WILLY DEVILLE: EL PRINCIPE DE LAS TINIEBLAS









Cadillac Walk


 Persiguiendo sombras.- Willy estaba embutido en un traje de levita de color rojo, casi cereza cuando las luces del escenario le daban de lleno, deambulaba despacio por el escenario como un gato ramplón y dueño de su callejón, el micrófono al que se agarró como si le fuese la vida en ello, probablemente fuese así, se encontraba engalanado de rosas, desde allí y secundado por su banda arremetió los acordes de This Must Be The Night
 Era una noche fría otoñal, como no podía ser menos a comienzos de octubre, de mediados de la década de los 90. Willy Deville presentaba nueva obra, pero daba igual, su armazón esquelético, elegante, envuelto en su traje, con sus andares felinos, su voz susurrante a medio camino entre el Lou Reed más tierno y los Stones más callejeros, esta mezcla de sonidos latinos con cañón de Nueva Orleans, pasadizos secretos de las calles bohemias de París, esa ciudad en la que residió; los entresuelos de las avenidas de Nueva York que también conocía, hasta establecer sus huesos en el sur americano. Así era Willy, o yo creía que era, esa especie de ser androide, esa mezcla de bien pensante y andarín, chulo callejero bien vestido y arreglado, a punto de asaltar a cualquier dama que lo merezca, en el buen sentido, elegante, con un savoir faire, un Bowie más a mano, más cercano, casi como un amigo.  En el escenario es capaz de compaginar sabiamente el bullicioso ritmo de las calles del East Side neoyorquino con su regusto latino; para pasar a los pocos minutos al más atemperado de los pantanos de Louisiana o arramblar con magia y supersticiones callejeras en un carnaval de las avenidas de Nueva Orleans.


Spanish Stroll



La Quinta del 77.- La hornada de grupos y solistas que asoló el último trienio de la década de los 70 era de órdago. Difícil destacar en calidad y cantidad, pero mira tú por donde siempre hay rosas que crecen, maduran en los rosales y sobresalen, eso sí, llevan espinas y hay que tener cuidado de no pincharse.
 Alrededor de las calles y callejuelas neoyorquinas, diversas criaturas y criaturillas varias en forma de homínidos forman y deforman bandas que alguna vez serán algo, o nada, o gloriosos o fracasos, ¡vamos, como la vida misma a ritmo de rock and roll! Willy Deville formaría a comienzos de los 70 Mink Deville y tendría que ir hasta el Londres más cosmopolita para aprender, vería el renacimiento de eso que se llamó punk y hasta las hordas de new wave. Luego su música se arraigaría en un eclecticismo interesante, amplio, diáfano, dentro de esta “quinta del 77” se extendería por los barrios neoyorquinos hasta parar en París y despejar la margarita en Nueva Orleans. De ahí saldrían 3 Lps interesantes, los que forman el triángulo que va desde 1977-1980, o sea, Cabretta, Return To Magenta y Le Chat Bleu.
 Ya los títulos dan que pensar, todo esto claro, antes de sumergirse en las ciénagas pantanosas del sur americano, de este coctel de músicas populares en las que nos emplazó su rock particular y exquisito, a modo de nuevo Quijote de figura esbelta, sin caballo todavía que asomase por sus venas; el soul, el rock and roll más primitivo, la chanson…era dueño de un limbo inventado por él y que nos dejaba escuchar hermosas canciones, una veces acompañado de sus terciopelo de garganta, con sutiles aderezos de saxos, vientos tranquilos que te arrullan. Este gato callejero deja un reguero de buenas sensaciones para corazones solitarios, su sinceridad desarma, todavía no deslumbra con sus camisas magenta, pero el estilo de chulo androide debuta con paso firme y, es que estuvo a punto de reinar, pero se quedó en príncipe de las tinieblas.


Little Girl




CABRETTA .- Marzo de 1977.-
 El nombre del disco viene de una prenda, una cabretta, la típica chaqueta de cuero que se ven en las series de los 70’s. En el envoltorio una amalgama de preciosas canciones con toques callejeros de Lou Reed: Venus Of Avenue D; ya desde el comienzo varias vías a las que dirigir la música, saltos de baladas tiernas: Little Girl; Mixed Up, Shoop Up Girl o Party Girls;certeros disparos al corazón del rock: One Way Street, Gunslinger, Cadillac Walk;  elegancia soulera: Can´t Do Without It; ritmos latinos: Spanish Stroll; coros stonianos y una voz de terciopelo, la de Willy Deville envolviendo el suculento caramelo.
 Para ser un grupo de la nada, se sacan un excelente producto y Jack Nitzsche está a los controles. Su rock es atemporal, como una crónica en b/n cinematográfico, en cada verso vierte sus experiencias, el paso del tiempo sólo hará que confirmar lo que digo, cada Lp es una novela para recrear nuestro imaginario. Cabretta se cuela en medio de la nada, en una vorágine de producciones inmensa, y logra sobrevivir a base de buenas canciones, la voz de Willy Deville se colará por las rendijas como una lagartija hasta dar con el habitáculo correcto, la línea exacta de entonación en la interpretación sin manierismo alguno.



Soul Twist


Algunos ajustes.- Cabretta se publica por Capitol Records con dicho título para Europa ( copia que tengo) ,y como Mink Deville para Estados Unidos. Este excelente combo de canciones, en su mayoría compuestas por Willy, se vería rodeado del batería TR Allen, el bajista Ruben Siguenza, al piano de Bobby Leonards y a la guitarra de Louie Erlanguer. Sus muchos matices hacen que ese rock neoyorquino se vea edulcorado, amarrado a canciones eternas dotándolo de una solidez y autenticidad interesante.
 Siempre hablaré de Willy Deville en 1ª persona, al margen del grupo que le acompañe a lo largo de toda su carrera, pues es él el intérprete, adueñándose de sus composiciones, gloriosas en su mayoría a lo largo de todos estos años de finales de la década de los 70 y comienzos de los 90; ahí donde labrará sus mejores obras, sin duda.
 Era complicado colocar a Deville en un cajón especial, único, su capacidad para asimilar influencias que iban desde el jazz, el blues, y saber mezclar el rock con sonidos latinos hasta lograr elaborar hermosas composiciones, canciones que perduran más allá del tiempo en las que las escuchas. Siempre me llamó la atención esas melodías, ese “detalle” único con lo que elaboraba este hombre cada Lp. Siempre sería un alma inquieta, sus viajes anteriores a la grabación y formación de Mink Deville le llevaría a pasar por Londres donde vive varios meses, para volar a San Francisco y montar una especie de banda de las que carezco de noticias, se llamban Billy Desade And The Marquis, donde Ruben Siquenza ya aparece en la vida y obra de Willy.  Claro que todo se acabará fraguando en el Nueva York de medidos de los 70 y alrededor de esa telaraña de solistas, grupos, artistas, que significó el CBGB.
 Sin perder para nada la capacidad de aprender y asimilar sonidos diferentes, Cabretta, les abre los caminos por los que transitar sin perder un ápice de personalidad rockera, incluso de colocar a un grupo jamaicano haciendo coros, The Inmortals o vientos a cargo de Steve Douglas. Algunas comparaciones surgieron a raíz del 1º álbum, quizás para intentar situar la música de Willy Deville en el contexto, me refiero  con Lou Reed, quizás por neoyorkinos, dejes de voz, entonación, pasajes urbanitas, pero como se verá a lo largo de la carrera de “el príncipe de las tinieblas”, cada carril era único y las autopistas a veces se cruzan, pero no conviene hacerlo a menudo, se corre el riesgo de que te volaticen.



Desperate Days



RETURN TO MAGENTA.- Marzo de 1978.-
 Sin estridencias, agarrado a una balaustrada observando de soslayo al fotógrafo y a las colindantes azoteas de los edificios cercanos. Contemplar el espectáculo de lo que es la vida, Willy Deville con su grupo se enfrenta al difícil dilema de su 2º álbum, ése que decidirá por dónde caminarás el resto de tu obra, después de Cabretta las expectativas con buenas, pero los fríos inviernos neoyorquinos pueden haber dejado las neuronas secas.
 Nada de eso, Return To Magenta, refresca las buenas sensaciones que teníamos desde su debut. Versos envolventes, canciones atmosféricas, poesía urbana con clase y mucha, mucha pasión. Como si transitáramos un callejón en horas noctívagas o el envolvente manto del amanecer, Guardian Ángel nos protege con expresión dulce, para anunciarnos que aquí tenemos una excelente canción, a golpe de bajo (Ruben Siguenza) que nos irá arrullando con la voz de Willy mientras nos canta recogiéndonos en sus brazos.
 Claro que no hace falta que nos quedemos dormidos con Morfeo, un R&B pondrá las cosas en su sitio: Soul Twist, para tejer una tela de araña en la preciosa “A” Train Lady, ese doop-woop de soul elegante, hay que destilar muchas horas de partidas de billar, pitillos en las comisuras de los labios, luces de neón… Pese a que 7 canciones llevan la firma de Willy Deville, alguna concesión existe en meter temas ajenos, el pequeño Moon Martin será adaptado en su tema Rolene, un rock and roll clásico con toda la épica callejera que debe de tener el asunto. Como gran asimilador de influencias, esa amalgama que es su rock, la cara A la cierra con un ska, ese saxo trotón de Steve  Douglas para el calor humeante de las calles neoyorkinas: Desparate Days.
 Nada desmerecerá en la cara B. La envolvente y mágica Just Yor Friends abre el asunto, guitarras cristalinas, armónica precisa, de nuevo atmosferas envolventes. La guitarra de Louie Erlanger abre el que quizás sea el tema más coetáneo dentro del entorno en que se desenvuelve la banda, Steady Drivin´ Man, compuesto por Willy Deville, este rock and roll socarrón, es tan de finales de los 70, que podría definir toda una época, un entorno, un espacio concreto. Canciones gamberras, dinámicas, continua con Easy Slider con claro protagonismo para el piano Bobby Leonards, como si quisiese dar un toque especial a cada músico que forma su banda, algo parecido a lo que venía haciendo Bob Seger con su Silver Bullet Band, espacio individual.
 La tierna balada con toque bohemio, I Broke That Promise, con versos cantados en castellano, pasajes fáciles de asimilar, emoción profunda lista para enamorar. No dejará de trotar en un excelente r&r, Confidence To Kill, algo tan complicado de ejecutar y sencillo de razonar para cerrar un Lp donde no sobra ningún tema.
 Return To Magenta es un puro estilismo, una depuración correcta del mejor licor, un caldo que irá mejorando con las escuchas, con el tiempo, hasta convertirlo en un gran disco, rock emocional cruzado con sentimientos a flor de piel



Steady Drivin´



No es como lo demás.- Con 2 discos en el mercado, una larga gira por Estados Unidos y el primer aterrizaje en Europa en el verano de 1978, Willy Deville mira más allá. Es cierto que ha abandonado los guetos en los que tocaba apenas 20 meses antes, que el grupo es sólido, que su casa de discos, Capitol, le respeta, aunque no le comprende, suele pasar siempre con artistas distintos y con ideas propias. Una cosa es el negocio, otra el arte.
 Con mi música quiero inyectar sangre latina al rock y de paso un poco de romanticismo del tipo “West Side Story”.  Esa era su idea, y la navegar por el Sena parisense, instalarse en la ciudad de la luz que siempre le había fascinado. No, nunca Willy Deville era como los demás, y le debía de salir de manera natural, fresca. Culo inquieto, mente poderosa, ahora reflejará en sus letras las pasiones bohemias que dilataban sus venas, sus versos poderosos se convertirán en carreteras por las que navegará su imaginación. No era un rocker a la vieja usanza, cuando escucho sus 2 primeros trabajos ya me doy cuenta de que es otra cosa. Un personaje envuelto en las telarañas de un vintage de los años 50, su rock and roll bebe más de The Driftres, Chuck Berry o Chubby Checker que de sus coetáneos con los que empezó en el CBGB neoyorkino.
 Poco tenía que ver con las guitarras electrificadas de Televisión que elevaban la poesía a su límite, ni los cañonazos sonoros The Ramones, ni el pop telegráfico de Blondie; alejado de los territorios hostiles de una degradante Velvet Underground – que jamás he entendido – ni de los parámetros rockeros callejeros de los fenomenales New York Dolls, Cabretta se convirtió para mí en uno de los Lps imprescindibles de finales de la década de los 70, cuestión que Return A Magenta corroboró.
 ¿Y qué hace Willy Deville? Desaparecer durante 1979 y recorrer el sueño que tenía en su mente, callejear y vivir la vida bohemia de París mientras encuentra inspiración para sus próximos trabajos. Por eso digo, no es igual que los demás.
 Sus 2 Lps son compactos, no buscar singles o avanzadillas, el mundo de Willy Deville impregna todos los temas de un universo nocturno regado de romanticismo y mala vida, cosechará una hemorragia de creatividad en su estancia parisina, se empapará del fantasma de Edith Piaff, no tendrá banda que le respalde, Capitol Records le deja medio tirado y se lo piensa, aunque acabará publicando el nuevo trabajo;  buscará nuevas vías de financiación y producción, pero Deville permanecerá en la capital gala y nos deslumbrará con nuevos álbumes.



This Must Be The Night



LE CHAT BLEU .- Abril de 1980.-
 Como si estuviese metido dentro de un juke box americano de los 60, el destierro parisino trajo un álbum delicioso, sereno, lleno de nostalgia, de hermosura compuesta a las orillas del río Sena, de paseos callejeros, de atmosferas costumbristas errantes, This Must Be The Night, de sonidos añejos clásicos, rock de los de siempre: Savoir Faire.
 A fin de cuentas Willy Deville cambia varias cosas, la producción a cargo de Steve Douglas, que también está en los vientos, faltaría;  mantiene a su mano derecha en las guitarras, imprescindible Louis Erlanger y todo para dejarnos un Lp trabajado, elaborado, mimado, desde las baladas de cálidos tonos rosas, That World Outside, You Just Keep Holding On, Just To Walk That Little Girl Home;  sonidos calientes, caribeños : Slow Drain; rocks contundentes : Lipstick Traces,  arquitecturas vocales a imagen y semejanza de los Coasters, Bad Boy, y hasta una joya interesante que llena el Lp de eclecticismo, Mazurka.
 Pese a las muchas adversidades que tuvo la producción y distribución del disco, de hecho se publica en Europa, en Estados Unidos tardaría y sólo por la vía de las buenas críticas y aceptables ventas en el viejo continente vería la luz pero como álbum importado. Willy Deville refleja madurez, saca la vena creativa onírica que lleva dentro en este Le Chat Bleu y desde luego destaco su ductilidad. Sin dejar nunca el pulso latino ni las viejas historias de Brooklyn, nos hace un autorretrato en b/n de lo que es su existencia terrenal ahora, elaborado con dosis de imaginación y maestría.



Mazurka



De entre las vaporosas brumas de la leyenda.- Ese es el camino que parece llevar a Willy Deville, a una especie de tierra de nadie. Un músico excepcional, un intérprete solemne que hace suyas cualquier adaptación y acopiar grandes temas propios, pero que pasados los lustros, eso lo sé ahora, se haya en el cajón de los rockeros “tuyos”, es decir, aquellos que sólo entusiasma a una minoría, puede que ancha, pero en el cajón de ilustres, la lista sería muy larga, pero basta decir que con 3 Lps publicados y  un cierto paralelismo con su paisano Bruce Springsteen, a diferencia de éste, jamás encontrará el Bort To Run ni The River.
 Más bien Willy Deville seguirá pasos de gente como Joe Grushecky, Wille Nile, Elliott Murphy… buenos discos, actuaciones en salas medias y, para mí es importante, artista europeo que con los años irá consolidando su carrera por las viejas tierras. Con su siguiente álbum, Coup De Grace – 1981, intenta el salto a la 1ª división, esa que en la década de los 80 eligió a un buen puñado de artistas y grupos a llenar estadios, estar en las radio fórmulas, y por qué no, grandes trabajos. Pero ese cruce de caminos que significó el disco lo dejó en ningún sitio, enredado en la tela de araña que ni te deja absorber hacia arriba ni te desciende lo suficiente para que toques el suelo y eches a caminar.
 Por entre medias Capitol Recods saca Savoir Faire- 1981 con lo más granado de Deville, 14 temas incluidos en anteriores álbumes pero muy recomendable caso de no tener ninguno. No faltaran joyas del calibre de Spanish Stroll, Cadillac Walk, Soul Twist, Guardian Ángel… una especie de sacar rédito a un artista inclasificable y que ya se veía que iba para paladares exquisitos, oídos agudos y cerebros atentos.
 Antes de que Willy Deville se nos perdiera por una larga temporada en las humaredas vaporosas, de que el tipo de corazón sensible se háyase en sus terraplenes privados de la heroína y se le marchitaran de las manos las rosas rojas, aún después de que Rosita nos robase el televisor, Willy Deville nos deleitará con obras interesantes, su nuevo Lp está a la altura de los mejores, y todavía conserva la gracia de hacer excelentes trabajos, nada sencillo encadenar varias obras magnificas y consecutivamente.


Maybe Tomorrow



COUP DE GRACE.- Mayo de 1981 .-
 Con portada elegante, una vez más, con músicos veteranos como el acordeonista Kenny Margolis, el resto en el combo es nuevo, desde Cortelezzi en los vientos y guitarra para Ricky Borgia así como la sección rítmica: Tommy Price (batería) y Joey Vasta (bajo). Regresa Jack Nitzsche a la producción conjunta con Willy, y el cambio de casa de discos, ahora en Atlantic.
 Eso serían datos técnicos que vienen en la capeta del Lp. Emparentado con Cabretta, desde mi punto de vista, álbum más eléctrico y con un sonido poderoso, encierra triunfos tradicionalistas en cortes como Just Give Me One Good Reason, y si cierras los ojos, salvo la voz, todo te parece que estás escuchando a The E Street Band y el saxofón de Clarence Clemons sopla a todo trapo, pero no, es Louis Cortelezzi el amo del asunto.  Rodajas de entusiasmo, clase, romanticismo, recorridos por las calles de Montmartre con mesas a sabor de café y copa: Help Me To Make It. Curiosamente una de las pocas canciones que no están compuestas por Willy Deville. Pero donde te atrapa este lagarto urbano es en canciones extremas, Maybe Tomorrow encierra las esencias de rock urbanita chulesco y esquivo, con mirada torva como gato al acecho.
 Tampoco descuida las baladas, esas de las que Willy encierra en su voz como si de un puñado de rosas sostuviese en su mano derecha, con la intención de traspasarte el corazón: Teardrops Must Fall, You Better Move On, So In Love We. Ni medios tempos arrabaleros, Love & Emotion, ni rocks concisos, Love Me Like You Did Beffore.
 Aquí no hay sueño americano, redención, calle al final del camino ni callejón que ilumine el devenir diario de los humanos, tampoco todo es desolación, pero me da que Willy Deville, algo en lo que estoy de acuerdo, afirma: no hay ni premio ni castigo al final del trayecto, sólo lo que tú te hayas labrado. Este gato callejero neoyorkino nos deja en Coup De Grace el cielo por montera y el asfalto por calzado.


Love & Emotion



El lagarto toma el sol.-  Costaba seguir la pista de Willy Deville, tras el magnífico Coup De Grace desaparece como el Guadiana, está vez el romanticismo se esconde en habitaciones pálidas donde la heroína empieza a formar parte de su devenir diario. Gastos, empeños con camellos desalmados, no hay nada más eficiente que alguien dependa de un vicio para que se acerquen moscones varios a la carroña para intentar salvarte y proveerte de manjares prohibidos.
 Literalmente los siguientes meses es engullido en el sopor de las brumas, sin encallarse en esa new wae ni ascender a los cielos de grandes conciertos para estadios, sus álbumes son para minorías de paladar tranquilo, de saborear a la luz de las velas y rockanrolear solitario, el príncipe de las tinieblas era ahora más que nunca un rey sin ejército, un músico de prestigio con una presencia interesante en Europa, de hecho siguió viviendo de los réditos de sus conciertos en países como Alemania, Benelux, Italia, Francia y España. Sus shows americanos eran de menor enjundia, y debió de pesar en su ánimo, él que quería ser una estrella tipo Bruce Springsteen. Su bagaje es bueno, canciones certeras, disparos concretos, pero no llegaba al mainsrtream más amplio.
 Seguirá en la sombra mediática largo tiempo, pero elaborará temas de romances callejeros con ritmos salseros, intentará salir del ghetto neoyorkino, tiene ideas más amplias que un simple espectro, sigue siendo un gato de callejón amplio y esa chulería no la pierde pese a que sus finanzas sean un fracaso. Sigue con su elegancia, su perseverancia, buscando una madurez personal y creativa ancha que le llevará a entrar en el estudio con un Lp interesante, con portada en b/n a lo Edith Piaf, y un título curioso: Ese Lugar Que Hasta Los Ángeles Temen Pisar. Es posible que Willy Deville ya los hubiese visto envuelto en sábanas blancas que transcurrían por sus venas transitando de su cabeza a su corazón, pero lo curioso es que todavía estaba vivo para alegría de unos pocos, entre los que me encuentro, y sacando álbumes que llevarme al oído y dejándome seco el bolsillo.



Demasiado Corazón




WHERE ANGELS FEAR TO TREAD.- Diciembre de 1983.-
 Con una banda semejante a su anterior trabajo, salvo la percusión a cargo de  Joe Galdo, Willy Deville persiste en su intento de intentar comerse el pastel. Quizás ceda en algunas cosas, el laberinto comercial es implacable y hasta los ángeles necesitan comer aunque sea algo etéreo para creerse a salvo de la divinidad, alguna concesión en busca de entrar en radios, venga, aunque sean comerciales, sino, no sé a qué se debe la canción que abre el trabajo, Each Word´s A Beat Of My Heart, claro que la forma de abordarla en la voz de Deville ya deja las cosas claras, además observo un toque a The Police que no me desagrada.
 Pero todo el trabajo es elegante, música apasionada: Demasiado Corazón, Keep Your Monkey Away From My Door;  hermosa, hasta el título del Lp, con estupendas fotografías a cargo de Jay Berman. Willy Deville tiene la gracia de agarrar su genio y transmitir a través de su garganta esos bellos versos que transitan por su cabeza, sabe extraer todo el sabor, el color, Lilly´s Daddy´s Cadillac, Are You Lonely Tonight. Sencillamente él es uno de los mayores exponentes que andan por la tibia franja de eso que se denomina rock fronterizo, romántico por qué no, canciones con toque especial: Lovés Got A Hold On Me o The Moonlight Let Me Down. Más sosegado que Coup De Grace pero más sutil, tal vez porque el proceso de Willy Deville era más oscuro y las brumas otoñales le susurraban al oído.



The Moonlight Let Me Down




No pudo ser. Hay que tener claro que Willy Deville era ya un artista de culto, con 5 buenas obras en el mercado para quien desee escuchar y poseerlas como los buenos coleccionistas pero que jamás será leyenda ni llenará estadios. No pasa nada, a veces la esencia está en el frasco pequeño.
 Tiene una discográfica que le respalda para los directos y buena selección de seguidores, aquellos que saben descifrar la calidad de la comercialidad. También el poco ojo de la discográfica empeñada en sacar singles que poco ayudaron a Deville, claro, sí, Demasiado Corazón fue un éxito, pero en 1994. Willy ya era otro que a comienzos de la década de los 80. Bueno, me viene a la cabeza la frase de Lennon, aquello de que la vida transcurre mientras tú haces otros planes.
 Los siguientes álbumes tienen demasiados altibajos para considerarlos al nivel de “la manita” de los inicios. Flojo Sportin´Life – 1985 y el último cartucho para entrar en la 1ª división, Miracle -1987 donde Mark Knopfler y el teclista de Dire Straits, Guy Fletcher, ponen la carne en el asador con Willy Deville. Y no son malos discos, todos contienen de 2 a 4 temas interesantes, pero no la obra compacta de sus hermanos mayores, se busca de manera deliberada dar con la tecla idónea, el single rompedor, ni siquiera la nominación al Óscar al mejor tema de la película La Princesa Prometida que incluía la canción Storybook Love, que cerraba Miracle.





Could You Would You?




MIRACLE .- Octubre de 1987.-
 El álbum se abre con (Duo To) Gun Control. Y esto, ¿qué es, David Bowie? Porque sí, mucha guitarra cortante de Mark Knopler y el envoltorio de Guy Fletcher, con coritos y todo, pero tienes que volver a la capeta del vinilo porque crees que el disco es otro, no sería la 1ª vez que funda y contenido no coinciden. Pero no, Willy Deville se desgañita entre turbulencias eléctricas.
 Claro que el asunto toma vuelo en la magnífica versión de Van Morrison, la excelsa Could You Would You? Y hace suya la adaptación en un arranque de honradez, éste es el gato callejero maullando en las esquinas por un trocito de amor. La cosa sigue con un talente más de acuerdo con lo que es y representa este artista, Heart And Soul, aparte de ser escrita por Deville, cuenta con el arrullo del maestro Chet Atkins a las 6 cuerdas y eso le da empaque, imposible realizar una mala canción con este personal. Los medios tempos siguen, aunque el asunto está compuesto por Willy, si te dicen que Dire Straits está al completo en Assassin Of Love, te lo crees. De hecho, salvo en contadas ocasiones el Lp parece más de Mark Knopler que otra cosa. ¿Es eso, malo?, en fin, diría que ni bueno. Spanish Jack, un susurro de la Fender Stratocaster del escocés para cerrar la cara A.
 Casi todo Miracle, incluyendo la canción que abre la cara B y da título al Lp, está inmiscuido en el sonido que Dire Straits tenía en su final, sobre todo la época que va de Brothers In Arms – 1985 y On Every Street -1991. Claro que Willy Deville tiene arranques “latinos”, y el casi reggae Angel Eyes rompe los esquemas, en el que hasta ahora se había desenvuelto en todo el trabajo.
 Con tupé y pelo corto, camiseta de tirantes blanca y bigotito latino, Willy Deville parece un personaje sacado de cualquier cinematografía del neorrealismo italiano de finales de la década de los 50 y comienzos de los 60, por mucho que todo se grabara en Londres. Es un individuo, que su atuendo actual y actitud, semeja a un ser imaginario sacado de la cabeza de Fellini.




Hello My Lover



Pero Willy, ¿ tú eres punk? .-  En el libro Escritos Poco Fiables - 2014 de Oriol Llopis, se cuenta una anécdota curiosa. Después de terminar un concierto de Willy Deville con su banda, la prensa es invitada al Hotel Montcalm (Londres ), allí, en un extremo, tímido, Mick Jones (The Clash) espera la llegada del neoyorkino. Al parecer quería regalarle el primer Lp de la banda británica de la que tan orgulloso se encontraba.
 Una vez sentado a la mesa Willy Deville se apelotona la prensa alemana, luego la francesa y por último la española. De ésta última sale la anécdota, apenas 3 periodistas hispanos y uno de ellos, becario, según Llopis, del Popular 1 le suelta aquello de que si eres un punk al músico americano. Tal fue su desconcierto que pidió la traducción dos veces, no daba crédito. Como era posible que él, un amante de los Coastres, los Driffers, de películas como West Side Story, que escoge cuidadosamente los gemelos que llevarán los puños de su camisa magenta esa noche puede ser un punk. Bueno, sin remilgos pero educadamente dice que no y se levanta y todo y le suelta a la oreja del reportero hispano aquello de No, Yo no soy Punk. Yo soy el tipo de hombre que, si no puede hacerlo en persona, envía ramos de rosas rojas a su mujer.
 Este jukebox humano poseedor de una garganta que tanto podía ser guante como estilete, que es capaz de maullar y escupir en el mismo tema; amenazar, vacilar, que pierde el tiempo en un esquina viendo pasar el asunto de la vida mientras se echa un pitillo entre pecho y espalda, esperando que le llegue la inspiración para un nuevo tema, se larga a Nueva Orleans en busca de aires nuevos. Se instala allí, necesita del color de la existencia en el sur americano, dejar atrás las calles de Nueva York que ya no le inspiran tanto.
 En sus muchos discos y giras acumuladas, posee suficientes experiencias almacenadas, canciones talladas de talento y orfebrería. Puede que cuando Willy Deville apareció en 1990 por los estudios de grabación sureños Sea-Saint, a gente curtida en el negocio, con pelos en la nariz de décadas de vivir, tipo Dr. John, Allen Toussain… arrugaran el entrecejo. ¿Busca autenticidad? No, está en la luz que ilumine lo poco que le queda de inspiración. Acostarse escuchando blues y despertarse oyendo trompetas callejeras es lo que buscaba y haya, por si existía alguna duda, logra un hito en su carrera, otra obra interesante, magna, Victory Mixture – 1990.
 Encontrado en las ciénagas pantanosas de Nueva Orleans, tallará perlas perdidas de blues, esas que sólo se encuentran si estás atento y buscas con cuidado los márgenes del Delta. Si todo se hace con respeto, ahínco, ganas, y se pone corazón a los textos y músicas a quienes compusieron semejantes obras, tenemos un disco  excelente de Willy Deville. 


VICTORY MIXTURE .- Enero de 1990.- 
 Con un sonido cuidado, matizado hasta en los bordes como si estuviese pintando zócalos, recoge un elenco de temas clásicos y los adapta a sus principios de crooner en lo que se convirtió Willy.
 Maestros de la talla de Toussaint, Hello My Lover; It Do Me Good  de Huey Smith, Key To My Heart de Edwing Bocage ... y así hasta lograr 10 hermosas versiones con el sonido pantanoso de Nueva Orleáns.
 Ese caudal profundo que es en el que se mueve Willy no lo desaprovecha en absoluto, los maestros de los que se rodea y su propia intuición de rata callejera le hacen olfatear en las alcantarillas del blues, en la raíz mismo del asunto y desbordar con un magnífico trabajo. Imprescindible en la discografía del neoyorkino.





Hey ¡ Joe


El cruce fronterizo.-  Lo que son las cosas, instalado en Nueva Orleans, tendría el paraíso abierto a nuevas influencias “cajún”, de hecho las buenas críticas y hasta ventas, más de 100.000 ejemplares despachos en Europa de Victory Mixture, le auparon a seguir trabajando con músicos de sonidos sureños, ancestrales diría.
 Llegado el verano de 1992 se enrola en el tour  Nueva Orleans Revue con Dr. John, Johnny Adams, Zachary Richars y los Wild Magnolias por Europa, Willy Deville vive uno de los mejores momentos de su carrera, hasta el punto que se edita un disco en directo de la época de Mink Deville, Live de 1982. Varios de los componentes de la gira estival colaborarán en su siguiente y gran álbum, el último al que merece la pena hincarle el diente y prestar los oídos, me refiero a Backstreets Of Desire, en dicho trabajo se puede palpar con facilidad todo el ambiente, las músicas, los fantasmas de un sito único e irrepetible en este Planeta, la zona de Nueva Orleans. Emergen canciones notables, versiones “pachuco” que lo elevan a superventas, a él, a Willy Deville, porque tiene el aroma de adaptar, mejorar y darle la vuelta a un tema de Jimi Hendrix de 1966, el Hey!Joe, como si lo estuviese tocando un sábado a la noche en una cantina fronterizo del El Paso, con mariachis y unos arreglos imparables de percusiones cubanas.
 Todo esto no hace sino, que el tema es más suyo que de “ el gitano zurdo”, quizás junto a Demasiado Corazón y Spanish Stroll cierra la Santisíma Trinidad Latina. Bien, todo lo que vendrá luego carecerá de la fuerza creativa a la que nos había acostumbrado Willy Deville, sus obras posteriores, alejado de las calles que tanto le inspiraron, su salud no era buena, de hecho vivía en una granja donde tenía incluso caballos, con Lisa Legget, su esposa, le dio tranquilidad, pero sus muchos años de dependencia de la heroína, hasta el punto de que hasta el 2000 no consiguió desembarazarse del todo de la lacra de la droga dura, bueno, pues sus discos de los 90 como Loup Garou - 1995 o el canto del cisne con Pistola -2008, estaban ya muy alejados de los parámetros de calidad a la que nos acostumbró.
 Tal vez cuando era más necesario un nuevo zarpazo en forma de canción, pero la inspiración ya se esfumó, no era el duende callejero de antaño, sabía cantar como nadie una tonada, adueñarse de una adaptación, pero el tema compositivo voló, eso sí, cada disco posterior al magnifico Backstreets Of Desire, no son obras de trabajos alimenticios, mantiene un cierto nivel, aunque no lleguen a la calidad de sus mayoría de obra anterior, eso sí, su personalidad y entidad diferenciada del resto del combo que le acompañó en el cajón de salida, allá por el lejano 1977, seguía intacta, nada más que asistir a cualquier concierto que tuve la suerte de presenciar aún en su última gira española. Clase y elegancia, le desbordaban con una personalidad arrolladora. Todo un profesional defiendo sus trabajos, sus canciones a pie de escenario hasta el último silbido.



Bamboo Road



BACKSTREETS OF DESIRE .- Octubre de 1992.-
 Es el disco definitivo que necesitaba Willy Deville, y mira que lo había buscado durante década y media. Pero ahora lo consigue, los aires de Nueva Orleans le han sentado bien, y sobre todo, el elenco de grandes colaboradores que le ayudan a catapultar su carrera como jamás lo volverá a estar. Pero vaya, por una vez, lo consigue: crítica, público y ventas con este magnífico Backstreets Of Desire.
  Tener la chulería de adaptar la canción celebérrima de Billy Roberts que en 1966 publicó un icono de la cultura pop, Jimi Hendrix, y darle no una vuelta, dos y media para convertir Hey! Joe en un mariachi, un tex-mex fronterizo, r&b y cajún con percusión cubana y contar con Los Camperos de Nati Cano, es una alegría para los oídos, ese eclecticismo del que hace gala Deville. Será una concesión, porque el resto del Lp lo compone él, adueñándose de los tempos, de la arquitectura de todo el trabajo. Bamboo Road es la fabulosa continuación con otra mezcla imposible, la de la música criolla de Nueva Orleans y la música africana, y la voz en un murmullo mientras el acordeón de Zachary Ridchard regala maravillas.
 Siempre vi conexiones inequívocas entre este hombre y Los Lobos, nada mejor que parte del protagonismo de Even While I Sleep corra a cargo de David Hidalgo, quien en esta ocasión se encarga de el acordeón. Romper un poco el ritmo con la balada I Call Your Name, tema que se descolgó de las sesiones londinenses de Miracle. Tal vez mejor, la guitarra acústica de Freddy Koella suena al ritmo de todo el Lp, si es Knopler con su maestría, pero cierto empalagamiento, no sonaría a Deville. La cuestión de la 1ª parte se cierra con el ambiente criollo de Jump City, el piano de Dr. John coloca las cosas en su sitio exacto, claro que las partes vocales y los vientos tienen su protagonismo.
 Empaty Heart es lo más discreto del álbum dentro del sobresaliente general, una balada adornada con sintetizadores y teclados a cargo de John Philip Shenale. Para corte seco y rugoso: All In The Name Of Love con un cierto aire a Dire Straits. La mandolina de Freddy Koella hace estragos en la hermosa Lonely Hunter y el ambiente criollo regresa, si es que se había diluido en alguna canción; en Voodoo Charm, de nuevo vientos admirables y el piano del maestro Dr. John para colocar las cosas en su sitio.
 Podría resultar ventajista de mi parte a estas alturas del relato, pero siempre vi conexiones inequívocas entre la vida y obra de Willy Deville y Johnny Thunders, nada extraño cuando cierra el magnífico trabajo con una canción dedicada al Nueva York Dolls, Chemical Warfare.



Woodo Charm



Omnia post obitum fingit mejora vetustas.- Lo que vendría luego carece de interés para este escriba. Habrá más discos, giras, con grupo, acústicas, recaídas, levantadas y el final anunciado para todos, quizás muy pronto para una criatura como Willy Deville, pero como su “hermano” Johnny Thunders, anunciada, el príncipe de la tinieblas no es Keith Richards, único sobreviviente a todos los males y presagios, éste sí que ha hecho un pacto con el destino en forma de diablo. Los que somos mortales nos vamos sin nada en el equipaje.
 Fue una fama efímera, pero fama a fin de cuentas, de la que tanto deseaba y hallar por fin el neoyorkino. Grabaría un Lp en su querido París, en el Olympia, y hasta por fin sacaría en single, el Demasiado Corazón, que le mantuvo en las listas largo tiempo, pero jamás volvió a tener el talento, el espacio, los colaboradores que sembraron maravillas “sureñas” como Victore Mixture – 1990 y Backstreets Of Desire1992.
 Curado o no del todo de su adicción a la heroína, límites que llevó a su esqueleto desde los inicios hasta el año 2000 cuando una definitiva cura de desintoxicación lo deja limpio, tan limpio que abandona las calles, esas que tanto le inspiraron en sus trabajos y luego ya no pudo, la inspiración se le fue cuando los callejones oscuros a los que nos tenía acostumbrados desaparecieron de su cotidianidad. Quizás cuando más necesitase canciones, éstas no llegaron, porque a las musas hay que invocarlas, estar en el sitio exacto, y Willy Deville ya no se encontraba en las esquinas con su bigote finito, su envergadura esquelética, su pitillo en las comisuras de los labios, sus botas camperas y las camisas magenta con sus envidiables gemelos. Eso sí, nos deja un puñado de Lps sobresalientes y entre ellos siempre un buen bocado de clase, estilo, canciones tan eternas como nuestros oídos permanezcan atentos para deleitarnos en ellas.



DISCOGRAFIA SELECCIONADA


CABRETTA .- 1977

RETURN TO MAGENTA .- 1978

LE CHAT BLUE - 1980

COUP DE GRACE .- 1981                                           

MIRACLE .- 1987

VICTORY MIXTURE .- 1990

BACKSTREETS OF DESIRE .- 1992

Recopiltorio : 1977 - 1979 - SAVOIR FAIRE .- 1981
                      






William Borsay : 25 de Agosto de 1950 - Nueva York (USA).- 9 de Agosto de 2009 - Nueva York (USA).-

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