SHALOM AUSLANDER: EL TEMOR A LO ETÉREO.-
El precio de la libertad es la excitación eterna.
De pequeño, creía todo lo que le decían sus mayores acerca de aquel señor tan poderoso y abusivo: Yahvé estaba en todas partes, tentaba a los suyos con comida no kosher, y, si cedían, los torturaba de manera indecible.
Auslander fue educado " como un ternero " en el seno de una familia judía ortodoxa hasta que cursó sus estudios de instituto en Manhattan. Desde entonces el autor ha intentado ( a veces lo consigue por lo que escribe ), armarse de valor a través de los placeres mundanos con la deglución de comida no kosher, que es aquella que es aceptada por las leyes judías, y ya de paso se dio a la masturbación más temerosa. La literatura, abierta la vereda creativa, no siempre menos prosaica pero sí más duradera, en parte le ha servido para zafarse o burlarse, o al menos intentarlo, de sus muchas zozobras y pretender superar los miedos infantiles. Aún así, la presencia insidiosa de esa figura rencorosa, abusiva, caprichosa conocida como Yahvé, no le da tregua: este neoyorkino quiere con todas sus fuerzas no creer, pero no lo logra, y como resultado de todos estos momentos tétricos en su existencia, escribe, desde relatos que luego atemorizado en muchas ocasiones los borra, cuando el ordenador le pide una 2ª opinión, acepta " eliminar " lo escrito, porque le parece ofensivo para ese dios pequeño y altanero que le atosiga emocionalmente.
Auslander intenta exorcizar ese pasado inmediato, pero sólo consigue buenas críticas y algún éxito editorial entre cierto público, pero que le relega a los abismos personales. Aún así insiste como martillo pilón y es capaz de presentarnos a una Ana Frank vieja y no tan digna de elogio como ha pasado a los anales del subconsciente colectivo en Esperanza: Una Tragedia. Claro que para meternos en harina y salir con la cara y las manos blancas como fantasmas, nada mejor que su novela Lamentaciones De Un Prepucio, quizás porque a la perrita Blackie solía dormir con un ojo abierto, para olvidarse, durante la noche, de la diferencia entre ver y soñar.
El miedo es la esencia de la brevedad.
LAMENTACIONES DE UN PREPUCIO.- 2010.-
¡ Bendito sea el Señor, rezábamos !
Era importante tener contento a ese hombre, o lo que quiera que fuese, hacíamos lo que había ordenado, porque me contaron que era capaz de abrir el mar, levantar montañas; pero si por un casual no obedecíamos mataba a aquel que era hostil, nos odiaba, otras veces dejaba que otros seres parecidos a nosotros nos mataran. A esos días los llamábamos " los festivos ". El Purim era cuando recordábamos que los persas habían intentado aniquilarnos y durante La Pascua fueron los egipcios; la Jánuca los griegos... y así, era un no acabar. Había hambrunas, inundaciones, terribles venganzas, Hitler... luego después de una canción, un piscolabis y un sueñecito agitado.
Me criaron como si fuera un ternero en la población ortodoxa de Monsey, Nueva York, donde estaba prohibido comer ternera acompañada de productos lácteos. ¡ Cuantas cosas prohibidas ! Los profesores de mi juventud han muerto, mis padres son viejos y casi no nos vemos. Aprendí a leer cosas por mi cuenta y a saber que el mayor conspirador de la historia actúa en silencio, pero cuando crecí me desvié con el hurto, a poder ser en grandes almacenes porque para eso llevaba puesto el " kipá " que daba el pego, también la marihuana y claro, una cierta masturbación compulsiva que me alejaba de mis ancestros, consciente o no de ello.
Albergué la esperanza de que en algún lugar nos esperaban pastos más verdes y jardines más hermosos, pero me entristeció pensar que probablemente no eran los mismos jardines ni los mismos pastos. No puedo evitar darme cuenta de que cada vez que empiezo a avanzar en mis relatos sobre Dios, aumentan los ataques en Israel, y me siento culpable y me interrumpo. ¿ Es Dios que me está enseñando qué pasará si le cabreo ? Todo parece pecado, cargo de conciencia, un aplastamiento moral innecesario y abusivo sobre tí o los demás, en ocasiones sobre gente que deseas, quieres, amas. Hasta que llega a tú vida tú hijo, y temes los meses de embarazo, del malestar de su madre, Orli, y es agobiante, miserable que algo suceda.
Y cuando el niño sale al mundo, porque es varón, no sabe si hay que hacerle la circuncisión como manda la tradición o no, y atreverse con ese dios colérico que le puede torturar lenta y dolorosamente, él, que es tan divertido. Pero Paix, crece, cumple un año y poco a poco ciertos temores se atemperan porque uno no puede vivir con el sacrificio de Isaac, del desierto eterno de Abraham y la inexistencia de Sara de por vida...
La perrita Blackie jamás se hubiera comida a su mamá. Bueno, quizás con un guiso bueno, con sus patatitas, sus guisantidos...
Shalom Auster al parecer sobrevive a una década más y al margen de cierto relumbrón de escribir para The New York Times Magazine, Esquire o CG, ha debido de pactar con " el altísimo " seguir escribiendo, comiendo chocolatinas o lo que se antoje que esté prohibido en su ortodoxia judía, criar ahora a sus 2 vástagos y tener cierta paz al vivir en Woodstock; también se escudriña las neuronas para dejarnos de vez en cuando algún texto nuevo en forma de novela.
Excepto el iconoclasta Auslander que no le debe de parecer extraño, existe una comunidad canibal americana de las muchas cuestiones raras que habitan en USA. Mamá Para Cenar su novela, es divertida si entendemos el sentido del humor peculiar del escritor americano, centrarse en una familia, digamos " curiosa " de una sociedad invisible, buscando siempre la desazón existencialista y la hilaridad más salvaje en el texto del que escribo. Auslander permanece en el lado más irreverente, con un argumento que parece descabellado, pero que no lo es tanto a medida que avanzamos en el libro.
Por delgada que sea, existe una línea que separa la paranoia del pragmatismo.
ESPERANZA: UNA TRAGEDIA.- 2012.-
Nosotros contra ellos.
MAMA PARA CENAR .- 2021.-
¿ Es el amor lo que une a una familia ?, se preguntaba Séptimo, ¿ o solo la culpa que culparía el distanciamiento ?. Los Seltzer habían sido siempre una familia de díscolos, y mientras el taxi atravesaba ruidosamente el puente de Brooklyn, Séptimo estaba cada vez más ansioso ante la idea de volver a verlos. ¿ De qué iban a hablar ? La mayoría de las familias se dedicaban a rememorar lo buenos que habían sido los viejos tiempos, pero los viejos tiempos de los Seltzer nunca habían sido buenos.
Una madre cruel que ya en su lecho de muerte cita a sus vástagos, unos 12, y antes de apagarse les comunica su última voluntad: comedme. Mud, la progenitora, les había inculcado que cuando consumimos los cuerpos de nuestros seres queridos, nuestro amor transporta sus nutrientes hasta nuestras células, de modo que viven dentro de nosotros para siempre. Pero Cuarto tiene objeciones, lo que realmente transporta los nutrientes a las células no es el amor, sino las mitocondrias.
Tal vez tengamos razón al acusarnos de engendrar una cosa tan torpe como el hombre; razón al llamarlo un acto vergonzoso y considerar los órganos que sirven para dicho propósito asimismo vergonzosos.
Todos tenemos el mismo cableado emocional, reflexiona Quinto, así, deseamos las mismas cosas, las necesitamos y las tenemos, claro que él habría odiado a Mud tanto como los demás si no hubiese estado ocupado odiándose a sí mismo. Séptimo Seltzer abrió la puerta de la casa de su madre y tuvo la sensación de retroceder en el tiempo, como si un asesino con un hacha le estuviese esperando. ¡Peor !, le estaban esperando sus hermanos. Había que deliberar como sacar a Mud de su cama, transportarla a un sitio tranquilo, discreto, alejado de ojos ajenos; descuartizarla y comerla, un trozo cada uno para cobrar la herencia, que todos necesitaban excepto Cero, que no contaba para nada. Claro que cargar el cadáver de Mud hasta el edificio de la Universidad iba a resultar más difícil que sacarla de su casa. Aunque allí no había escaleras ni puertas que complicaran la tarea, debían de cubrir una distancia mucho mayor, por no hablar del terreno rocoso o de que no tenían forma de saber en qué momento podía pasar un coche patrulla.
Cero había llegado a la misma conclusión que Montaigne, incluso en el trono más alto del mundo, seguimos sentados sobre nuestros traseros.
BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA
LAMENTACIONES DE UN PREPUCIO.-2010.-
ESPERANZA: UNA TRAGEDIA.-2012.-
MAMÁ PARA CENAR: 2021.-
Shalom Auslander: Monsey- USA.- 1970.-
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