NAGUIB MAHFUZ: EL FARAÓN DEL CALLEJÓN DE MIDAQ



 Un lugar, una ciudad, un barrio, unas gentes, unas calles, unas farolas… ahí debió de encontrar la pluma de Mahfuz la inspiración para las mejores novelas de su obra, una literatura que le llevaría al Nobel en 1988.
 Siempre me viene a la cabeza, a quién no, cuando transitas por territorios exóticos, caribeños u orientales, que las maravillas que te puedan contar vengan envueltas en papel de regalo, una especie de manta voladora, pero que quizás en la amalgama de personajes, sus circunstancias y curiosidades, puedan hallarlas el latir de la vida.
 Alejados de fantasías, no exentas de sueños y cantos de libertad y con un predominio amplio de la religión, esa que convida a los seres a meros insectos de sus destinos, como si todo ello tuviese que estar escrito de antemano, las cartas marcadas y los dados trucados.
 Pero Naguib Mahfuz sabe jugar bien con todo ello. Tuve suerte o simple capricho, que también, pero fueron cayendo en mis manos y en mis ojos la hermosa belleza de las palabras del egipcio, ese encantador de callejones, de cafés. Sus primeras obras leídas eran las mejores, y éstas me llevaron a varias más, hasta casi completar una bibliografía de más de una treintena de novelas y algunos textos de relatos.
 Pero antes de llegar a su culmen, digamos que publicó varias obras de corte histórico, periodo que incluye el final de la década de los 30 y comienzos de los 40, del siglo pasado. Los Juegos Del Destino – 1939, Radubis – 1943 y La Batalla De Tebas – 1944.  No dejaba de ser un entremés para lo que luego iría publicando este licenciado en Filosofía y Letras en 1937, amén de diversos artículos en distintos medios cairotas. Ese Egipto faraónico, que muchos tenemos en la cabeza a través de las diversas películas que todos hemos visto, es el que relata en sus primeras entregas literarias, como reafirmando ese mosaico de prosa contemporánea que hacía reseña en unos renglones anteriores, que no sólo sirve para Oriente, sino el resto de África, Mahfuz describe realidades y sueños siempre mal enfocados por occidentales o poco comprendidos, nos quedamos entre lo exótico y vulgar, a fin de cuentas Egipto es cuna de civilizaciones que los griegos perfeccionaron y los romanos lo encumbraron. Las páginas de Mahfouz se encargan de llevarnos en volandas hacía pasajes muy reales, de gentes hechas de piel y sentimientos, huesos recubiertos de carne y un temor ancestral a la divinidad, ese dios omnipotente en toda su obra. Pero será en la década de los 40 donde empieza a cimentar una de las grandes obras literarias del pasado siglo XX, esa búsqueda constante de la felicidad cotidiana, efímera y a veces tan juguetona, quizás en el callejón de Midaq, donde alegrías y fortunas, desavenencias y peleas callejeras dejan nuestras existencias a la altura de una simple base de probabilidades de seguir existiendo.


 El callejón se había sumido en la oscuridad y sólo la luz del café trazaba un recuadro que se reflejaba sobre el muro del bazar.



EL CALLEJÓN DE LOS MILAGROS.- 1947.-
 Alejado de fantasías orientales y de narrar paisajes históricos, Mahfuz engarza el denominado periodo “realista” de su prosa que abarca desde 1945 – 1957, donde se encuentra lo mejor de su narrativa.
 Y lo  hace desde una perspectiva atractiva y llevadera, un microcosmos de personajes y situaciones variadas y cotidianas sobre un callejón: Midag. De paso cuenta los acontecimientos que sacuden a Egipto, sobre todo en El Cairo, ante el transcurrir de la II Guerra Mundial, cómo afecta a algunos seres que transitan en el callejón, a veces iluminado hasta el extremo de ejercer milagros cotidianos a seres con problemas y alegrías muy comunes. 
 La gracia está en la elegancia en la que lo narra Maguib Mahfoz, lo que hace que El Callejón De Los Milagros sea una obra exquisita, semejante a lo que Cela sacó de nuestra inmediata postguerra en la genial La Colmena, donde hay ciertos paralelismos. Si en la ibérica prima el café, aquí es el callejón de Midag y sus múltiples calles adyacentes: Sanadiqiya, Muski, Darasa, Guriya…
 El texto se desenvuelve en una clase media trabajadora y en las exquisiteces de la alta burguesía, en forma de comerciantes. Luego sobreviven alcahuetas, celestinas, amores imposibles, y chocan las generaciones, los mayores asentados en sus negocios, a la sombra de los cafés y en los soportales charlando mientras aspiran el narguile y filosofan sobre lo divino y lo humano. Los jóvenes son ardientes, sueñan con entrar en el ejército o salir del país para hacer fortuna, pero curiosamente, todos quieren regresar hechos unos nuevos ricos.


 Un asunto muy serio ocupaba a Kirsha, el dueño del café. De hecho era raro que pasase un año entero sin que no le ocupara un asunto de esta clase, a pesar de los conflictos que le causaban. Y era que, a fuerza de fumar hachís, ya no tenía voluntad.

  
 En las mesas desparramadas del café Kirsha varios contertulios charlan a veces de los vicios y problemas de su dueño, casado pero homosexual declarado que se le iban los ojos con cualquier joven. En el microcosmos que encierra el callejón con su calles adyacentes vive la joven Hamida, fresca y hermosa y que dará que hablar mucho, sobre todo cuando desaparezca, pero son motas de polvo que están en el aire, como el vendedor de caramelos, el dentista que coloca piezas más baratas que en el mercado tradicional, la alcahueta y mujer casadera… todo como telón de fondo del protectorado británico en que vive Egipto, y aun así Mahfuz logra encadenar emociones, tensión en un barrio cairota y describir a través de las vidas de varios seres, el sistema económico inestable egipcio, regado con las oraciones y salvamentos a su dios particular, y es que como comenta un personaje: para él la política se había convertido en una transacción comercial: se ponía a favor de quien más le pagaba.




 Cuando el señor Ahmad Abd el-Gawward llegó a su tienda, situada frente a la mezquita de Barquq, en el-Nahhasín, su encargado, Gamil el-Hamzawi, acababa de abrirla y prepararla para la venta. El señor le saludó amablemente con una radiante sonrisa y se dirigió a su escritorio.



La trilogía.- Una radiografía contundente de los usos y costumbres egipcias, más bien cairotas, será la que leamos a lo largo de 3 hermosos volúmenes basados en la familia de Abd el-Gawwad, un abanico interesante que abarcará parte de la historia reciente del país africano.
 Mahfuz nos atrapará durante medio siglo con la presentación de los avatares de una familia burguesa, comerciantes, en una 1ª entrega que acogerá la generación que abarca los años 1917 – 1919. Será minucioso, detallista, su narrativa desarrollará una realidad histórica que irá cogiendo pulso a medida que las páginas pasan.
 Todos los personajes tendrán su espacio, sus vivencias, sus agonías, ilusiones y frustraciones, y de paso asistiremos con ojos atónitos (quizás para un occidental), al férreo yugo de la ley musulmana.
 Las 2 siguientes entregas, nos dejan a un magistral Mahfuz con las vicisitudes que vive Egipto, abarcando parte de la década de los 30 y 40, siempre a través de la misma familia, que crece en miembros y ocupaciones diferentes.
 Estamos ante el cenit literario de este enorme escriba, el faraón del callejón de Midaq, de hechos y acontecimientos, pero bordados con matices, detalles de la cotidianidad de una casa, de unas costumbres, de un barrio, de una ciudad.

 La experiencia le había enseñado que a veces el mejor medio para defenderse era atacarse a sí mismo, y que reconocer la falta incitaba al perdón en la misma medida que defenderse incitaba a la cólera.




 ENTRE DOS PALACIOS.- 1956.-
 Vayan por delante algunas consideraciones que me parecen imprescindibles para abordar no sólo la novela, sino la trilogía. A saber: sean los musulmanes, pero que para el caso me es igual los cristianos, ortodoxos, coptos o cualquier eufemismo bajo el manto de lo que se esconden los nacionalismos, me da igual el color y el olor de los mismos, la llamada a las raíces y orígenes, son prisioneros de sí mismos, demasiados corsé en la mente que hace que el cerebro se estreche y no se emancipe de prejuicios.
 Dicho lo cual, Mahfhuz elabora una obra maestra basada en la vida de la familia del patriarca comerciante Abd el-Gawward. Autoritario, seguidor del Corán ( como todos, cuando le interesa lo sigue al pie de cada dictado). La acción transcurre cuando Egipto está bajo el protectorado británico y la acción transcurre durante 2 años que van desde 1917 a 1919. Y lo que parece simple, una familia con una mujer –madre – esposa del susodicho y cinco hijos, 3 varones, ( uno de su primer matrimonio ) y 2 hembras. Teje, y mucho, una telaraña de relaciones, miedos, alegrías… suficiente para engancharte en una prosa rica en matices, lenguaje dulce, donde hay deseos ocultos y demasiados sentimientos furtivos que llevan a traiciones en lo más profundo de cada ser.


El amigo es un cariño duradero y la amada un capricho pasajero.


  Sin juzgar, sólo leyendo en la voluptuosidad de su páginas, encontramos la dicotomía que va en toda la novela: Ahmad Abd el-Gawward, comerciante de comestibles, de la alta burguesía cairota, goza de libertad absoluta en su vida privada y pública, uno es el señor juez en su casa y patrimonio, otro el señor serio en su tienda y juerguista con sus amigos y alguna querida “cantadora” por la que pierde sus sentidos. Otra es la cuestión de la sumisión de su 2ª esposa, la dulce y obediente Amina, que enseña el camino por el que deban de seguir sus dos hijas: Jadiga y Aisha, sendero por el que ambas ansían transitar pero sin haber conocido más mundo que el del hogar.
 Otra cuestión es el de los hijos varones: Yasin ( primogénito de su 1ª esposa, Haniyya ), Fahmi y Kamal, más libres y con decisiones propias aunque vayan chocando con el omnipotente padre, esas relaciones familiares duales que existen en todas partes, donde somos una cosa en casa y otra fuera, y a veces son muy distintas las realidades. Mientras ellos gozan de libertad, ellas son seres sumisos dotadas de belleza y hermosura que es su mayor logro, donde carecen de iniciativas y proyectos autóctonos.
 La economía egipcia, las interminables guerras con sus vecinos, son temas de conversación en los cafés, en las tertulias, en las casas, y pese a todo, Mahfuz lleva un bálsamo en su narrativa con amplias descripciones de todos los personajes, sus dudas, sus alegrías, a cada cual le da un espacio suficiente para desarrollar la novela, aunque Ahmad Abd el-Gawward es el centro de “operaciones” de Entre Dos Palacios, donde con minuciosidad, desarrolla la vida de algunas de las calles cairotas, bajo dominio del ejército británico y sus revueltas correspondientes en busca de su independencia de la corona de la Reina.
 Retrato de la sociedad musulmana, con sus principios, su rigidez, su guía espiritual en la cual seguir los pasos que lleven en esta efímera existencia terrenal, a un mundo mejor y más colorista si cabe que el de las calles del Cairo.



Es tu cerebro asustadizo, y sólo él, el que crea el problema de la nada.



 La riqueza radica en dejarse llevar por las páginas de Naguib Mafhuz, arrinconando a un lado el ser supremo o dios que guíe y penalice nuestros pasos por la vida, sin esperar ningún castigo/premio al final del recorrido, si conseguimos eso, nos llevaremos una soberana sorpresa de buen hacer, de excelente literatura descriptiva.


Lo más que podemos hacer es imaginar a la gente según nuestro propio modelo.










PALACIO DEL DESEO.- 1957.-
 Algunas cosas han cambiado en el entramado familiar. Un suceso luctuoso cerraba las últimas páginas de Entre Dos Palacios. También Naguib Mahfuz deja menos descripciones para centrarse en largos diálogos que en la anterior entrega no abundaban, y se desarrollan muchos de ellos en “la sala”, donde la familia se reúne tras la partida de Abd el-Gawward para ir a atender la tienda, por las tardes. Allí no es extraño que Amina rodeada de sus hijos y de la prole de éstos, sus nietos, Nahfuz desarrolle toda una acotación culinaria, esos guisos y platos favoritos del mundo árabe, egipcio, excelsos según algunos contertulios tales como las patatas rellenas, la mulujiyya ( plato elaborado de una planta comestible muy común en Egipto), arroz pilaf con hígado y mollejas, los rellenos maravillosos… amén de comentar las diversas travesuras de los pequeños. Como si Palacio Del Deseo se humanizase, algo que carecía en la anterior entrega, eso sin perder un ápice de descripción minuciosa de la vida y costumbres del barrio, las oraciones, los conflictivos familiares, el crecimiento de los vástagos de Abd el-Gawward…


El saber en sí mismo no es nada. La importancia radica en su utilidad.


 Concebida entre los años 1924 a 1927, no abandona las descripciones minuciosas ni de cafés, ni de los comerciantes y demás personajes que aparecen en la novela, pero los diálogos como apunté, son ágiles y certeros, esa es una gran novedad. Otra es una cierta rebeldía en el seno de la familia, quizás porque los años van pasando y cada miembro de la misma tiene sus propias opiniones que no siempre son coincidentes con la del señor Ahmad Abd el-Gawward, sobrevuela la presencia del hijo ausente Fahmi, quien enamorado en su momento de la joven vecina Maryam ( nunca bien vista por la familia a causa de sus flirteos con los soldados británicos cuando custodiaban su barrio y su posterior divorcio ), es pedida en matrimonio por el primogénito, Yasin, desatando una tormenta en el siempre radical mundo musulmán.
 Incluso el joven Kamal, hecho todo un caballerete, que desea iniciar los estudios superiores dedicados a la enseñanza, en contra, ¿cómo no?, de la opinión del progenitor que desearía para él los de derecho o jurisprudencia, que dan más pedigrí social. Incluso el joven se aleja del barrio, apenas soporta al único amigo que le queda en el verano cuando las clases han cesado, sólo le acompaña el fiel Fuad a los cafés, pues otros compañeros suyos han marchado a pasar las semanas del estío a Alejandría. Kamal desea dejar atrás el barrio en el que se ha criado y hallar el refinamiento de el-Abbasiya, con acento parisino y elegancia exquisita; hasta Amina se encoleriza, ella que siempre ha sido dulce como un ángel.



La belleza de tus ojos y de tus nalgas perdona todos los pecados que has cometido.


 Pero Naguib Mahfuz nos cuenta la vida con toques deliciosos en Palacio Del Deseo, una cosa son las pretensiones de cada ser humano y sus deseos, otras las palabras del profeta y otros asuntos, nada menores, que es vivir la vida, la cual toma decisiones que la razón y a veces, el corazón, no entienden, pero que ejecutan los personajes como abducidos desde las entrañas. “Decisión tomada, decisión asumida”. Pasados un lustro desde el deceso de un familiar, el patriarca Ahmad Abd el-Gawward sigue dando muestras de su hombría reuniéndose periódicamente con sus amigos íntimos y con las “dulces cantoras” que tanto le dan, hasta enamorarse de una joven, que puede ser su hija, porque imaginemos un perro que ha tropezado con un hueso en su camino hacia la cocina, ¿iba a renunciar a él?.
 Naguib Mahfuz nos presenta el amor en diversas variantes: la carnal y la etérea, ese afecto de fe en el universo que enseña que la muerte no es lo más horrible que podemos temer y que la vida no es lo más alegre que conseguimos desear, pues en ésta existen cosas que la endurecen y la empobrecen hasta el punto de desear la muerte, otras la enriquecen y anhelamos la eternidad. Como el joven Kamal con la hermosa Aida, hermana de su amigo Huseyn.
  Un país cuya más ilustre herencia son tumbas y cadáveres!   Egipto, que no consigue su independencia total de la corona británica con un creciente nacionalismo, una monarquía de Fuad tambaleante, pasa por las páginas de los jóvenes personajes creados por Mahfuz en Palacio Del Deseo. Una historia de un país, de una creciente metrópoli como El Cairo a través de los ojos atrevidos de la saga familiar que forman los herederos de el-Gawward. En Palacio Del Deseo suceden muchas cosas que luego parecen haber ocurrido si no están unidas a un día, un mes o un año.
 Como en su entrega predecesora, Mahfuz nos deja con alguna duda inquietante en sus últimas páginas, una clara invitación a leer la 3ª entrega. En esta, la enfermedad de Ahmad Abd el-Gawward, el virus del tifus que tiene en vilo a 2 h¡jos y al marido de Aisha y el deceso de Saad  Zaglul, primer ministro egipcio durante 1924, que acontece en el verano de 1927, cuando Palacio Del Deseo da sus últimos coletazos.








La edad traía la sabiduría, como portaba la debilidad y la enfermedad.



LA AZUCARERA.- 1957.-

 Las cosas avanzan como la vida misma, aun eligiendo que todo quede igual o parecido o semejante, el tiempo, esa cuestión inexorable, nos envuelve a todos. Almad  Abd el-Gawward ya no es el dueño absoluto de su vida ni siquiera de los que más cercan están de él, bien en el ámbito de las amistades y de su comercio, como en el familiar.
 La Azucarera acerca la generación de nietos de Abd el- Gawward a tomar el protagonismo, y a presentarnos un Egipto distinto al acontecido en las décadas anteriores. La muerte del líder nacionalista Saad Zaglul ahonda en una nueva incursión política en el país africano donde formaciones como Hermanos Musulmanes aparecen en una incursión con el objetivo de revitalizar el islam desde un punto de vista teórico y práctico, mientras las nuevas generaciones se debaten entre una nueva democracia, el fascismo o el comunismo como herramientas a seguir para el cumplimiento del desarrollo de Egipto.
 Naguib Mahfuz da rienda suelta en La Azucarera  a las diversas ideologías reinantes, ficción y pragmatismo en la realidad egipcia. Kamal toma protagonismo, el menor de los hijos, acercándose a la treintena insiste en su independencia y su soltería, es maestro de escuela primaria de el-Salihdar mientras da rienda suelta a su intelecto en la revista el-Finkr.
 Estamos en 1945. Han pasado 8 años desde la muerte de Saad, todavía hay ingleses por todas partes: cuarteles, policía, ejército y varios ministerios. Abd el-Gawward está enfermo, lo cual le obliga a guardar cama y cuando se repone las cosas no van bien. Su fiel amigo y escudero en la tienda, se debe de jubilar, Gamil el-Hamzawi llega a los 70 años, Abd el-Gawward, con 5 menos, no puede llevarlo todo y decide vender el negocio.



¡ Cuando os arrepintáis, hacedlo de lo malo, no de lo bueno, hijos de perra!



 Mahfuz entrega en La Azucarera su lado más polisémico, dotando de una enorme pluralidad de significados a la situación histórica de Egipto, pero también a los diversos miembros del clan de el- Gawward. La familia que en su momento giraba en torno a las costumbres y significados de Abd, ahora se encuentra que los límites de su mundo no sobrepasan las 4 esquinas del colchón, y a veces, con tiempo y un cierto respiro de su quebrada salud, contempla la calle de su casa, ahora bulliciosa , viva y encantadora. Con su sello característico, que la distinguía de el-Nahhasín, a la que contempló durante medio siglo desde la tienda, donde siguen existiendo los establecimientos de sus vecinos: Hasaneyn el barbero, Darwísh el vendedor de habas, el-Fuli el lechero… El otrora poderoso Ahmad Abd el-Gawward vive de recuerdos, de pasado, apenas vislumbra un futuro cuando el presente es tan inquietante. Kamal prosigue con su intelectualidad y Yasín con un cierto asentamiento y acomodo, sobre todo en sus hijos Redwán, del que se sirve Mahfuz para las coordenadas políticas del momento, y de la hermosa Karima, que supera en belleza a su madre Zannuba. ¡Guiños de la vida!; que el autor sabe muy bien conjugar. País extraño Egipto, donde se lanza a la política siguiendo sus sentimientos más ardientes y en el amor sigue la precisión de un contable. como le sucede a Ahmad, el 2º hijo de Jadiga.
 Bien conoce Naguib Mahfuz los hechos que narra, fiel cronista de una época que no sólo conoce muy bien, sino que los vivió en 1ª persona, datos cronológicos y referencias puntuales recorren las páginas de La Azucarera, amén de amena y extraordinariamente estructurada. Se sirve de la familia de Abd el-Gawward para trasladarnos a un enorme país como es Egipto, en una época crucial para la vida y encrucijada universal, como estar a las puertas de la II Guerra Mundial, que dejan a El Cairo algunas restricciones  en forma de censura, bombas… y las diversas ideologías en las que se inmiscuyen algunos de sus nietos. Una libertad de elegir su destino que no llegaría hasta la Revuelta de los Oficiales Libres, donde el último soldado británico abandona territorio de los faraones en 1954.







   No tiene el hombre un enemigo más destructivo que el tiempo.




Luces, sombras.- Todo éxito, y con la trilogía lo alcanzó Naguib Mahfuz, puede tener su contrarréplica. Sus anteriores novelas posicionan los grandes cambios sociales y políticos con los que corre Egipto, pero el escritor cairota regresa muy despacio a la entrega de nuevas obras.
 De hecho, aunque aparezca Hijos De Nuestro Barrio – 1959,  tuvo serios problemas con la censura de su país, en concreto aparece en entregas en un periódico y acaba siendo prohibido, su publicación acaecerá en Beirut, en 1967. Prohibir el texto acusando a Mahfuz de haber escarnecido al Profeta, pese a que en Egipto, oficialmente al menos, corre una cierta libertad de expresión.
 No en vano, Naguib Mahfuz es un buen conocedor de los entresijos burocráticos, él ha ocupado a lo largo de su vida diversos cargos en distintos departamento gubernamentales. Y si este faraón del callejón de Midaq, hasta ahora narraba con gran realismo en sus anteriores entregas las características de los barrios, vecindarios, de El Cairo, su siguiente y prohibida entrega puede llegar a herir el celo con el que se preserva la ortodoxia religiosa del mundo musulmán con Hijos De Nuestro Barrio.
 En cualquier caso, siempre me ha llamado la atención la liberalidad con la que Mahfuz hace gala, en las anteriores novelas, de cuestiones como el fumar hachís de forma coloquial, sin ninguna restricción administrativa ni social, y el uso de algunos de sus personajes de la cocaína, algo muy extendido en el mundo occidental a partir de la década de los 80 del siglo XX. Y todo, sabiendo que estamos en un periodo inicial de la centuria anterior, y en un país y un entorno, no muy dado a esa liberalidad de costumbres. Claro que el autor, es un fiel notario, que levanta acta de todo cuanto acontece a su alrededor y lo plasma a través de diversos personajes y situaciones, en esas calles y barrios, llenos de vida que es El Cairo.



Uno de tus demonios habla por tus labios.




HIJOS DE NUESTRO BARRIO.- 1965 .- 
 El que contemple nuestro barrio no creerá lo que canta en los cafés el poeta, acompañándose del rabel. ¿ Quién es Gábal ? ¿ Quién es Rifaa? ¿Quién Qásem? ¿Dónde están las huellas de su existencia fuera del círculo de los cafés? Los ojos sólo ven un barrio hundido en la oscuridad y un rabel que pone música a los sueños. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
 Naguib Mahfuz trata de ordenar el mundo y su existencia en una clase magistral de literatura a través de Hijos De Nuestro Barrio, en dotar al sistema de un orden y una dirección urbanita del caótico tráfico que es nuestra existencia. Se sirve de una alegoría, una leyenda más, urbana quizás, que los hombres nos hemos dado cuando crecemos y nos llamamos a sí mismos adultos, cuando en realidad encerramos demonios dentro de nuestra alma peregrina, adolescente, efímera..
 ¿Cómo ordenar el caos? Inventando dioses, ese amigo imaginario que involucramos en nuestras oraciones aun los no creyentes en nada más que en una realidad, ficticia en su mayoría de los acontecimientos diarios, que nos llevan a sumergirnos en aguas profundas de odio, desesperanza, y al fondo una luz que nos deja ver un camino que quiere ser eterno.
 Mahfuz plasma en la novela la historia metafórica de un barrio, su creación y destrucción continua, llena de oídos y esperanzas vanas, que los hombres se encargan de emponzoñar a través de sus inquietudes  y luchas por el poder, dominio sobre otros semejantes.



Además, estas gentes son buenas a pesar de su mala lengua, y estúpidas empero de sus garrotes.


 Mahfuz se empeña en explicarnos nuestros demonios interiores a través de un cuento que 
parece ingenuo, parece… pero no es. Alegoría intencionada, teje sobre un barrio de El Cairo, como una hormiga que una y otra vez le inundan de agua el boquete por el que introduce la comida y le sirve de almacén para el otoño venidero. Y una y otra vez inicia el camino pese a las dificultades. Para ello se sirve de 5 personajes, fácilmente identificables, como Adham ( Dios ), Gábal ( El niño recogido ), Rifaa ( Jesús ), Qásem ( El pastor… Moisés ) y Arafa ( El mago ); en un intento de explicarnos el orden jerárquico al que nos vemos sometidos para desarrollar nuestra existencia, las luchas por el poder y el orden que hay que imprimir, más bien someter, pero sin olvidarnos de las hipótesis de mejoras en la vida, donde algunos héroes, o iluminados, aparecen de vez en cuando, y nos hacen creer que el galgo, alcanzará en su carrera, a la liebre mecánica.
 Mafhuz nos recuerda que toda historia de cualquier nación, estado… está fraguada a base de sangre y muerte, traición y veneración. Alegoría que recurre en la novela, pues casi nada había cambiado en el barrio: los pies descalzos seguían dejando las huellas en el polvo, y las moscas continuaban entreteniéndose entre la basura y los ojos.




La muerte que mataba la vida a causa del miedo, incluso antes de presentarse.



Pos realismo.- Naguib Mahfuz está en plena efervescencia literaria, alcanzada la madurez personal y profesional, dedicado a las tareas narrativas, a sus 54 años, a mediados de la década de los 60 (S.XX); publicará varias novelas en una etapa que llamo pos realista.
 Ante el numeroso grupo de obras ya descritas, tal vez el grupo de su producción y los trabajos más complejos y de calidad literaria, existen otras cuestiones que a Mahfuz le gusta tratar, y no por eso son novelas menores, aunque no alcancen el nivel de las anteriores.
 Siempre hallaremos en sus trabajos estudios de personajes cultivados en las situaciones políticas del momento, dramáticos acontecimientos que influyen en las vidas de varios de los personajes, unas veces siendo víctimas y en ocasiones favoreciéndose del entorno, caso de Las Codornices Y El Otoño – 1962, desarrollando una etapa histórica comprendida entre los años 1952 y 1956, coincidiendo deliberadamente, con la nacionalización del Canal De Suez.
 Elige un personaje central:  Isa al-Dabbag, un funcionario víctima de la revolución, alejado del poder por diversas circunstancias, busca ayuda en los cafés donde se habla de política y religión.
 Mahfuz trabaja con personajes reales y les dota de fantasía, tanto le sirve para comentar diversos acontecimientos de la existencia de su país, así El Ladrón Y Los Perros – 1961 cuenta los avatares de un fullero en El Cairo de 1960 que acaba transformándose en un héroe local para las gentes más humildes. Primitiva y de impulsos brutales, Mahfuz incorpora nuevas técnicas literarias a la tragedia existencial y se atreve a hablar del sufismo, la doctrina religiosa y mística del islamismo, de carácter heterodoxo y panteísta, que desea la unión mística con Alá a través de sucesivas etapas.
 Pero tal vez el texto que más me interesa llegue con El Mendigo, de título engañoso, pero que sirve para describir a un personaje y sus circunstancias extremas de abandono del lugar que socialmente ocupa, pero que describe perfectamente el periodo literario pos realista en el que se encuentra la obra de Naguib Mahfuz y que concluirá con Miramar – 1967.


La libertad de acción es una forma de creatividad, aunque esté en una continua lucha contra las pasiones internas.



EL MENDIGO.- 1965.-
 Mahfuz crea un único personaje y los que se acercan a él, son meros acompañantes, adláteres que sólo sirven para allanar, aclarar, distorsionar la historia que narra en torno al abogado Omar al-Hamzawi, donde las ideas de ése individuo, sus enormes dudas existenciales cuando es admitido sin reservas dentro del sistema económico, social, familiar y político es aceptado de manera ecuánime y selecta, pues Omar al-Hamzawwi pertenece a la élite intelectual y su despacho está considerado en alta estima.
 Pero esas valoraciones y creencias generales están ajenas a él, se funden ideas, conceptos, que le dan una visión distorsionada de la realidad pues posee una valoración de su entorno diferente a las que capta en su interior, poco a poco un volcán en erupción. Empieza la duda, y con ella las preguntas molestas en su cerebro se instalan hasta que poco a poco se va alejando de su entorno familiar, laboral, de amigos…



Cada vez que veo a una mujer me parece que estoy viendo la vida sobre unas piernas.

  
 La llegada de su antiguo amigo y compañero Uzmán Jalil, que ha pasado largos años en la cárcel, sólo hace que empeorar su situación anímica, pues Omar al-Hamzawi padece una enfermedad burguesa, aquella en la que los sueños de juventud se desvanecen en las conquistas cotidianas, donde la unión con una mujer que ya no ama pero con la que se casó y formó una familia de lo más convencional está basada en la realidad y en la costumbre, como su trabajo que es fuente de sustento, pero que ya no le interesa nada de lo que ha creado.
 Ese envoltorio interno es con el que juega Mahfuz durante El Mendigo, su perdición interna y halla pequeñas fugas en placeres mundanos, en mujeres exóticas que no le dan respuesta a sus demonios íntimos, donde le resulta extraño tener que ir cada día a ese despacho que se ha convertido en un lugar sin sentido, para él, claro.


La libertad de acción es una forma de creatividad, aunque esté en una continua lucha contra las pasiones internas.



 El Mendigo quizás busque el secreto de la vida, las preguntas adecuadas para intentar obtener alguna respuesta clara, en ese El Cairo de la década de los 60 ( S. XX) mientras diversas experiencias que incluyen el sexo y que derivarán en una caída libre y mental de alucinaciones variadas.



  El éxtasis del amor se desvanece y el del sexo es demasiado efímero como para producir efecto.



 Por entregas.- Como ya era habitual en Naguib Mahfuz, será en el periódico cairota Alahram como vaya publicando su siguientes obras, si algunas prohibidas en Egipto, otras iban de a poquitos, caso de El Mendigo o Miramar.
 Los hechos que acontecen en su narrativa están muy impregnadas del entorno social y económico en el que se desenvuelve el país, bajo la estricta vigilancia militar de  Gamal Abdel Nasser se desarrolla parte de la obra de Mahfuz, y debe de sortear varios inconvenientes, y eso que él ya tenía un amplio reconocimiento de crítica y público.
 Poco a poco su narrativa investiga nuevas fuentes, corrientes por las que transitar, y así pasaremos de un único protagonista y sus circunstancias en El Mendigo a ejercitarnos en una obra coral, de varias vertientes sobre unos mismos hechos que será su siguiente novela.
 De manera sutil, todo autor que está sometido a un régimen militar, da igual el país y el contexto religioso, sigue siendo un fastidio para la libre creación y sin embargo aguza la pluma para decir lo que desea, y en esa transversalidad hallar lo que de verdad desea exponer a su lectores. Si el yugo británico desaparece, llegarán dictaduras de los patriotas, y en esa revolución fallida del pueblo, ni los Hermanos Musulmanes ni los comunistas acceden al poder, toda una declaración de principios que Naguib Mahfuz trata de salvar en sus obras de esta época realista.
 Todavía no ha llegado la derrota con los judíos de Israel por la Guerra De Los Seis Días que Egipto, en colación con otros países árabes, sufre en junio de 1967 y que dejará secuelas importantes en Egipto, más morales que otras cosas.



La muerte es la cara oculta de la creación, el complemento del silencio y enigmático círculo.


MIRAMAR .- 1967.-

 Relato intenso de múltiples lecturas según se siga a un narrador o a otro. Todo gira alrededor de un pensión que da título a la novela y sobre varios personajes, 7 en total, de los cuales  4 tienen capítulo al margen : Ámer Wadgi, señor que pasa de los 80 años y tiene la riqueza espiritual que da el haber vivido tanto y la sabiduría del tiempo, miembro en su día del parido Wadf, ha sufrido encarcelamiento y sirve a Mahfuz para desarrollar acontecimientos que ya ha narrado en anteriores obras, pero con otra visión.
 Hosni Alam es otro de los personajes con aparado especial. Joven, de la nueva clase social egipcia que ha perdido todo tipo de privilegios, es cínico y malévolo. Mansur Bahi es el más complejo y por lo tanto polisémico, aunque el nudo esencial de su personalidad se desarrolla en el instante en que se narra la historia.
 Sarhán Albuheiri es un joven proveniente del interior de Egipto, un campesino sensual y alegre que aprovecha el instante inmediato de la vida, pudiera que la revolución le halla traído un cierto bienestar, pero en El Cairo sólo le mueven dos cuestiones: el amor por la asistenta de la pensión Sohra ( auténtico motor de la obra ) y el salir de su origen humilde campesino.



A veces mentimos para convencer a los demás de que somo sinceros.



 Mahfuz nos deja otros 3 personajes sin capítulo propio, pero esenciales en el transcurrir de Miramar, Mariana, la dueña de la pensión, el otro señor mayor que habita en dicho sitio es Tolba Marsup, perteneciente a la antigua clase social de terratenientes con poder y dinero hasta que la revolución naserista de 1952 les expropió. Y la 3ª persona y la que gira alrededor de toda la trama: Sohra, sencilla y humilde, que huye del lugar en el que se crió de una boda concertada por su abuelo con un anciano poderoso del lugar, acaba en el Miramar, porque Mariana ha sido amiga de su padre.
 Miramar no esconde, no hay malos y buenos ni regulares, Mahfuz traza un relato coral pero individual dando a cada personaje su punto de vista sobre los acontecimientos, algunos trágicos en su final, pero que la realidad desvirtúa pues ni todo es lo que parece ni cómo creemos observar. Relato incómodo a ratos, seres humanos zarandeados por las circunstancias sociales y políticas que le han tocado vivir, y todo en un margen estrecho, no sólo físico como es la pensión Miramar, sino en el espacio del tiempo, lo aquí narrado ocupa pocos meses: entre el otoño y el año nuevo. 


.Una beldad morena de mirada hechizante y suculenta lozanía.



La búsqueda individual.-  Mahfuz halla en el individuo como ser aislado el centro de su atención literaria, las novelas publicadas a lo largo de la década de 1960 así lo atestiguan, esa búsqueda casi obsesiva por la libertad solitario de un personaje, aislado en su entorno más cercano, en ocasiones suele ser de un posición económica estable, caso de El Mendigo, diversa en Miramar o funcionario del estado como Tras La Celosía.
 Mahfuz tiene tendencia a la crítica social impregnada de elementos comparativos y analíticos, emplea nuevos elementos narrativos y en ocasiones, como la novela siguiente que desbrozaré, la concentración en un personaje donde casi es un monólogo interior y la correspondiente disolución del flujo normal del tiempo a través de los diversos acontecimientos  que suceden durante la II Guerra Mundial, donde Egipto es una tenaza cogida entre partidarios del régimen nazi de Hitler y Mussolini y el protectorado británico en el que se encuentran.
 Traducida del árabe en 1999, Tras La Celosia entra dentro del entorno de novelas de Mahfuz, que llamaré realista, aunque publicada en 1945, entronca con las anteriores, una preocupación que Mahfuz no esconde, más interesado en lo que realmente hay detrás de los acontecimientos que nos ocurren, casi que a diario.





 El éxtasis del amor se desvanece y el del sexo es demasiado efímero como para producir efecto.



TRAS LA CELOSÍA.- 1946 ( Traducción del árabe 1999).-
 La novela esconde realidades menos tangibles de las que pudieran observarse a 1ª vista.
 Egipto fue ocupado por los británicos en 1882 tras la apertura del Canal de Suez. Eso le hace ser un país apetecible, bañado por el Mediterráneo, e independizado parcialmente en 1936, pero seguía en la realidad bajo el protectorado británico. Eso hace que fuese pieza de caza en la II G. M. y que parte de la población no sepa a qué carta quedarse, si partidarios de los ingleses o alemanes, también, quien no sabía qué le iba en ese invento.
 En plena contienda, a mediados de 1942, el 8º ejército se retiró de Jirs-al-Fursan y Tubruck cayó en manos de los alemanes. Los bombardeos sobre poblaciones egipcias se intensificaron con especial virulencia en El Cairo.


Hoy en día es preciso que la ciencia nos libere de la influencia de todas las religiones.


 La familia de Almad Akif, un oscuro funcionario del Ministerio del Trabajo, soltero y que vive con sus padres; Mahfuz es un experto en tipos como éste a lo largo de su bibliografía, decide abandonar el antiguo barrio en el que se han criado de Al-Sakadini debido a los intensos bombardeos que se producen, e irse en su ingenuidad, al de Al-Azhar, protegido por numerosos templos, de donde deducen que no sólo les protegerá a la familia, sino que no se atreverán a bombardear por el significado en el mundo musulmán. Ataques que se producen por ambos bandos contendientes.
 Instalado con sus padres Almad Akif, este funcionario gris ya en la cuarentena se enamora a través de la celosía de su ventana, de una joven, Nawal, apenas una niña de 16 años. No pasa nada destacable hasta la llegada de su hermano pequeño, de 26 años y trabajador de un banco en la ciudad de Asiut donde lleva una larga temporada. Su llegada a El Cairo desencadena  que se enamore de la joven, originando un conflicto afectivo entre hermanos, pero siempre discreto, Tras La Celosía  esconde resignación y drama, hasta la enfermedad del joven Ruchdi, la tuberculosis, que acabará con el sueño de la vida del empleado de banca.
 

 La felicidad que nosotros vivimos hoy con unos seres queridos, tiene por precio las lágrimas que derramaremos a la hora de la separación.


. La novela egipcia arrancada del pueblo.- Su enorme producción literaria hace casi imposible que uno pueda abarcarla toda en su dimensión. Pero si se puede desglosar lo más interesante, a mi juicio claro, de las diversas etapas por las que atraviesa su narrativa, donde acoge diversos guiones cinematográficos o para la televisión desde 1955, Mahfuz está vinculado desde dicha fecha a la Organización Estatal de Cine, Radio y Televisión egipcia, y esa calidad literaria junto a otros grandes de las letras de su pais, gran consumidora por otra parte de su cinematografía, hace que el autor aún extienda más su enorme prosa.
 Si ya con Miramar nos introduce con monólogos de varios personajes y deja entrever un cierto nerviosismo de la realidad social que se mueve en Egipto, las siguientes obras están apegadas al realismo más sincero, teniendo en cuenta la derrota de la Guerra de los Seis Días en 1967, desencanto que se verá reflejado en obras como Amor Bajo La Lluvia – 1970.  Naguib Mahfuz sólo hace que trazar los problemas y entrelazarlos con las historias cotidianas de varios personajes, ensalza, en su opinión algunos baluartes que deben de ser imprescindibles para el hombre moderno, tales como la libertad, la tolerancia, un régimen democrático que aunque imperfecto pueda desarrollar mejor la sociedad egipcia, y me sorprende, su obsesión por la ciencia, siempre abierto a nuevas tecnologías que avancen en detrimento o quizás en paralelo, a esa fe ciega, musulmana en este caso, de ese dios omnipotente y que llene nuestras efímeras existencias.
 También hay que destacar su enorme producción en cuentos o relatos en esta época, entre finales de los 60 y comienzos de los 70. Destacaría sobre todo La Taberna Del Gato – 1968, 19 historias entre ellas algunas muy destacadas. Pero aparecen también en años sucesivos Bajo La Marquesina – 1969 o Historias Sin Principio Ni Fin – 1971, que en años posteriores, como en algunas de sus novelas, serían traducidas del árabe.



 Me gustó aquel sitio por su excelente café, el agua pura, las tazas y los vasos limpios, la dulzura de Qaránfula, la grave dignidad de los ancianos, la vitalidad de los jóvenes y la belleza de la chica.
  


 Centrado en estos años en novelas cortas, pero incisivas, destacaría Café Karnak o Un Señor Muy Respetable, y siempre, admirado por ese voyerismo del que hace gala a la hora de describir personajes y situaciones, es un maestro en la decoración de sentimientos callejeros y de individuos solitarios que llegan a consagrar su vida hacia un único fin, sea subir en el escalafón administrativo de algún ministerio o en el asiento de un café.


 Llegué al café Karnak por casualidad: un día fui a la calle El Mahdi para arreglar el reloj y, como tenía que esperar varias horas para recogerlo, decidí hacer tiempo mirando lo escaparates de las tiendas, situadas a ambos lados de la calle, en los que se exponían relojes, joyas y objetos antiguos. Mientras paseaba, ví el café y entré.


CAFÉ KARNAK- 1974.-
 Como es habitual en Mahfuz, su desarrollo narrativo se centra en personajes muy concretos y además en novelas cortas, no en intensidad, pero sí en sus páginas. Quizás no necesite más para elaborar lo que nos quiere narrar.
 Un Egipto de la década de los 70 en plena ebullición ¡ hay países que no descansan nunca sobre las alfombras de la libertad y el sosiego! Eso impide, a veces, grandes avances económicos, Café Karnak vuelve y reincide en sus contradicciones anteriores a la Revolución, cambios históricos, sensibilidad basada en 4 personajes y un narrador que nos introduce en sus vidas, miedos, tristezas, alegrías y traiciones.
 Bajo el mano edulcorado de un café, en el que Mahfuz es un observador incisivo, Qaránfula, antigua bailarina que todavía conserva grandes rasgos de su feminidad, venida a menos, pero conserva aún una agraciada figura, posee una fuerza y una envidiable vitalidad. Con su atenta mirada desde su taburete al lado de la barra controla a todo el que entra, sale y se acomoda en su café, mentalizada de la que es su nueva vida, que pensándolo dos veces, no está nada mal.
 Mahfuz divide el texto en 4 partes, dando a cada personaje un espacio vital. Comienza con la introducción del narrador, una especie de alter ego del autor, Qaránfula es la protagonista inicial al que se irán añadiendo los estudiantes Ismail al Sheij, Zainab Diyyad y Jalid Safwán, que un día desaparecen del café y muestran el desasosiego de la dueña, del narrador y hasta del camarero Imam Al Fawwal y el limpiabotas Guma. Las redadas políticas están al orden del día, y en el establecimiento se habla de todo.
 El Café Karnak no sólo vive de las tertulias, sino que parte de su desarrollo financiero lo tiene en los clientes de las tiendas de la calle Al Mahdi, suficiente para que Naguib Mahfuz nos destripe una sociedad en pleno crecimiento y desarrollo económico, pero que no acaba de encontrar la horma de su zapato.



 Pensó que la vida era una experiencia grande y magnífica, pero extenuante.



Cercano.-  En boca de varios de los personajes que aparecen en sus obras, nos sitúa su mundo. Uzmán Bayyumi puede ser uno de éstos, seres inconclusos y con problemas de adaptación al medio social en el que se desenvuelven, pero que no les queda otro remedio que subsistir en la búsqueda de un acomodo, sea burocrático, en el cual desarrollar una actividad y perseguir lo máximo que pueda alcanzar, con la intención, quizás no declarada, pero si interiorizada, de un reconocimiento social, como si el pensamiento de " las masas" más cercanas nos abdujeran.
 Mahfuz nos sumerge en historias a veces pueriles, sencillas, pero que encierran muchas otras vertientes. Sus novelas de las últimas décadas son cortas, pero llenas de intensidad porque nos hablan de sentimientos que son universales. Recorremos calles, cafés, observaremos la vida pasar a través de las fumadas de los narguiles, en ocasiones individuos de distintas capas sociales aspiran el aroma del mejor hachís con total normalidad; y discuten de la Revolución, del mejor sistema social para el desarrollo de Egipto, y Mahfuz nos presenta un mundo cerrado en un manto de religión, pero como todo en esta vida, con variantes, vertientes, no todo es tan sólido como aparece a primera vista, los personajes piensan,se desmoronan, dudan, y en esa dicotomía encuentro valores sublimes.



La hora del encuentro en el umbral del vacío también era sagrada.



UN SEÑOR MUY RESPETABLE .- 1975.-
 Bajo la sencillez y en un Egipto efervescente de mediados de los 70 nos sumerge Mahfuz en un ser casi inerte, Uzmán Bayyumi, cuya única meta en la vida es la de ascender en su burócrata oficio, llegar a ser Director General, él que apenas tiene los estudios secundarios, pero que a base de esfuerzo, ilusión, escaso talento, obediencia, deja todo lo demás al margen con tal de efectuar dicha esperanza, que con el tiempo, años, décadas después logrará, incluso renunciando a un matrimonio eficaz, pues todas las mujeres le parecen escasas en su idea de perfeccionamiento, acabando como suele ocurrir en la vida real, con el desastre más a mano que se tiene cuando uno se da cuenta de que el tiempo ha transcurrido de manera inexorable.
 Mahfuz traza seres de extraordinaria complejidad en su ambiente que parece simple, pero la ironía y escepticismo sobre nuestras metas nos dejan con dudas, Un Señor Muy Respetable lleva a varias preguntas, las respuestas deben de ahondar en cada lector, a fin de cuentas disecciona una realidad en las calles de El Cairo, su burocracia, sus vida que palpita en cada café, esquina, barrio...


 Cosas cotidianas.-  Mahfuz puede desarrollar de lo más simple toda una trama. Como ya apunté al comienzo del blog, sus primeras obras son las mejores y las que leí inmediatamente, eso me hizo buscar más y hallar en la suma otras vertientes de su literatura.
 Un simple preparativo de una boda nos puede dar de sí mucho más de lo que a la primera ojeada vemos. Una obra de teatro que nos habla de la pasión cuando alguien, un personaje cuya existencia es mediocre y está bajo mínimos es capaz de representarla encima de las tablas, y eso que parece sencillo, ser uno mismo, nos espanta cuando el reflejo del espejo nos devuelve nuestros sentimientos.
 Mahfuz se esconde, o no, bajo el manto protector de un director de teatro, nos deja rasgos autobiográficos, y esa frontera tan liviana entre la realidad y la ficción. De paso acontecen temas políticos, sociales, etc; tan puestos en todas sus obras y vertientes, pero aquí desarrollará hasta enigmas con tintes policíacos. 


FESTEJOS DE BODA .- 1985.- 
 Los preparativos de una obra de teatro, todos los ensayos llevan a 4 personajes que se convertirán en narradores interesados y darán sus puntos de vista sobre acontecimientos que han vivido, algo a lo que Mahfuz ya nos acostumbró con otras obras, por ejemplo Miramar, darán el suficiente juego como para embarcarnos en un juego interesante.
 Tarig Ramadám es un actor secundario, cuyos mejores años en el teatro y en la vida han pasado, pero que se agarrará a este último papel como tabla de naufrago. A través de las páginas de Festejo De Boda, asistiremos a la relación del actor con Tahiya y su desaparición, más bien huida, con el director de la función, Abbás, y las emocionantes relaciones que se tejen entre todos.
 Trepidante parecen suceder los ensayos, el éxito inesperado en su estreno y sus diferentes representaciones, hace que el texto se funda con la realidad y lo etéreo, el fallecimiento al parecer del director, su desaparición con una nota de suicidio, pero que él no aparece por ningún lado, recoge diversas impresiones en todos los personajes de la novela en una mezcla interesante de reflexiones, deseos, celos, amor y como no, oidio.
 Cada personaje da su versión de los hechos, lo cual lo hace más interesante y coloca la novela Festejos De Boda, en un prisma polisémico.








BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA




EL CALLEJÓN DE LOS MILAGROS .- 1947

ENTRE DOS PALACIOS .- 1956

PALACIO DEL DESEO .- 1957

LA AZUCARERA.- 1957




  





HIJOS DE NUESTRO BARRIO 1959


EL MENDIGO.- 1965

MIRAMAR.- 1967

TRAS LA CELOSÍA .- 1945










LA TABERNA DEL GATO .- 1968

CAFÉ KARNAK.- 1974

UN SEÑOR MUY RESPETABLE.- 1975

FESTEJOS DE BODA .- 1985




 Las fotografías que acompañan al texto son de la ciudad de El Cairo, están hechas por el autor del blog.-


 Naguib Mahfuz : 11 de Diciembre de 1911 .- El Cairo (Egipto).- El Cairo, 30 de Agosto de 2006.-

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