DIOS TE MANDÓ AL PELOTÓN DE LOS TORPES: Cuarta Parte : ( XIX a XXIII)

 XIX


   Algunas cosas empezaban a estar claras en tu cerebro. Casi abandonabas la idea de ejercer de periodista, tampoco era una cuestión que te quitase el sueño ni energías, para nada, todo lo que hubieses conseguido sería reportero de calle, freenlance a tiempo completo o ayudante de cámara de algún osado aventurero en territorios africanos o sudamericanos, donde existían enfrentamientos armados muy serios; aunque a comienzos de los 90 Los Balcanes ya eran un polvorín. La verdad, te seducía nada.
 A cambio, porque esto era el juego del yin y el yan, tenías trabajo, comías 3 veces al día que no era poco, la independencia que te la daba un trabajo que si unías esfuerzo+fortuna podías salir bien parado algunos meses, disfrutabas de tú ático de alquiler, tus libros y discos, cierto entorno de amigos que ahora habría que unir a Manolo Diez, tú camarada de toda la vida que llevaba instalado en Madrid unos años y os conocías de Coria. Ahora él preparaba oposiciones a juez y vivía con sus padres en La Alameda De Osuna. A la nueva hornada al margen de Bellón, se unía Jaime Cordero, que trabajaba contigo en la agencia Chaves, era una generación menor a la tuya pero estaba puesto en toda la música de new wave británica y española y un buscador de films, hasta el punto de que os tirasteis un otoño yendo al cine los miércoles que era el día del espectador, más barato. 
 Luego estaba Cuca que con el paso de las semanas se fue instalando en tu vida. Para ti era una novedad salir con una niña bien aunque iba a entrar en la treintena como tú. Solo había tenido un novio, en Atenas, compañero de estudios y que la cosa se fue enfriando cuando ella se instaló en Madrid.
 Aún así tenías tiempo para leer, poner tu estéreo y te compraste una televisión pequeña con unas antenas en la cabecera para sintonizar los canales mejor, que os alegró la casa. No tenías hasta entonces.
 La terraza se podía utilizar para comer muchos fines de semana, sacabais la mesa del salón que además era plegable para 4 o 6 comensales sin apretujase, sobre todo a partir de marzo que el tiempo acompañaba. Desde luego lo hacías cuando se quedaba Cuca, aparecía Jaime y su novia Marga o Bellón o Julia andaban por allí, aunque éstos hacían su vida de pareja y al tener él coche, se iban a sus pueblos los fines de semana o de excursión por la Sierra madrileña.
 A partir de abril le ingresabas dinero en la cuenta de tu madre para la hipoteca del piso en Coria, así durante 10 años mientras Cuca y tú, os ibais enseñando vuestras respectivas vidas. No conocía ni El Rastro, ella era una niña bien que compraba en boutiques de la calle Almirante o Serrano, y rara vez se adentraba en tiendas "normales"; hasta para las prendas más íntimas se acercaba al Corte Inglés de Princesa y se avituallaba. No tenía ningún problema en quedarse contigo alguna noche en casa siempre y cuando avisase en la suya, su padre la mayor parte del tiempo estaba en el extranjero y a su "madrastra", le resbalaba lo que hiciese o dejase de hacer, bastante tenía con sus 5 vástagos pequeños.
 Así, algunos fines de semana le mostraste el paisaje malasañero que estaba en auge. Por las noches el Vía Láctea era obligatorio, algunas veces Kike Turmix estaba pinchando o no era extraño encontrarte con estrellitas del pop/rock nacional. Al fondo estaba la mesa de billar americano, el problema es que estuviese vacía para practicar, si era al comienzo nocturno existían serias posibilidades de echarse unas cuantas partidas y risas. 
 Cuca no estaba acostumbrada a beber y a la 3ª botella de cerveza se achispaba y no paraba de reír. Ya no la dejabas beber en toda la noche, incluso dabais vueltas por el meollo de gentes que se apelotonaban en un sitio y otro para que el riego sanguíneo se asentase. Antes, siempre cenabais para no tener el estómago vacío, una copa de vino o una botella de agua, te descubría sitios pintorescos que tú solo jamás hubieses entrado: japones, indios, tailandés... eran banquetes exóticos y casi siempre pagaba ella, que ya utilizaba tarjetas de crédito.
 No tenías planes, la aplicación del carpe diem os iba muy bien.
 Haciendo recuento de estos últimos años, asististe a conciertos memorables: Neil Young en el Rockódromo; Frank Zappa y Joe Cocker, ambos en las fiestas de San Isidro en el Auditorium de la Casa de Campo en 1988, al directo que grabaron en el Rock-Club Los Secretos en febrero del mismo año; pero el concierto de tu vida, el mejor, así, hasta la fecha sigue siendo en agosto del mismo año en el Calderón: Bruce Springsteen & The E Street Band, en su momento álgido de madurez y físicamente encomiables, 4 horas, ahí es nada... con un descanso de media hora para masajes de los músicos. Lo viste con Marisa y Manolo Díez. 
 Eran las grandes excepciones, porque ya eras un convencido de ser un rockero de sala, por eso eran especiales... 
 En la agencia se dividían las vacaciones por semanas y estirando mucho el asunto una quincena. Como tú solías gastar unos días en Los Sanjuanes, este año te fuiste solo en septiembre a Cantabria. El recorrido nocturno en tren con salida en Chamartín y tras unos días en Santander, pasaste a recorrer parte de sus pueblos y gastronomía. Fue la primera vez que estrenaste tú cámara analógica un poco decente, le cabían carretes de 24 o 36 fotos, de las cuales la mitad no te valían por tu culpa, pero ibas poco a poco perfeccionando el encuadre.
 El resto de las vacaciones ya con Cuca, os largasteis a Las Alpujarras granadinas, entre silencios y neblinas navideñas en lo alto de las montañas. Os quedasteis en Capileira, el sitio donde Adelaida García Morales escribió El Silencio De Las Sirenas y donde vivió algunos años junto a su pareja, el genial Víctor Erice.
 De lugares mágicos se envuelve el amor. 


XX


 Bien y mal, como la vida misma.
 Después de llevar un año en el ático de Ambrosio Vallejo y hecho al barrio en cuanto a ambiente, comercios, comunicaciones y el pulmón que para ti es la Dehesa De La Villa donde empezaste a ir para correr y jugar al fútbol, seguías sin tener contrato de alquiler del inmueble que habitabas. Era un viejo problema que se arrastraba desde muy antes de tu llegada. La dueña, una tal Isabel, lo pillaba en negro y todos los que pasaron tragaron, tú no, pero por razones técnicas, no morales.
 Eso significaba que no te podías empadronar y debías de ejercer tu derecho al voto en la zona centro cuando hubiese consultas electorales. Tú, más que un derecho estimabas que era un deber. Luego estaba el tema de la Seguridad Social, cualquier consulta médica te derivaban hacia tú última dirección, que era la de Tirso de Molina y debías de acudir al ambulatorio de la calle de Ronda De Segovia, en la Puerta De Toledo. No te hacía gracia, pero a los demás les daba un poco o todo igual. Desconocías si los muchachos de la benemérita tenían un régimen especial, pero Bellón era civil como tú y pasaba del asunto, hasta el punto de que después de una año juntos decidió irse a vivir a un apartamento justo enfrente del ático, al parecer preparaba el terreno en solitario, pues deseaba pasados unos meses casarse con Julia, que había abandonado el jardín infantil en el que trabajaba en la calle Francisco Vitoria, una zona de chalets donde residía Santiago Carrillo, al lado de Conde De Casal. El jefe de Bellón, que tenía mano y trabajaba en un Ministerio, y su mujer que era la dueña del estanco, del mismo pueblo manchego que él, colocó a Julia en el Banco Zaragozano tras unos exámenes muy sui géneris. Te alegraste por ellos, pero te lo dijeron a tiro hecho.
 Al no existir contrato de alquiler, se lo plantease a la dueña Isabel, y de paso ya que ibas todos los primeros de mes a pagarle, eso sí, el precio era que al estar sola quería charla, no era muy mayor, podría andar por la sesentena muy bien llevada, te invitaba a cervezas y te enseñaba el canal mamario abundante que tenía, así como que no quiere la cosa. Antes de ir, llamabas desde la oficina y quedabais, porque cuando bajabas a su casa en Ofelia Nieto, echabas un buen rato, por eso ya no hacías planes posteriores. Una veces Bellón tenía preparado el dinero y otras no, en cualquier caso previamente te pasabas por casa y contabas los billetes, los introducías en un sobre de la Agencia Chaves y se lo dabas a la dueña, que siempre los dejaba encima de una mesa camilla sin abrir. Luego empezaba el ritual mensual: siéntate, charla, cerveza, alguna risa, confidencia, con ella vivía su hija que debía de ser de tu edad pero raramente estaba cuando tú llegabas. 
 Ejercía un cierto coqueteo que ya te advirtió Bellón, porque él hizo lo mismo, al parecer era el encargado de pagar los emolumentos del alquiler antes que tú. Aquel julio de 1990 seguías el ritual y le comentaste que te quedabas solo, sí había algún problema y que era muy posible que tú hermana se instalase allí por el tema crematístico del alquiler. Fuiste dando pasos de plomo porque sabías lo que era moverse en Madrid por una vivienda y muy de 1ª mano, estabas en el negocio. No dijo nada al principio, se hizo de rogar, tú sacabas el lado más elegante de tu ser y sonreías en busca de complicidad, siempre le has parecido al ajeno buena gente e inocente, desde el colegio, pero te apretaba el nudo de la corbata. Accedió, claro, siendo tú hermana. Ahora no tenía qué consultarlo con sus hijos. La 2ª cerveza venía en camino porque esta tarde eras tú el que quería charla, y debió de darse cuenta porque coqueta ella dijo algo así como voy a encender la lámpara que parecemos amantes...
 ¡Jajaja...! En estas situaciones siempre te venía a la mente Harpo Marx, que gesticulaba y reía en su mudez. Luego planteaste el tema del contrato de alquiler y tus problemas burocráticos. Meditó un rato, porque ella también le daba a la cerveza y dijo que lo comentaría con quien llevaba  sus asuntos financieros, un abogado o algo así. A ti aquello te pareció una afirmación y quedó en darte respuesta inmediata.  Seguisteis tomando cervezas hasta la noche.
 Al día siguiente te llamó a la Agencia para decirte que seguiréis en los  mismos términos y condiciones económicas.
 



XXI


 Los Stones se acercaban otra vez a España y de paso tocaban 2 noches en Madrid, en el  Calderón. Venían a presentar Urban Jungle y aquel domingo 17 te acercaste en compañía de Bellón, Jaime y Guille. Unos meses antes habías adquirido Steel Wheels -1989 su último Lp donde parte de sus grandes esencias pervivían y durante algunos días antes del concierto se ponía en casa para irse entonando.
 Sería la última vez que los verías en directo, después del concierto lluvioso, accidentado pero mágico de 1982, era un buen momento para gastarte un dineral en la entrada y observar a 4 de sus miembros originales. Estabas ante el poso seminal de la teología del rock, el stoniano, que permanece inoculado en tu corriente sanguínea y que cada pocos días atruenan tus altavoces, tenga el ánimo que tenga. Aquel fin de semana fue ración doble. La noche antes, el sábado, Jaime y tú estoicamente escuchasteis en la calle, desde la salida del campo de fútbol que daba a la M·30 el show completo; el domingo, ya dentro disfrutasteis más, claro, nadie como ellos con su liturgia, gags, movimientos y los temas que te aplastan generación tras generación.
 Este año te habías pedido una semana para los Sanjuanes corianos y la quincena restante en septiembre, así pues todo el verano picando piedra para sacar emolumentos suficientes como una hormiguita acumulando despensa para el invierno. Bellón se fue definitivamente al portal de enfrente en el estío, por lo que Nita se instaló en la habitación que daba salida directa a la terraza, en agosto. El resto lo pasó entre Coria y Toledo, de donde era su novio Juan Carlos pero que la cosa no iba muy allá en los últimos tiempos, hasta terminar rompiendo en el otoño, pese a que tu hermana siguió trabajando en la misma editorial unos años más de donde  trabajaba también él. Antes de que Isabel, la dueña del ático, se decidiera a hacerte contrato, solucionaste el asunto burocrático de la cartilla de la SS, te tocó el ambulatorio de Villamil y conseguiste el empadronamiento mediante el contrato de trabajo, ahora debías ejercer el derecho al voto en Los Salesianos de Francos Rodríguez.
 Nunca llegaste a tener por escrito el alquiler, todo siguió de palabra y cada mes bajabas a pagarle. Un mes, entrado el otoño, lo hiciste con tu hermana por aquello de que la conociera. Se cayeron mal, no hubo feeling, pues Nita le recriminó teneros con luz de 125 W, que le parecía prehistórico, los suelos necesitaban un repaso y pintar el habitáculo. Total, que no volvió a bajar contigo al pago. Sí consiguió que la dueña subiese un mañana sabatina a ver cómo estaba todo, y ante disculpas varias, aseguró que si se arreglaba todo subiría el alquiler. Del contrato no volvisteis a hablar.
 De todo este embrollo sacaste algunas conclusiones. Nita apuntaba directamente por comprar algo propio, ella tenía más de un millón y medio de ptas ahorradas, pero tú apenas tenías unas 250.000; que tú hermana no estaba dispuesta a aguantar mucho más así, acostumbrada a sus buenos hoteles, calefacción... para eso se lo curraba, y de paso a ti te dejaba a la altura del betún. Las mujeres siempre van unos pasos por delante, a fin de cuentas el sitio, las comunicaciones, el propio ático no estaba nada mal, el frío lo podías soportar en las noches más gélidas y el estío no te agobiaba, además del espacio. Como no quería nada con su novio, era una manera como otra cualquiera de darle puerta de manera muy drástica, jugaba sus cartas. También de eso, eras consciente.
 Todo esto hizo que te movieras muy rápido, y una vez más pensando en lo ciclotímica que era tu vida, buscaste un trabajo al margen del que tenías para aumentar los emolumentos. Desde repartir propaganda los fines de semana a buscar acomodo de dis-jokey de nuevo. Y eso fue lo que hiciste, más de una década después, encontraste acomodo en un pub en la calle Campoamor: El Pato Loco. Cuando fuiste a la entrevista un miércoles 10 de octubre por la tarde, allí estaba un tipo trajeado, en la frontera de la cuarentena, con gafas, buen porte, que se sorprendió al llegar tú, que salías de la agencia e ibas hecho un pincel. Tras observaros unos segundos como dos chuchos callejeros, previamente hablaste aquella mañana con él y debió de hacerse una idea distinta de ti; te acercó a la cabina, te enseñó los Lps, el sitio, las barras... Trabajaba en un banco, ¡coño, como Senén! El tal Alberto, así se llamaba, ejercía la profesión "eventual" de la restauración por gusto como te dijo. Tras darles referencias y porqué necesitabas el asunto, le debiste de dar buena impresión. Tú ya no eras un crío y a él le urgía.

 El Pato Loco tenía algunas curiosidades. Sólo se pinchaba pop/rock nacional, abría los fines de semana de 20.00 horas a 04.00 de madrugada y vísperas de festivos también. 4000 ptas por sesión, se exigía profesionalidad, seriedad, puntualidad y tener lleno el local, cosa que recaía en ti con el apartado musical, para más coña, estaba enfrente del Pato Donald que desarrollaba la música americana. 
 La zona de bulevares de Alonso Martínez acogió gran parte de lo que fue los finales de los 70 y comienzos de los 80 representó Aurrera. Predominaban los pijos de buen porte, gente con poder adquisitivo alto, aunque entrada la madrugada ya sabías que todo el personal se desboca. Aquel octubre de 1990 empezaste el jueves 11 y saliste el sábado 13. Los domingos, a veces el tal Alberto abría unas horas vespertinas y cerraba pronto, no necesitaba dis-jokey, ni las 2 camareras de los fines de semana ni al puerta. 
 A partir de este mes tuviste que reajustar tu vida a las distintas piezas de las que se componía. A Cuca no le hizo mucha gracia, era romper vuestra maravillosa monotonía de cenas exóticas, cines en versión original en las madrugadas de los sábados en el Alphaville de Martín De Los Heros, esos paseos noctívagos y las mañanas dominicales sosegadas en el ático que se alargaban hasta que por la tarde ella se iba a La Moraleja.
 Se acabaron los conciertos de fin se semana. A cambio, Jaime y Guille fueron las primeras noches a hacerte compañía al pub y se estaban un rato en la cabina contigo, también y no hay que engañarse, porque bebían gratis y ligaban con las 2 camareras e incluso con la mujer filipina (bellísima) que tenía el tal Alberto y que de vez en cuando se dejaba caer por el El Pato Loco. 
 Con el tiempo, era lógico, aquello se fue espaciando, alguna noche apareció Cuca con alguna compañera del estudio de arquitectura, Nita sola o acompañada, alguien de la agencia y hasta Marisa se empeñó en presentarte a su nuevo novio, un economista que respondía por Francisco y que todo el mundo le llamaba Curro.
 Nunca ligaste tanto como allí. Te salieron ofertas jugosas, te ofrecían chinas de hachís y un grupo que llegaba pasadas las 2 de la madrugada sábado tras sábado, te pedía Siniestro Total. Nada que no conocías, el problema era que tú tenías 31 años y no 18, que llevabas más costras que una tortuga centenaria y que algunas noches sabatinas ante tu sorpresa, os ibais a cerrar a la calle Silva en el drugstore hasta que amanecía. El puerta de vuestro pub había currado allí, no pagabais entrada ni consumición, algún domingo ya de amanecida, os juntabais en el Pasadizo De San Ginés tomando un chocolate con porras. La mezcla de noctívagos y curiosos era cuando menos divertida. Era increíble lo que el cuerpo podía aguantar, y encima tenías dinero fresco.
 Luego la vida fue muy rápido, eras consciente de que seguías estando en el pelotón de los torpes, como buen felino, siempre estabas alerta, cuando pillabas caza, había que subirla al árbol y desde allí, a resguardo: comer y observar.
 A comienzos de año Nita y tú os dividíais el barrio por las mañanas ( lo  que aguantabas), y a pie, trazando calles, buscabais pisos en ventas. Papel y bolígrafo, unas 2 horas después os reuníais en el sitio convenido. Luego llamabais y concertabais entrevistas para ir a ver el inmueble. En febrero dio resultado el callejeo. Una mañana preguntando en un bar al lado de vuestra casa, a Nita le comentaron que una señora había fallecido unas semanas antes y que una sobrina de la misma se encontraba limpiando en el piso. Subió, se explicó, ni siquiera estaba a la venta, la buena mujer dejó en su testamento el inmueble a sus 5 sobrinos al no tener hijos, eran sus herederos naturales. Las dotes comerciales de tu hermana surtieron efecto. Tamaño, portal, sitio y el precio nada definitivo aún, pero que era una suma muy elemental dividido por los agraciados, os acomodaba. Nita vino eufórica, tú sólo acumulabas números para llamar pero aquella misma tarde sabatina antes de ir al pub a trabajar viste el ático, eso sí, la terraza más modesta, apenas 30 metros, necesitaba una reforma que no os podías permitir ahora, pero el precio se acomodaba.
 Dejasteis una señal a Rosa que era la "sobrina" que se encargaba de tener al día de pago el ático en cuanto a comunidad, luz, agua... una tarde tú hermana quedó con ella en El Almirante de la Glorieta De Atocha. Nita le confeccionó un recibo muy bien redactado, era febrero. Vosotros mientras tanto empezasteis con los trámites para que Caja Madrid os diera todo el dinero posible, hasta el 80%, porque el dineral que se fue no sólo en Notarías, el Administrador de la Propiedad de Madrid, Impuesto Sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados... al margen de que el tipo de interés nominal en el día de la firma se estableció en 14,5% anual; 180 meses, interés variable, os dejó tiritando y el verano vino caluroso y con los bolsillos huecos.
 La cosa no se pudo llevar cabo hasta agosto de 1991 por diversos problemas de salud del marido de Rosa, Eleuterio Izquierdo, que además era el sobrino carnal de la antigua dueña del ático y porque una de las herederas vivía en Méjico y hubo que mandar la documentación a través del consulado de España en la capital azteca. ¡Vamos, todo sobre ruedas!
 Por fin, una mañana soleada en la Plaza De San Martín donde Caja Madrid tenía su sede central, se efectuó la firma, la última de aquella mañana, tenías (lo conservas) el número 46.
 Dentro de los muchos cambios que se produjeron en tu vida en el semestre, se encontraba que dejaste la agencia Chaves en marzo y te fuiste de jefe de captación a BAI, un complejo de empresas que se dedicaba al montaje de múltiples eventos, pero quería meter el cazo en el floreciente sector inmobiliario, trabajabas en la oficina de la calle San Bernardo, junto al metro Sto. Domingo y al lado de la Gran Vía.
 Nita y tu os quedasteis tan pelados de dinero, que media hora antes de pasar a firmar con todos los sobrinos allí (menos la de Méjico que mandó la tramitación correspondiente), vino una secretaria de la Notaría a deciros que faltaban todavía 76.000 ptas por abonar. ¡Gluuub!
 Se te quedó la misma cara que cuando en junio de 1977 en el Hospital Provincial de Cáceres, un médico salió al pasillo y preguntó por los familiares de José Rodríguez. Sentado en un banco, solo, estabas tú en ese momento, quizás tu madre se encontraba en el baño o bajó a la cafetería; al verte tan bisoño, miró alrededor y tú le preguntaste con el rostro compungido. Tú padre se iba irremediablemente: se te cayó el mundo encima.
 Tardaste unos segundos en reaccionar, Nita ya no tenía más pasta, los impuestos se llevaban un buen pico, tú tenías el día y la noche. Desde un despacho anexo de la Notaria, llamaste a tu nueva empresa y hablaste con Jesús, el abogado de la misma y el que llevaba todos los asuntos. Explicado el tema, te ingresó 80.000 ptas como adelanto de la nómina de septiembre, o sea, el 50% de tu salario. Y eso que te tiraste 9 meses de dis-jokey en El Pato Loco, ahorrando como hormiguilla para que una tormenta veraniega te destruyese los víveres.


XXII


  Una mañana de lunes invernal, frío y con niebla que se te metía en los huesos, viste tu futuro profesional pasar por delante de ti. Al parecer en la agencia Chaves se estilaba mucho, con al aquiescencia del API, tenías compañeros que trabajaban sin contrato. Pasado el periodo de prueba de 3 meses podías enlazar algunas renovaciones de 6, pero llegaba un punto que te ofrecían seguir con las mismas condiciones pero sin estar dado de alta porque era el INEM el que se encargaba de pagarte los días 10 de cada mes, un sobresueldo en b que era lo que te pagaba la Agencia.
 Sabías de algún compañero, cada cual era un mundo y sus circunstancias, a ti no te lo habían propuesto pero en marzo harías 2 años que estabas allí y estabas a punto de caramelo. Aquel lunes frío y neblinoso a eso de las 9.30 cuando entrabais a trabajar, un par de inspectores de trabajo se encontraban en recepción, donde una de las 2 recepcionistas se encontraba en la situación anómala que describes. Precisamente tu amiga Ángelines no había llegado todavía, y era la otra chica las que les atendió amablemente. 
 La situación se convirtió en surrealista, caótica y nerviosa. Cuando llegó Marisa Márquez, la coordinadora, os fue metiendo en su despacho como ganado sin enteraros mucho del tema porque el personal que iba llegando, venía a su aire. El tema que todos aquellos que no estaban dados de alta tuvieron que salir por una ventana doble de su despacho al patio de manzana del edificio que estaba a más de metro y medio del suelo. Existía una puerta en el solar, donde se encontraban los respiraderos del bloque, que daba acceso directo al hueco de los ascensores y de allí a las escaleras, que a su vez desembocan directamente al portal del inmueble.
  Ver a Manolo, un tipo cuarentón largo, padre de tres hijos saltando, te dio pena y te puso en cómo era la clase empresarial de este país. No era una excepción, Concha Munilla, la estrella de la empresa que pasaba de los 60, también para el patio con el consabido nervio de que ella tenía un peso y edad... era para partirse... de pena. Su hija Paloma igual, pero ésta tenía apenas 20 años, ni Bonezzi, que estaba muy ágil. De captación, de los 3 que estaban salieron a hacer deporte otros 2. Total, que descubriste que salvo 5 entre los que te encontrabas, estabais de legales.
 Desde esa misma mañana decidiste buscarte la vida en otro sitio y fue como acabaste en BAI producciones, en su nueva sección inmobiliaria que desarrollabas o intentabas poner en marcha. Los cambios a ti te sientan regular, tardas en coger el tempo de la cuestión, saber realmente quien manda, tenías por norma ir al dueño del circo y dejar los monos colgando. Eras pragmático, te podías ganar antipatías, recelos, pero ibas a los resultados. Y ahí quien partía  " el bacalao" era Jesús Higalgo, el abogado.
 Los primeros 3 meses fueron duros pero efectivos. Hiciste una cartera de pisos interesantes y tu experiencia te llevó a barrios nobles y con posibilidades descartando el perímetro madrileño. Salamanca, Argüelles, Chamberí, Chamartín y por cuestiones de cariño y logística personal: Tetuán. De ahí no salías. Ibas a pisos caros que te descartaban clientes flojos de cartera. Profesionalmente hablando, eras la antítesis de ti mismo.
 Algunos los captabas y los enseñabas tú mismo en esos primeros meses. Ya entrado junio pusiste anuncios en busca de comerciales, te tiraste varias semanas realizando entrevistas y escogiste a 2 personas. Tu verano no iba a existir en forma de vacaciones, ya veríamos más adelante. Una vez que cogiste ritmo, de vez en cuando conseguías una exclusiva y varias notas de encargo, las cosas funcionaban e incluso en verano se hicieron ventas. No sería hasta el otoño donde los nuevos jefes te plantearon contratar más comerciales, poner nuevas líneas de teléfono y colocar 2 nuevas mesas en la habitación dónde trabajabais todos. Tiraste de agenda, viendo lo que te costó contratar a nueva gente,  pescaste donde la agencia Chaves. 
 Una tarde, debajo de la oficina, en el Mesón Del Jamón, te reuniste con Pilar y Maribel, además ésta última andaba un poco descolocada porque Paco, su marido, hacia un tiempo que encontró colocación de químico en Fuenlabrada y estaban habituados hasta a trabajar juntos. Hay amores que se fraguaban en el instituto y permanecen como las pilas Duraccell. Pilar era muy amiga tuya en la agencia y la que le que te llevó algunas cuestiones que dejaste pendientes en Chaves, de hecho le pasaste todos tus contactos, como algunos cuajaron, repartisteis la comisión. La última operación curiosamente fue al guitarra de La Frontera, Joaquín Maqueda.
 Pasadas unas semanas tanto Maribel como Pilar se incorporaron a la red comercial de BAI producciones. Tú tenías un fijo más un porcentaje de todas la ventas, así pues existían meses gloriosos y otros penosos y no porque no se hicieran ventas, sino porque el tema burocrático se enredaba. Aquí tenías que poner de acuerdo a vendedores y compradores, salvado el tema del precio, luego venía la hipoteca, banco, pero el escollo máximo era cuando existían herederos para un inmueble, juntar churras con merinas. Pero bueno, era tú oficio, no querías ser corresponsal de guerra, pues tenías otra.
 Instalados en el nuevo ático de Francos Rodríguez Nita y tú, la más contenta parecía ser tu madre que se empeñó en venir cuando aquello estaba patas arriba. Hubo que convencerla de que estuviese unos días, no meses. Entrado el otoño, recuperaste para la causa a Cuca, aunque su padre ya le metió en la cabeza meterla en una de sus muchas empresas petroleras y el acicate se lo puso al dedo, la podía instalar en la sede de Nueva York. ¿Cómo ibas a competir contra eso ?
 Como Jaime tenía un Panda azul, os desplazabais a algún concierto fuera de Madrid o en el extrarradio. La Universal Sur estaba en Leganés donde Burning se dieron un achuchón de masas merecido y buscado durante tantos años, que quedó plasmado en su doble en directo, fraguado en 2 noches mágicas de rock and roll.  En la otra, la que estaba en Manuel Becerra: asististe a Graham Parker en acústico. En San Blas, en la sala Argentina, te acercaste a ver con Lee Brilleaux todavía en forma, a los inigualables Dr. Feelgood, meses después disfrutaste con sus socios madrileños, Mermelada, en la Revolver. 
 El final glorioso, en septiembre en Las Ventas, de Radio Futura, abrieron los siempre divertidos Siniestro Total y la despedida de Cuca que de a poquitos y con lágrimas se te iba despidiendo de tú vida. Sentimientos encontrados. 
 Como no hay mal que por bien no venga, aunque no te des cuanta en el instante, empezaste a liberarte y soltar amarras. ¡Que difícil es ir ligero de equipaje! Cuanta razón don Antonio Machado. A los aprietos económicos de pagar 2 hipotecas la de Madrid y Coria, aunque a medias con Nita que también iba apurada, se unía un arreglo del tejado del edificio y vuestra cuota era alta, se pagaba por coeficiente de metros y claro, se añadían los 30 de terraza. Arreglos varios en la cocina, los 2 baños, existe uno grande en el cuarto principal y otro en el pasillo.   Luego estaba que había que equipar el ático con lo básico: nevera, lavadora, cocina, alguna silla, camas, ropa para la misma. Hasta casi diciembre, tu casa parecía la entrada de una boca del metro.  Escombros por todas partes, polvo, 2 tipos que llegaban por la mañana y salían a las 6 de la tarde. Sacos, un bidón lleno de agua y con baldosas dentro, alguna piqueta, pala...y el eterno olor a obra. ¡Un caos! La ropa de tu hermana y la tuya resguardadas en bolsas de plástico, libros en cajas de cartón sin colocar, el equipo estéreo en casa de una vecina de Ambrosio Vallejo y diversos utensilios de cocina esperando el sueño de los justos. Aquello era un no acabar, menos mal que por las noches teníais agua, que no era poco, estuvo cortada durante varias semanas. 
 Sobrevivisteis. Antes a comienzos de junio cuando os concedieron el crédito, dejaste de ir al Pato Loco y te centraste en tu vida, que no era poco.  Después a punto de llegar Navidad, sin calefacción y terminando de colocar enchufes, luces y los escasos muebles de mimbre que comprasteis, de hecho la pequeña televisión se tiró 2 años encima de unas cajas de cerveza. No había pasta para más, pobres pero jodidos, Cuca vía Nueva York a comienzos del año 1992, que fue cuando realmente empezasteis a disfrutar de tu nuevo hogar. Una vez los obreros acabaron y liquidaste cuentas con la empresa de reformas, el año nuevo sí que era de verdad un principio. Decidiste disfrutar de tu soltería de una vez.


XXIII


 Como la vida no deja de darte sorpresas, lástima que de 10 que recibías 11 eran negativas, había que esperar a la buena. Y ésta llegó a comienzos del año. De las varias entrevistas de trabajo que comenzaste a llevar a cabo allá por la primavera pasada, la jefa de ventas de la constructora La Fama Industrial intentó ponerse en contacto contigo. Y dices que procuró, porque tú todavía no habías dado de alta el teléfono en casa y llamó a la agencia Chaves, menos mal que Ángelines cogió la llamada y al rato se puso en contacto contigo.
 Pasaste por las oficinas de la constructora y le relataste tus problemas morales a Carmen De Castro, la jefa de ventas. No te pareció ético irte ahora de BAI promociones cuando te salvaron el culo el día de la firma de tú ático. Que se lo creyera o no, ya es asunto de otro costal. Estabas dispuesto a irte con ellos, era lo que deseabas desde hacía mucho tiempo y ahora tenías conocimientos suficientes para desarrollar profesionalmente bien tu labor. Le volviste a dejar una tarjeta con el número directo de tu mesa y ella te dio el suyo. Así estaban las cosas, deja puertas abiertas y a lo mejor también te encuentras con las ventanas de par en par.
 Nita llevaba la coordinación de la editorial en el área de Madrid comunidad pero con visos a trabajar en las oficinas centrales. Unas semanas más tarde le pagaron tres meses de informática en una academia para reciclarse al puesto de Eva,  que estaba para dar a luz a su 2º vástago. Luego se quedó casi cinco años compartiendo con ella tareas administrativas hasta que la empresa cerró; la venta de libros casa a casa, colegios y en empresas, daba ya sus últimos coletazos.
 El ático necesitaba una reforma integral, pero no había dinero. Se hizo lo básico. Pasarían 3 años hasta que te pudiste entonar, cambiar los suelos del hall, los 2 baños y la cocina, y a tirar. Poco a poco Nita puso corcho sobre el suelo de los dormitorios, pues las baldosas originales estaban desgastadas y feas. Tampoco ella andaba para muchos trotes financieros, tuvo que comprarse un coche nuevo, porque el Renault 5 se jubiló y compró un Peugeot 205. Sólo los íntimos venían a la morada, hasta bien pasado el tiempo aquello parecía que todo era provisional, hasta los cables de la luz que iban por el techo estaban al descubierto. El único lujo fue comprar una Grundig alemana, ¡coño que buena era! La de años que te duró, sólo la llevaste una vez a arreglar el tubo de imagen, hasta que décadas después no entraron las de plasma y la cambiaste, funcionaba fantásticamente. Fue un regalo por vuestro cumpleaños en mayo, un homenaje que os dabais, allí, sentaditos en el salón, un miércoles 20 de mayo sufristeis y gozasteis con la 1ª Copa De Europa del Barcelona,¡ por fin!.
 Con tu hermana aquello fue un arreglo provisional lo de la compra del ático, mejor vuestro que de alquiler, aunque fuese a trancas y barrancas como vulgarmente se dice. Pasados apenas un lustro y pese a que cada cual hacía su vida y procurabais no estorbaros, en el fondo erais muy Corleones; 
 Nita ya se instaló en su nuevo piso al lado de la Glorieta de Cuatro Caminos, decidió comprarse uno para ella sola, tú tardaste 7 años en hacer la famosa reforma integral al ático. Ahora sí, la cocina se tiró entera, se puso ducha y alicatados nuevos en los baños, se incorporó toda una instalación eléctrica flamante. Como hacía 2 años en el edificio se colocó la acometida de Gas Natural, pusiste radiadores en salón y habitaciones,  se pintó todo de manera profesional. Otras vez estabas sin dinero, más letras que pagar pero ya habías pasado el Rubicón, quedaba menos de la mitad de la hipoteca y el capital superaba con creces cada mes al interés.
 Por lo demás tu vida seguía igual. Llamaste a La Moraleja a casa de Cuca para saber, hablaste con el padre que te daba teléfonos y direcciones que no entendías con varias claves; al final optaste por dejarle tú número casero (ya lo tenías) y la dirección por si deseaba ponerse en contacto contigo. Pasadas varias semanas recibiste una postal desde Nueva York y a los pocos días una larga carta. Al parecer tenía novio, griego, mira que hay pocos y se juntan a 10.000 Kms de casa. Te alegraste por ella. Durante algunos años por las Navidades os mandabais alguna postal recíproca. ¡La vida sigue...!
 A finales de 1992 estuviste a los pies de Keith Richards casi 2 horas. Verle tocar tan cerca, un lunes lluvioso y frío en la sala Aqualung, colmaba tus expectativas. The X-Pensive Winos eran muy efectivos y te dio la sensación de que los que mejor se lo pasaban eran ellos tocando. Fue una de las noches más felices de tu vida y por lo que decidiste instalarte por aquí.
 Cuando todos los recibos estaban pagados, todos iban del 1 al 5 de cada mes, excepto el hipotecario que caía el 14, fecha de la firma, no empezabas a darte algún homenaje en forma de cines, entradas para conciertos, que adquirías mayormente en la nueva tienda de Madrid-Rock en la Gran Vía, alguna salida con Jaime y Marga los sábados por la mañana cuando vivían en el barrio, a las terrazas de Gral. Perón y poco más. Llevabas una vida casi de asceta, muy fuera de la noche. Tenías tus necesidades biológicas, obviamente, eso parece que nunca se pierden, pero también que una cosa era tu pene y otra el cerebro, que ambas eran diferentes pero complementarias. 
 Una noche, en la sala Revólver de la calle Galileo y mientras en primera fila estabas extasiado ante uno de los solos de guitarra del zurdo Otis Rush,  en un momento determinado por el rabillo del ojo, observaste a una rubia guapa que estaba a tu lado y te miraba. Cuando el tema acabó y el personal silbaba y aplaudía ante el jolgorio total, estábamos hacia el final del sohw, ella te dijo algo al oído, no entendiste nada y se lo hiciste saber por señas. Al acabar, varios minutos más tarde la viste de nuevo cerca de la barra pidiendo algo, te acercaste y la saludaste. Ahora sí la escuchabas bien.
 Resulta que había ido sola, que trabajaba en Juteco de dependienta en la tienda que tenían en la Gran Vía y de ahí te conocía, no es que hubieses ligado por la cara. 
 La cosa era muy sencilla. Tú comprabas allí de manera habitual porque te caía al lado de la oficina: hojillas de afeitar, brocha, masaje para después del afeitado, algún producto de limpieza para la casa... pero con las luces estroboscópicas, lo arreglada que estaba... no caíste, luego haciendo memoria, sí. Maquillada y minifaldera no era la misma que con la cabellera rubia recogida en una cola de caballo o en moño, a eso habría que añadir la bata azul que cubría su cuerpo con el logo de Juteco. Destacaba en ella unos ojos verdes preciosos y su cintura de avispa.
 Como tú estabas en esos años de soltería que te diste, como siempre  llevabas el recorrido del salmón cuando desova, contracorriente,  mientras los escasos amigos o amistades se empezaban a casar y tener prole, por aquello de sentar la cabeza; tú la tenías bien amueblada o eso creías, desde la adolescencia, decidiste soltar un poco amarras.
 Seguías en BAI producciones que cada vez ampliaba más el campo a publicidad y relaciones públicas y ahora daba cursos de formación de azafatas y auxiliares masculinos en la misma oficina que vosotros teníais la Inmobiliaria. La planta 4ª en su totalidad estaba alquilada por la empresa. Aunque el grueso entonces de todo se encontraba en la sede central del Paseo De La Castellana 180. Donde tu estabas, en San Bernardo 8, no dejaba de ser una sucursal. Pero se vivía bien hasta que antes de la noche de Reyes de 1993 Carmen De Castro te llamó y entonces sí, hiciste una entrevista que la bordaste con el gerente Justo Pozuelo y el arquitecto Carlos Márquez, los capos de la Fama Industrial y empezaste a trabajar con ellos el lunes 18 de enero, un día después era San Mario, y toda la semana la pasaste poniéndote al día con Carmen De Castro, ya el fin de semana sin dilación, te bajaron a la caseta de ventas en la calle Arganda, en el pasillo verde: 140 pisos, 26 locales, una manzana que tenía salida a 4 calles, todo el grueso se iría poniendo a la venta por partes y según fuese el ritmo de reservas...  Se libraba los miércoles y domingo tarde, un sueldo alto mensual para lo que se estilaba entonces, y un bote de comisiones sobre las ventas totales a repartir entre todos los vendedores de todas las promociones trimestralmente, (esto se pagaba en negro, el sr. Cortés, el administrador, llegaba a la caseta de venta y en un sobre color salmón venía el importe correspondiente, se le firmaba el recibí y a esperar otros 3 meses). 
 Dejaste BAI porque 2 veces el tren no pasa por tú vida. Todo estaba ya en marcha, casi 3 años después de tu llegada aquello funcionaba y tenían tiempo de reajustar la captación, en la red informática de la empresa dejabas un centenar de pisos, más de la mitad en exclusiva, 2 excelentes profesionales como eran Maribel y Pilar más una nueva que entró en verano: Paloma, y Javier, que llevaba un año. Tú para estas cosas salías a tu padre, siempre correcto y educado y dejando puertas abiertas, que nunca se sabe, pero por 1ª vez en tú vida, a punto de llegar a los 34 años, sentías en tú piel que ese dios vengativo y caprichoso se había olvidado de ti definitivamente y además, se instaló una nueva luz en tu vida. La chica de los ojos verdes, Rita, ya no os veíais de vez en cuando en Juteco, la cosa fue fraguando fuera de la tienda y de los conciertos. 



A MODO DE EPÍLOGO


  Los chicos del Congreso de Suresnes seguían en el poder aunque algún gallo cayó cogido más por los pies que por la cresta. ¡Cosas que pasan! También algún director de la benemérita se creyó el rey mago y fue a caer en manos de un tahúr y esa casta de la que décadas después, un politólogo metido a líder de masas de desencantados, descubrió lo cruel que es repartir trigo y lo fácil que es pregonarlo. 
 España entró en la modernidad con los fastos de los múltiples eventos de olimpiadas y la exposición universal, nos dejó en el escaparate y  ya no éramos, sólo sobre la piel, la reserva espiritual de Occidente. El dinero llegaba de Europa a raudales, lo cual benefició en infraestructuras que dio beneficios inmediatos a los mismos de siempre y trabajo a varios miles. Estábamos en el camino que jamás debimos de perder, era nuestro Plan Marshall que llegaba 3 décadas más tarde, pero llegaba.  Teníamos un monarca que se creyó el rey sol y el estado era él, algunos lo intuíamos pero se le reían las gracias; al parecer sólo el conde de Latores como secretario general de la Casa Real, le pudo sujetar un  tiempo y echar el capote, que dado lo visto, era muy grande y ancho. No fue el único, claro, la tropa obrera en la que te incluías, erais los tontos útiles que se necesitan en toda obra de bufones.
 El Madrid que tú habías conocido se fue por el desagüe de la modernidad más capitalista y salvaje, y parte de los sueños también. España era otra en desarrollo, pero lo que fuimos es lo que somos. Tiramos enseguida a la guitarra y pandereta, pan con chorizo y tortilla de patatas, al cuñadismo más casposo, yo te lo hago en un par de días, déjalo de mi cuenta, yo te enchufo y tú me das, yo te leo y tú a mí; a las sectas, eres mi amigo, de mi cuerda o no. Discrepar inteligentemente es un heroicidad, hablamos, no escuchamos.
 Nos creíamos o hicieron creer que éramos los reyes del mambo cuando siempre fueron los mismos los que tenían los hilos de las marionetas, los instrumentos, el capital, todos tenemos un precio, para qué negarlo, y como la hormiga león cuando tiende su trampa en el camino, que pacientemente espera para atrapar una presa, como ésta intentará escapar, la cazadora expulsará arena para que resbale hasta el fondo.
 Ya era un himno en la década de los 80, lo cantaba Miguel Ríos con letra de Javier Vargas: no montes ese caballo, va a pasar de la verdad, mira que su nombre es muerte y que te enganchará. Cuando te creas más libre...es cuando más cogido estás.  
 Tú te conformas con poco, para no perderte de vez en cuando y que la hormiga león no te devore, miras la púa que cazaste de tú hermano mayor, y vuelve a ti una sonrisa.



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