucinda Williams pletórica y vitalista habiendo perdido por un tiempo las telarañas que la arrojaron a un peso existencial grave con el deceso de su madre y alguna que otra avería sentimental de índole personal.
 La mujer blanca de entrañas negras por fin estaba delante de mí a apenas 2 metros. La blueswoman, o no era sí, porque toca americana y eso equivale a varios palos del mejor cancionero tradicional de América, guitarra eléctrica  o acústica en ristre nos cautiva durante hora y media tocando parte de su último disco y repasa aquellas canciones que deseábamos escuchar de su voz en persona, y no en disco. Me llamó la atención la debilidad de esta mujer que se refleja a la perfección en su forma de actuar. Es transparente, parece como si pudieras ver lo que está sintiendo y pensando en esos momentos tanto encima del escenario como luego al salir de la sala y eso le da una especial sensibilidad a sus temas.
 Sin duda, porque esta mujer de 56 años y tatuajes pretéritos en el brazo izquierdo encarna hoy como casi nadie la esencia del rock estadounidense con raíces. Lo mejor de ella es que jamás podrías confundirla. Nadie canta así. Muy mala vida le debe dar a esa voz arrastrada, lastimera, con tanto polvo acumulado en la faringe que siempre parece a un tris de resquebrajarse. Se muestra reposada y segura, consultando las letras en un atril y rodeada por un arsenal de guitarras de proporciones casi obscenas. Para mí, un encanto, aunque a veces su frialdad me desconcierte y puede que ahí, encuentre la armonía y la paz que su música me abandera.


Lucinda Williams (voz, guitarras), David Schrmerhorn (guitarras), Chet Lyster (guitarras, armónica, teclados), David Sutton (bajo, coros), Butch Norton (batería). Joy Eslava. 45 euros. Lleno (900 espectadores). Madrid, 18 de julio - 2009



Circles And X´s


 LITTLE HONEY.- Octubre de 2008 .- 
 Es un cambio radical en cuanto a sus últimos trabajos. Nos encontramos con una Lucinda pletórica, más llena de energía, sacando la vena rockera que lleva dentro, alejando fantasmas pasados de diversos fracasos sentimentales y algún deceso íntimo que la hizo realizar obras entregadas, pero amargas. Aquí recuperamos el mejor sabor de su esencia, hace un buen disco, quizás para los más próximos escaso o menor en cuanto a lo precedentes. Discrepo.
 Los 13 temas que contiene este Little Honey nos coloca a una Lucinda Williams en la línea de salida más portentosa, aquella que la lleva `por las orillas más rockera, insisto sin perder por ello las esencias de “su música”. No podemos dejarnos llevar por el inicio rápido de Real Love, pues enseguida nos pone los palos sobre el chozo con una desgarradora canción como es la magnífica Circles And X´s .
 Hay que apuntar que varios de los temas que aparecen en este disco fueron labrados para aparecer en West pero que los acontecimientos acaecidos hicieron que no encajarán en aquél, y sí más es este que recupera en parte un aire festivo interesante. Eso no hace para nada que Little Honey no contenga desgarros del alma, aguerridas penas y agujeros interiores que hay que exteriorizar : Tears Of Joy, en forma de blues, nos envuelve en las tinieblas que todos llevamos dentro. También nos acordamos de los amigos caídos, aquellos que tiraron su enorme talento envuelto en drogas y otras sustancias, “todo tiene un precio amigo” y has de pagarlo antes o después. En esto del rock, casi siempre antes. La pedazo de balada que se marca en Little Rock Star, no deja de decirnos la ruina que acontece a tanta fiesta desenfrenada, a esa vida en la carretera a veces tan dura que te lleva por delante.
 Uno toma caminos equivocados, a veces evitas desgracias en este tormento que es tener que elegir tantas veces al cabo del día hasta que una tormenta te hace caer en el cepo y te atrapa, la gracia está en saber si esta vez conseguirás salir o no…
 La vena fuerte y rockera acontece en varios temas al margen de los reseñados : Honey Bee, Well Well Well, Jailhouse Tears con la aportación vocal de Elvis Costello (¿?), a mi entender a todas luces innecesaria, pero… y cierra el disco con una versión de AC/DC, I´ts A Long Way To The Top, eso sí, bastante más sofisticada y bluessy que la de los hermanos Young.
 Los pasajes íntimos los podemos encontrar en If Wishes Were Horses, a destacar el precioso piano de Rob Burger. Knowing, Heaven Blues, Rarity, Play To Marry ( ésta con Lucinda con su guitarra acústica y voz ).








Seeing Black


 Aúna voz de mujer fatal y la inocencia de una adolescente .- Es todo expresividad, canta desde el corazón con las entrañas heridas y eso la hace peligrosa. Desde que puso unos cuantos tabiques para fabricarse una carrera seria, desde aquel  Car Wheels On A Gravel Road - 1998 , no ha hecho otra cosa que afianzarse con paso lento y firme en su obra. Williams se toma su tiempo y espacio entre disco y disco y levanta nuevas expectativas entre sus numerosos seguidores, sin ser multitudinarios, pero sí una corte selecta que sabemos aprovechar como buen gourmet el caldo que nos dará en su nueva entrega.
 Ahora pasados algunos años, varias giras, casi siempre en el enorme Estados Unidos, y bajo la producción de Don Was, realizará Blessed – 2011.  Añade numerosas muletillas, recursos y constantes en el estudio de grabación que ha ido recogiendo a lo largo de las décadas de estar encima de un escenario; es posible que se pierda espontaneidad, pero que quieren que les diga, a mí nunca me pareció la Williams una temperamental descerebrada o visceral en sus actuaciones, discos publicados o vida privada desordenada: Como todos, a ratos y a días, así pues, que poco a poco mida más sus horas de estudio de grabación y que tenga un productor de relumbrón, lo veo más como una consecuencia lógica que otro menester innecesario. Ella, a fin de cuentas, siempre ha sido una gran dama del Sur.
 Se mueve en los terrenos emocionales, instantes fugaces o perecederos que la hacen escribir canciones en según qué momentos. Así ha sido a lo largo del tiempo en toda su discografía, una especie de diario lanzado al mundo. Arañando las entrañas en Wets – 2007, más festiva en Little Honey – 2008. Lo que demuestra que Lucinda tiene una musicalidad profunda que trasciende la música country para abarcar otras muchas cosas. Puede ser amarga y mostrar pose de mujer fatal en la madurez, voz de niña acaramelada adolescente cuando sugiere ternura; su vida está llena de canciones sobre el amor verdadero, la estabilidad y puede que su reciente matrimonio a una edad en que uno debe de saber qué quiere y sobre todo, qué no desea, le halla apuntalado ese camino polvoriento en un cierto sosiego pero no por ello menos audaz y mordaz en sus textos y sobre todo, en su música.
 Su siguiente paso discográfico no puede ser otro que el de la normalidad y profundidad que te da la madurez. Ya el título, “Bendecido” nos indica alguna premisa.

 BLESSED .- Marzo 2011 .-
 Lucinda  nos cuenta con la perspectiva y la seguridad con la que considerar y evaluar su vida pasada. Buttercup escuchamos a la Williams con su fuerte personalidad. Su voz y sus composiciones hacen de ella alguien auténtico y original que lo único que demanda es una buena banda que le acompañe. No están ya algunos de los miembros que la han acompañado estos últimos años, el guitarrista Doug Pettibone y el teclista Rob Burger, que en gran parte fomentaron el sonido de Lucinda. Pero yo nos los echo de menos, la verdad.
 Las voces, las guitarras, todo suena muy bien, cuidado y en su sitio. Es un buen disco de la Williams, no falta de casi nada. Las baladas, marca de la casa con esa voz a medianoche, cazallera, angustiada, no faltan : I Don´t Know How You´re Livin , Born To Be Loved, Soldier´s Song, Sweet Love, Awakening  y  Kiss Like Your Kiss ;  medios tempos: Copenhagen, Blessed, Ugly Truth . Rocks marca de la casa : Seeing Black,Convince Me .
  Lo bueno es que el álbum viene acompañado de un anexo llamado The Kitchen Tapes, que contiene demos de todos los temas grabados por Lucinda en su cocina, acompañándose únicamente de su guitarra. Este documento muestra una versión de Blessed más orgánica, en la que las canciones se abren paso y revelan su verdadero espíritu. No es otro disco, sino un complemento intimista del álbum original que uno puede consumir de manera opcional y que resulta, como mínimo, recomendable.
  No es la obra de Lucinda que recomendarías a un neófito. Y, con una discografía que contiene títulos como Car Wheels On A Gravel RoadEssence, World Without Tears o West, hay que jugar muy fuerte. No está al nivel de estas obras, pero a mí todavía me basta. Ahora la cuestión es saber qué hará en su siguiente trabajo, porque ahí sí que radica parte de que la pócima mágica siga o se haya evaporado definitivamente en el viento.
 Aun así, sus 10 discos grabados la llevan a los alteres de la calidad y de mi corazón.









DISCOGRAFIA SELECCIONADA


HAPPY WOMAN BLUES .- 1980                  

SWEET OLD WORLD .- 1992

CAR WHEELS ON A GRAVEL ROAD.- 1998

ESSENCE .- 2001

WORLD WITHOUT TEARS .- 2003

LIVE @ THE FILLMORE .- DOBLE DIRECTO .- 2005

WEST .- 2007

LITTLE HONEY .- 2008

BLESSED .- 2011










Lucinda Williams (Lake CharlesLuisiana26 de enero de 1953) .-



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