PATRICK SÜSKIND: EL ESCRITOR QUE DESAPARECIÓ

 



 Lo bueno y breve dos veces bueno. Eso debió de pensar en algún momento Patrick Süskind, porque con una obra tan escasa y excepto la novela El Perfume, el resto de la escueta bibliografía del autor teutón, apenas llegan a 100 páginas cada texto, y a veces según ediciones, ni eso. Algunas con ilustraciones, como es el caso de La Historia Del Señor Sommer a cargo de Jean Jacques Sampé. Obras concretas, certeras, llenas de las contradicciones que nos rodean a los humanos, de hombres encerrados en una pequeña habitación insonorizada donde toca el contrabajo; otras el miedo a una paloma descentra a Johathan Noel, y crea ese vacío e inseguridad kafkiano en el ser contemporáneo.

 Un tipo que le abrumó al éxito, que debe de haber cumplido 72 años el pasado marzo  ( nació en 1949 ) , que cuando cayó en mis manos El Perfume me gustó sobremanera y eso me hizo buscar más obras suyas, como ya he reseñado, pocas, escuetas, pero necesarias para entender la narrativa del escritor teutón en toda su dimensión.

 Patrick Süskind se esfumó entre sombras, hasta el punto que su editorial ha dicho en alguna ocasión que sigue vivo, pero rechaza dar más datos con tal de salvaguardar la privacidad del escritor. Una especie de Salinger a la alemana. Y esa incomunicación en un tipo culto, procedente de una familia acomodada, con posibles, con estudios superiores cursados en Munich, especialista en historia además de dramaturgo y guionista,  pudo estrenar en teatro El Contrabajo en París, donde residió varios años, decidió un buen día... desaparecer, pues agranda su leyenda.


Cada uno ocupa su lugar y hace lo que puede.


EL CONTRABAJO.- 1981.- 


  Monólogo interior del alma humana con un instrumento como base a las frustraciones, deseos, alegrías, anhelos... de un concertista de la orquesta nacional. Un casi funcionario como él mismo se explica a un interlocutor inventado. Un tipo vitalicio, con un estricto horario semanal, cinco semanas de vacaciones al año, seguro de enfermedad, incremento automático del sueldo bianual, eso que hace sentir a la gente bien, pues a nuestro músico casi le asfixia, hasta el punto de que le infunde miedo a salir de casa de tener tanta seguridad sobre el presente y futuro.

 Süskind indaga en el alma, lo que fue en un principio obra de teatro, se convierte en su 1ª novela. Y observamos rasgos que se son características de su escueta narrativa: la observación de un individuo y cómo hace para sobrevivir en un mundo que le es ajeno siempre, pero que necesita de certezas, aquí agarrado a un instrumento pesado, con forma de mujer, que estorba en su escasa habitación, para mover de un sitio a otro, que es difícil de tocar, hasta deja secuelas en forma de cayos en las yemas de los dedos, que no es atractivo en su sonido pero que es esencial en el movimiento de toda orquesta, banda, grupo... es el contrabajo.

 En apenas un centenar de páginas, Süskind logra atraparnos en un infierno interior que desea destruir lo que nos da de comer y proporciona... seguridad vital. Humor corrosivo y colocar una vez más, el envés de la existencia cotidiana a la altura de los cascos de los caballos.


 Poseía el poder requerido para ello. Un poder mayor que el poder del dinero, del terror o de la muerte; el insuperable poder de inspirar amor en los seres humanos.

EL PERFUME .- 1985 .- 


  En el siglo XVIII traslada la obra el escritor alemán que le daría la fama y fortuna necesaria, para quizás, tal vez atosigado de tanto clamor, desaparecer años más tarde.

 Excelente texto, estructura de la misma, un desafío en el tiempo, llena de detalles, ninguno menor. Aquí no se juzga, se detalla y desarrolla una trama interesante y sobre todo, original.

 De la nada Süskind saca un personaje inusual, o mejor, de su elaborada imaginación y cuidada de datos. Un ser que nace y que apenas respira se encuentra entre tripas y despojos diversos que le llevarían como a muchos, a una muerte instantánea apenas venido al mundo. ¿Qué le hace especial? Unas enormes ganas de vivir y de salir adelante, pero un innata capacidad desde muy niño para el olfato, como si lo que entendemos por los demás sentidos apenas fueran apéndices para Jean Baptiste Grenouille, que así figurará para el resto de sus días.

 Igual que una garrapata era el niño Grenouille. Vivía encerrado en sí mismo como una cápsula y esperaba mejores tiempos, que llegarían. Ni gritos, ni sonrisas, ni un destello en su mirada hacia saber qué pensaba, cómo se sentía, sólo daba al mundo sus excrementos. Hasta que a duras penas, creció, encontró un sentido a su vida, le parecía por fin saber que su existencia tenía un sentido, una meta y un alto destino: nada menos que revolucionar el mundo de los olores. Su excelente nariz, una memoria privilegiada, le darán las pistas necesarias para encaminar su vida.

 Su ambición no era amasar dinero con su arte, ni siquiera pretendía vivir de él, si podía vivir de otra cosa. Quería exteriorizar lo que llevaba dentro, que consideraba más maravilloso que todo cuanto el mundo podía ofrecer.

 Para realizar dicho acontecimiento necesitaba dos condiciones imprescindibles: la capa de una existencia burguesa y el conocimiento exhaustivo de los métodos artesanos con los que preparaban, concentraban y conservaban las esencias aromáticas y sin las cuales no eran aptas  para sus elevados usos.

 Con maestría y pulcritud, Süskind nos envuelve en una época y circunstancias muy interesantes y describe las distintas etapas del joven Grenouille. Su abandono de París, su destierro de 7 años viviendo como un ermitaño en una cueva, su regreso a la "civilización" en pequeñas poblaciones, su depurada técnica en los olores que llegará a alcanzar a maestría en el talento de matar a doncellas y extraer sus efluvios más intensos.


 Al parecer, en el mundo sin hombres, la vida era soportable.


 La perfección en el asesinato del joven Grenouille alcanza cuotas de perfección. 24 áureas de doncella hasta completar la última, Laure Richis, hija del noble 2º cónsul, con lo cual "su obra", estaría concluida. Con circunspección profesional puso el joven perfumista manos a la obra. Abrió la mochila, sacó el paño que le había servido de colchón y procedió a untarla con la pasta de grasa. Era un trabajo que requería su tiempo, ya que se trataba de distribuir la grasa en capas de diferente grosor según el lugar del cuerpo que tocarían las distintas partes del paño.

 Toda buena novela debe de tener un comienzo interesante, enriquecedor, que te atrape... y en ningún caso decepcionar en su final, El Perfume tiene ambas cuestiones. Si cuando todo parece que el adolescente Grenouille debe ser capturado ante unos hechos que ni él mismo negará, la ejecución debería ser un circo donde la multitud sería testigo, y ahí sería donde el artista perfumero acabaría por encontrar la horma de su zapato, su áurea triunfará, provocando una bacanal jamás conocida

 Grenouille tenía el frasquito de perfume embriagador en uno de sus bolsillos, una simple gota bastaría para embriagar a miles de personas... pero ya no deseaba volver a la solitaria existencia de la caverna, ya no era factible vivirla, como tampoco la vida entre los hombres, haría un último sacrificio en su exigua persona cuando llegase,¡ sí, otra vez a París!


 Siguió avanzando, hasta cierto punto sin miedo, atravesó la luz y entró en la sombra.

 

LA PALOMA .- 1988.- 


 No debe de ser nada fácil realizar una obra casi maestra, con tan pocos elementos. Bucear en el interior de un hombre solitario, solo, con apenas un trabajo y una subsistencia vulgar, pero eficaz para él. Un habitación a la que accedía por un patio interior, una angosta escalera de entrada a los proveedores y un pasillo estrecho débilmente iluminado por una ventana; dos docenas de cuartos en cada planta hasta llegar al número 24 donde se encontraba la del vigilante de seguridad Jonathan Noel, cincuentón tranquilo y soltero que vivía en la paz que no pudo tener en la infancia por el atropello nazi.

 Con una cama, una mesa, una silla, una bombilla y una percha en 3 metros de longitud, dos de anchura y otros tanto de altura, Noel hallaba el sosiego para su descanso y armar fuerzas para el día siguiente. Baño fuera, en el pasillo, con el tiempo hubo mejoras en el edificio: potencia de electricidad, cañerías de agua corriente... pero sólo un hecho perturba la eficacia de la vida de Jonathan: una paloma que aparece una mañana en el pasillo de su puerta, con sus excrementos que saltaban a la vista, manchas de color esmeralda del tamaño de una moneda de cinco francos, además de plumones blancos sueltos.

 La paloma tenía la cabeza ladeada y miraba embotada a Jonathan con el ojo izquierdo: un disco pequeño y redondo, marrón con un punto negro en el centro, escrutando su vida. ¿ Cómo es posible que a un tipo hecho y derecho le aterrorizada semejante espectáculo ? Ahí está la magistral prosa de Süskind para atraparnos, dejar al personaje herido, maltrecho, la insólita cotidianidad envuelta en terror, claustrofobia y a punto de poner nuestra efímera vida al borde del precipicio.


Estaba en el mundo de un modo muy limitado.


LA HISTORIA DEL SEÑOR SOMMER.- 1991.-


 Patrick Süskind cambiará el relato de un adulto, casi un soliloquio de anteriores trabajos, por la visión limitada pero escueta y sorprendente de un niño. En forma de cuento clásico, con unos dibujos de Jean Jacques Sempé para hacer el trabajo más llamativo, sin duda.

 Esta vez Süskind no busca espacios cerrados, una claustrofobía como en El Contrabajo o La Paloma, aquí el tiempo transcurre en lagos, bosques, caminos, el campo. En esta oportunidad los ojos de un niño, el menor de 3 hermanos, en la época en que aún se subía a los árboles y medía apenas un metro, y desde esa óptica observa el mundo que le rodeaba y especialmente al " raro " caminante que era un señor mayor al que todo el mundo llamaba señor Sommer, que al margen de no parar nunca ni relacionarse con nadie, tenía 2 características, en verano o invierno, siempre llevaba un bastón y una mochila. Poco o nada se sabía de él, pero de tanto verlo pasó a ser un objeto en movimiento cotidiano.

 Süskind nos obsequia con el ojo avizor y tierno del niño, e introduce 2 elementos más al margen de los bosques y el lago: la coqueta Carolina Kückelman compañera del pequeño en el colegio y la muy remilgada y estrecha profesora de piano la señorita Funkel. 

 Luego, con el paso del escaso tiempo que nos da la vida, el misterioso señor Sommer no desaparecerá hasta que el pequeño, con más centímetros en su cuerpo, ha dejado ya de trepar en los árboles, pero como siempre en Süskind, hay una verdad que sólo conoce él.

 






BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA


EL CONTRABAJO.- 1981

EL PERFUME.- 1985                                          

LA PALOMA .- 1988

LA HISTORIA DEL SEÑOR SOMMER.- 1991



 Patrick Süskind: 26 de Marzo de 1949.- Ambach .- Alemania .-




Comentarios

Entradas populares