SARA MESA: INTROVERSIÓN


 El tiempo - una vez más - pareció detenerse suspendido en la nada.


 UN INCENDIO INVISIBLE .- 2011.-

 El doctor Tejada se bajó del taxi y vio los tres grandes edificios formando una C, las placas solares reverberando bajo la luz declinante de la tarde, las parcelas marchitas, un huerto desbrozado y una piscina semiolímpica sin agua. Era el nuevo jefe de geriatría de New Life.
 ¿ Y Usted, qué le ha traído aquí ?
 Tejada hizo una mueca de disgusto, nada de contactos con nadie, ni acercamiento, ni aunque se encontrase sumido en la más absoluta de las soledades. Uno no llega a una ciudad sin habitantes y se hospeda en un hotel casi sin clientes para contarle su vida a una recepcionista cualquiera. Luego, en la clínica tendrá que soportar a La Clueca en su silla de ruedas, El Viejo que parece un enigma en sí mismo; Catalino Fernández el enfermero, la enfermera Ariché y fuera de ahí, el misterio de la Niña que se hace llamar Miguel y cuida de Tifón, un perro famélico con el que se queda a dormir en una barquita.
 Tejada permaneció sentado durante varios minutos, sosteniéndose la cabeza entre las manos, no sacó nada en claro.  Aquel anhelo de incomunicación social, la voluntad de cruzar por la historia de una ciudad moribunda sin rozarla ni ser rozado por ella- como un pájaro que cruza el cielo sin que el aire se altere - había resultado ser un innegable fracaso, pasados los meses en Vado, un pueblo cada vez más fantasmal, como él. De hecho, su actitud despectiva e impasible, no le salvó de ser objeto de curiosidades por parte de algunos vecinos molestos, preguntones, mirones, inquisidores...

 Cada realidad modela su propia extrañeza.


  Se convirtió en un aliciente, aquella Niña en una ciudad sin niños a la que estaba esperando desde hacía 3 horas en aquel banco ardiente. La desbanda en la ciudad de Vado se producía día a día, de ahí que la pequeña cogió del Lidl unas salchichas para Tifón; todo estaba roto, el precinto de la entrada quitado, alimentos desperdigados por los estantes, con envases deteriorados y algunos caducados. Había ratas y gatos abandonados, alimentos que comenzaban a cubrirse de moho, pese a que los vecinos llamaron a los servicios de limpieza, éstos no daban abasto entre el escaso personal y el deterioro general de la ciudad.
 La Niña se tumbaba a soñar en una de las barcazas más rudimentarias del puerto fluvial; la descubrió entre juncos asilvestrados y la tenía como escondite por su rudeza y porque le daba un aire a aventuras de las láminas de los libros. Allí Tifón se sentía a gusto.
 Arrastrando su pequeña maleta pequeña de ruedas, la Niña recorría las calles de Bocamanga a la búsqueda de algún supermercado abandonado, Tifón la seguía de lejos, cauteloso, sorteando las montañas de basura y cascotes. Pese al vacío, aún se reconocía lo que fue zona comercial del barrio, con su trazado rectangular, racionalista, hacía el que confluían todas las urbanizaciones de viviendas. Pero  aquí como en Vado, todo empezaba a tener un aire fantasmal desquiciante.
 Ya empezaba a anochecer con brusquedad, las sombras embestían a golpes las luces y el cielo se derramaba poco a poco sobre las estancadas y opacas aguas del río. Tejada perdió de vista a la Niña, se habrá ido... al fin. Él no siempre fue así, hubo un tiempo en que fue dulce y delicado, de cuerpo suave y flexible. Creció normal, se doctoró, se casó, se divorció, tuvo una hija, Elena, enseguida se dio cuenta de que uno prospera y el tiempo se pudre. Ahora deambula con la recepcionista del hotel en edificios vacíos hasta que una mañana camina hacia la estación de tren y tras 2 horas de espera, se sube, todo parece más lento y pesado.


 La mejor manera de evita el caos es construir un cauce que discurra ocultamente.



CUATRO POR CUATRO.- 2012.-

 
 El sistema educativo del Wybrany es cuando menos curioso, niños y niñas estudian por separado; y ese internado de lujo para hijos de gentes acomodadas tiene como todo grietas, esa rigidez por donde se escurren gotitas de agua con tantos establecimientos que parecen estanterías móviles, porque la gente que en ella recibe las clases o las da, se mueve.
 Tanto como Celia, que atrapada en sus muros aislantes del mundo exterior, convence a Valen, Cristi y La Poquita para cruzar la línea del paisaje que se curva y amarillea en la distancia y huir o darse un garbeo; aunque es febrero y hace frío. El caso es remontar la colina o en su defecto bajar la cuesta y encontrar el río.


¿ Es mejor vivir libres y desprotegidos o hacerlo controlados y protegidos ?


  La seguridad del Wybrany College se basa en unos principios muy claros y estrictos. Hasta los denominados orientadores tienen sus líneas marcadas, esos guías espirituales que necesitan días libres para desconectar entre tantas reglas y compartimentos en los que viven. Los alumnos al margen de sus sexos, se fraccionan en becados, especiales y normales...
 Isidro Bedragare es otro intruso que ejerce de profesor sustituto de García Medrano, que en su momento desapareció del centro. El esfuerzo de fingimiento es agotador, pero también imprescindible en esta etapa de su vida.
 Desde luego tiene que aprender. Todavía no ha entendido nada de lo que tiene que hacer o no cuando 2 alumnos se pelean, y mucho menos si uno es becado y el otro no. No ha entendido nada de protecciones interesadas ni sobre las alusiones que se deslizan sobre todos ellos. En realidad, cada vez entiende menos

 El dinero siempre es un buen incentivo para encarar la realidad.

 Siempre hay asuntos que mantener ocultos. De lo que se trata es de fingir que no se captan.
 Isidro Bedragare siente cierta incertidumbre por el paradero de su antecesor, y busca unos papeles que dejó escritos en busca de respuestas, a fin de cuentas, todos sabemos más de lo que fingimos saber.


 La verdadera independencia sólo se consigue cuando uno vive solo.


CICATRIZ 2015.- 

 No pretendía engañar a nadie, piensa ahora. Sólo vivir otras vidas. Su curiosidad era - es - demasiado grande para ceñirla a una sola existencia
 Sonia arranca cada día una hojita del calendario de mesa, teclea en el ordenador los datos de unas decenas de fichas y luego navega por internet,  mordiéndose las uñas y ahondando en la herida del reposabrazos. Su trabajo lo considera un despropósito, la apatía se extiende como un cáncer, como una enredadera... encuentra un foro literario en la red, se da de alta con un seudónimo masculino, siempre le gustó enmascararse, ya desde niña en el colegio solía contar que era bailarina; pasado el tiempo se organiza una cena con varios miembros en Cárdenas, una ciudad alejada de donde ella vive, a 600 kms. Acude.
 Escanea una foto en el archivo y se la manda a Knut Hamsun, que está en el círculo literario y conocida la dirección de su domicilio, le empieza a mandar libros que roba en grandes superficies, cadenas como Vips, Fnac, llegando incluso hasta sus últimas consecuencias, textos simplemente como pago por su existencia. Algo excéntrico entre Sonia y Hamsun, pues a cada paquete que él le manda, quiere recuperar el dinero que se ha gastado en correos por el paquete en cuestión, cosa que ella accede. Pasado el tiempo, los embalajes cada vez son más voluminosos y lo que en un principio fue una lista de libros que según él debería de leer, se pasa a perfumes, ropa cara y de marca, zapatos, prendas íntimas... lo cual deja al principio descolocada a Sonia, pero la curiosidad sigue...
 Sus ganas de complacerla, de hacerla feliz, son mayores cuando más difícil sea ese reto. Primero fueron los libros, a los que se añadieron los discos; después comenzaron los perfumes; cuando eran demasiados mandó un sujetador, a los que ha seguido todo tipo de lencería, pasando después a los zapatos, las cremas, la ropa de marca. ¿ Dónde está el fin ?
 Sonia no deja de sentirse fascinada por ese personaje cleptómano, no sabe sí sólo para ella, que al mismo tiempo es tan perfeccionista en los textos que ella le envía para conocer su opinión, pues Sonia escribe, pero tiene dudas de su valía. Hasta que un día se conocen en persona, esa curiosidad que le llevara a una dualidad de vida que la atrapa durante unos años sin posibilidad de exculparse.


 Los vigilantes de la moral hacen sus diagnósticos mentales diseccionando familias, ¡ nunca salen de eso !

CARA DE PAN - 2018

 La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo. La niña está apoyada en el trono del árbol, leyendo una revista, cuando oye sus pasos acercándose, el chasquido de las hojas secas al quebrarse, y después lo ve, delante de ella, quizá un poco turbado pero no sorprendido por encontrarla allí, oculta tras los setos.
 El Viejo pide perdón, mira ahora a la niña, a la revista que sostiene, a ella otra vez, al árbol, los setos y finalmente habla, y dice: qué cuenta el magacín, ella despega la espalda del tronco del árbol, se echa hacia delante con sus piernas cruzadas y desnudas. 
 Más o menos a la misma hora, el viejo reaparece. Ahora la niña piensa que ya no tiene gracia, se le ocurre la idea de que a lo mejor la está espiando. Pero no sucede nada de eso. El señor mayor a partir de ahora es simplemente el viejo y ella una niña adolescente que se queda con casi porque nunca dicen su edad. Hablan de pájaros, de Nina Simone, comen paratas fritas y beben agua o refrescos y a Casi le preocupa que pasen cerca los jardineros del parque, especialmente cuando está con El Viejo.
 El tiempo sin el anciano se hace largo, las horas tensas, tan llenas de minutos, tan iguales las unas a las otras. Pero es precisamente el exceso de esa duración lo que la ayuda a diferencias matices; también él tiene sus altibajos, aunque la mayor parte de las veces charla incansablemente.
 El Viejo siempre va con mochila. La abre para enseñarle a Casi lo que lleva: los prismáticos, sus libros de pájaros, recortes de revistas y periódicos, un estuche de lápices, la toalla para sentarse en el césped, una libreta, el móvil y unos auriculares. La de ella es de marca, de colores estridentes, con cremalleras. Lleva libros de texto, una carpeta con separadores fluorescentes, un estuche, restos de papel albal, cáscaras de pipas.
 Cada uno tiene su secreto y su peculiar manera de estar en el mundo. Casi no va clase, prefiere - incluso ahora que empieza el otoño y hace frío -, pasar las mañanas en el parque, esperando que El Viejo venga, con sus misterios vividos, hasta que él le cuenta que estuvo en una clínica psiquiátrica donde lo que quería era pasear solo; ella anda buscándose a sí misma y mientras tanto... la vida sigue, hasta que la estructura de la existencia se impone.


 UN AMOR.- 2020.- 

  Si tuviera que explicar por qué está allí., le costaría encontrar una respuesta convincente. Por eso, llegado el momento, da evasivas  y se limita a  hablar de un cambio de aires. 
 A veces, ciertos errores acarrean un acierto, un cambio de rumbo o incluso una revelación.
 ¿ No es una suerte que ahora esté ahí, empezando una nueva vida ?
 En medio de la nada o de todo, depende, porque el núcleo rural de La Escapa, parece la meseta castellana, donde paisaje y personajes se parecen en esa forma inexorable que adquiere su propia personalidad: seca, dura, de rostros tallados a navaja. Nat se refugiará de sí misma, de una huida de algo que hizo en la ciudad. Al fondo de una casa que alquila, está presente El Glauco, un monte... y en el llano un casero malhumorado, una pareja de ancianos que son sus vecinos; un joven con aspecto de hippie que atiende por Piter, una dependiente de la aldea que quiere marchar, un perro que adquiere o le dan Sieso, desencadenante de una llama que se aviva... Andreas, quizá él tiene razón, es mejor no penetrar en el misterio, no tratar de entenderlo, para evitar que se corrompa.
 Pasan las semanas, incluso lo meses, y Nat se hace preguntas. ¿ Para eso te han servido los estudios ?, dirián. Esperar a un hombre que apenas conoce como una perra en celo, bañar a una vieja medio loca, Roberta, antigua maestra de escuela; dormir sola con la única compañía de un perro al que todavía tiene que atar por las noches. ¿ Qué tipo de rebeldía ha elegido ?
 Nat se gana la vida traduciendo y el sitio es tranquilo, una casa con goteras en medio del páramo. Tiene pesadillas que la dejan exhausta, al despertar, mira a su alrededor y su dormitorio le resulta completamente ajeno. Todo está en su lugar, y sin embargo algo ha cambiado. Se palpa en el ambiente. ¡ Cuanto odia la casa, qué infructuosos han sido sus intentos por mejorarla ! Todo chirría, lo ha hecho desde el comienzo, ella no pertenece a este sitio, jamás ha pertenecido, ni cuando se acoplaba con Andreas.
 Todo ha ocurrido en muy poco tiempo. Tan poco que se asombra cuando lo piensa. Estrenó un tubo de pasta de dientes cuando llegó a La Escapa, lo utiliza 2 o 3 veces al día, y aún así, todavía no lo ha terminado de gastar, queda como un tercio. Silencios, miradas torvas, siseos, mal entendidos... quizás deba dejar esto e irse a otra localidad, volver a empezar...


Hay silencios insoportables, preguntas que no se hacen y hechos que no se cuentan.


LA FAMILIA.- 2022.- 

 Mira con atención, pero no digas nada.
 Solo mira y aprende.
 Martina se preguntó si para defender el silencio hacía falta hablar tanto. Preguntó a Madre y ella le dio un pellizco cariñoso en la mejilla y le explicó que sí, que habían tenido 4 hijos, precisamente para vencer la tentación de buscar en la calle. Qué mejor cosa que jugar entre hermanos, y a Martina en principio, no le salían las cuentas: Damián, Rosa y Aquilino; hasta que entendió que el número 4 le correspondía a ella.
 Era la época en que el valor de una mujer se tasaba en función del hombre que la elegía
 Damián por 1ª vez en su vida, a los 15 años recién cumplidos, notó que Padre era un ser extraño, desencajado, como si entre él y el mundo se abriera una profunda brecha, o para ser más conciso, entre lo que él pensaba y lo que verdaderamente ocurría. No fue una revelación definitiva ni completa, sólo un pequeño aviso, una semilla.
 Rosa, de pronto se ve otra vez desde fuera. Qué extraño piensa, estar junto a todos esos desconocidos y ese perrillo que corretea feliz entre sus piernas. Una pequeña decisión- la de cogerlo - condujo a otra y luego a otra y otra, hasta llevarla al punto donde está. No hay grandes decisiones se dice, solo una ristra de pequeñas.
 Pese a todo, los 3 estaban marcados por una profunda y remota ignorancia, por la carencia de un conocimiento cabal de la vida más allá de esos muros. Hasta el tío Óscar, estaba atónito, ni siquiera el colegio les ofreciera suficiente contraste.
 De todos los hermanos, el único con sentido del humor era Aquilino, el pequeño. Desvergonzado y audaz, no era fácil de derrotar, por naturaleza optimista, tendía a observar la realidad a distancia, comprendía que todo era mucho más trivial e intrascendente de lo  que creía el resto de su familia.
 No tenían televisor, en el colegio Damián, Rosa y Martina simulaban ver los mismos programas que los demás, del mismo modo que simulaban recibir regalos en sus cumpleaños y en Reyes Magos. Admitirlo ante terceros: era vergüenza. Estaban acostumbrados, pero no dejaba de ser una anomalía en su época y en su entorno.



 Hay un tipo de incomprensión que siempre va ligada a la censura moral




 Títulos cortos, concisos, concretos; personajes introvertidos con una clara inclinación al mundo interior, cierta dificultad para lo que entendemos relaciones sociales y un carácter claramente reservado. Eso no dificulta que la narrativa de Sara Mesa sea rica en matices, deje al lector su propia invención y navegue con cierta sutileza por la imaginación de cada cual.
 A veces en sus obras bastan con un par de personajes ( el resto son meros adláteres que acompañan a la historia ), sea por ejemplo Cara De Pan, Cicatriz; o solitarios en medio de sí mismos que les cuesta encontrarse, aún en el páramo más aislado ( Nat en Un Amor ). Y sin embargo desarrollan una historia creíble, necesaria diría, para entender el mundo que les rodea y del que ellos mismos forman parte.
 Sara Mesa condensa en muy pocas páginas sus obras. De ahí que sea concisa, concreta. Personajes, lugares, entorno... unas pequeñas migas que se quedan en el texto sólo para ubicarnos en lo que realmente le interesa a la autora y de paso... al lector. Su mundo interior lo va moldeando como el escultor hasta dar con la forma que desea; junta sin ningún pudor historias obsesivas e inquietantes, a veces más por lo que no se dice y se intuye, que por lo que la realidad más tozuda se empeña en ofrecer.
 Sus libros, publicados en su mayoría en Anagrama, llevan el tesoro de unas portadas diseñadas por Julio Vivas y su Estudio A, que le dan brevedad y economía de medios en el modo de expresar un concepto con exactitud, que Mesa se encarga de desarrollar de manera clara y amena en sus páginas.
 Su narrativa escueta, me recuerda al autor alemán desaparecido hace décadas del mundanal ruido, Patrick Süskind, después de un título rotundo en éxito mundial, El Perfume, su obra discurre escasa y concreta, en envoltorio íntimos, introversión de su obra. Algo semejante me pasa con Sara Mesa; tal vez, quizás, su primer título Un Incendio Invisible exceda a lo que luego encontramos en su obra, incluso cierta dispersión de personajes en dicho libro que luego no continúan en el resto, centrándose en 2/3... diseccionando a conciencia la personalidad de cada cual, sus realidades inmediatas y pasadas, y el yo soy yo y sus circunstancias de Ortega Y Gasett.
 Ahonda un poco más en diseccionar personajes en La Famillia, donde los distintos miembros tienen unas perspectivas diferentes de ciertos hechos a medida que pasa el tiempo, porque toda congregación aún siendo la consaguínea, está dotada de numerosas contradicciones, y Mesa acierta con su ojo clínico de cirujana de la letras para desnudar de a poquitos los entresijos que se esconden en la vida cotidiana de, se supone, una familia normal y tal vez feliz, pero que el paso de lo años deja a cada personaje ubicado en alguna situación que no se presumía en su infancia.


BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA


UN INCENDIO INVISIBLE.- 2011

CUATRO POR CUATRO.- 2012

CICATRIZ.- 2015

CARA DE PAN.- 2018

UN AMOR.- 2020

LA FAMILIA.- 2022



 Sara Mesa : Madrid .- 1976.-



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