JOHN FANTE: EL ARTE DE PERDER

 Vaya, no hay suerte. A lo mejor no ha sabido bien dónde buscar, quizás el olfato de las ratas es más desarrollado que el del hombre, hasta el castor sabe cuándo construir sus presas que le ayuden a pasar mejor el invierno. Pero parece que dedicarse a escribir y pretender vivir de ello, no está al alcance de cualquiera, y Fante no es una excepción.
 Uno emigra, cambia de país. Hasta de continente, pero parece que se lleva una carga genética indestructible que te hace tropezar varias veces, caerte, levantarte y volver a regresar con tus huesos, cada vez más viejos, a un redil del que quieres salir, deseas incorporarte al pelotón de los torpes, dócil, pero que come todos los días, y sueñas, en noches húmedas, con hermosas mujeres y sus voluptuosidades.
 Perder, siempre caer derrotado. Quizás ahí radique la belleza de la literatura, que siempre debe de ser pasional, cada renglón debe de tener energía propia, no se debe de asustar de lo que venga.
 Aunque la prosperidad puede llegar en forma casual, a veces súbita e inesperadamente, quizás llegas a publicar algún cuento que tiene a bien algún editor, que arriesga, que con sus misivas ayuda a transitar cada día, cada noche, cada esquina de la gran ciudad, esa América de la Depresión, de la década de los 30 del siglo XX, donde hay tantos barrios marginales en una metrópolis pueblerina con ínfulas de gran ciudad, Los Ángeles, donde Fante deambula como un ente, entre brumas de alcohol, tabaco, whisky barato, aprendiz de escritor, en realidad, bisoño de la vida en busca de la luz eterna, y otra vez la piel oscura, aceitosa de napolitano apegado al terruño de la vieja Italia aunque ya naciese en Estados Unidos.
 Inmigrante, ni siquiera su aspecto le redime en las calles y barrios obreros de Los Ángeles, ya se encarga su padre de recordárselo, y su madre católica, con las viejas tradiciones familiares a cuestas. Y el apellido, innegable, queda la fantasía desde niño en destacar en algo que le ilustre el camino, ese sendero tenebroso que es la vida, que a medida que va para adelante, mancha, y cuesta quitarse el traje raído de pobre y ese cutis de varias generaciones de proletario de carga, aquel que es llamado a ser dócil y condescendiente con el dueño de tu vida, y entonces, tal vez, alcanzar una porción escasa de felicidad. Lástima que la tarta dure tan poco y el sabor se escurra por la tráquea en busca del estómago, que ya se encargará de convertirla en células.




 Porque María no tendría título de bachiller, pero adivinaba la desdicha de un hombre por el alcance de su pasión



 Pregunten por Arturo Bandini.- Que yo sepa, John Fante se inventa un alter ego con el nombre de Arturo Bandini y éste le sirve para protagonizar, o copartícipe activo de 4 novelas, que curiosamente no las publicó por orden a su escritura, más bien fueran apareciendo cuando pudieron, incluso alguna después del deceso del autor.
 Con el tiempo uno se va haciendo con parte de su obra, y hay que aclarar desde ya, que Fante es un escritor directo, surgido de los suburbios americanos, de ascendencia italiana como muchos otros, y que ese realismo sucio que se dio en llamar su escritura, no está exenta de originalidad, pero mantiene el pulso certero y una prosa que en ocasiones va en directa, sin cambios automáticos.
 Fante tiene sutileza, pero no hace juegos de prestidigitación con las palabras, no se acerca al rebuscado Sur con manierismos variados a los que acostumbra parte de la literatura americana. William Faulkner retrata la pasión sureña específicamente; quizás algo emparentado con Ernest Hemingway por aquello de la escritura de estilo económico: directa y a la yugular y vividor de sus propios personajes, algo que Fante recurre a sus escritos, unas veces en 1ª persona, otras como espectador activo en 3ª, su mundo literario está construido alrededor de la mejor materia prima que puede existir: la inspirada en uno mismo y sus vivencias personales.  Y desde luego, más alejado de figuras de la década de los 30 como Fitzgerald, Steinbeck y Dos Passos.
 Para eso crea un refugio, Arturo Bandini, que aparece en las primeras novelas de Fante, tras varios cuentos desperdigados en distintas revistas. Y lo hago según he ido leyéndolas, es hora de echar un vistazo a su obra.



Su padre y su madre eran italianos, pero él quería ser norteamericano. Su padre era albañil, pero él quería ser pitcher de los Clubs de Chicago. Vivían en Rocklin, un pueblo de Colorado de 10.000 habitantes, pero él quería vivir en Denver, que se encontraba a 5.000 Kms.



 ESPERA A LA PRIMAVERA, BANDINI.- 1938.- 
 No había sol y con éste escaseaba el trabajo. Está el frío y la nieve, Svevo Bandini vive en una calle destartalada con su familia, es albañil, cuando puede, posee unos zapatos raídos y con agujeros en las suelas, vive en un pueblecito de Colorado, Rocklin, con su familia, es decir mujer y 3 hijos varones.
 Arturo Bandini, el mayor, apenas 14 años, es el hilo conductor de la novela. Está entre el abandono de la niñez y la preñez de sueños adolescentes en una América golpeada seriamente por la Gran Depresión del 29; la madre es una católica recalcitrante y a ratos sumisa y feroz, que no ha abandonado los hábitos cristianos tan incrustados en su piel de italiana a la vieja usanza.



Recordó lo que le había dicho su padre.
Había dicho Svevo: si Dios está en todas partes,
¿por qué tengo que ir yo a la Iglesia los domingos?
¿Por qué no puedo ir a los Billares Imperial?
¿No está Dios también allí?



 Demasiadas horas dando vueltas en el invierno escaso de trabajo. El padre transcurre el tiempo en los Billares Imperial y con su amigo Rocco Saccone, en el cuarto que éste tiene alquilado en una habitación, hasta que un día malhumorado, Svevo decide irse de casa y conoce a la rica viuda Hildergarde, desencadenando toda una tragedia familiar.
 La literatura tiene que poseer agallas, aquí Fante desarrolla el drama con inteligencia, directo, llena las páginas de humor, tristeza, esperanzas, deseos, amores incontrolados por parte del joven Arturo Bandini en una compañera escolar, Rosa, que jamás es correspondido. El frío invernal de las montañas de Colorado se te mete en los huesos en muchos párrafos, la humildad de gentes venidas a menos en eso que se dio en llamar el gran sueño americano. Para cómo vive y transita la familia Bandini, mejor les hubiese ido quedándose en los Abruzzos italianos; luego está el orgullo mal entendido, la soberbia y el azote de la religión, católica, pero da igual el jarabe que se tome, en la consolación estúpida de una vida mejor y un paraíso perdido en el espacio sideral.





 Cien dólares en la estufa, ¡y que le dieran por el culo a él y a sus hermanos! Se podía ser persona religiosa e intransigente, pero ¿por qué tenían que sufrir todos? Demasiado Dios había en el espíritu de su madre.



 Escritores que nunca tuvieron lo que quisieron.-  Como un acto de premonición, Bandini se espera a que llegue la primavera y con el sol y el buen tiempo, un trabajo, agotador, pero reparador en el espíritu y en el alma, y por qué no decirlo también, en el bolsillo.
 Fante esperará toda su existencia a esa tonada del cielo que albergue la esperanza de ver sus libros colocados en las Bibliotecas públicas americanas, y en algunas casas, que sus textos sean leídos, pero el éxito entendido como ventas y colofón popular, jamás lo tendrá en vida. Será descubierto muchos años después, pues ese realismo sucio acabará en el cajón de los olvidos hasta que otro desterrado, otro joven que malgastaba su existencia por las calles de Los Ángeles, pasaba hambre, bebía y quería ser escritor, Charles Bukowski, se refugia varias tardes en la Biblioteca pública angelina, y allí descubre algunos libros publicados por Fante, y ve reflejado una vida con una suerte extraordinaria, con un destino horrible y llena de una valentía tan natural como insólita.
 En sus páginas Bukowski se ve expresado, Fante observará desde la nada más absoluta, un cierto reconocimiento a sus novelas, pero cuando llegó a ese extremo de la calle, ya halló que había demasiado aire terrenal y él estaba muy cansado, ciego, paralitico, en silla de ruedas y sin fondo intelectual para seguir. 




Hete aquí viviendo como un gusano día tras día.
Genio del hambre, fiel a una vocación sagrada.
¡Tú valentía es envidiable!




  PREGÚNTALE AL POLVO.- 1939.- 
 Arturo Bandini pretende ser escritor, y no sólo eso, sino que además aspira a vivir de lo que saque de sus frases.  Instalado malamente en una habitación de una pensión en Bunker Hill, Los Ángeles, transita por la metrópolis en busca de personajes, historias y demás derivados que le sirvan para plasmarlas en su vieja máquina de escribir, ese instrumento mecánico, y rellenar folios en blanco que le puedan calentar el estómago.



Mucha hambre no pasaba.
Debajo de la cama me quedaban
aún algunas naranjas secas.



 Viejos procedentes de Indiana, de Iowa, de Illinois, procedentes de Boston, de Kansas City; viejos que habían vendido la casa, la tienda, que habían llegado en tren, en autobús a la tierra del sol, para morir al sol, apenas con dinero necesario para vivir hasta que el sol los extermine, los arrancara de raíz cuando les llegara la hora. Fante describe la derrota en cada rostro que observa, en esos sueños inalcanzables para la inmensa mayoría de la población, ajena a todos los tejemanejes que llevan los poderosos sin que ellos se cercioren de lo que ocurre a su alrededor.
 Y mientras fuma en la habitación de su pensión, Alta Loma, Arturo Baldini coquetea con el éxito. El Perrito Que Reía, un cuento largo se ha publicado en una revista y mantiene con el editor una correspondencia epistolar, él, que había llegado de Colorado en autobús, como muchos viejos que veía a diario con sus rostros arrugados por el esfuerzo, con 150 dólares en el bolsillo y la cabeza llena de sueños y proyectos literarios.



 De entre la arena y los cactos,
los americanos habíamos sabido
levantar un imperio.

  

 De esa búsqueda entre el desierto y el mar, Bandini encuentra a una camarera mejicana, Camila López, y de ese desaguisado pasional saldrán tormentos y aullidos de coyote en el desierto. El carácter, ese que cada uno tiene, a veces Bandini cabecea mientras observa las piernas y los muslos delicados de la chica, se le incrustan con júbilo en su cabeza, después de mantener una nueva discusión. Y sigue mirando el suave cuello de Camila, los pechos grandes que le hinchaban el uniforme, las manos delicadas apoyadas en el lecho, los dedos abiertos; pero todo es abrupto entre ellos, como su escritura, Fante se sirve en Pregúntale Al Polvo de seres de carne y hueso, de verdad, aun cuando buscan unas salidas en el humo tangible de la marihuana que fuma Camila, que guarda en una lata, todo cuanto Arturo Bandini desea saber de la mujer que ama atropelladamente, lo llevaba escrito con frases atormentadas en la desolación de su rostro.
 No todo en Fante en esta obra son olas espumosas y la calígine llena de incógnitas, echa una mano a la luz que se cuela debajo de la puerta de la pensión de Bandini, con el tiempo cerrará la escritura de un libro que le proporciona un adelanto, suficiente para comprarse un Ford de 1929 y puede que a él también le llegue el éxito, efímero, como suele pasar con los pobres y los ludópatas.




 El hombre inteligente tiene derecho a ciertas reservas a la hora de elegir sus interlocutores.



Páginas perdidas, manuscrito encontrado.-  La siguiente novela que caerá en mis manos es Camino De Los Ángeles, en realidad su 1ª obra escrita, que no publicada.
 En 1933 John Fante vivía en un ático en Long Beach y trabajaba el manuscrito de dicha novela, y podía permitirse dichos lujos por un adelanto de su editor, pero no la terminó hasta 1936, eso se cuenta en el prólogo de Camino De Los Ángeles al menos, pero debió de quedar postergada, el argumento: muy directo y crudo para la época, la dejó en un olvido curativo como los ricos que se invernan esperando una nueva existencia.
 Como era de esperar, la editorial Knopf no sólo no la publicó, sino que la rechazó, y debió de esperar varias décadas, cuando Fante ya había fallecido, y su viuda, Joyce, halló el manuscrito entre otras cosas desarrolladas por el escritor, en mayo de 1983.
 Como casi toda novela primeriza, carece del talento de las posteriores, pero ya argumenta los pasos de Arturo Bandini como alter ego de Fante. Vería la luz definitivamente en 1985.


Todo el que dé crédito a lo del parto de una vírgen y lo de la resurrección, es un completo idiota que tiene convicciones sospechosas.



 CAMINO DE LOS ÁNGELES.- 1936 (Publicada en 1985).- 
 Inicia su periplo prosístico, en cuanto a novela se refiere, con Arturo Bandini, en el puerto de San Pedro, (Los Ángeles) y existen algunas apreciaciones a simple vista. Siguen tan pobres como en las posteriores entregas, de vida perezosa y sueños inalcanzables pero con un desarrollo impetuoso, rayando en ocasiones en lo soez y chabacano.
 Siempre la familia, para bien o para mal, arrancan párrafos y parrafadas varias, como si Fante insistiera (posteriormente en su narrativa) en semejante hecho, ineludible por otra parte, pero persistente. Ahora Bandini vive con su madre y hermana, católicas a ultranza, al parecer el sector femenino era así y Fante no ahorra comentarios despectivos al respecto. No hay más hermanos, así pues tenemos a Arturo Bandini huérfano de padre, acaba de fallecer cuando el muchacho cumple los 18 años, finiquita la secundaria o el equivalente de bachillerato aquí, y está lleno de sueños.
 Sigue tozudo como leímos en anteriores novelas, en su empeño empedernido de ser escritor y aquí deslavazado, es normal a una edad donde las endorfinas dominan parte del cerebro, pero se halla obsesionado con las mujeres, más bien con las de papel, aquellas chicas, algunas tiernas criaturas que ofrecen sus encantos a través del dispositivo de un fotógrafo.
 Terminar el bachillerato y empezar a trabajar cavando zanjas, cansado del esfuerzo físico Arturo Bandini cree encontrar acomodo de friegaplatos, pero las manos se le humedecen demasiado y se convierte en ayudante de un camionero, él, tan sensible con los hechos y las palabras, no soporta tanta vulgaridad diaria, ni siquiera cuando se acomoda en una tienda de comestibles, de la que acaba siendo echado por sustraer diversas mercancías pequeñas. Así las cosas, un tío carnal suyo, le encuentra trabajo en una fábrica de pescados mientras desarrolla su intelecto en busca de vivencias que le permiten escribir un libro, una obra maestra, según él.



Yo trabajaba mucho porque tenía que trabajar copiosamente, y no me quejaba porque no  había tiempo para quejarse.


 Lee, mucho, pero comprende poco o nada. Entre otras cosas porque su cerebro no llega a sus lecturas preferidas, sean Nietzsche, Schopenhauer o Spengler,¡ también es que elige cada uno !. Ridiculiza a toda persona de su entorno, en un intento, baldío, de supero intelectualmente, y de demostrarles su mediocridad existencial.
 Ansioso, rabioso, no acepta bajo ningún aspecto la vida que desarrolla, sólo la literatura que lee y escribe y las fotos de las mujeres que observa en el papel de las revistas, le mantienen, malamente, cuerdo de su mísera vida, y descarga su frustración en su entorno laboral y en el circuito familiar, sean madre y hermana. Fante parece que se sirve de Bandini como si quisiese demostrar que su alma estaba en una duela permanente, como cubierto de fúngicas en una calígine persistente.


 De repente cambió la concepción que tenía de ellos. Que idiotas eran. Se dejaban la piel trabajando. Con mujeres que alimentar, un enjambre de niños con la cara sucia, preocupaciones con la factura de la luz y de la tienda de comestibles, qué lejos estaban ellos, qué distantes, desnudos bajo el sucio mono…




 Fante en batalla consigo mismo, y sólo en algunos párrafos de Camino De Los Ángeles halla acomodo, cuando observa desde la sombras de los oscuros estantes a la bibliotecaria, donde Bandini va algunas veces a sacar los libros de los autores antes citados, que no entiende ni comprende, pero insiste porque ahí está el talento, según él, que le salva de la mediocridad reinante, para luego descubrir que la muchacha es esperada a la salida de la Biblioteca por un caballero con coche de lujo. Pero sus ojos le acechan mientras la mujer lee con la faz seria y relajada, Bandini sueña con que un día sean sus libros, sus obras, las que ella sostenga en sus dedos y penetre en su mente.




Yo, John Fante, autor de tres libros. Del primero se vendieron 2.300 ejemplares. Del segundo, 4.800. Del tercero, 2.100.



 Perdonen que insista.- No siempre John Fante escribió, o sería mejor puntualizar, que corrigió nuevas obras que irían saliendo con el paso de los años a la luz pública, una gran parte de su existencia se la ganó como guionista de cine en el Hollywood más rampante. Pero mi insistencia viene de su novela última acaecida en 1982, Sueños de Bunker Hill con su alter ego Arturo Bandini.
 Cierra una tetralogía que abarca sus orígenes italianos, católicos y familiares; pero también el desierto de la Gran Depresión de la década de los 30 del siglo XX en Estados Unidos, y su búsqueda constante por hacerse un hueco en la memoria literaria americana, cuestión que jamás vio cumplida en vida, y sólo a ratos y en sectores selectos, tras su deceso.
 Entre medias de la tetralogía de Bandini, John Fante nos da todo un curso de la vida americana de las décadas posteriores, entre la pobreza y el desencanto de ver, el poco o mucho talento que tuviese, al servicio de la industria cinematográfica. Pero hay algo que tengo claro, John Fante crea personajes hechos a su imagen con los que espiar penurias y ajustar las cuentas de la vida, a veces no tan dulce como la gran pantalla quería reflejar en algunos de sus guiones.
 Pero Fante reúne en sus obras realismo sucio, porque escribir ayuda a que los fantasmas se evaporen y queden los efluvios de la vida cotidiana, como le sucede a Arturo Bandini; pero como éste, su personaje de ficción, creo que a estas alturas ya sabe que puede ser un escritor de primer nivel, pero que su pan diario se lo ganará como guionista de segunda, y eso ¡jode!; ¿entienden lo del realismo sucio?.



Comido y descansado, me iba a mi habitación y me enfrentaba con el negro monstruo mecanográfico que me miraba con su blanca dentadura mellada.



 SUEÑOS DE BUNKER HILL.-  1982.- (Traducida 2002).- 




 Última novela de John Fante sobre Arturo Bandini y el finiquito de su obra, pues es escrita cuando el autor ya no lo puede hacer de manera física, mermadas sus facultades, se la dicta a su mujer Joyce, y ve la luz cuando Fante abandona el mundo mortal que nos sostiene a todos.
 Bandini ya hace tiempo que abandonó las frías montañas de Colorado, instalado en Los Ángeles se gana la vida de camarero, corrector de pruebas en una editorial hasta que la suerte le sonríe como guionista de cine en la Columbia Pictures, simplemente se sienta en su despacho y lee, no le encargan nada que pueda servirle para  encumbrarle a ese estado que él aspira, de gran escriba con hermosas historias, algunas originales, otras sobre las costumbres de los americanos.



Era un hombre nuevo, un guionista de Hollywood que había triunfado sin escribir una sola línea. El futuro no tenía límites.


 Persisten en el personaje de Fante los síntomas de anteriores obras, un deseo casi visceral de alejarse de sus orígenes, acercarse a cuanta hembra ande al alcance y los sueños embriagadores de dar con la tecla correcta para una obra genial. Lo consigue aunque Fante nunca lo saboreará en vida, sus novelas, cortas y directas y Sueños De Bunker Hill no es una excepción, está a la altura de lo mejor que ha escrito y publicado.
 Aparecen personajes ilustres como Dalton Trumbo o Bette Davies… con seres que se cruzan en la existencia desparramada de Bandini, como la futura escritora Jennifer Lovelace, que le corrige un manuscrito y queda inmediatamente enamorado de ella cuando la conoce en persona; o Helen Brownell, la dueña de la pensión donde Bandini tiene alquilada una habitación, en Bunker Hill, mujer que puede ser su madre por la edad de la misma. Estamos en 1934 y Bandini apenas tiene 21 años, una época en que todo puede ser posible en la vida de cualquier hombre, hasta que consigue situarse un poco mejor y las vacas gordas llegan en forma de cheques semanales y se alquila una casa, tras fracasar en un guion conjunto para realizar un western, en un lugar paradisíaco del Pacífico, en Bora Bora. Pasadas varias semanas le producirá una disparatada antinomia su nueva existencia, regresará a las  nevadas montañas de Colorado para darse cuenta de lo alejado que está de su familia y retomar su estado normal: melancólico y taciturno, hallará en las teclas de su máquina de escribir su razón de ser.




 Mi soledad era un enriquecimiento. Me encontraba soportable, tolerable, incluso bueno.



American way of life.-  Pasada su época de escribir sobre el personaje creado por Fante, Arturo Bandini, durante 2 décadas se dedica a ser guionista de la Paramount, pero no abandona la literatura. Al menos aparecen algunas obras con el paso del tiempo, pero éstas tienen la perspectiva de la vida americana, aquella que vende la industria, el sistema inexorable como existencia única, fiel reflejo del lujo al que aspiran los pobres o clase media, si es que esta existe o existió alguna vez como falsa fotocopia, o intento vano, a mi juicio, de parecerse a la burguesía.
 Fante da un giro inequívoco a su prosa, pero mantiene el pulso irónico, desarmado del hombre moderno, aunque aún estemos en la década de los 50 y todo sea en b/n; pero todo el mundo aspira a un oficio que te dé el sosiego y el alimento necesario para comprar una casa, formar una  familia, ensalzar los valores familiares y patrios, ¿qué será eso?; amueblar el inmueble adquirido, intentar prosperar en un barrio residencial…
 Las obras de Fante se desparraman a lo largo de los años: El Vino De la Juventud – 1940 ( 13 relatos ), Llenos de Vida – 1952, La Hermandad De La Uva1977, Un Año Pésimo – 1985,  Al Oeste De Roma – 1986. Algunas aparecidas después del deceso de Fante, y salvo en Llenos De Vida, escrito en 1ª persona, sin ser una autobiografía, tiene pasajes realmente curiosos de lo que siempre le obsesiona, esos mitos atávicos que sólo hacen que cerrarse sobre uno mismo a lo largo de los años: la familia, el trabajo, la cuestión moral y ética, ¡ay, el sistema…!
 En otras novelas, sean Un Año Pésimo o La Hermandad De La Uva, Fante se inventa a un personaje : Henry Molise, ser que tiene bastante de él mismo, pero que sirve para recorrer parte de la América de la 2ª mitad del siglo XX.




Nadie discute con la madre de su futuro hijo. Se hace lo que se puede y se procura tenerla contenta.



LLENOS DE VIDA .- 1952.- 
  La casa era grande porque nuestros proyectos también lo eran. Habrá que empezar a vivir el modo de vida americano, de confort, sueños realizados y trabajos adecuados.
 La década de los 50 (S.XX), identifica la felicidad con la prosperidad de los valores familiares unidos a los comerciales, y a poder ser tener una casa interesante en zonas residenciales. John Fante describe su modus operandi en Llenos De Vida, a punto de ser padre por 1ª vez, un bulto en el vientre de la futura madre, en movimiento, sinuoso y deslizante que volvía histérica a su mujer, más allá de antojos. Y encima la cocina tenía termitas, ¡ay, qué pasa con el sueño en la zona residencial de Los Ángeles!





 Sí, mi padre tenía razón. La mía había sido la venganza de los tontos. Con qué facilidad olvidé los años de las vacas flacas de otros tiempos, años que probablemente volverían.



 Tener que recurrir a la familia para arreglar un asunto doméstico, más bien de intendencia, es un peligro, y más cuando el autor se pone en manos de su padre, Nick Fante, albañil, huraño, tozudo, hermético y bebedor para que le arregle el desaguisado del suelo de la cocina, son 2 mundos contrapuestos, ni siquiera existe la separación generacional obvia… es más profunda la herida y ahí radica el análisis en Llenos De Vida.



Un rasgo propio de mi madre era que nada de cuanto yo hiciera la alteraba.



 Nada sale como el autor pronosticaba o deseaba. Convencer a su padre para traerlo de Colorado a Los Ángeles ya es un triunfo, hasta el punto de que deben de hacer el trayecto en tren porque “el viejo” se niega a subir a un avión, ni le gusta el modo de vida de John a Nick Fante, el derroche en las pequeñas cosas, ni le arreglará el suelo de la cocina de terminas: “ llama a un carpintero” le espeta en la inspección que hace, sin embargo se lleva bien con Joyce, su nuera, y tira la chimenea original para construir una que él quiere para su nieto.
 Parece que John Fante se ha sosegado con esta novela, que entra en el sistema convencional como guionista de la Paramount y abandona la literatura, pero subyace el salvaje independiente, eso sí, durante las 2 décadas siguientes, no volverá a publicar nada.



¡La hermandad de la uva!
En todos los pueblos puede verse a estos granujas haciendo el vago en la puerta de los cafés, bebiendo vino y suspirando cada vez que pasan unas faldas.
Eduardo Verga, Los Abruzos.




 El estajanovista.-  Siempre nadará a contracorriente en cuanto a creación literaria se refiere, otra cuestión en su ganancia diaria como guionista de cine.
 Sus obras aparecen muy espaciadas con el transcurrir de los años, de hecho La Hermandad De La Uva – 1977  está separada de la anterior en 3 décadas, pero Fante sigue haciendo materia prima de sí mismo, mejor fuente que los canales familiares hay pocos. Ficciones de su persona que influyen en escritores afines como Charles Bukowski, altera la vida y obra, tiende a confundirlas con sus personajes, antes Arturo Bandini, ahora juega con Nick Molise, un albañil pendenciero, borracho, mujeriego, deslenguado, que a su vez es su progenitor o algo parecido a un padre.
 Fante, este estajanovista, hecho a sí mismo es capaz de ajustar las cuentas con su vida, obra y familia en función de los personajes que desarrolla. En La Hermandad De La Uva con Nick Molise, en Un Año Pésimo con Dominic Molise y en Llenos De Vida, como ya apunté, Fante, él mismo en 1ª persona se construye un individuo feliz en cuanto es asimilado por el sistema y devorado y triturado por el mismo, con el fin de recaudar felicidad y repartir parabienes; así, el estajanovista ajusta cuentas y expía penurias.



Con el paso de los años Nick Molise se había enzarzado en tantas peleas, en esquinas, en bares, en locales electorales, que la reputación de la familia estaba seriamente en entredicho en San Elmo.




LA HERMANADAD DE LA UVA.- 1977.-


 No hay que buscar perífrasis, si se sigue su obra una ya ha caído en la cuenta. John Fante publica 25 años después de su anterior novela, La Hermandad De La Uva, con el estilo que le corresponde, con esa patina de autobiografía fabulada, ahora Nick Molise le sirve para describir una realidad fea, moldearla como si fuese una piedra que un cantero quiere dar forma, como el escultor trabaja el barro hasta adquirir la idea que ronda en su cabeza, y de paso nos deja una sociedad americana, al menos de una parte del país, desmenuzada en su pluma.



Éramos un clan impulsivo e imprevisible, dados a las decisiones precipitadas y a terribles remordimientos.



 Fante destripa su vida familiar, al menos la suya parece estable, pero solo lo parece, porque una llamada de su clan, un hermano que le sugiere que regresa al hogar paterno porque sus progenitores se van a separar, a estas alturas de su vidas, le pone en la tesitura de acudir o dejarlo pasar.
 Pero roe el sentimiento, esa conciencia de la que todos estamos hechos y una cultura cristalizada en un cristianismo que nos embarga el raciocinio, esa educación evangélica que nos destroza por dentro llenándonos de remordimientos, esa culpa, ese pecado… esa esclavitud que nos atrapa.
 Así, Fante, en historias familiares con hechos domésticos y peculiares, con hermanos que no se llevan y una hermana que por ahí anda, nos lo expone a las miradas públicas. Él, Henry Molise, que vive bien, cincuentón casado con Harriet, que tienen 2 hijos veinteañeros, con una casa bonita de varias habitaciones en Redondo Beach, que se siente a salvo del clan familiar, que tienen más de lobos que de personas sensatas, va a caer en una trampa al acudir al hogar de sus padres.
 Un tipo curioso el “viejo”, un jubilado resentido con toda su prole porque nadie quiso seguir sus pasos de albañil cantero, que ahora solo se junta con sus amigos, consumados borrachines, tan tiránicos y orgullosos como él, que no entienden los tiempos de esa América que acogieron como suya pero que añoran sus años de infancia en los Abruzos italianos.
 No falta en La Hermandad De La Uva un paisaje retrospectivo ya contado en anteriores novelas por Fante, aquel de su búsqueda de identidad a través de la literatura, es el riesgo que se corre cuando la imaginación huye y se entrega a la banalidad de la vida cotidiana y ya vivida, pero aun así es interesante, como ayudar a su padre, un viejo enfermo, testarudo y rudo como las rocas que moldea y construir, o intentarlo al menos, un secadero de pieles de ciervo en pleno bosque, cuando ahora Henry Molise es escritor y sus manos finas no pueden competir con la callosidad y alcoholismo del fanfarrón y tiránico Nick Molise, pero sucumbe al encanto del desastre, ahí está la gracia de La Hermandad De La Uva, en la ingesta indiscriminada de las garrafas de vino tinto, cuando el azúcar que lleva mata a un diabético.





  Mi padre nunca había querido tener hijos. Había querido tener peones de albañil y ayudantes de cantero. Tuvo un escritor, un cajero de banco, una hija casada y un guardafrenos.




Los Molise.- La astilla no cae lejos del árbol, y el propio Fante tomará de la medicina que tanto le amargó de joven, debido a un padre autoritario y pendenciero y una madre justa con la divina providencia. Más a o menos él tampoco mejora las astillas que salen del tronco, pese a mezclar sus hormonas italianas con una franca tiradora de sangre alemana.
 Las novelas que desarrolla a lo largo del final de su vida giran en torno a la familia Molise, en sus diversas vertientes, y en una especie de ajuste de cuentas, sobre todo consigo mismo. Ya no será el protagonista su autoritario progenitor como sucedía en la magnífica La Hermandad De La Uva o el excéntrico de Llenos De Vida; aquí el asunto de la autoridad paterna, es él mismo, como su fracaso personal por no llegar a donde se tenía propuesto originalmente, todo mezclado con los lazos familiares que parecen indestructibles, pero que se mueven como las hojas al viento, según sople.
 Metido en la década del hipismo más rampante, John Fante prosigue escribiendo, perseguido por la desgracia de una diabetes diagnosticada a finales de 1959 lo cual le lleva a mantener un control exhaustivo con el alcohol, agraviando su carácter, desojando la margarita de alejarse de todo y de todos, incluida su mujer Joyce y de la caterva de vástagos que engendró, y que ahora, como su padre, no se encuentra a gusto con ellos, pero volvemos a lo de la astilla y el árbol. Quizás nos recuerdan demasiado a nosotros mismos en las mismas edades, más allá de que ahora Fante no entiende los movimientos sociales, culturales, musicales que se cuelan por las ventanas de su casa a través de sus hijos, monstruos que en el mejor de los casos nunca quiso tener.
 Fante tiene que llevar una vida ordenada, seria, hasta sobria, él, que a veces desaparecía durante días y semanas, ahora, al final de la década de los 70 le sonríe algo la fortuna en demanda de sus novelas, alguien tan traumatizado como él, ya lo he escrito, Bukowski, le echa una mano, otro naufrago de la nada, le escribe el prólogo para Pregúntale Al Polvo y hasta le proponen, previa edición del texto, una película sobre la misma.
 Parte de toda esta existencia se verá reflejado en una novela que me parece genial por lo directa, sincera, socarrona y llena de humor que es Al Oeste De Roma, Henry Molise y sus circunstancias que diría Ortega y Gasset. Hilar muy fino su narrativa, siempre escueta, en la lírica de la tragicomedia y el humor cínico que va perfeccionando con los años.





Hay algo místico en la tumba del abuelo que lo sienta sobre su vida, un hilo sutil e indefinible que lo liga a ella.



UN AÑO PÉSIMO .- 1933 .- ( publicada en 1985) .-
 Quizás como borrador o hipótesis de trabajo, Un Año Pésimo fue elaborada o inspirada antes que La Hermandad De La Uva, curiosamente se publica después. La historia o intento de Dominic Molise de convertirse en beisbolista, aquí cada miembro de la familia parece tener  un argumento que justifique su mediocre vida, y no sólo por las penurias económicas, la mayoría son justificaciones mal asumidas de sus decisiones, donde la moralidad, esa religiosidad anclada en las raíces más rancias hacen mella en todos o casi todos los personajes de Fante, la catolicidad, el engaño lleva al castigo, la moralidad a la eternidad…
 Aquí no hay héroes ni gente que salvar, pues ni ellos mismos son capaces de salvarse a sí mismos. Ni consejos que dar y tomar. Dominic Molise está a punto de acabar sus estudios y siempre ha destacado como beisbolista, pero a que su brazo izquierdo es una trituradora, él es bajo, feo y desgarbado, y su padre, rudo, instalado en la cruda realidad, le hace ver qué falta dinero en casa y que los sueños deben de quedar para las noches, no para los días claros. El chaval ni siquiera entiende muy bien su entorno más cercano: una abuela que aspira a morir en Italia, una madre abnegada con su prole y su marido, su vida es la que transita en ellos, un padre pendenciero con una moralidad  dudosa que pasa más noches en el Elks Club, que en casa, o un hermano que colecciona fotos de Carole Lombard.
 Dominic debe de tomar una decisión: trabajar con el padre y entregar el resto de sus días en la construcción o ir con su amigo Ken y probar suerte en el Cubs de Catalina a ver si los cogen como jugadores del equipo.



Hay que robar la hormigonera de su padre, aunque es el símbolo de su trabajo, venderla, luego repondría lo usado.



 Fante vuelve a la moralidad, esa que no nos deja tranquilos nunca, y Dominic Molise carga con la hormigonera de su padre para venderla y poder hacer el viaje junto a su amigo, pero en el viaje de pasearla por la ciudad, le vence la moralina, regresa a casa y su padre, algo enternecido por lo sucedido, decide darle un puñado de dólares arrugados para que realice el viaje de prueba con el equipo de béisbol.
 Un Año Pésimo es un diálogo inconcluso con el padre, trata de la decadencia de la familia y del redescubrimiento de los sentimientos familiares.  Fante regresa como nadie a ese negocio tan suyo que es escribir y hablar de su entorno, de su pasado y presente y del futuro, incierto, que invadirá su prosa a lo largo de toda su obra. Y como siempre se sentirá frustrado, irritado consigo mismo y con el entorno más cercano, sea familia, amigos o gentes del lugar.



Tenía que creer. ¿De dónde habían salido mis medias vaselinas y mis lanzamientos sinuosos, y de dónde había sacado yo aquel poderío?





  Aunque la familia Molise es católica, aquí cada uno asume dicho papel según le convenga y analice, el muchacho cree tener una deuda permanente con ese amo y señor de nuestras efímeras existencias por su fuerza en el brazo de lanzamiento de la pelota. Fante es como siempre directo, novela corta, sucinta y expresiva, religiosidad y familia en una sociedad injusta, quizás por su origen de inmigrante italiano lo tiene más difícil Dominic que su amigo Ken, de estatus económico boyante, esa sociedad americana donde parece que el sueño para unos y otros, es más complicado.


Conforme crecen tus hijos, tú te encoges, y ya ni siquiera puedes darles de correazos.




AL OESTE DE ROMA ( Mi Perro Idiota y La Orgía).- 1986.-
 Henry Molise vive en una urbanización de la costa californiana con su mujer y sus cuatro hijos, 3 varones y una muchacha, lleva una vida tranquila a la espera de colocar algún guion cinematográfico, mientras vive del seguro del paro, de la mujer y de los sobresaltos que le dan sus vástagos, ahora Molise sueña con dejarse caer una temporada larga por Roma, donde espera encontrar la inspiración que hace tiempo le falla y escribir esa gran novela que lleva décadas en su cabeza pero que jamás es capaz de plasmar en el papel que se le escurre de su máquina de escribir.
 Mientras tanto y sin saber de dónde, aparece un enorme perro, que parece una oveja por su cantidad de pelo y una especie de asno por lo mastodonte que es, al que no consiguen echar fuera de su “idílica vida”, y por lo tanto lo asumen como uno más del clan Molise, eso sí, antes le colocan el nombre, muy propio de Idiota, al perro, digo.
 Fante recurre al humor con más habilidad que anteriormente para describir la humillante y castrante vida en familia, el alunamiento de cada individuo por la servidumbre, el cuestionamiento tradicional familiar que lleva a la apatía, llegando al profanamiento de que se entiende mejor con el perro Idiota, que con sus genes procreadores. Todo regado de humor, hilar fino para mantenerse coherente y llenar la nevera que sirva para alimentar bocas.



Era un perro, no un hombre, pero era un animal que con el tiempo sería mi amigo, llenaría mi cráneo de orgullo, diversión y tonterías.


Con el paso de los días, Idiota se convierte en un personaje más de la novela, llegará a convertirse no solo en el verdadero dueño de la casa, sino en el referente que da sentido a la vida de los miembros de la familia, en especial a la de Henry Molise, que intenta una vez más escribir una nueva novela, mientras sigue como una telaraña que no se quita de encima, su siempre postergado viaje a Roma en busca de las musas perdidas.
 Fante halla en Henry Molise a su alter ego, casi icónico, ese escritor cincuentón que es ahora, Al Oeste De Roma, está ambientada en la década de los 60 y por sus páginas aparecen discos entrañables, que él, no entiende, en la vida de su hijos, sobre todo de Dominic, tales como Mothers Of Invention de Frank Zappa, Ike y Tina Turner o los Grateful Dead, aquel estruendo que le soliviantaba mientras sus neuronas se esmeraban en dar forma a un nuevo guion, esta vez sobre la muerte de Sharon Tate, hecho con estilo y clase, a la manera de Bonnie y Clyde.
 Eso sí, Fante desarrolla sus 3 temas más emblemáticos en su prosa, a saber: los lazos familiares, la figura paterna, cada vez más diluida, y su fracaso personal, ya no solo como escritor, sino como progenitor.



Con fama de loco, atormentado por las úlceras, ausente de todas las reuniones del Gremio de Escritores, visto con regularidad en la tienda de licores y en la Oficina de Empleo.



 El texto incluye un cuento, La Orgía, para mí menor en cuanto que no aporta nada nuevo a la prosa de Fante. Un niño, hijo de un embrutecido albañil, rodeado de hermanos y con una madre piadosa hasta hacerse pis nada más pensar en El Señor, el chaval de apenas 10 años, siempre en desacuerdo con su progenitor, al que un compañero suyo le regala unas acciones de una mina, tal cual, esperando encontrar pepitas de oro se embarca en una aventura con otro colega, albañil, donde lejos de buscar el mencionado tesoro, lo único que hacen, para variar, es beber y hallarse con una mujer, cuarentona, en una orgía paleta y proletaria que lo único que hace es que embruztecan más de lo que son en condiciones "normales". Y todo visto, con los ojos atónitos, del pequeño.



 ¿Qué podía decirle a aquel hombre, mi padre? ¿Qué podía replicarle a aquel rostro agrietado por el trabajo, endurecido por los años, dulcificado ahora por sus proyectos fantásticos y qué se comportaba como si viviera dentro de ellos?







 Escasa obra, largo recorrido.-  La vida tiene muchos afluentes que salen y entran del río central. Es curioso como un gran escritor, apenas conocido, eso es lo de menos, por lo menos para mí que lo degusto y me atrinchero en su prosa de vez en cuando, obtiene un cierto éxito o logro comercial cuando ha fallecido.
 También en parte, su bibliografía muy extendida a lo largo de los años, escasa en cuanto a publicación, 8 novelas y un libro de relatos: El Vino De La Juventud – 1940, aunque vio la luz en 2013, otro tanto se puede decir de varios de sus textos, deslavazados a lo largo de la décadas, hay que realizar un esfuerzo para clasificar su obra.
 Es lo que he intentado, dividiéndolos en los 2 apartados más claro de su prosa, las correspondientes a una América que sucumbe a la Gran Depresión del crack de 1929, mientras la nieve y el cerebro de un muchacho crece en Colorado, para ir descubriéndose a sí mismo en un intento de hallar su yo, de ser escritor en Los Ángeles, y vivir en un sórdido hotel de los suburbios mientras daba rienda suelta a la vida. Toda una explicación de lo que era la búsqueda constante de identidad en Arturo Bandini.
 Pese a que John Fante cambiara de camino, los pies eran los mismos, y sobre la fuente primigenia que es la familia y demás animales, que decía aquel, Henry Molise nos instala en una América más acomodada y siendo o creyendo ser el centro del Planeta, allá por la década de los 50 del siglo pasado. Ahora serán los valores familiares a resguardo en sus barrios residenciales con todo lujo de detalles, electrodomésticos y utensilios varios que daban sentido a sus vidas, donde a veces los afluentes se desbordan y el río crece o se seca, según como sople el viento.
 Pero los personajes solitarios en busca de identidad propia, que tienen verdaderos problemas de comunicación, con rasgos de humor eterno y violentas sacudidas en el interior, no dejaron nunca a John Fante de visitarle en su cerebro y en su vida misma, ahí deja una gran obra, que como era de esperar, recibe más elogios después de su deceso, que en la vida del escritor americano. También en parte por ser como era, pero la gracia la tiene en el aguijón, como las avispas.




BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA











ESPERA A LA PRIMAVERA, BANDINI.- 1938.-


PREGÚNTALE AL POLVO .- 1939


CAMINO DE LOS ÁNGELES.- 1936


SUEÑOS DE BUNKER HILL.- 1982








LLENOS DE VIDA .- 1952


LA HERMANDAD DE LA UVA .- 1977


UN AÑO PÉSIMO.- 1933


AL OESTE DE ROMA ( Mi perro Idiota y La Orgía ) .- 1986














 John Fante:  8 de Abril de 1909 -  Denver – (USA) .-  8 de Mayo de 1983 – Los Ángeles – (USA).-



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