DIOS TE MANDÓ AL PELOTÓN DE LOS TORPES: Tercera Parte ( Capítulos XIII a XVIII )

 

XIII


 Como ya pertenecías a la tropa plebeya de pleno derecho, no existían esos tiempos muertos que los estudios te daban en forma de vacaciones. Aquí había de apurar los fines de semana o tal vez, algún puente que como el de la Constitución se convertía en acueducto. Antes de finalizar el año tuviste que ir a Coria a dejar el acta (o lo que fuese eso) como concejal electo del municipio y que el siguiente en la lista entrase por ti. No existía mucho problema, el PSOE tenía mayoría absoluta, en esa época en la que fuera quien fuese encabezando la tropa ganaba de calle, así estaban las cosas, el personal quería gente nueva, proyectos, ilusiones, y un cierto pragmatismo en sus vidas a ver si pasaban a colores, que bastante blanco/negro teníamos todavía.

 Pasaste unos días navideños agradables pese al marcaje de los padres de Rosa que querían saber. Menos mal que la muchacha en la nueva Constitución del 78 era mayor de edad, pero claro, dependía económicamente de los progenitores. Tú eras consciente de que esa flor sólo crecía en ese ambiente, con su luz y sus lluvias y que fuera de ahí la relación tendía a erosionarse como así sucedió meses después. Desde ese tiempo para acá sucedió algo que no diste importancia al principio, todas tus relaciones eran inestables, duraban dos años y medio y siempre, siempre, eran ellas las que abandonaban el barco hasta que tú te cercioraste del tema y pusiste puente de plata.

 Te fastidió, claro, a nadie le amarga un dulce y que el asunto acabe. No era tu primer amor, pero si el que consumaste lo que era estar con una hermosa mujer, inteligente, llena de ganas por saber y salir adelante. Aquel curso lo acabó bien pero decidió irse a Cáceres el próximo a realizar Magisterio. Crecisteis juntos como personas y amantes y siempre le deseaste lo mejor.

 Sí podías ibas a Coria en Semana Santa, quizás algún puente y en San Juan. Si quedaban días, apenas tenías una quincena de vacaciones el primer año en la editorial, aprovechabas también  para estar en casa y conocer a tu madre, que en esta época se estableció una relación curiosa entre tu progenitora y tú, más allá del afecto consanguíneo descubriste a la mujer que era mucho más allá de las reglas convencionales. En este tiempo, tu hermana trabajaba de comercial en la editorial que tú estabas, aunque ella casi siempre estaba fuera de Madrid, una manera como otra cualquiera de conocer España, sus territorios, sus gentes, sus costumbres…

 Marisa Muñoz llegó a la editorial en octubre, en principio como comercial pero se quedó en las oficinas. Había acabado Turismo que eran dos años pero realizaba un examen anual para tener licencia y trabajar en agencias. Venía de estar casi un año en Londres de au pair y dominaba el inglés que era un gusto, por eso se quedó con vosotros. Se estaban incorporando nueva gente porque aquello crecía, ahora llevabais también a Carroggio, Océano y Natural Geografic, buenos libros que comercializabais.

 Poco a poco fuiste intimando con Marisa que venía de una relación tormentosa y a sus 24 años estaba para lo que hiciera falta, como todos. Vivía con el ejército de sus hermanos en Dr. Esquerdo, junto al metro Conde de Casal y la gemela, su hermana Julia que le precedió en apenas 20 minutos de venir al mundo. El piso era de sus abuelos, donde él había ejercido de médico, ya jubilado. Sus padres habitaban en Villamayor de Santiago (Cuenca), y eran muy conservadores, rayando en la Falange española.

 No tenías pensado enamorarte de nuevo y tan rápido y menos con alguien que veías cada mañana, pero… la vida que transcurre mientras tú haces otros planes. Antes de las Navidades ya salíais y la llevaste a terrenos ideológicos más centrados, tú eras un rojo de mucho cuidado para ella, pero oye… lo que os reías. La cosa funcionó incluso cuando ella se marchó de secretaria a Xerox Corporation, que en ese momento era el  mayor proveedor de fotocopiadoras de tóner (tinta seca); se la jugó porque después de un año con vosotros aceptó un contrato eventual de tres meses, pero su constancia y perseverancia y las clases de informática que se metió en esa época en una academia cuando salía de trabajar, dio sus frutos y fue ascendiendo hasta secretaria de dirección. Pasados los meses Marisa se fue a vivir a El Carmen con su hermana Marisol y vosotros seguisteis juntos… hasta los dos años y medio.

 Los precios de los alquileres se fueron a las nubes a mediados de la década de los 80. El mismo ritmo llevó las ventas tanto de inmuebles nuevos como de 2ª mano. Después de casi dos añitos en La Plaza De Olavide, el casero deseaba subirte bastante, no podías. Tu siguiente destino serían apartamentos individuales pero compartiendo cocina y baño, fuiste a parar a Tirso De Molina, un traslado que coincidió con una nevada frondosa a comienzos de 1987 cuando antes de la noche de Reyes tú llevabas en bolsas todas tus cosas.  Para el final dejaste lo más delicado: el equipo estéreo, figuras decorativas que habías acumulado en estos tiempos y unas bolsas con Lps. El viaje ya lo realizaste en taxi. El taxista te tuvo que ayudar a subir los dos bafles que más que pesar, eran muy aparatosos; por supuesto un 4º muy sin ascensor.

 

XIV


 No todo iba a ser de casa al trabajo, ni mucho menos. Aunque la economía era estrecha, los bolsillos vacíos y la cartera exigua, te movías por el Rock-Ola de vez en cuando a ver a grupos que estaban en la boca de todos. Allí viste a Radio Futura con los hermanos Auserón al frente y un exultante Quique Sierra; Gabinete Caligari, Loquillo que se fue haciendo con una parroquia en el foro interesante, Los Secretos, Siniestro Total… pero había que distinguir con la jet set de los grupos nacionales que grababan sus primeros discos e  incluso ya algunos con Lps en el mercado, con el resto de la tropa más plebeya y marginal que se colocaba en los eventos y quería sacar adelante sus proyectos, sean musicales, de comics, cine…

La oficialidad de la modernidad, la tan traída y llevada movida madrileña que no underground, que se movía por derroteros  fronterizos, la encarnaban gentes como Almodóvar, Bernardo Bonezzi, Carlos Berlanga, Los Costus, Ouka Leele, Borja Casani, Paloma Chamorro… y un largo etc.; algunos con programas en televisión y su exposición mediática. Al mismo tiempo fueron apareciendo otros personajes que te interesaban por su magníficos trabajos y desde luego nada convencionales, fueran el fotógrafo Alberto García-Alix, el pintor e ilustrador Ceesepe (Carlos Sánchez), Eduardo Haro Ibars…

 Pero existía todo un mundo subterráneo que de vez en cuando levantaba la cabeza y exponía lo que hacía. Era el momento de que todo se podía hacer, realizar, existían posibilidades. Desde que te instalaste a primeros de año en la Plaza de Tirso de Molina, comprobaste la cantidad de punkys que arrimaban a dicho espacio y que incluso el Rastro, ya tenía tenderetes en la misma ubicación y se acumulaban a lo largo de la calle Duque De Alba hasta desembocar en el bullicio de la Plaza De La Cebada. Allí todo tipo de tenderetes de comics, de propaganda subversiva, discos, libros… cada mañana dominical al levantarte tenías delante de ti todo un espectáculo.

 Como Marisa solía ir a sus clases de informática tres veces por semana, os veías en medio de la misma una noche y reservabais el sábado y domingo para vosotros solos. Para no discutir porque solía quedarse la noche sabatina en tu casa, cerrabais algunas noches por los pubs de la calle Huertas que era por donde parabais casi siempre; si se le ocurría ir al Rastro, iba sola y luego quedabais en un sitio en concreto a una hora determinada. Cualquiera que haya ido con una mujer de compras o simplemente a ver… sabe de lo que escribo.

 Cada mañana ibas andando a la editorial desde la Plaza Tirso de Molina a Barquillo, vuelta a mediodía y luego después de comer. Pasabas por la Plaza de Jacinto Benavente y emprendías la calle La Cruz, llena a esa hora matinal de prostitutas, a una de ellas, de tanto verla cada día ya la saludabas con cierta camaradería. Un sábado de los que te tocó ir a trabajar, al salir camino de casa te la encontraste sentada en un taburete de un bar en la calle Espoz y Mina. Andaba con una cerveza, acabasteis comiendo juntos en casa García esquina con Atocha, donde alguna vez comiste con Marisa. Era una mujer normal metida en un laberinto de infortunios, como por ahora el físico le daba, aprovechaba estos años. ¡Así sin más!

 


 Como no tenías televisión, de hecho llevabas una década sin verla casi, salvo cuando estabas con tus tíos en Donoso Cortes, donde te permitías el lujo de ver Popgrama en TVE2, y porque era a una hora que o estabas solo o a nadie le importaba semejante engendro musical, luego tu pasabas a los cuarteles de invierno. Poco a poco fuiste bajando a menudo al bar que estaba en el portal de tu casa, que daba salida a Mesón De Paredes. Allí, un jubilado majete Miguel y su hijo, también llamado Miguel, originarios de Granada, regentaban un bareto de los de toda la vida, con sus comidas, pinchos, cervecitas y una parroquia asidua y normalmente tranquila salvo cuando una manada de punkys acudía a abrevar, siempre en manada. Por lo general no solían existir conflictos, pero alguna hostia a mano abierta viste. Normalmente todos los viernes por la noche te quedabas a ver la película de TVE2, que solía ser buena, en ocasiones Miguel hijo y tú cerrabáis el garito a eso de la una y media, el para su casa que vivía en la calle Juanelo con su mujer y dos hijos, y tú, ascendías a la tuya.

 El inmueble en el que habitabas tenía 5 plantas, las últimas abuhardilladas donde se instalaban de vez en cuando músicos, gente del teatro y algún esporádico estudiante. Cada rellano tenía 2 pisos y enfrente tuyo tuviste más de un año a Cecila Roth, que no conocías de nada y cada mañana al ir a trabajar te la encontrabas desayunando en la cafetería de enfrente del portal en el bar Mariano. Había hechos cortos con Almodóvar y varias películas del director manchego, en las primeras bastantes corales, ella estaba presente, pero oye, que no la ubicabas. Hasta que una mañana sabatina cuando tú salías de tu apartamento ella abrió la puerta del suyo y bajasteis juntos los escalones hasta que el rellano del 1º había un escalón suelto que a ti te encantaba, y siempre te parabas un rato con un pie colocado allí a modo de pedal de batería y el otro en el aire. A ella le hizo gracia y fuisteis a desayunar juntos. Tú veías que algunos parroquianos la miraban, no era para menos, la argentina era una belleza y despampanante su energía, hasta que entre café y cruasán os pusisteis al día de vuestras respectivas existencias.

 Como ella observó que tú no sabías quien era ella, la tratabas como a la vecina de enfrente del rellano que veías de vez en cuando, sola o acompañada, sin más, aquí cada cual hace su vida sin preguntar de quien eres. Cuando te nombró películas lo único que se te ocurrió decirle que “ah, tú eres la hermana de Ariel, el de Tequila “. La sonrisa que te ofreció te alegró la mañana. Luego os saludabais con cierto afecto al veros. Un día desapareció, ya no era sólo una chica Almodóvar, pero en la Plaza De Tirso de Molina vivía en la 3ª planta encima de una clínica de sífilis, Victoria Abril, que veías a menudo cuando no tenía rodaje muchas mañanas sabatinas con sus 2 hijos, entonces muy pequeños que jugaban y correteaban por allí ante la atenta mirada maternal. Tú ibas por allí a sentarte en algún banquito a leer la prensa, algún cigarrito y sobe todo a tomar el sol y observar, que desde  niño se te dio muy bien. Otro personaje que ya despuntaba mucho y antes de convertirse en una estrella maisntream era Joaquín Sabina, quien viste un par de veces en La Mandrágora en la Cava Baja con Javier Krahe y Alberto Pérez. Ibas con Marisa, su hermana Julia y su novio Manuel Jesús Bellón, a éstos 2 últimos el ambiente les gustaba mucho… y las canciones.

 A Sabina te lo encontrabas alguna mañana al ir a trabajar porque vivía en la calle Duque de Alba, donde habitaba en un ático que tenía terraza a la misma calle y a la plaza. Tú ibas, el venía.


XV


 Tú no sólo te habías querido instalar en Madrid por motivos laborables. Probablemente en Coria te hubiese ido mejor si supieras buscarte la vida en un pantano tan pequeño. Porque hasta novia tenías con posibles allí y acomodo hubieses encontrado.

 Pero el asunto era que deseabas navegar a mar abierto aunque perecieras en el intento, y en el camino ibas. A estas alturas sabías que un favor mata antes que una bala, ésta, si tienes suerte puede darte en un pie, mano… sitio no muy contundente y que te deja recuperarte y respirar. El primero siempre lo acabas por pagar. Pasadas las décadas, mantienes esa teoría.

 Alguna cuestión del pasado te abrumaba pese a todo. El piso familiar donde vivías cumpliría en 1989 el cupo de protección oficial de la vivienda a los 20 años de estar ahí, por lo tanto, el propietario o empresa que lo construyó podía a partir de esas fechas poner el alquiler que deseara, no estaba sujeto a normas, entraba en el mercado libre. Como vuestros padres lo alquilaron en julio de 1969, en el estío de la década de los 80, era el último año, cumpliría el requisito y lo que deseaba el dueño, Silvestre Álvarez, era vender todos los inmuebles, porque con el alquiler al que estaba sujeto todavía y pagando contribución, portería y comunidad, aquello no le salía a cuenta.
 Recuerdas esto porque una tarde estando tú en Coria, hacia 1984, te llamó para que bajases a su oficina. Te citó junto a Fulgencio Hernández, que vivía en la otra escalera y al parecer erais los únicos que no habíais comprado el piso que habitabais. Tú situación entonces era la que era, tres años después incorporado al mundo laboral incluyendo tú hermana,  no era mucho mejor, pero al menos era. Le dijiste que hasta el estío del 89 tenías tiempo, luego ya veríamos. La idea claro, era comprarlo, siempre sería un precio  inferior al del mercado y Silvestre Álvarez quería quitarse de encima “estos muertos”. Él ya era  millonario del ladrillo, de los primeros que viste en España de primera mano. Aquello se alargó hasta esas Navidades del 89 que tú hermana y tú decidisteis pagar la cuota de la hipoteca correspondiente, previo aviso al dueño y sobre todo después de que Isabel, vuestra madre, se hubiese reunido con Pepe el director de la Caja de Extremadura y supiese a qué atenerse. Todo era cuestión de números, nóminas y ciertas sonrisas por ambas partes de confianza de que se iba a cumplir. Hipoteca a interés fijo, diez años. En Semana Santa de 1990 tu madre se convirtió en dueña de su inmueble, sus dos vástagos, mal que bien, se comprometieron a pagar durante una década religiosa o malamente el ingreso mensual que a cada uno le correspondía. Ella quedaba al margen pues su pensión era digna a estas alturas para vivir en Coria, pero no para pagar casi la mitad de la misma en una hipoteca.

 Algo de esto te debía de estar rondando la cabeza aquel sábado primaveral  mientras tomabas un café con pastas en el café Real de Ópera. Esperabas a Marisa en una de las mesas del fondo cuando un grupo de gitanillas entraron como comandos, descolocando al personal y robando cuanto estaba a su alcance. Las dueñas dieron la alarma, para ti fue tarde, te levantaron la cazadora de cuero negra donde llevabas documentación, dinero, las llaves del portal y de la casa... saliste tras ellas, apenas unas chavalas de 8 a 13/14 años, eran unas cinco. Durante unos segundos no las tenías a la vista, luego echaste a correr por la calle de Vergara y la que llevaba tu cazadora al verte la levantó al aire y sacó cartera, llaves y se acercó a una alcantarilla para tirar todo. Le imploraste que no lo hiciera y no le harías nada. El problema era que apareciese parte de su gremio y a ti te iban a romper. Mientras te acercabas con los brazos en alto soltó todo y cayó en la acera, luego echó a correr, por un momento creías que era capaz de tirarlo por la boca del alcantarillado. ¡Vaya gracia!

 Todo estaba en orden, descolocado, pero en su sitio. La única vez que te ha pasado en Madrid, por estar pensando en el pretérito y sus arreglos. Tardarías unos años en dejar atrás definitivamente el pasado. De todo este caos surgió algo bueno e inesperado. Cuando regresaste al café Real, las dueñas acudieron raudas a ti, nada, todo ha quedado en un susto y la tarde fue pasando y cayendo. Tu sorpresa llegó antes de que Marisa apareciese por el local, una de las propietarias se te acercó con 2 entradas de Neil Young que esa misma noche sabatina tocaba en el Rockódromo madrileño. ¡No podía ser verdad! Ella no alcanzaba ir, no te dio explicaciones, y se sentía culpable de lo acontecido. Tú no tenías 800 ptas para pagarle los 2 tickes, ella insistió en regalártelos. Ni te preguntó si te gustaba el muchacho que tocaba. Cuando Marisa llegó, no la dejaste ni sentarte, os fuisteis en el metro hasta la Casa De Campo.

 No hay que dejarse engañar, aquel mismo 1987 asististe a 2 acontecimientos magnos y multitudinarios, ver a Neil Young y tres meses después a U2. El rock era es y será, totalmente marginal, de sala pequeña y garito, alejados de ventas millonarias y del factor público, cada vez más elitista y exigente que desea ver a los músicos cerca y palpar sus entrañas.

 Neil Young no estaba de moda ni en Estados Unidos y menos en España, claro. Como muchos de los grandes a los que tú seguías y sobre todo comprabas discos para ir completando lo que te parecía una colección interesante y de calidad, la década de los 80 con sus múltiples cambios les descolocaron. Pasó con Dylan, los Stones… Young no era ajeno y encima tocaba en un espacio absurdo en el sonido como el Rockódromo, con un suelo de tierra y unas gradas alejadas y cuarteadas porque aquello originalmente era una pista de atletismo, pero el Ayuntamiento se empeñó en llevar allí estos tinglados. Al menos, el precio al ser subvencionado, era menor.

 Cuando las luces se apagan comenzó la descarga con Mr. Soul, una canción de su etapa Buffalo Springfield. Cayeron clásicos irrefutables: Cinmanon Girl, When You Dance I  Can Really Love y el vendaval de rock a la que ya acostumbraba, más de 10 minutos de espesura interminable con Down By Te River.

 Con su camisa tejana sin mangas, esos cabellos de loco que tiene, la cara de caballo desbocado, una banda atronadora y él con su Gibson Les Paul… las miles de almas o cuerpos que estábamos allí, al menos para ti, superaba todo lo previsto. Crazy Horse en ese momento era de lo mejor que se podía ver en directo, otra dimensión, rock antiguo de lo que a ti todavía te faltaban unas cuantas cientos de copias de vinilos para completar lo que deseabas gozar, escuchar. Neil Young & Crazy Horse te lo confirmaron en el primer concierto grande en todo, a los que asististe.
 El Joshua Tree Tour trajo a U2 al Bernabeú en una noche   
calurosa de julio. Temas del nuevo Lp y canciones consagradas consiguieron entrar en el subsconciente colectivo, dejando una velada agotadora pero agradecida. Tú lo escuchaste y viste desde las gradas. Desde allí observaste una velada interesante, no sólo por los irlandeses en el momento culminante de su carrera; The Pretenders y UB40 te alegraron los oídos y la vista.

 En agosto te fuiste con Marisa a Alicante unos días y luego cada cual se fue a su pueblo con su familia. El año anterior tocó Almería, que ella no conocía. No pudiste ver a Paco Vivas porque estaba recogiendo fruta en Canarias, sí al resto de la familia que también te acogió en tu periodo militar. Como ni Marisa ni tú tenías coche, la quincena la dividisteis parte en la capital y el resto recorriendo un trocito escaso del Cabo de Gata, siempre en transporte público. Dio tiempo a todo: comer bien, descansar, observar amaneceres y anocheceres, discutir y a amaros.


XVI



 Te sentías cómodo en tu trabajo pese a tener que renovar cada 6 meses y esa espada de Damocles ahí estaba. Con tu mundo, tu espacio, tus colaboraciones que en ocasiones te publicaban un relato en La Luna, tus libros y disquitos, tus conciertos ahora que el Rock-Ola cerró en 1985 te movías por el Revolver, Rock Club y El Sol. Los conciertos en grandes espacios te quedaban un poco alejados, por presupuesto y que eran incómodos con tanto gentío. Sólo ibas muy a tiro hecho y siempre y cuando se dieran las circunstancias.
 Pero Marisa evolucionaba hacia territorios más capitalistas, se movía en otro ambiente, la hicieron fija y ella llegó un punto en Xeros Corporation que poco menos que era imprescindible, tú que crees que todos no sólo somos efímeros y vulnerables, sino prescindibles del todo. En fin, que a veces discutíais. Su nómina casi duplicaba la tuya, que te veía con cierto acomodo, y era verdad. Pese a todo y sin creer que esto contigo pan y cebollas de Miguel Hernández, seguías adelante hasta que diste un paso al frente, o lateral o al vacío.

 En los apartamentos que vivías se compartía parte de la cocina y el baño con otros 3 personajes. Cuando fuiste a parar allí, Rafa estaba al lado del tuyo, su habitación tenía una ventana muy grande a la calle, era la mejor y por eso pagaba más, pero siempre le viste que vestía con zapatos italianos, cazadora de cuero en otoño y abrigo en el invierno, tenía un coche que dejaba por la Plaza De Tirso de Molina o calles adyacentes. Nunca pagaba ninguna multa de aparcamiento indebido, y vaya, que vivía bien. Había otros, claro, una chica que hacía teatro e iba a academias de interpretación donde daba y recibía clases, un estudiante de periodismo de primer año y un iraní, treintañero que estudiaba ingeniería de algún tipo, casado y con un hijo que vivían en su país. Tenía beca de estudios y prorrogada su estancia en España dos años más. El personal cambió poco en los casi 3 años que estuviste allí.

 Solías ir a ver los partidos del Barcelona al establecimiento Sánchez, en Mesón de Paredes, porque tenía una tele muy grande. Allí coincidías con Rafa y empezasteis una cierta amistad o intercambio de opiniones. Trabajaba en una agencia inmobiliaria de pisos de 2ª mano,  y le iba bien, y cuando no, su jefe le adelantaba dinero. ¡Carajo, como a Charles Bukowski, sabían algo que a ti se te escapaba!

  A principios de 1988 te cumplía el contrato con la editorial, había cambios que no sabías como te iban a afectar. Gente que contrataban y otra que la largaban o se iba. Parecía que contaban contigo, pero nunca se sabe hasta que el lobo te agarra con las fauces. Tanteaste el terreno y parecía que sí, pero esto cada 6 meses te agobiaba un poco la verdad. Las distintas reformas laborales eran como las de educación, una pelota de fútbol en un patio de recreo.

 Febrero era el límite y Rafa te dio un número de teléfono al que llamar. Te veía inteligente, quizás porque muchas tardes te observaba escribiendo a máquina tu primera novela, algún relato, que leías bastante, que veía tu habitación con libros y discos raros que no le sonaban de nada. Vio que desperdiciabas tu vida laboral. ¡Coño! 

  Un viernes por la tarde al salir de trabajar atravesaste la Plaza De Tirso de Molina como siempre. Subiste a tu apartamento y bajaste otra vez a la calle con un papelito y un número de teléfono. A la entrada del metro estaban varias cabinas telefónicas y preguntaste por Angelines. Era el contacto de Rafa en una agencia inmobiliaria. Te presentaste y preguntaste. La amiga de tu vecino estaba en recepción junto a otra chica, te atendió ella directamente. Expusiste la cuestión, esperaste, unos segundos más tarde iba con tu mensaje a la jefa de la oficina, que no la dueña de la firma y te comentó si podías acudir esa tarde. Claro. Te venía hasta bien. Línea directa de metro Tirso De Molina a Ríos Rosas. Ya en recepción te presentaste y te hicieron esperar unos minutos mientras observabas. Como siempre pasa en todos los sitios, las vísperas de fines de semana la gente está contenta aunque aquí se hacían turnos rotatorios cada sábado alterno para ir a trabajar, sólo por las mañanas.

 La jefa se llamaba Marisa, mira tú por dónde. Ni se te había ocurrido llevar curriculum, total sólo habías estado en un sitio y la dirección y teléfonos te los sabías de memoria si querían pedir informes. Aquello fue rápido y bien, tal vez porque Angelines llevaba allí unos años y condujo la cosa de su mano (que no la conocías de nada a la chica), que le caíste bien, a veces pasa, que fuiste sincero al contestar a todo la verdad, de experiencia ninguna, conocer Madrid así así, contrato de prueba 3 meses y luego de 6 en 6; te pagaban el bono transporte mensual para moverte con total libertad en bus y metro, un fijito que podría cubrir tus necesidades más básicas y comisiones al margen. Ahí estaba el matiz. El 11 de marzo de 1988 entraste a trabajar en Alquileres Chaves, Ríos Rosas 11,1º Derecha.
 Marisa pareció calmarse porque observó una cierta ambición en tu persona y en una de las eventuales llamadas que hacías a la casa de María, una de las asistentas te confimó que en unos días vendría a Madrid desde Londres, donde trabajaba en medios audiovisuales.
 Buen momento para verla de nuevo después de varios años. Como te podían localizar en el trabajo, fue ella la que se puso en contacto contigo a su llegada y aquella primavera se iluminó una vez con su presencia. Los días que estuvo por aquí la viste despierta, ágil mentalmente, con una soltura muy anglosajona. Te alegró verla de nuevo, no dejaba de ser el primer ángel que apareció en tu existencia.

  Pese a sus múltiples compromisos y no solo familiares, os invitó a comer a Marisa y a ti a su casa de Arturo Soria. María no había perdido ni su sentido del humor ni la inteligencia que la hacía tan especial. Los contactos que estableció en Londres muchos a través de su trabajo, la llevó a ver a cuanto grupo y solista le apeteciera en la capital británica. También ayudó bastante que Marisa hubiese residido allí casi un año para que ambas establecieran paralelismos de sus estancias, lugares comunes que conocían, sitios, tiendas, calles y otras obviamente, que eran espacios sin explorar.

 

XVII


 Tenías claro  que toda independencia se sostenía sobre dos pilares fundamentales: la salud y el dinero. Si una de las dos fallaba, mal asunto, la 1ª era esencial como el respirar, por razones de horarios no podías hacer deporte como habías realizado a lo largo de tus primeras primaveras, pero el trote que te dabas de un sitio a otro, ahora ya más en metro y autobús, te mantenía bien. En cuanto a comidas, digamos que pasable pero siendo consciente que como en casa en ningún sitio. Con el tema crematístico sólo existen 2 problemas: o no tener o poseerlo en exceso. Aquí aquello del término medio viene que ni pintado.

 Te movías por la redacción de La Luna donde a veces te dejaban publicar algún relato, eso en parte colmaba tus expectativas egocéntricas que todos tenemos y allí el elenco de personajes que se movía entre pintores, fotógrafos, escribas… era cuando menos curioso.

 Algunos venían del undergroung más profundo de finales de la década de los 70, sobre todo grafistas de comics. A mediados de 1985 Borja Casani ya no era el director y aquello cambió 2 veces en el equipo directivo aunque la idea era la misma, duró hasta 1988. Ahí conociste a bastante gente, una especie de dualidad en tu vida pues por un lado estaba el sentido de la vida más convencional en el trabajo y el otro, no menor en ningún caso, que te alimentaba el cerebro y unas ansías por seguir, no se sabe a dónde, pero aguantar, caminar, resistir, ver que aquello que hacías al menos servía para levantarte cada mañana con un significado a tú vida y darte la coartada que buscabas.

 También de periodicidad mensual se publicaron varios números de Madrid Me Mata entre 1984/85 y una revista de historietas curiosas, Madriz, que duró un poco más, de enero de 1984 a febrero de 1987. Todo servía para dar un colorido nuevo no sólo a la ciudad, que era espejo de un país en una transición continúa.

 Cerrado el Rock-Ola donde se quebró una época, te movías más por Malasaña, donde te encontraste con Montxo Algora que era el autor de varias portadas de discos que tenías y sobre todo, el decorador de las paredes La Vía Láctea. Tampoco era descartable alguna charla con José Morera Ortiz, El Hortelano, por ejemplo una noche quedaste para que te firmase las portadas de Al Calor Del Amor En Un Bar de Gabinete Caligari y Juan Perro de Radio Futura, cuyos dibujos de portada eran suyos. Menos asequibles eran Ceesepe o Ouka Leele. Con Alberto García-Alix,  había días y sobre todo… noches. Varias de sus fotos estaban en Lps que tenías, sin ir más lejos la foto del interior del disco citado de Radio Futura.

 Los casi 3 años con Marisa dieron mucho juego. Alcanzó cuando el tiempo y el dinero llegaban, al margen de unas vacacioncitas ya mencionadas a Almería, para ese mismo año haríais una escapaba de varios días en julio a Gijón, donde viste a tu guitarrista favorito y por el que bebías los vientos: Rory Gallagher, en formación de trío, con una sección rítmica demoledora: Rod de Áth en la batería y Gerry McAvoy en el bajo. Dos horas fulminantes de dominio de la Fender, acústica y dobro, que colmaban con mucho tus expectativas.

 Las vacaciones de Alicante dieron para un paseo en barco y pasar el día en la Isla De Tabarca, de muy pocos pobladores durante el año pero que en el estío, ante cierta avalancha, se restringía el número de visitantes. Música, comida, sol, sitios nuevos y a poder ser Naturaleza, tú tirabas más por ahí, pero había que negociar, pactar y saber cuándo ceder, aquello funcionó más de lo que creías, hasta que a las puertas del nuevo verano, Marisa te citó una tarde al salir de trabajar ambos en una cafetería de Dr. Esquerdo, a la altura de Sainz De Baranda donde parabais alguna vez. Los caminos debían de separarse porque empezaban a ser líneas cada vez menos paralelas, los objetivos a conseguir diferían; tú nunca creías que esto iba de conquistar y derribar muros, más bien de construir y tejer, pero eras consciente de que como Sísifo cada hombre debía de superar varias pruebas en esta vida contemporánea (como en cualquiera, por otra parte), pero no deseabas llevar muy cargada la mochila de piedra, te aplicabas aquello de Antonio Machado: Ligero de equipaje.

 No serían los únicos cambios a las puertas de este verano de 1989. Mientras en el trabajo te defendías bastante bien y había meses en que las comisiones te daban para ciertas alegrías y algún que otro homenaje, Manuel Jesús al que todos llamabais por el apellido: Bellón, el novio de la gemela de Marisa, Julia, se iba a quedar solo en un ático de alquiler que tenía en Ambrosio Vallejo en el barrio de Tetuán. El piso pertenecía a una viuda de Guardia Civil que vivía en Ofelia Nieto y siempre lo tenía alquilado a gentes de ese gremio y con referencias. De hecho allí habitaba tu amigo con 2 de la Benemérita, aunque él trabajaba en un estanco, pero todos eran de Moral De Calatrava, en Ciudad Real, de ahí el asunto.

 Bellón  no podía hacerse cargo él solito del precio del alquiler. El problema era convencer a la dueña de que tú eras buena persona y además comunicarle a tú amigo, que no ibais a ser cuñados.

 Con tus mejores galas te presentaste a la señora y te aceptó previa consulta con sus hijos, los varones también eran del cuerpo y la hija iba por libre. Te aceptaron y desde el 1 de agosto de 1989 tenías un ático con 3 habitaciones, salón, cocina independiente, ventanas en los dormitorios y desde una de ellas se salía una terraza que era un campo de fútbol, cerca de 60 metros para vosotros solos. El matiz, siempre lo hay… era que todo iba a 125 w y tenías varios transformadores para que aquello funcionase. El precio era razonable, el frío intenso en el invierno hasta el punto de que las sábanas estaban siempre húmedas, tiesos en el verano, pero ¡oye! Lo que molaba. Ahora existía espacio para que tu madre viniese a pasar temporadas a Madrid y el mes de agosto que no tenías vacaciones te quedaste solo pues Bellón y Julia marcharon por Asturias. Antes con su Seat Talbot azul, te ayudó a subir tus cosas desde Tirso De Molina a Estrecho. Acababa una época, la década y tú ibas a entrar en la treintena, hora de pasar los apuntes a limpio de la vida.


XVIII

  
 Ahora la oficina te caía más cerca de casa, aún así ibas en metro a diario. La agencia la llevaba un argentino que bautizaste por el El Gran Wyoming y no por su parecido con José Manuel Monzón, cantante de Paracelso, pese al diametro de testuz que ambos se gastan, sino por sus dotes de mando. Le bautizaste así a Reta, que era como se apellidaba, pero al poco se corrió el rumor y se quedó en eso. El API original era Chaves, nombre que daba a la agencia de Ríos Rosas y a la José Abascal, llevaba las 2, el responsable civil pues era el intermediario que se necesitaba. Se llevaba sus comisiones mensuales y a otra cosa.
 Fue el mejor momento de tu vida en cuanto a compañeros. La media andaba en la treintena y descubriste que varios tenían estudios superiores y os dedicabais a esto. Paco terminó Químicas, Maribel su mujer, Magisterio, Fabricio Bonezzi era odontólogo de origen argentino pero no podía abrir clínica aquí, aunque estaba en ello. Juanma Merlo biológo, en el verano siguiente a llegar tú, ingresó Jaime Cordero que acababa de terminar Estadística... 
 Aquello se formaba de un equipo comercial de alquileres cada cual en su mesa hasta que se pasó a informatizar archivos y ya erais dos en el tablero. Luego en un cuarto aparte con ventana a un patio de luces, iban los 3 captadores que eran los encargados de proveeros de material en forma de exclusivas, agente único o el más fácil para ellos y complicado para vosotros, el inmueble o local puesto a alquilar lo tenían varias agencias, lo cual implicaba más competencia o que el sitio era difícil por varios motivos sean de ubicación, calidad...
 El tener el ático para Bellón y para ti os facilitó la vida. Espacio y cierta felicidad. La intendencia doméstica se componía de la limpieza una semana cada cual, tú amigo traía botellas de butano cuando se acaban porque tenía coche, la nevera se cogía lo que había y cada cual compraba a su ritmo y lo que le apetecía. Se pagaba el alquiler a medias y Bellón no se cambió a la habitación más grande, seguía en la del medio porque sostenía que se había acostumbrado. Tú te cogiste la de matrimonio y curiosamente la que daba salida a la terraza estaba libre hasta que un año después apareció tu hermana de forma no ya provisional como hasta ahora, sino definitiva, al instalarse en la editorial en las oficinas de Madrid.
 Muchas mañanas de sábado te encontrabas a Julía en su habitación. Bellón se iba al estanco y tú iniciabas si te tocaba: barrer, fregar y hasta adecentar baños y cocina. Otras veces quedabais en Los Morales, la tasca que está en Francos Rodríguez al lado de casa a tomar las cañas cuando él salía del estanco. Marisa aparecía de vez en cuando, lo cortés no quita lo valiente y durante años mantuvisteis una excelente relación, aún ella ya casada y con dos hijas, la pequeña siempre la llamabas en su cumpleaños porque coincidía con el de tu hermana y así nunca se te olvidó.
 Cualquier fiesta o evento se consultaba con la otra parte. En Navidades viendo los escasos días que tenías tanto tu hermana como tú, decidiste que viniera tu madre. Como Nita, nombre con el que llamabais a tu hermana, ya tenía coche aunque de 2ª mano, bajó a Coria el fin de semana anterior y la llevó pasados Reyes. Ni que decir que comisteis muy a gusto y Bellón se encargaba de recordarte que cuando venía otra vez. Como siempre hubo buen rollo, las gemelas una por derecho y la otra por curiosidad, también se acercaron a yantar por estos días.
  A tú madre siempre le gustaban tus novias cuando la cuestión estaba finiquitada, con el paso de los años y viendo que ni Nita ni tú os asentabais sentimentalmente, sobre todo por ti que siempre te veía desvalido sin una hembra al lado, aflojó un poco.


 La agencia tenía un estudio de arquitectura que os proveía de pisos nuevos para alquilar siempre y cuando se encontraran inquilinos no sólo fiables, sino económicamente sostenibles. De ir por allí varias veces a la calle Alberto Aguilera a recoger llaves para enseñar algún piso que estaban enfrente del estudio, conociste a Josepfhine García Papadopoulos, tal cual, de padre español y madre griega. Era aparejadora pero se dedicaba a diseños de interiores y apenas llevaba 2 años en Madrid. Tierna como un crouissant por la mañana, sutil y con esa belleza y cutis de varias generaciones de pertenecer a la élite, sin ser espectacular, os empezasteis a hacer gracia mutua. Hasta que una tarde que alquilaste dos pisos e ibas al estudio a dejar las llaves y si los trámites iban bien, la operación se hacía, ella propuso cerrar la oficina, estaba sola y esperando a que regresaras con los resultados de la visita, os sentasteis en una terraza y viendo la hora que era, de paso a picar algo.
 Fuera del estudio sacó su mejor sonrisa y sus dientes de anuncio. La conversación se alargó bastante. Para abreviar la llamaban Cuca, sólo los íntimos, o sea la familia, porque en el tiempo que llevaba en Madrid y salvo el redil consanguíneo, no frecuentaba muchas amistades, el castellano no lo dominaba muy bien, sí la lengua materna el griego, claro, y todavía sacaba tiempo para estudiar catalán e inglés. Vivía en La Moraleja con su padre, la mujer de éste, que no era su madre, y cinco hermanos de este 2º matrimonio. Cuca tenía una hermana menor en Atenas.
 Aquel final de año y de década, fuisteis a pasarlo a Segovia tú madre, Nita y tú. Hiciste lo mismo que el anterior sólo que cambiaste de viajeros, en aquella ocasión Marisa, Julia, Bellón y tú, repetiste ciudad, no sabes muy porqué. Mejor que la Nochevieja de 1987, que estabais los 4 en la Puerta Del Sol, por aquello de verlo tantas veces en televisión, ahora queríais participar. A ti aquella experiencia no te gustó mucho, y jamás volviste a repetir.
 Poco a poco fuiste quedando con Cuca hasta que aquello empezó a tomar cierta forma de emparejamiento. Paseos, cine, que siempre elegías tú y algún concierto, como el de Misión Imposible, el grupo donde tocaba la batería el marido de Eva, tu compañera en la editorial de la cual no le perdiste la pista y que os pasó unas entradas, fue en la sala Bwana, que estaba junto al Parque De Ordaz.
 Como la casa de La Moraleja era para gente de postín, su padre era un empresario que trabajaba en el circuito de petroleras, Cuca llevaba unas semanas compaginando sus clases de catalán e inglés con otras de piano, que tenían uno en casa. Era una muchacha muy polifacética. 

 


Comentarios

Entradas populares