BOB DYLAN: EL HOMBRE CON UN PROPÓSITO .- 2ª PARTE : (1975 - 1992)
Me vino a la cabeza el
concepto de que cada uno de nosotros puede verse traicionado por su propio
silencio y por el silencio de los poderosos. Éstos se niegan a ver la realidad,
mientras que la gente corriente no comprende, no sabe, pero sobre todo se desentiende.
En más de una docena de discos Bob Dylan nos
había legado una legión de canciones desparramadas a lo largo de sus versos. De
cada álbum se pueden extraer varias, conceptos en sí mismos sobre la
existencia, el deambular cotidiano y los muchos sueños que quedan por el camino
o simplemente desaparecen del horizonte en cuanto te levantas y empiezas a
caminar para que el sistema siga funcionando. ¿Qué hacer, qué cambiar, qué
camino llevar?
El profeta de la protesta callejera, el
trovador de la revolución ya dejó muy claro que sí acaso sólo era un estándar para
él mismo, que apenas podía con su vida, llevarla, qué no entenderla como para
abanderar una masa social. Dylan hacía canciones, las cantaba y seguía su
camino, claro a en 1975 su legado a la música tradicional era enorme y su contribución
a engrandecer el rock era sustancial, de eso creo que ni él mismo tenía dudas.
Y sin embargo todavía nos deleitará con buenos discos a lo largo de la década
de los 70, sufrirá enormes altibajos de calidad en las siguientes entregas a lo
largo de casi dos décadas, pero llegará vivo a finales del siglo XX.
Seguirá teniendo sentido en sus canciones que
pasaran a ser intergeneracionales, sabrá describir cambios, anticiparse a
movidas de los profundos cortes sociales y culturales del momento, pese a su
status personal navegará con viento a favor o no, pero pocas veces se perderá
en senderos extraños a él mismo, y hará, o así parece, poco o nada que no le
apetezca en cada instante.
Poco después de un año de salir Before The Flood, y tras 2 Lps con
Asylum, regresará a la CBS, sus excelentes ventas de dichos álbumes le animan a seguir en la carretera,
como si de pronto quisiese recuperar el mucho tiempo alejado de los escenarios.
También paga un precio, el deterioro con su mujer, Sara, y parte de sus
intenciones se verán sobre los surcos de su nuevo Lp: Blood On The Tracks, de título elocuente.
Fue la gravedad lo que nos hizo bajar
y el destino lo que nos separó. Tú domaste al león de mi jaula, pero sólo eso
no fue suficiente para cambiar mi corazón. Ahora todo está un poco patas para
arriba, es evidente que las ruedas se han parado. Lo bueno es malo, lo malo es
bueno, cuando llegues a la cima te encontrarás abajo del todo.
Idiot
Wind
BLOOD ON THE
TRACKS .- Enero de 1975.-
Parece mentira que los temas fueran grabados en apenas 4 días,
en septiembre de 1974, y que Dylan se abriese en canal. No lo ratifica nunca,
para eso él es él y muy suyo, pero su relación personal con Sara Lowdes no
pasaba por su mejor momento. Esos reproches, dudas, certidumbres, nieblas y
paranoias maritales hicieron eco en Blood
On The Tracks, bajo el paraguas
de que los versos están inspirados en cuentos de Chekhov, Dylan acerca su mundo
más íntimo en sellos inconfundibles y acústicos como el inicial Tangled
Up In Blue, parece desarmado en
Simple Twist Of Fate, una canción continuación de la historia de la
anterior que cierra, como si fuese una trilogía con You´re A Big Girl Now, la voz y la armónica de Bob Dylan son las
protagonistas de estas 3 canciones, intimistas, bucólicas.
Idiota Wind electrifica el asunto, lo alarga y trata de dar la
dimensión de otros temas ya legendarios en su discografía. Esos poemas épicos
que Dylan traza en su concepción de narrativa musical, diáfanos, pero envueltos
en brumas, diversas aristas que hacen difícil saber a quién o quienes se dirige.
Todas las canciones son enérgicas, pero sobre
todo viscerales, directas en esos giros copernicanos que Dylan nos tiene tan
acostumbrados.
Blood On
The Tracks está claramente emparentado con John Wesley Harding y New
Morning, en música y temática, solo con
escuchar la cara A nos da una visión impecable de por dónde va. Ratificado en
grandes canciones como Meet Me In The
Morning; el ritmo y la temática cambian de modo abrupto en la extensa Lily, Rosemary And The Jack Of The Hearts,
en formato de western nos cuenta un asalto a un banco y un triángulo amoroso
con final de tragedia griega, francamente muy conseguido. Dylan vuelve a tirar
de ese cancionero buhonero que va de voz en voz y de generación en generación
contando historias, ¡poco importa si ciertas o no ¡; para eso el un trovador de
una corte sin rey y un territorio por conquistar.
Dylan extrae veneno del polvo que respira, es
capaz de armar una gran canción con mandolinas y guitarras acústicas, se llena
de melancolía en If You See Her, Say
Hello. A veces necesita muy poco armar un buen tema, simple y directo: Shelter From The Storm, le basta su
guitarra y un cierto ritmo trotón. Buckets
Of Rain, tema fronterizo y seco, con lágrimas en los ojos y cubos de agua
para no pulverizarse en el desierto de su corazón, nos deja un legado con
cierto aire de esperanza.
Million Dollar Bash
Recuperando el pasado.- Antes de que Dylan saliese de gira,
se tomó su tiempo, y dado las buenas relaciones que ahora tenía con la
discográfica CBS, tal vez también por el suculento contrato que firmó, el
asunto es que por fin verían a la luz pública las famosas “cintas del sótano”,
un disco en forma de doble LP, cerca de un centenar de canciones de las que
sólo salieron a la luz pública poco más de una veintena, repartidas entre Bob
Dylan y The Band.
Disco descomunal si se mide con el paso del
tiempo, del buen hacer de unos músicos libres de ataduras, saltándose las
reglas, simplemente tocando en largas sesiones y que quedaron reflejadas
algunas canciones en The Basemente Tapes
– Junio de 1975.
Desde luego, pese a que haya pasado una década
desde que se engendraron y vieran la luz, no pierden calidad, como todo lo
bueno, y es la mejor manera de ponerse en forma tras el accidente de moto
acaecido al bardo.
En el sótano de la casa de Dylan, de fachada
rosa (Big Pink) y en Woodstock, libres,
Bob y The Band despachan una curiosa mezcla de rock, de blues, americana… entre junio y octubre de 1967, 24
cortes de los cuales Dylan aporta 16 y los 8 restantes los diversos miembros
del combo de The Band.
Me es difícil destacar unas canciones sobre
otras, pero entre tanto material existe donde escoger. La muy corta y concisa Odds And Ends, en la línea de rock que
practicaba Dylan a mediados de los 60, muy en el marco de discos como Highway 61 Revisited. Algunas
significativas, la que se publicó como single: Million Dollar Bash, otras interesantes Don´t Ya Tell Henry, compuesta por Dylan y cantada por Levon Helm.
Blues cazalleros: Orange Juicie Blues ( Blues For Breakfast ), con vientos y piano
honky-town. Sonidos callejeros en la misma línea, Please, Mrs. Henry.
Las hay hasta con tintes psicodélicos: Yazo Street Scandal. Hermosas canciones
como la tradicional Ain´t No More Cane o You Ain´t Goin´ Nowhere. Baladas con
todo el sabor de un wiski tomado en solitario pensando qué hago aquí: Nothing Was Delivered.
Todo The
Basement Tapes es una música “americana”, un viaje libre por el cancionero
tradicional de Estados Unidos, cuentos, historias varias, nada más hace falta echar
un vistazo a la contraportada con enanos, tragasables, coristas… regado de un
buen humor, en excelente armonía y buenos alimentos. Desde luego,
imprescindible en la obra no sólo de Bob Dylan, sino, obvio, en la de The Band.
You Ain´t
Goin´ Nowhere
Rolling
Thunder Revue.- Bob Dylan nunca ha querido ser esclavo de su
pasado, si acaso lo retoma de vez en cuando para pasarlo bien, retocarlo, como
el pintor que se tira años con un mismo lienzo, encuadrando el formato, la luz,
el entorno. Eso hace Dylan con sus canciones, pasa por momentos dulces y
amargos y esa contradicción es lo mejor para el cambio constante, esa
metamorfosis perenne que le invade.
Con Blood On The Tracks en el número 1 de
Lps en las listas americanas, con la publicación de The Basement Tapes en el
mismo año 1975, Dylan prepara lo que sería su siguiente álbum, Desire y retoma el asunto de un
boxeador, como ya hiciera con George Jackson en 1971, aquel chico negro líder de
Los Panteras Negras fallecido en circunstancias peculiares en la cárcel. Ahora
tiene entre manos la historia de Rubin “Hurricane” Carter, un tipo que iba para campeón de los pesos pesados y que
fue castigado con una pena de arresto por presunto homicidio. Dylan trabaja en
el verano de 1975 sobre la canción que será el single de su próximo trabajo.
Mientras se ensaya
con un grupo de músicos, apenas un día o dos, con los que saldrá a la carretera
en el otoño del 75, la idea es dejarse llevar, una especie de lo que hizo en el
sótano de su casa Big Pink con The Band pero ahora sobre un escenario. Por allí
aparecieron Joan Baez, Robert McGuinn, Mick Ronson… aquello fue tomando cuerpo
y el número de gente fue aumentando hasta llegar a formar la Rolling Thunder Band que giraría por
Estados Unidos en el otoño. La idea de
Bob era filmar parte del tour e incluso Sam Shepard contribuyó como Allen
Ginsberg con poemas recitados al final de los conciertos.
En octubre de 1975
Bob Dylan sale de gira con la troupe que forman bajo el nombre de Rolling
Thunder Revue, una treintena de conciertos por la costa Este americana y
Canadá.
Dylan tocaba unas
5 canciones y se retiraba, luego salía acompañado de Joan Baez y juntos
cantaban Blowin´In The Wind, más
tarde se quedaba ella sola cantando hasta que pasadas media docena de temas el
grupo entero tocaba, Dylan se sentía libre con la Rolling Thunder Revue
recuperando parte del cancionero americano que no es otro que en gran medida
sus muchas canciones tocadas encima del escenario, de forma profesional pero
divertida, amena y desde luego original.
En noviembre de
1975 sale el single Hurricane, número
1 inmediato y que a lo largo del tour tocan todas las noches, también la
violinista Scarlet Rivera iba incluida en el combo. El tour de la Rolling
Thunder Revue tuvo su continuación en la primavera de 1976, en esta ocasión era
la costa Oeste y el Sur de los Estados Unidos los privilegiados de contemplar
semejante espectáculo.
Entre medias se
había producido la salida del Lp Desire –
1976 y la grabación para un especial televisivo de la NBC de Hard Rain, siguiente trabajo de Bob
Dylan que recoge en directo grabaciones
de la segunda etapa de la Rolling Thunder Revue.
Un nuevo mundo es sólo una nueva mente
Hurricane
DESIRE .- Enero de 1976.-
Es un disco especial, no sólo porque
es el que más he escuchado de Dylan ( que es lo de menos ), sino porque su
cambio de concepción musical es total. Entra lo eléctrico, que no abandona el
camino en varios lustros, como si el impulso acarreado por la troupe de Rolling
Thunder Revue le ascendiese como un cohete espacial más allá del espacio.
Viejos bardos y trovadores rimaron las
noticias de sus años en el camino de la
peregrinación. Necesita más de 8 minutos para contarnos la historia de Rubin
Carter en el inicial Hurricane, probablemente
la canción que he escuchado más en mi vida, porque cuando crees que decae el
asunto aparece Scarlet Rivera con su violín, imagen que tengo asociada a la 1ª
vez que la vi sobre un escenario apareciendo como de improviso como una ninfa,
toda vestida de blanco. Yo tendría apenas 16 años, era impresionable con
demasiada facilidad. Con este tema Dylan consigue algo inexplicable en la
música, que un nuevo caso judicial ya archivado se viera revisado, con iguales
resultados, pero ahí queda el asunto.
Luego todo el disco está lleno de belleza,
sensibilidad, y en eso Dylan retoma el asunto de canciones largas, entre 7 y 6
minutos, necesita tiempo y espacio para desarrollar los versos que hilvana y
coserlos a su rock tan particular.
Se nota cierta flexibilidad en el bardo, que
echa mano de Jacques Levi que colabora en 7 de los 9 temas, la carpeta del Lp
se ve regado con la prosa de Allen Ginsberg, hasta se puede encontrar un
detalle de inspiración ibérica, Romance
In Durango, pero yo más bien creo que es fronterizo, es decir, tirando
hacia la luna mejicana que Bob conoce por pisar el terreno. No sólo el autor
teatral, Levy, fue socio en la concepción de disco, los coros cuentan con la
armonía y el buen hacer de Emmy Lou Harris, así pues estamos ante un gran disco
de Dylan. A veces hasta coral, rodeado de músicos con instrumentos ajenos al
mundo del rock, pero acoplados a lo que Dylan necesita según cual sea la
canción y “matiz” que le quiera añadir. Así podemos escuchar congas, violín y
mandolina, regados de esos coros que a veces parecen los de Self Portrait.
Al arranque tremendo de Hurricane,
le sigue el medio tempo que es Isis,
con Bob al piano, sílabas sostenidas y exclamaciones espirituales variadas en
busca de la claridad. El poeta recitando y entonando con un lenguaje elástico
cantando una historia de amor surreal, como todas por otra parte. Mozambique expresa la solemnidad de ser
sublime cuando se encuentra la estrofa adecuada, un rock siempre contenido pero
que te arrastra entre el violín de Scarlet Rivera y los coros que envuelven la voz de Dylan.
Hay tiempo para el desgarro emocional, la
balada One More Cup Of Coffe nos
sumerge en aguas amargas. Más profunda y honda, Oh Sister, acompañado de la Harris a las voces se sumerge en el
subconsciente del gurú en busca de respuestas, él, que es un ser tierno y
vulnerable.
Querencia por seres singulares tiene Dylan,
entre la invención y la realidad nos cuela Joey,
balada sobre las frías baldosas de Brooklyn, un forajido ha caído víctima de sus
excesos o simplemente que el hierro te alcanzó. “Pimentón picante bajo el sol
que levanta ampollas “, Romance In
Durango nos sumerge en la frontera, a veces más espiritual que física,
hasta Dylan se arranca con unos versos cantando en castellano ¡Inaudito!;
mandolinas, guitarras acústicas, violín y coros celestiales buscando algo de
esperanza y esperando que el amanecer nos coja todavía vivos. Black Diamond Bay como un ritmo
agradable, como si cabalgásemos sobre un pony familiar, las letras surrealistas
de Bob, la alucinación de un espía que te abre a la mente en este mundo
confuso, abstracto.
También sabe ser directo, último intento por
recuperar un tiempo pasado, emociones que todavía están a flor de piel.
Cartuchos lanzados al aire, versos suplicantes, Sara, hermosa balada en tono de ayuda. La que era compañera y madre
de 4 hijos naturales se iba, se desvanecía el sueño de permanecer juntos, Bob
Dylan lo intenta con la última canción que cierra Desire.
Mozambique
El espirítu.- Parece que no está y que calla como
si estuviese ausente, pero sólo lo parece, el Dylan de mediados de los 70 es un
ser libre, que trabaja con buenos músicos ¿Quién no querría aportar algo nuevo
al trabajo del bardo? Lejos de prejuicios que le pudieran atar en su pasado las
actuaciones con la Rolling Thunder Revue le vinieron muy bien, sacando ese lado
lúdico y abierto que tal vez no había experimentado en su ya, dilatada carrera.
Pero de vez en cuando las circunstancias le
superan, como a todos, por decisiones tomadas en su momento erróneas y que el
transcurrir de los años te colocan en el lado correcto, pero cuesta tanto darse
cuenta y coger el carril idóneo. Con Desire
en lo más alto de las listas americanas Bob Dylan concluye con la 2ª etapa del
tour que le llevo por los estados sureños de USA con la Rolling Thunder Revue
en el mes de mayo de 1976, pero no perdió el tiempo, gran parte de ese material
es utilizado para la película Renaldo
& Clara que bordea las 4 horas, 47 canciones tocadas en clubs de
pequeño y medio aforo; poco comercial para tanta duración, pero esto sólo era
la banda sonora, en realidad es una película o intento de serlo de un drama
surrealista donde Bob la dirige y aparecen diversos personajes, entre ellos
Sara, Ronnie Hawkins (haciendo de Dylan )… pero ahí quedó el experimento y un
gasto importante en la producción y elaboración a cargo del propio Dylan.
Gran parte de 1977 Bob parece que está desaparecido,
como un ente, pero su esencia se percibe no sólo en el film, que no se
comercializará hasta entrados 1978, y en muy pocos sitios es distribuida de
manera total, más tarde se acortaría para el mercado de dvs. Aparece su nuevo
Lp, Hard – Rain – 1977, 2º Lp en
directo en su carrera y que recoge
actuaciones con la Rolling Thunder Revue, varios temas ya conocidos, su pañuelo
palestino colocado en la cabeza, su Stratoscaster y su electricidad.
El resto del año se lo pasa en casa intentando
salvar su vida privada con Sara Lownles, cosa que no consigue pues en junio de
1977 se divorcian. Entre esto, la financiación de la película Renaldo & Clara y la construcción de
una nueva casa, le dio tiempo a escribir nuevas canciones y preparar un nuevo
Lp con un largo tour a lo largo de 1978-
Changing Of The Guards
STREET LEGAL.- Junio de 1978.-
Con producción de Don De Vito, los 9
temas que conforman el trabajo de Dylan son balsámicos, como textos bíblicos,
con ritmo, un deje entre el rock más comercial y el funk calentón, un paso más
importante en su carrera. Letras largas, coros góspel, ya no disimula, directo
a la yugular, con la misma banda que le acompaña en directo se mete en los
estudios y factura una obra maestra, moderna, Lp de finales de los 70, alejado
de sonidos rompedores que promueve el punk o la new wave. Dylan está ajeno a
cuanto movimiento musical no sea el mismo, hace una década Bob es un género en
sí mismo, como los Stones, son los dos grandes estandartes de la música popular
y por extensión del rock.
Agradable, con un sonido excelente y un ritmo
estupendo nos desborda en la inicial Changing
Of The Guards, un rock realizado a medida del bardo que no decae en ningún
momento pese a la extensión de más de 6 minutos. Una joyita aparece en el
siguiente corte, el blues ramplón de New
Pony, coloreado con unos coros góspel exquisitos y vientos en su punto,
como una cocción a fuego lento. No Time
To Think, posee todas las características del Dylan eléctrico, una balada
alargada en 8 minutos, estribillos corales, voz nasal del bardo, ritmo machacón
y persistente. Para pasar a un tema clásico, esas arengas que tanto le gustan,
una especie de balada con respuesta coral, Baby
Stop Crying, puede que sea una canción de amor, puede..., pero la exquisita
finura con que la aborda la convierte en hermosa, dulce, cálida.
La cara B persiste en los medios tempos, el
sonido góspel es apabullante, la grandilocuencia con que acomete Is Your In Vain?, los coros envolventes
como una caricia a un animal herido o amado, dulce, emotiva… Poco debe de
sorprender a quien ha seguido la discografía de Dylan, vuelvo a remitir a Selt Portrait, ahí está la piedra que
nos lleva unos años después a este Street
Legal. A poco despierto que se ande, en Señor
(Tales Of Yankee Power), se encuentran las claves de los próximos Lps de
Bob, envuelto en grandes coros, la correa transmisora de éste tema nos lleva a
las primeras entregas en emotividad y tono musical del comienzo. No cambia de
tono, True Love Tends To Forget,
balada rebozada en esos coros que la enriquecen, una vez más. El rock hecho a
trocitos, salpicado con góspel, guitarras eléctricas sin apabullar, sección
rítmica dispuesta a realizar su tarea, We
Better Talk This Over. Cierra el trabajo con un texto largo, Where Are You Tonight? (Journey Through Dark
Heat), otro tempo medio en la tónica de los anteriores, perfecto en su
ejecución y tratamiento
Señor
(Tales Of Yankee Power)
Sopla un viento de ninguna parte.- El príncipe ha llegado a la puerta del castillo encantado y
rompe las zarzas de la puerta con su espada, parecía que se encontraba
aletargado durante un largo periodo, simplemente estaba incubando sus
siguientes pasos mientras leía informaciones que le atañían a su persona y a su
obra.
Era difícil saber cómo continuar, pero a lo
mejor se le hacía más complicado saber cuándo empezó todo, a lo mejor en los
tacones de Rimbaud moviéndose como una bala danzarina a través de las calles de
New Jersey, eso escribía Allen Ginsberg, pero probablemente todo era más
terrestre, menos etéreo, quizás hasta cruel. Puede que se resumiese en un
cambio de actitud ante la vida, que asomase los primeros versos del hijo del
carpintero crucificado por los dueños del entonces mundo, o puede que el asunto
se resumiese en que divorciarse en California salía muy caro sobre todo cuando
tienes bienes con los que comerciar y comenzar a ser libre de nuevo, pero los
rastros de miguitas que vas dejando por el camino son fáciles de seguir, tienes
que apechugar con las consecuencias de tus actos.
Dinero, vil metal con el que subsistir y poder
ser libre, la balanza debe de ser equilibrada, sino se despelleja el asunto
artístico. Bob Dylan inicia el World
Tour 1978 en febrero por tierras
niponas y se mantendrá en Nueva Zelanda y Australia hasta la llegada de la
primavera, ya con los primeros calores estivales y con el lanzamiento de Street Legal se marca 114 conciertos en
lo que queda de año, repartidos entre Estados Unidos y la vieja Europa. Sale en
la película El Útimo Vals de
Scorserse, estrenada en abril junto con el triple Lp en el que interviene en 4
canciones con The Band. Contempla como desde Planet Waves sus discos alcanzan el millón de copias, sin ser nada
espectacular, pero como las finas gotas de lluvia penetran en la tierra, Dylan
lo hace en varios cientos de corazones y almas errantes en el planeta Tierra
mientras su mente divaga entre el judaísmo más ortodoxo y los textos de la
Torá, se acerca al cristianismo más rancio. Ya había dado cuenta este príncipe encantado
en su disco anterior, pero ahora, como avisando las nubes que iban a dejar agua
sobre los campos, nos intenta fertilizar desde una nueva vertiente, Bob Dylan
inicia su etapa de cristianismo, que comprenderán tres Lps: Slow Train Coming – 1979, Saved – 1980 y
Shot Of Love – 1981.
Entre medias
quedan los nuevos arreglos y artificios corales que subsisten reflejados en At Budokan – 1979 , doble Lp grabado en
directo en Japón, entre el 28 de febrero y el 1 de marzo de 1978 de cuyo
lanzamiento tuvimos conocimiento en abril de 1979. Dylan ya comenzaba no sólo a
dar señales, sino claras evidencias, de que quería dar un nuevo rizo a su
carrera y arreglar viejas canciones con nuevos sonidos, de ahí que el famoso Before The Flood – 1974 y Hard Rain – 1976,
son las últimas ocasiones de escuchar de manera fiel los textos de antiguos
temas.
A veces me siento tan
decaído y asqueado,
no puedo evitar pensar
qué le pasa a mis compañeros
¿se perdieron o se
encontraron?
¿Han contado lo que
costaría derrumbar
todos los principios
terrenales que tendrán que abandonar?
Un tren lento, muy
lento, viene por la curva.
Slow Train
SLOW TRAIN
COMING .- Agosto de 1979.-
Sonido limpio y cristalino, matices en la producción del
nuevo producto: Jerry Wexler/Barry Bechet. La música impoluta, el rock sutil,
el bardo manejando doctrina, clase y estilo.
Sólo retuvo
de su anterior grupo a 2 vocales, Helena Springs y Carolyn Dennis, y se
incorporan otros nuevos: Pick Withers en la batería, y por supuesto,
Mark Knopfler, de Dire Straits. El nieto e hijo de judíos-rusos se pasa al
cristianismo, ¿y qué? No le llamaban profeta y él no quería ser líder de nada,
ahora tampoco lo es. Simplemente tiñe sus textos de cristianismo, canta, habla,
razona sobre el asunto del más allá y ese dios, miserable por otra parte, se
ciñe al rock puro y de sonido impoluto en todas las canciones de este Slow Train Coming.
Al margen de avatares y disfunciones varias,
es un gran trabajo del bardo, desde la inicial Gotta Serve Somerbody, un rock tranquilito, unos coros celestiales
( comienzan a ser una tradición ), una alegoría religiosa en cada estribillo; como hermosa es Precious Angel con un ritmo sostenido, batería perfecta y esa
Stratoscaster inconfundible del maestro Knopler, medio tempo que se acopla de
manera gradual a la voz de Dylan con el toque góspel del final.
Hay canciones lentas, las guitarras acústicas
y el sutil dedo de Knopfler toman el protagonismo sobre textos casi recitados
más que cantados: I Belive In You, Do
Right To Me Baby (Do Unto Others).
Como una crisálida que sale del huevo, una solidez y limpieza
como la prueba del algodón, hay canciones sólidas y puras, Slow Train, creencia en el sueño americano pero no exenta de rabia; o por ejemplo When You Gonna Wake Up
Gonna Change My Way Of Thinking que abre la cara B es el mejor tema
del disco, un blues conciso y concreto, lejos de tanto cinismo sobre las
distintas controversias que se escribe sobre el biblismo de Dylan, ese cuidado
exquisito del que está hecho Slow Train
Coming, cocinado a fuego lento, no exento de alguna canción comercial si
por eso se entiende que quien no compra discos hasta le suena de algo esa musiquilla.
No duda en utilizar vientos, teclados, ayudarse de coros celestiales que le
envuelven en su voz, un nuevo destino.
Un reggae, lo nunca escuchado en Dylan, lo más
radiado en España, debía de ser el sencillo o aquello de que el señor de los
cielos se dignó poner nombres a los animales, cosas, objetos, un tema especial
y bonito: Man Gave Names To All The
Animals.
Las nuevas canciones de Bob son declaraciones de fuerza,
letras atemporales algunas con visiones apocalípticas, hay diversos personajes
y sentido del humor, retorcidas, marca de la casa, existen ladrones y ricos,
banqueros, dobles sentidos, el simbolismo religioso en una
progresión lógica de la visión maniquea de Dylan, de la vida y su dolor, lleno
de lucha con el bien y el mal.
Gonna Change My Way Of Thinking
Un Dylan homoestático.- ¿Qué? Para sobrevivir,
los sistemas necesitan ser homeostáticos. La homeostasis es el nivel de
adaptación permanente del sistema. Es una dinámica a la supervivencia dinámica.
Los sistemas altamente homeostáticos sufren transformaciones estructurales
asociadas a los cambios del contexto. Eso es lo que determina su evolución. Lo
contrario de la homeostasis es la entropía, que es el desgaste que presenta el
sistema por el transcurso del tiempo o por su mismo funcionamiento. Ese
desgaste hace que los sistemas altamente entrópicos tiendan a desaparecer. Para
sobrevivir, necesitan sistemas de control y mecanismos permanentes de revisión
y cambio.
¿Qué se esperaba a finales de la década de los 70, que Bob cantase a las chicas, cómo besarlas y poder morderles los labios? ¿O cómo mueven sus caderas al andar? Sus letras tienen doble sentido, a veces incluso más. Dejar esta época cristiana evangelizadora en la simpleza de que se había convertido al credo católico y que sus discos, desde Slow Train Coming pasando por Saved – 1980 y cerrándola con Shot Of Love – 1981, es simplificar mucho las cosas. Salvo el 1º de los Lps citados, el mejor, el resto sigue su trayectoria, no excelentes, sigue en la pauta trazada con agolpamiento de sonidos góspel y “caricias eternas”.
¿Qué se esperaba a finales de la década de los 70, que Bob cantase a las chicas, cómo besarlas y poder morderles los labios? ¿O cómo mueven sus caderas al andar? Sus letras tienen doble sentido, a veces incluso más. Dejar esta época cristiana evangelizadora en la simpleza de que se había convertido al credo católico y que sus discos, desde Slow Train Coming pasando por Saved – 1980 y cerrándola con Shot Of Love – 1981, es simplificar mucho las cosas. Salvo el 1º de los Lps citados, el mejor, el resto sigue su trayectoria, no excelentes, sigue en la pauta trazada con agolpamiento de sonidos góspel y “caricias eternas”.
Pero hasta la fecha lleva una carrera excelsa,
disco a disco ha ido creciendo y cambiando, mutando. En la década de los 80
Dylan no interpreta canciones de antes de este periodo que estamos viviendo,
repasa sus obras últimas, quien quisiera pasado ya tenía sus discos grabados o
el directo en vinilos para saborearlos, ahora sus pasos caminan en otro
sendero.
Dylan espera ser homeostático, pero va a su
ritmo, no en vano Slow Train Coming
llegará a platino en USA, Canadá y rondará las 100.000 copias en Inglaterra,
pero se desorienta en los 80, como les pasó a todos sus coetáneos, las nuevas músicas,
tecnologías, avances. Terminará el ciclo cuando él crea que lo ha cerrado, como
pasó en los 60 del folk-singer a la época ácida y posterior al country-rock y
americana. Sin reírles todas las gracias, que tampoco, yo hasta la fecha no
tengo ningún disco del bardo para tirar por la ventana.
Estoy colgando de
un hilo de la realidad del hombre.
Como
cada gorrión que cae, como cada grano de arena
Trouble
SHOT OF LOVE .- Agosto de 1981.-
Más y superior a Saved, inferior a Slow Train
Coming. Más rockero, buscando los sonidos eléctricos que en sus 2
predecesores, volcados en el góspel; existe un contraste con la música fina y
elegante, Shot Of Love se ve más irritante, lejos de adoctrinar como
alguien intuye, Dylan llena las palabras de ira, viendo cómo lo trataban, hasta
escuece escucharle que Jesús y él han intercambiado los papeles.
Produce Chuck Pkotakin y cambia de escenario
para la grabación, algunos colaboradores ilustres como el batería Jim Keltner,
espléndido el coro de vocalistas, sin ninguna novedad pero sin el protagonismo
de anteriores álbumes.
Abre con Shot
Of Love, rock conciso, Bob no disimula y parece un chaval airado más que un
adulto con respuestas, claro que haya algunas entre esas relaciones tan
particulares que mantienen hombres/mujeres: Heart
Of Mine, voz y piano de Bob mientras echa una manita Ron Wood a las
guitarras eléctricas. De monólogos interiores y diversas historias tenemos
varios ejemplos, Property Of Jesus o Lenny Bruce, difícil de catalogar ésta
última, años después del fallecimiento del humorista americano, Dylan le canta,
quizás influenciado por acontecimientos recientes ( el asesinato de Lennon),
entona el tema a otra figura cultural judía que en su momento dio la espalda a
su religión.
Tengo algunas piezas menos introvertidas de
abrir las entrañas para ver qué me encuentro, sencillas en su elaboración y ese
ritmo trotón en Watered – Down Love,
el reggae de Deadman, Dead Man. También
recuperamos sonidos y temperamentos pasados, Bob con su armónica envuelto en
esos coros, esta vez sí, muy protagonistas en In The Summertime, claro que la mejor es el rock descarnado de Trouble.
Desaparecer entre los
anillos de humo de mi mente.
Bajo las brumosas
ruinas del tiempo,
más allá de las hojas
heladas, de los encantados hombres aterrados,
lejos de la playa que sacude el
viento,
fuera del funesto
alcance de la pena enloquecida.
Y Dylan, calla.- No concede entrevistas, no da ruedas de prensa,
disfruta de su nueva casa y da paseos por la playa, como un ermitaño, casi
siempre solo, de hablar, sólo lo hace con su perro. Pocas veces se cruza con
alguien, y ese alguien, sea vecino o curioso, se cuida muy mucho de decirle
algo, si acaso un simple cabeceo en señal de saludo homínido.
Como la sabia y vieja tarántula, se ha
escondido en su laberinto, escuchando lo que se escribe sobre su obra y sus
últimos giros, pero no está aislado. Compone nuevas letras y música para
preparar con tiempo su nuevo álbum, el mejor de la década ochentena.
Consciente de las joyas que ha creado,
tratará de estar a la altura de semejante reto. Tardará más de 2 años en publicar
nuevo Lp, y lo hará convencido de que deja
un trabajo digno de su esplendor, no desea vivir de gestas pasadas, el huraño
y enigmático hombre le apetece seguir puliendo su deseo de perseguir sueños
envueltos en sombras, aunque deje entrever demasiadas rendijas por las que se
cuele la luz. Dylan es un personaje con un propósito, la de iluminar con su
música este paramo de perdidos. Puede que estuviese escocido de la controversia
generada con sus 3 álbumes anteriores, ese marcado cristianismo, pero sostengo
que sus textos son de doble sentido, lectura enrevesada y metafórica siempre,
quizás trate de recuperar cuentas mundanas, más personales, y regresar a contar
historias largas que tanto le gustan desarrollar, en eso, Infidels, da en el clavo.
Recupera a Mark Knopfler, y no sólo en la
guitarra, produce el Lp junto a él, o sea que se implica en tareas más allá de
una simple colaboración.
Como curiosidad, esta vez saldrá de gira en
los meses siguientes para promocionar su nuevo trabajo, pero esta vez será sólo
por Europa, en 27 conciertos y se deja caer por España por primera vez: Madrid
y Barcelona, cuando el verano ya aprieta de calores. Tendrá teloneros de lujo, Carlos
Santana abrirá los shows, pero a lo largo del recorrido se le unirán algunas
figuras, unas locales, otras no tanto, por ejemplo Van Morrison, Chrissie
Hynde o Clapton.
Jokerman
INFIDELS
.- Octubre de 1983 .-
Canciones
largas donde mete su voz, armónica, guitarras, Jokerman ya es claro aviso para navegantes sin faro, excelente tema
de inicio, rock sin cortapisas que desacelera en la nostálgica Sweetheart Like You.
Infidels contine 8 temas, 4 por barba, y al
añadido Mark Knpfler, éste se lleva al invento al teclista de Dire Straits:
Alan Clark, tampoco es desdeñable el trabajo de Robbi Shakespeare en el bajo y
de Mick Taylor, que siempre supo componer muy buenas armonías.
Tampoco Dylan rehúye compromisos, se puede o
no estar de acuerdo, pero justifica el estado de Israel, como antes existió el faraónico
Egipto o la Roma imperial en el
acelerado Neighborhood Bully. El
bardo emplea su genio, como siempre una ligera idea enrevesada, Man Of Peace, contundente rock y
excelente Sly Dunbar en los tambores, a lo mejor Satán se esconde en las
columnas de los palacios del poder y teje con sus sombras hombres y estados de
paja, fallidos. Tajante en el ritmo y el texto en Union Sundown, ¿les suena de qué el capitalismo está por encima de
cualquier ley inventada… y por inventar? Pues eso, nada desdeñable la slide de
Taylor, por cierto. Amor y miedo por partes iguales se funden en On Me Tonight.
Algunas canciones rompen el término medio del
disco, la balada License To Kill y la melancólica I And I, desde el primer surco ya se
oye la Stratoscaster de Knopfler.
No es que Dylan hubiese vuelto… es que no se
había ido.
Union Sundown
Dispersión.- A las pocas semanas de salir al
mercado, compré en una tienda de discos de Granada Infidels, no lo pudo escuchar hasta por la noche que en un garito y
con el plástico entre las manos, el dueño lo colocó en el plato y entre una
copa y otra escuchamos la cara A.
Creo que era el primer Lp de Dylan que iba
escogido entre tiempo y espacio, obviamente los anteriores se adquirieron con
el paso de los años, uno antes, otros de épocas posteriores. No hice mal
negocio, pues la década ochentera no le sentó muy bien al bardo. Su discografía
se desgaja entre álbumes decentes, inseguros, regulares, canciones sueltas
elegantes pero difícil que puedan formar un todo compacto como hasta ahora.
Dispersión absoluta de su obra, pero hay que
seguir escarbando, cuando te has pasado tantas horas escuchando a Bob y forma
parte de tu epidermis, te cuesta soltar
lastre, como esos amores que se acaban, pero no sabes nunca qué cuerpo y mente te quedan realmente.
En 1984 publica su disco Real
Live, con nuevos arreglos de viejos éxitos, como Highway
61 Revisited, Maggie’s Farm, Masters Of War y Tombstone Blues, en el que interviene
también Carlos Santana. Ya comenté
que de directos de Dylan, me baso sólo en los 2 primeros.
Tras el tour de 1984 sus
apariciones fueron esporádicas en
eventos que jamás me han gustado, juntar a demasiada gente para nada, eso de
mucho ruido y pocas nueces, ejemplo Live Aid. Y empieza una dispersión de
publicación de discos, el siguiente en estudio es Empire Burlesque – 1985, en junio, Lp disfuncional, sin un eje
claro, con canciones destacadas, en la idea de colocar a Dylan con sonido y
ropaje más de acuerdo a la modernez andante de los 80. Claro que el bardo es
muy capaz de situar unas cuantas canciones entre caminos cruzados del rock y
góspel más audaz: Thigh Connection To My
Heart (Has Anybody Seen My Love) , temas que podrían encontrar su acomodo
en Street Legal o son una
continuación de aquél. Vuelve a contar con colaboradores de lujo: Mick Taylor,
Sly Dunbar, Robbie Shakespeare y varios miembros del grupo Hearbreaker´s de Tom
Petty. Así pues aquello malo no podía ser, otra cuestión es que estamos
acostumbrados a lo excelso y los márgenes de imaginación de Dylan no son
infalibles.
Clean Cut Kid es un dardo venenoso, ahora sí claro y rotundo, sobre
el fiasco de Vietnam, un rock sin concesiones con coros hermosos y armónica
ratonera. El ritmo machacón de Trust
Yourself, con corales efectivos y una cierta comercialidad. En un claro intento de seguir la estela de Hurricane nos coloca la larga y
armoniosa When The Night Comes Falling
From The Sky con la participación de Al Kooper, en esta oportunidad tocando
la guitarra eléctrica. Fiel a los tiempos que corren, Tight Connection To My Hear
tuvo su videoclip rodado en Japón, dirigido por Paul Schrader. Empire Burlesque es un disco de
transición, sólo Bob Dylan sabía hacia dónde se dirigía, todo es cuestión de
tiempo.
En el otoño nos encontramos con un
manantial de canciones del bardo, en las estanterías empezó a proliferar por
estos tiempos cambiantes cajas con varios vinilos, años después muchos
remasterizados en cds, el nuevo invento japonés. El asunto es que a CBS publica
el álbum quíntuple Biograph – 1985, que incluye canciones que dan una
visión general del cantautor, ya que, junto a algunos grandes éxitos, se
presentan versiones inéditas, tomas alternativas o se recuperan canciones que
frecuentemente han pasado desapercibidas. El artefacto contiene 53 canciones
dividas en 6 caras, sólo encuentro dos motivos para adquirirla: o no se tiene (
o poco ) material del bardo, lo cual puede ser muy significativo para entender
su obra, abarca desde 1962 – 1981, o se quiere poseer y escuchar aquello que no
grabó. Es de destacar algunos temas interesantes: I'll Keep It With Mine, Percy's Song. Curiosos
algunos temas en directo, pero en fin…
Esta época muestra a Dylan disperso, en una diáspora de objetivos y poco centrado en trabajos que no sólo estuviesen a la altura del mito que ya era, sino del presente más acuciante. Incluso sus ventas dejaron de alimentarle el ego, sin ser nunca un objetivo en sí en sus Lps y en gran parte de sus seguidores, se vieron claramente en baja desde Infidels, su último gran trabajo discográfico.
Esta época muestra a Dylan disperso, en una diáspora de objetivos y poco centrado en trabajos que no sólo estuviesen a la altura del mito que ya era, sino del presente más acuciante. Incluso sus ventas dejaron de alimentarle el ego, sin ser nunca un objetivo en sí en sus Lps y en gran parte de sus seguidores, se vieron claramente en baja desde Infidels, su último gran trabajo discográfico.
Eso le llevó a trabajar con gente
que a mí entender poco o nada le aportan al bardo en esta época. David Stewart (Eurythmkics)
le produce un nuevo Lp: Knocked Out Loaded
– 1986 , posiblemente en un intento de modernizar el sonido de Bob, cosa
que no consigue, en parte porque el material de Dylan es escaso, como inútil
resulta su aparición cinematográfica en un artefacto llamado Hearts Of Fire – 1987.
A mediados de los 80 Bob Dylan se
embarca junto a Tom Petty & And The Heartbreakers en una gira que lleva por
nombre True Confessions Tour, transcurre
por tierras de Nueva Zelanda, Australia y Japón, de febrero a marzo de 1986.
Luego la retomarían de junio a agosto por Estados Unidos, a fin de cuentas el
mito alimentaba su status.
Ahora sucedía lo contrario que en
décadas precedentes, Dylan buscaba más el apoyo del público en sus tours que en
su enorme discografía, discos excelsos que no necesitaba promocionar. Algo
debía de estar cambiando en el interior del bardo. Encima de dejaba acompañar por compañeros de fatigas, muy
buenos por otra parte, pero había un pelín de infelicidad en sus muchos
seguidores, entre los que me encuentro. Sobre todo en el material que iba
sacando.
Para sorpresa monumental, este
hombre siempre está en ello, fue su unión a las huestes de Jerry García con su
Grateful Dead, apenas fueron 6 conciertos en Estados Unidos en el verano de
1987, pero debieron de llevarse bien pues Columbia Records aprovechó
grabaciones de la gira y publicó Dylan
& The Dead un álbum en directo con siete canciones compuestas e
interpretadas por Dylan lanzado en febrero de 1989.
Claro que se veía venir, su unión
en directo con Tom Petty le llevó a unirse en un combo aún más extraño, el
denominado Traveling Wilburns con George Harrison, Roy Orbison y Jeff Lynne y
sacar el primer volumen en octubre de 1988. Fruncir el ceño era poco, no porque
el producto en sí sea malo, no sé a quién beneficiaba o perjudicaba, pero había
que verlo y escucharlo como un entretenimiento de genios juntos. Jamás me han
gustado esos guisos, ahora canto yo, luego tú, compongo aquí y llevo la
guitarra rítmica acá. ¿…?
Si las ventas se dispararon hasta
el platino, era para hacérselo pensar, pero de verdad aportaba algo al trabajo
de Bob Dylan en este momento. A tenor de lo que él sacaba bajo su nombre,
indudablemente, pues su siguiente Lp: Down
In My Grove – 1988, que cuenta con la curiosidad de firmar sólo 2 temas el
bardo, y a medias con el letrista de Grateful Dead, Robert Hunter, el resto de
los 8 temas restantes son versiones. Parecía
que iba en franca decadencia, que no dedicaba suficiente tiempo a componer o
simplemente la fuente se estaba secando y mareaba la perdiz con su mito a cuestas,
su legión de seguidores y alimento de los muchos perdedores que siempre le
tuvieron en el ojo del huracán.
Yo andaba perdido con Bob Dylan,
pero como él no era la excepción en esta década aciaga para aquellos mitos de
mi adolescencia, no le daba mucha importancia, teniendo en cuenta que si no
desaparecía físicamente, siempre cabría esperar algo bueno y nuevo del bardo,
sino, pues ahí estaba su enorme legado hasta ahora.
Había que buscar un sonido atmosférico,
regresar a los orígenes, hallar un productor que diera con el “toque” Dylan,
claro que para eso tendría que tener materia suficiente, ya se sabe, se
necesitan mimbres para rellenar buenos cestos.
Political World
OH MERCY.- Septiembre de 1989.-
Pocas veces nos encontraremos a
un tipo que ejerciendo la labor de productor, se implique tanto en el trabajo
del producido. Daniel Lanois es una excepción, produce Oh Mercy, pero además contribuye al margen del sonido,
ecualización, distribución del material y orientación del álbum, sino que toca
el dobro y guitarras eléctricas entre otras cosas al fin de llevar a Dylan
hacia un camino seguro y dejarnos un excelente trabajo. La labor de Lanois es
impecable en muchos otros Lps de grupos y solistas, la lista es muy larga.
La portada del álbum es muy bonita, y existe
en realidad, es un mural pintado en un
restaurante chino de la 9 Avenue con la 53 de Nueva York; la contraportada
muestra a un Dylan jovial con el cabello húmedo y un sombrero veraniego, como
si acabase de salir de la piscina. El disco se abre con Political Wold, un ritmo delicioso y con clase sobre los problemas
que siempre han atormentado al bardo, este mundo tan político y falto de amor
que nos lleva a la destrucción. Corte interesante Everything Is Broken, acertado en su concepción del arreglo de
cuerdas.
Canciones que te mullen en la tranquilidad y
ahonda en esa nueva voz de Dylan: aguardentosa y seca, cada vez menos nasal, la
steel guitarra de Lanois acompañado de vientos y acordeón: Where Teardrops Fall. A veces sólo necesita su piano y voz, apenas
acompañamiento en el espiritual Ring Them
Bells. Para mí una de las joyas está en la delicia que es Man In The Long Black Coat, no es
Leonard Cohen, pero casi, palabras misteriosas en un mundo revuelto, canción
resuelta con enorme sutileza.
Proliferan los medios tiempos en el disco,
también cierta desolación al llegar a una determinada edad en la que uno se va
dando cuenta que esto tiene poca solución: Most
Of The Time.
En Oh Mercy se
recupera un Dylan sosegado, familiar, las canciones demuestran a través de sus
versos que está atento a la realidad que le rodea, sino no se explican
canciones como What Good Am I? o Disease Of Conceit, en ambas
encontramos a Dylan concentrado en el piano mientras más que canta, desarrolla
una historia.
Cierra con Shooting
Star, ya no se anda con ambages, pierde la fe cristiana que tanto le avaló
al final de la década de los 70, demasiadas estrellas fugaces, incluido el tal
Jesucristo.
Man In The Long Black Coat
La
realidad mata, la ficción salva.- Una cierta reconciliación consigo
mismo, tampoco creo que navegara por aguas cristalinas, pero el camino que
llevaba discográficamente hablando, era el bueno.
Mentir en todo, sólo para contar
mejor la verdad está al alcance de los elegidos, y Bob es un hombre que
persigue un propósito, el de hacer crecer al rock a la máxima categoría de
música interesante, no para desperdigados jovenzuelos de fines de semana. Como
no quiere ser esclavo de su pasado y en la contradicción permanente de su obra
se encuentra el motor del cambio, ya liquidó en Blood On The Tracks sus cuitas maritales con Sara y hasta las
raíces americanas con The Bassement Tapes;
encontró su aquel en el desarrollo de largas canciones como en los 60, el éxito
comercial y la conversión a un cristianismo, que como todas las religiones, son
tan personales como la piel que recubre nuestros cuerpos efímeros, con sus
cantos góspel y espirituales, transitó por la década de los 80… y encuentra la
luz en buenas canciones, con tiempo y espacio regresa el genio intacto, Oh Mercy le sitúa en el candelero, un Lp
introspectivo, interesante, para los más recalcitrantes sale el directo Dylan & Dead – 1989 y se espera con
cierta incertidumbre para finales de verano la nueva entrega de Bob.
Dylan explota la metáfora
narrativa como mecanismo de adaptación a la vida cotidiana, sus nuevas letras
lo atestiguan, se queda en momentos que parecen cotidianos, pero que no lo son
tanto, como siempre, nada es tan simple, mentir para contar, ver para distorsionar,
trabajar las buenas mentiras mientras se fabrican con ellas grandes verdades, o
pequeñas, el asunto es fabular sobre el misterio que nos envuelve a diario de
eso que llamamos vida y que puede ser pesadilla, espejismo, tragedia, ensueño,
pero también desahogo, tranquilidad, calma.
Que vivían en un callejón bajo el cielo rojo
Había un niño y había una niña
Que vivían en un callejón bajo el cielo rojo.
Había un niño y había una niña
Que vivían en un callejón bajo el cielo rojo.
Unbelievable
UNDER
THE RED SKY .- Septiembre de 1990.-
Con un sonido pop, probablemente
con la influencia de Don Was, que para eso es el productor junto a Jack Frost
(Bob Dylan), éste nos clava un disco de cuentos. Todas las historias están contadas
en clave de narración infantil, como si le hablase a un niño de 4 años.
Dylan tenía algún vástago de esa
edad con Carolyn Dennis, una de las vocalistas que le acompañó muchos años
haciendo coros en sus discos y giras. Puede que el tema de inicio, el insustancial Wiggie
Wiggie sea un cuento a su retoño Desirée, y que todo el Lp goce de un
libertad literaria poco acorde con lo escrito por Bob anteriormente, una
autonomía en la creación musical que se vio refrendada por excelentes músicos: Under The Red Sky por George Harrison,
Al Kooper o el propio Don Was al bajo.
Pero para temas interesantes destacaría a Unbelievable,
un rock muy apañadito que cuenta con Kenny Aronoff en la batería, el mejor tipo
que he visto en mi vida tocando dicho instrumento, integrado en la banda de
John Fogerty. T.V. Talkin´Song, en
esta oportunidad con Robben Ford como apoyo a la guitarra eléctrica; 10.000 Men cuenta con los hermanos
Vaughan en las guitarras al margen de Aronoff y Was, entre otros. Para sonidos
de nostálgicos con el Dylan sesentero, época ácida, el magnífico Handy Dandy. Otro rock destacado es el
cierre con aire de arrabal: Cat´s In The
Well.
El disco grabado posteriormente a
la gira con los Traveling Wilburys, en la primavera de 1990 y algún descarte en
su momento de Oh Mercy acabará en Under The Red Sky, como la balada Born In Time o el tempo medio God Knows, una delicatesen.
Under The Red Sky echa otros 10 temas escritos por Dylan a su
amplia discografía de trovador, una fábula sobre este cuento que es la vida y
que nunca sabré si es sueño, como diría Calderón, que debemos de cuidarla y
exprimirla, porque no hay otra.
Sittin´On
Top Of Te World
Se deja
querer.- Como
un felino que maúlla y se mete entre las piernas arqueando la espalda en busca
de una caricia, salta y te pone el rostro junto al tuyo y mueve rítmicamente la
cabeza en busca de roce, compañía, mimos. Dylan accede a que le den un homenaje
por su 30 años de carrera ¿ya han pasado 3 décadas? Bordea la cincuentena y como mi gata desea
mimos.
El Madison Square
Garden de Nueva York, allá por octubre de 1992 acogerá a cuanta figura desea
compartir escenario con el bardo, la lista es tan grande como cuando vas a un
supermercado con dinero (efectivo o tarjeta). De dicho engendro saldría un Lp: The 30th Anniversary Concert Celebration –
1993, doble en directo con 28 temas. Antes habíamos escuchado a Dylan en 2
buenos discos aquí desglosados, final de década (80) y comienzo de la nueva (90):
Oh Mercy y Under The Red Sky, también
asistimos a la nueva entrega, ésta con sentido del humor, quizás por el morbo
de que Roy Orbison ha fallecido, Traveling
Wilburys – vl. 3, a modo de homenaje y guiño malicioso a las ventas del 1º
y sin haber publicado el 2º álbum.
En una clara
muestra de calidad y en un nuevo camino de los muchos que los pies y el cerebro
del judío errante ha transitado, salen trabajos como Bootleg Series – 1991, sólo para muy adictos, consiste en rarezas,
algunas cosas escuchadas en discos piratas y tomas en directo. Pero lo que me
llama la atención es su siguiente Lp, digamos, oficial, si con los anteriores
más inmediatos la división crítica era enorme, aunque el suelo que tiene Dylan
con sus seguidores es amplio, superando el millón de ventas en cada trabajo, da
una vuelta de tuerca integra y nos sale con un álbum acústico, el folk-singer
ha regresado en forma de Good As Beeb To
You – 1992, 13 temas del tradicional cancionero americano, ninguno nuevo,
Dylan no aporta sus textos, se limita a interpretar con su guitarra acústica y
armónica. Las hay brillantes, me quedo con Sittin´On
Top Of Te World, un viejo blues que data de 1930 (Vinson/Chatmon); o Step
It Up And Go, le pone emoción a Tomorrow
Night en un Lp de susurros e intimista que nos retrotrae al Dylan de los comienzos,
sin duda engrosa su mito y ese halo misterioso que le acompaña siempre.
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