JIM THOMPSON: EL ASUNTO ES DESTRUIR EL SUEÑO AMERICANO
Aquel que no
miró a los ojos del asesino, sino que nos convirtió en él. Americano de sangre
india, comunista ¿tal vez?, adicto, da igual a qué, secuaz incondicional,
sacude el género de la literatura de thriller que se había alimentado durante
décadas de detectives cultos y suposiciones en la más clara tradición inglesa.
Remilgados, como estirados de los pelos, da igual de que parte de la anatomía.
Nunca me interesaron mucho los personajes de Agatha Christie, mostraban
cualidades de superdotados en la resolución de enigmas que estaban muy lejos de
la realidad perentoria de cualquier humano consciente de su cualidad de ser
pasajero, transitorio.
Tampoco Thompson escribe sobre varones hechos
de una sola pieza. Incorruptos, duros y estoicos al estilo de Philip Marlowe y
Sam Spade, que llenaron de negritud la novela con el manto de la realidad
social, estos en el lado americano.
Tampoco describían una realidad social,
digamos que curiosa, como la española. Nada que ver con “el cocinero “
Carvalho, de Manolo Vázquez ni con el
callejero de Toni Romano de Juan Madrid. Ni mejores ni peores, Thompson hace
protagonistas a perturbados y se atreve a describir sus atrocidades usando casi siempre la
primera persona. Aquí no existe, ni intento de matizarlo ni de encubrirlo,
ningún amago de sentimentalismo, todo acaba en la trituradora.
Territorios de polvo para escarmiento de seres
que se tropiezan con un asesino, alguien dispuesto a aniquilarte porque le
estorbas, a veces no es odio personal, sólo estás en el sitio equivocado a la hora
inoportuna. Pasajes solitarios, poblaciones escasas de personal, juventud
nómada con un padre que fue Sheriff en sitios telúricos para el cine como
Oklahoma, Nebraska o Tejas, que luego Jim hizo protagonista: al progenitor y a
los lugares y los lugareños, a través de su novela negra americana.
Con un cierto pose de haber vivido la
existencia, Thompson no es un novato en la literatura. Se pone a escribir y a
intentar publicar algo a los 43 años, o sea, que algo había corrido ya. Para
llegar a escribir un puñado de novelas concisas, violentas, debió de aprender
de la vida diversos oficios alimenticios, a veces en poblados de mala muerte,
donde alcohólicos y gente de dudosa reputación veía transcurrir su existencia
sin ninguna salida edificante. Poso suficiente con que el ir llenando el
cerebro de futuras historias.
Siempre me ha llamado la atención de Thompson
que regularmente escribe en 1ª persona, describe un mundo opresivo de personajes determinados
por el contexto social y que sus asesinos, no tienen el menor reparo en hacer
lo que ejecutan, y desde luego ningún remordimiento moral. ¡Era lo que había que hacer!
Echando cuentas, uno puede darse con el detalle que los hermanos Cohen y
Tarantino han debido de leer sus obras, o parte de ellas, es imposible no
asociar ciertos acontecimientos y paisajes polvorientos en sus páginas, que
unos y otro no plasmasen más tarde en el cine. Seres desorientados por su entorno, con
dudosa moralidad y una realidad que dista mucho de serles útiles. La ciudad o
el contexto son unos personajes más, tan importantes como el narrador de la
historia.
Si uno ha leído a Thompson, lo primero es que lo asocia con la narrativa de thriller o la denominada novela negra. Es correcto, pero el desencanto social, económico, que transcurre en el periodo de entreguerras ( 1914 – 1918 – 1940 – 1945 ) unido al crack de la bolsa en 1929 también tiene cabida en la obra del escritor americano. Yo empecé por las, tal vez, más conocidas, aunque hay que decir que no es un autor mayoritario, ni mucho menos, pero su radicalidad de una sociedad americana carcomida por los destellos de “arreglar el mundo” a base de bombas y de instauración democrática, en la idea errónea para mí, de que lo que aquí se supone que funciona, debe de ser útil en otras partes del Planeta, como que no.
Si uno ha leído a Thompson, lo primero es que lo asocia con la narrativa de thriller o la denominada novela negra. Es correcto, pero el desencanto social, económico, que transcurre en el periodo de entreguerras ( 1914 – 1918 – 1940 – 1945 ) unido al crack de la bolsa en 1929 también tiene cabida en la obra del escritor americano. Yo empecé por las, tal vez, más conocidas, aunque hay que decir que no es un autor mayoritario, ni mucho menos, pero su radicalidad de una sociedad americana carcomida por los destellos de “arreglar el mundo” a base de bombas y de instauración democrática, en la idea errónea para mí, de que lo que aquí se supone que funciona, debe de ser útil en otras partes del Planeta, como que no.
Por eso sería altamente recomendable que antes
de meterse en las páginas de la 1ª publicación de Thompsom, Aquí Y Ahora
-1942, uno haya podido desarrollar otras imágenes de la prosa del escritor,
siempre duro y conciso, pues puede descolocarle que tras la fachada impecable y
hasta hogareña que proyecta California tras la 2ª Guerra Mundial, subyace una
serie de parias que no pueden acceder a las soleadas playas, practicar surf y
mucho menos tomar los rayos del astro que nos ilumina como diminuto Planeta.
Sus preocupaciones son otras mucho más rudimentarias, prácticas diría, como
tener alojamiento, calentar el estómago y por qué no, poder tener en los
bolsillos unos centavos con los que tomarse unos tragos, aunque sea sólo el fin
de semana.
Fascinado, enfermo de
vergüenza, contemplé la conclusión del espectáculo, pensando en las dotes de
observación y estudio que estaban en su transfondo; en lo terrible que resulta
criar a los hijos en la pobreza y el odio; en cómo algo que tendría que ser
dulce y hermoso para Jo no era sino una farsa indecente.
AQUÍ Y AHORA .- 1942 .-
Desolación y miseria, eso es lo que ocurre cuando
los especuladores de turno, vía Bolsa y mercados, vía guerras, donde siempre
morimos los mismos y los ganadores nunca somos nosotros, son otros los que se
atribuyen el éxito y el reparto del botín, aunque éste último sea tú alma.
Aquí Y Ahora desmonta el escenario
donde los tramoyistas se quedan delante del escaparate: desnudos y compuestos.
Ni siquiera con la demagogia barata y falsa de ”victoria” se puede sentir uno
orgulloso, de qué, de estar vivo para seguir alimentando un sistema corrupto. Una
familia, como otra cualquiera, trata de seguir adelante, que consiste en poder
dormir todas las noches en la misma cama, a poder ser con el estómago lleno y
no vacío de promesas y de unos trabajos inestables, mal remunerados, la nueva
centuria trajo esclavos con coches de 2ª mano, viviendas ruinosas, escasos
alimentos, deficitaria educación e inexistente cobertura social y sanitaria. Y
todo esto, sucede en el lado vencedor, ¡ imaginen en el perdedor…!. La soleada California
post II Guerra Mundial dista mucho de ser idílica, y Thompson no se guarda casi
nada en el rodillo de su vieja máquina de escribir, Aquí Y Ahora nos desarrolla
los sufrimientos y ahogos por salir adelante en tareas diversas en forma de trabajos
hasta acabar condenado en el almacén de una cadena de montaje para aviones de
combate.
Noches de insomnio, de malas relaciones íntimas,
familiares, y todo por no poder cumplir algunas tareas elementales, como poder
respirar a gusto y con comida en la refrigeradora. Retrato del submundo en unos
Estados Unidos muy alejados del sueño americano, el país de las oportunidades y
que ignora a los más desafortunados, ahuyentados del bienestar, esclavos del
sistema, de una idea que no les da refugio y sí muy escasas oportunidades.
Jimmie convive con su mujer, Roberta, sus hijos:
Jo, Shannon y Mark y su madre separada de su progenitor que habita en otro
estado. Hubo una época antes de formar su propia familia en la que malvivían en una casucha enclavada en el
corazón de la West Main Street, en Oklahoma City, un barrio de lo más tirado,
mientras el padre se encontraba en Texas ultimando la construcción de un pozo
petrolífero. El mismo, Jimmie, también estuvo 2 años en dicho trabajo, antes fue
botones en un hotel, vivía y bebía mucho mientras intentaba matricularse en la
facultad, su sueño siempre era escribir y mandar relatos cortos a diversas
revistas con la esperanza de que se los publicasen y ganar unos dólares. Hasta
que conoce a Roberta en un baile, se enamoran y queda embaraza, tan viejo como
la tos, siendo apenas unos críos, de ahí a subsistir todo es un paso, mientras
tanto Thompson, tal vez con signos inequívocos de autobiografía, nos desarrolla
toda una trama de desolación, pero también de esperanza.
Roberta estaba en el umbral.
Tenía los pechos al aire y la falda del camisón subida hasta las caderas. Pero
yo estaba absorto en mis pensamientos, y es frecuente que Roberta duerma de ese
modo, cuando hace calor, con la falda del camisón por el ombligo. Sus pechos son tan opulentos
que la tela del camisón le molesta, según parece; a la vez, le gusta yacer con
las piernas muy abiertas, así que suele dormir de esa forma. Más de una vez le
he preguntado por qué duerme con camisón, ya que lo deja todo a la vista.
Roberta dice que porque tiene frío, y es posible que sea verdad. Aunque nunca
se lo he dicho, yo más bien pienso que lo hace porque en su caso la coquetería
es un arte.
Era una 1ª obra "sociológica" muy ambientada en su biografía. Lo que publicará de aquí en adelante y caerá en mis manos será la narrativa por la que soy adicto a Thompson, esos personajes pétreos, duros, ajenos a casi todo que no les convenga que se colacan una tela de araña alrededor para pasar lo más desapercibidos posible y sacudir certeros zarpazos en pos de su estabilidad, de sobrevivir en un entorno que les es estéril, inútil en muchos casos y de los que se consideran muy alejados de los planteamientos sociales al uso.
Era una 1ª obra "sociológica" muy ambientada en su biografía. Lo que publicará de aquí en adelante y caerá en mis manos será la narrativa por la que soy adicto a Thompson, esos personajes pétreos, duros, ajenos a casi todo que no les convenga que se colacan una tela de araña alrededor para pasar lo más desapercibidos posible y sacudir certeros zarpazos en pos de su estabilidad, de sobrevivir en un entorno que les es estéril, inútil en muchos casos y de los que se consideran muy alejados de los planteamientos sociales al uso.
No hay detective ni
investigación, y la autoridad suele ser, precisamente, el asesino.
EL ASESINO DENTRO DE MÍ .- 1952 .-
¿ Qué sucede cuando el que tiene que
cuidar del rebaño, velar por él, es el lobo? Algo parecido sucede en esta
novela de Thompson, el sheriff Lou Ford mima su clientela, que no es otra que
la ciudadana desde dentro de la “ley y el orden”; con su placa, su uniforme, a
veces se atreve a ir sin arma, en un alarde de magnificencia, siempre amable y
tranquilo, esconde un psicópata de mucho cuidado que arrastra su esquizofrenia
galopante matando, asesinando a cuanto ser le molesta.
Había terminado el pastel y estaba tomando la
segunda taza de café cuando le vi. Pocos minutos antes había llegado el tren de
mercancías de medianoche; el sujeto andaba fisgando por una esquina de la
ventana del restaurante, la más cercana a la estación, con una mano a guisa de
visera y con los ojos entornados para que la luz no le cegase. Se dio cuenta de
que le observaba y desapareció en la oscuridad. Pero yo sabía que continuaba
allí, al acecho. Los vagos siempre me toman por un tipo fácil de despistar.
Encendí un puro y me levanté. La camarera, una
chica nueva de Dallas, me miró mientras me abrochaba el abrigo.
-
¡ Vaya! Pero si ni siquiera lleva
revólver – dijo como si me diese una gran noticia.
-
No – sonreí - . Ni revólver, ni porra,
ni nada que se le parezca. ¿Para qué?
Duro y descarnado, Lou Ford caminará con paso firme por todas las páginas
manteniendo a raya “su enfermedad”, hasta que la esquizofrenia se hace palpable
y domina sus actos. Descarnado, nada sutil, irá enfrentándose a sí mismo y
explotando su carácter en forma de asesinatos. Jim Thompson no detalla desde dónde, cómo y para quién
escribe el narrador Lou Ford el manuscrito de El Asesino Dentro De Mí, en un momento determinado acontecen hechos
terribles y escabechinas seleccionadas sin ningún manto de arrepentimiento
moral o ético, ninguna disección intelectual y jamás justificación.
Carreteras polvorientas,
oleoductos, una población media y algunos personajes que se cruzan en la vida
diaria del sheriff Ford, y para desgracias de éstos últimos acabaran con sus
huesos en tierra, desde el inocente Elmer Conway, Joyce Lokeland, Johnnie
Pappas, Amy Stanton… ¡que mala suerte!
Los padres son gente pintoresca.
Cuanto mejores son, más insoportables se vuelven.
Guionista.- Jim Thompson me empezó a llamar la atención su
nombre porque firmaba varios trabajos como artífice de películas que me han
marcado y sigo viendo a menudo, a saber, Atraco
Perfecto – 1956 y Senderos de Gloria –
1957, de Stanley Kubrick, y eso para mí era un aliciente añadido meterme en
su obra literaria. Pero es que hay más, films antológicos de la mano de Sam
Peckinpah como La Huida – 1972 o años
más tarde Los Timadores – 1990 Stephen
Frears. Todas estas películas llevaban su firma, aunque algunas no las pudiera
ver, pero se basaban en sus novelas o firmó los guiones de las mismas.
A fin de cuentas, cuando Hollywood
llamó a su puerta, Thompson contaba con 50 años y no llegó a vivir de lo que
pudiera darle la gloria cinematográfica, pero a mí me supuso el conocerle y
entrar en una digestión atragantada de su literatura de thriller. Alguien con los
títulos mencionados llevados a la pantalla, que menos que leerle.
¿Tú crees? ¿No somos todos relativamente inanimados, George? ¿De cuanta libertad disponemos? Se nos controla por todas partes, nuestra estructura física, nuestra estructura mental, nuestro pasado; se nos moldea a todos en sentido concreto, se nos determina para desempeñar cierto papel en la vida y, George, lo mejor es jugarlo, llenar el agujero o como mierda quieras llamarlo, porque si no se nos derrumbarían los cielos y se nos caerían encima. Lo mejor es hacer lo que hacemos, porque si no, ocurrirá que nos los harán a nosotros.
Para escribir bien habrá que haber vivido lo suficiente y saber de qué va el asunto. Jim Thompon va sobrado de estas cuestiones, a su origen de sangre cherokee por parte de su madre, se une el whisky en vena consumido por un padre pendenciero, que al igual que el autor, tuvo diversos trabajos que iban desde sheriff corrupto a empresario manirroto. De todo aprendió y vivió, no en vano apenas consiguió mantenerse con lo que escribía y llegaba a publicar. Ciudades, mujeres, diversos oficios, alcohol, bares y algunas desintoxicaciones, han dado para novelas excelentes donde el enredo humano es real, o sea, diverso, difuso, donde el mal y el bien depende del prisma con que cada lector sepa ubicarse.
Tengo algo que venderle que es mucho más interesante que el silencio.
LIBERTAD CONDICIONAL .- 1953 .-
A veces la cosa tiene truco, eres un personaje manipulable por otros individuos que sacarán partido de tu necesidad. ¿Para que van a sacar de la cárcel a Pat Cosgrove, donde lleva 15 años por un atraco a mano armada, además frustrado?
Eso ya no se encuentra a menudo… Ese tipo de orgullo, quiero decir. Hoy en día, la gente se vuelca en empleos rutinarios y del tres al cuarto. Todos los oficinistas aspiran a ser presidentes de la compañía. Todos los vendedores de los grandes almacenes aspiran a ser jefes de sección. Todos los camareros y las camareras aspiran a convertirse en cualquier otra cosa. Y todos están empeñados en hacértelo saber, toda esa maldita tropa de holgazanes y de insolentes, de balas perdidas y de gente a la que nada le importa. No saben hacer bien su trabajo, así se niegan a hacerlo. Eso sí, algún día van a conseguir algo mejor.¡Lo mejor de todo! Lo van a conseguir como sea y, entretanto, se trata de hacer lo mínimo posible y de pillar cuanto más mejor.
Eres joven, si se puede llamar joven a alguien de 30 años, y fuerte. Has estudiado. Y pese a todo eso las cosas indican que no vas a ir mucho más allá... A lo mejor es que tienes demasiadas ambiciones. Puede que ese sea el problema. Que no estás dispuesto a emplear 40 años en llegar de botones a director. Así que fichaste por una empresa que vendía revistas y anduviste de puerta en puerta, y de costa a costa. Y trabajaste en eso hasta que encontraster otra coas mejor, o que parecía mejor.
ARTE SALVAJE.- 2014.- ( Robert Polito).-
El autor bucea en la vida y obra de un ser atormentado. El de Boston busca y halla las huellas indelebles de una existencia enfermiza en la escritura del tipo que era hijo de sheriff y vividor, cuestión que con el paso de las décadas degustó en su misma persona, quizás porque las astillas nunca caen muy lejos del tronco, en este caso familiar.
Ese coqueteo con el whisky de marca y los cigarrillos Pall Malls lo llevaría Thompson hasta el finiquito de sus días.
Las primeras novelas editadas de Jim Thompson salen en plena época del macartismo,
es decir entre 1950 – 56, antes editó en la década de los 40 varias cosas en la
tradicional edición de tapa dura, narrativa que iba dentro y fuera del género
negro, ventas en su mayoría en quioscos de prensa. Así pues, cuando coge aire,
antes de los eventos cinematográficos en forma de guionista, Thompson es capaz
de pulir su estilo y deleitarnos con varias obras salvajes, duras, escépticas,
y desde luego, sin ninguna elegancia de cara a la galería.
Nunca nada es lo que perece
NOCHE SALVAJE .- 1953.-
El argumento es viejo, o tal vez no tanto, estamos en la
década de los 50, unos años antes James M. Cain publicó El Cartero Siempre Llama Dos Veces – 1934, y hago mención en ella porque
hay pasajes que me recuerdan a ésta.
La trama es sencilla y eficaz: Charlie Little Bigger, es un tipo pequeño, la policía no tiene nada más que pequeños esquejes de
cómo es. Dibujos, más bien de su aspecto. Es acusado de varios desmanes en
forma de crímenes, unos 16 se le atribuyen. Bien, pues El Hombre, alguien que
se me mueve en las sombras, le contrata con el fin de aniquilar a otro ser
desastroso, que al parecer debe de declarar ante el gran jurado, comprometiéndole
seriamente. Se ha pensado que el pequeño Bigger se acerque a donde habita y
se lo cargue con el fin de que no pueda dar su testimonio.
Cuando nuestro asesino llega a la
pequeña población de Peardale, se hace pasar por estudiante, ayuda su anatomía
escueta, su cara de bonachón e incluso adolescente. Se matricula en la
Universidad con el fin de integrase en la población y consigue trabajo por las
noches en una tahona. Todo marcha regular hasta que (y ahí el parecido con la
novela de Cain, se lía la esposa del tipo que debe aniquilar), además existe
otro ser extraño, Ruthie, una chica con deformación en un pie, que realiza las
labores de cocinera y camarera de pisos, y que acabará teniendo una importancia
a lo largo de la novela y del final escalofriante y duro.
Los problemático de matar a alguien es que resulta muy fácil.
Thompson mantiene muchas zonas oscuras, franjas inaccesibles para el
lector, de duda permanente, hacia afuera pero también hacia adentro. A fin
de cuentas, Winroy, el tipo que debe de cargarse, es un ser cargado de imbecilidad
y alcoholizado, que no pudo soportar la cárcel, y con su silencio y su
seguridad garantizado, decidió salir antes de declarar en el juicio contra El
Hombre, algo relacionado con las apuestas de caballos, donde se mueve mucho
dinero. Tampoco Bigger anda sobrado, sabe que está caminando por el filo de una
navaja y éste es muy fino, a fin de
cuentas en el pasado traicionó al Jefe y es muy improbable que logre salir de
esta con vida, aunque consiga efectivamente realizar el trabajo con éxito.
Los lados oscuros, las diversas
aristas del relato de Thompson te mantienen a la expectativa del desarrollo final,
que desde luego no es muy previsible. Siempre efectivo, duro, nada se hace de
cara a la galería ni a quedar bien, aquí, los happy endings, no existen. Su forma de ejecutarla acaba por
volverse demasiado hermética u opaca, tanto como para convertir la
incertidumbre en perplejidad y la tensión en desconcierto. Tal vez ahí radique
la gracia, en el aguijón de la avispa.
Al cambiar de trenes en Chicago cogí un leve
resfriado, y los tres días que pasé en Nueva York – tres días de chavalas y
borracheras a la espera de ver al Hombre – no me ayudaron nada. Cuando llegué a
Peardale, me encontraba fatal. Por primera vez en varios años, en mis esputos
había ligeras trazas de sangre.
El género negro bien llevado y
escrito, puede estructurar una crítica feroz a la sociedad contemporánea en la
que se desarrolle el argumento, Thompson no es ajeno a ello y lo aplica muy
bien en varias de sus novelas. Si en 2 de los textos comentados
anteriormente: El Asesino Dentro De Mí y Noche Salvaje, se sirve de unos psicópatas,
uno al lado de la ley y del cual debemos de “fiarnos”, se supone que está para
protegernos por aquello de que pagamos impuestos y demás zarandajas, pero deja al
descubierto las muchas grietas que “el sistema” tiene y por el que se cuelan
demasiadas averías; en la otra, simplemente alguien no quiere ensuciarse sus
manos de sangre y barro y contrata a un pequeño paría para realizar el encargo.
En ambas, la cazurrería sureña sale a relucir. Es en 1280 Almas en la que Thompson da un paso adelante y prosigue la
narración en 1ª persona y agudiza más los sentidos de la sociedad en la que se
mueve.
¿Tú crees? ¿No somos todos relativamente inanimados, George? ¿De cuanta libertad disponemos? Se nos controla por todas partes, nuestra estructura física, nuestra estructura mental, nuestro pasado; se nos moldea a todos en sentido concreto, se nos determina para desempeñar cierto papel en la vida y, George, lo mejor es jugarlo, llenar el agujero o como mierda quieras llamarlo, porque si no se nos derrumbarían los cielos y se nos caerían encima. Lo mejor es hacer lo que hacemos, porque si no, ocurrirá que nos los harán a nosotros.
Para escribir bien habrá que haber vivido lo suficiente y saber de qué va el asunto. Jim Thompon va sobrado de estas cuestiones, a su origen de sangre cherokee por parte de su madre, se une el whisky en vena consumido por un padre pendenciero, que al igual que el autor, tuvo diversos trabajos que iban desde sheriff corrupto a empresario manirroto. De todo aprendió y vivió, no en vano apenas consiguió mantenerse con lo que escribía y llegaba a publicar. Ciudades, mujeres, diversos oficios, alcohol, bares y algunas desintoxicaciones, han dado para novelas excelentes donde el enredo humano es real, o sea, diverso, difuso, donde el mal y el bien depende del prisma con que cada lector sepa ubicarse.
Tengo algo que venderle que es mucho más interesante que el silencio.
LIBERTAD CONDICIONAL .- 1953 .-
A veces la cosa tiene truco, eres un personaje manipulable por otros individuos que sacarán partido de tu necesidad. ¿Para que van a sacar de la cárcel a Pat Cosgrove, donde lleva 15 años por un atraco a mano armada, además frustrado?
Eso mismo se pregunta nuestro protagonista, el narrador convierte al delincuente en víctima en base a unos informes de un psicólogo que no ejerce y que tiene connotaciones claras con un abogado y un senador en horas bajas. Thompson retuerce el argumento, siembra las dudas necesarias en el fácil manipulable de Cosgrove, apenas un muchacho cuando es encarcelado y sólo maleable por su larga estancia en prisión, apenas sabe nada del mundo exterior, de sus madejas y rizos. Nada es lo que parece, ahí su encanto de Libertad Condicional, lo que hace que sigas cada página con verdadero interés de saber qué ocurrirá más adelante.
A fin de cuentas como irá averiguando nuestro reo puesto en libertad, todo formará parte de un plan para estafar un montón de dólares a una empresa de seguros y él ha sido elegido para un papel estelar que no será precisamente grato; pero la vida da muchas vueltas, y en ocasiones te conviertes en león antes que cola de ratón.
Eso ya no se encuentra a menudo… Ese tipo de orgullo, quiero decir. Hoy en día, la gente se vuelca en empleos rutinarios y del tres al cuarto. Todos los oficinistas aspiran a ser presidentes de la compañía. Todos los vendedores de los grandes almacenes aspiran a ser jefes de sección. Todos los camareros y las camareras aspiran a convertirse en cualquier otra cosa. Y todos están empeñados en hacértelo saber, toda esa maldita tropa de holgazanes y de insolentes, de balas perdidas y de gente a la que nada le importa. No saben hacer bien su trabajo, así se niegan a hacerlo. Eso sí, algún día van a conseguir algo mejor.¡Lo mejor de todo! Lo van a conseguir como sea y, entretanto, se trata de hacer lo mínimo posible y de pillar cuanto más mejor.
No creo que andemos buscando nada, Dillon. Más bien creo que tratamos de no buscar.
LA MUJER ENDEMONIADA.- 1954.-
Eres joven, si se puede llamar joven a alguien de 30 años, y fuerte. Has estudiado. Y pese a todo eso las cosas indican que no vas a ir mucho más allá... A lo mejor es que tienes demasiadas ambiciones. Puede que ese sea el problema. Que no estás dispuesto a emplear 40 años en llegar de botones a director. Así que fichaste por una empresa que vendía revistas y anduviste de puerta en puerta, y de costa a costa. Y trabajaste en eso hasta que encontraster otra coas mejor, o que parecía mejor.
Nací en Nueva York, hace 30 años, de padres pobres pero honrados, y desde que puedo recordar he tratado de convertime en alguien. Pero desde que puedo recordar, siempre había alguien que trataba de ponerme las cosas difíciles. La chica con la que estaba casado, Joyce, no vivía en este mundo
Un día tuve que entrar en la casa de la señora Farrell y allí conocí a Mona. Yo iba vendiendo o eso pretendía, trabajaba para los almacenes " compre ahora y pague después ". Pero luego me enteré que la joven era prostituida por la vieja de la mansión... y aquello empezó a tomar forma, porque en la vieja casa se escondían 100.000 $ como te confesó la muchacha.
Existían varios problemas para hacerse con ellos, claro. No sólo de logística. Estaba mi mujer, Joyce, que a veces desaparecía y mi jefe de almacén: Staples, aparte de que si se dejaban cadáveres, lo normal es que apareciese la policía.
EL EXTERMINIO .- 1957 .-
Compleja novela y estructura complicada. Está vez Thompson
nos sorprende con una narrativa coral donde lo importante no es saber el final,
sino cómo transcurre el desarrollo de la trama y los porqué de cada uno de los
protagonistas a los que asistimos en sus soliloquios con sus razones y dudas.
Giro absoluto en cuanto a la
literatura del escrito americano. No se
muestra tan despediado como en anteriores entregas, más conceptual e incluso me
atrevería a sugerir que profundo, en cuanto que se mete en los meandros
interiores de personas normales instaladas en una pequeña población, y de las
cuales unas cuantas tienen motivos suficientes para cargarse a Luane Devore, pero la intriga está sumamente ingeniosa
en cuanto consigue atrapar pasiones ocultas, celos, historias: unas pasadas y
otras posibles, con las que ahora alambica un relato coral que siendo desigual
en su resultado final, es muy completo para entender cuál era la opinión que
tenía sobre sus semejantes.
El
exterminio se desarrolla en Manduwoc, un
pueblo costero venido a menos situado a unas pocas horas en tren de Nueva York.
Curiosamente el censo de personas que
habitan en tan singular espacio es de 1280,
lo cual no deja de tener su aquel de
singularidad con su novela posterior, publicada en 1964. Thompson nos coloca a
12 personajes, les da voz en 1ª persona, cada uno de su pelaje y condición
social e intelectual y nos sitúa ante el tejemaneje de cada cual en la pequeña
población costera.
No es una de mis novelas preferidas, quizás va en demasiada direcciones,
nada que ver con otras grandes donde ahonda mucho más en personajes y
situaciones, apenas 3 en su mayoría, pero no deja de tener su diversión y sobre
todo, a su realismo pegado a pie de calle, sobresale a mi juicio el canto coral
de la misma, dotándola de una singularidad peculiar en su narrativa.
El siguiente texto, La Huida, llevada al cine por Sam Peckinpah, y quien haya visionado el film y leído el libro, tienen cierto parecido, pero parte del inicio, trama, desarrollo y final no tienen nada que ver. Aunque ambas, a mí juicio, son obras maestras, pero diferentes.
En otra época habrían sido piratas, corsarios
o soldados mercenarios. Su desgracia, y quizás la de la nación, era que habían
nacido en una civilización que insistía en la conformidad y que no perdonaba ninguna
ruptura de sus leyes, sin tener en cuenta las necesidades y motivos de cada
uno.
LA HUIDA.- 1959.-
La larga travesía de vivir dentro del sistema pero sin creer en él,
aprovechándose del mismo en una búsqueda constante de ir más allá, de estirar
la cuerda tanto como pueda dar de sí. Aun a riesgo de romperse, Thompson es un escritor
al límite, con un ritmo certero nos presenta a un tipo sin fisuras, encantador
y criminal calculador, que ha pasado una larga temporada en la cárcel y de la
que no volverá pase lo que pase en su transcurrir cotidiano, y que tiene por oficio: atracador de bancos.
Doc McCoy tiene 36 años y un linda esposa, Carol Ainslee, menor en edad que él, y por la que buscará hasta el final dar un golpe definitivo que les aleje del mundo del hampa, o mejor sería decir, del laberinto de coger dinero de los lugares en los que la gente normal suele depositarlos.
Doc McCoy tiene 36 años y un linda esposa, Carol Ainslee, menor en edad que él, y por la que buscará hasta el final dar un golpe definitivo que les aleje del mundo del hampa, o mejor sería decir, del laberinto de coger dinero de los lugares en los que la gente normal suele depositarlos.
McCoy no está dispuesto a pasar otros largos 7 años en la
cárcel y esperar que la bella e inteligente de su mujer, Carol, le esté
esperando. Aunque ella ha realizado, digamos técnicas poco morales con el juez
que instruye su caso con el fin de que su marido salga antes, intentará no ser
descubierta por Doc. Ambos planean el robo de una sucursal bancaria en una
pequeña ciudad en el estado de Texas, y juntos, con un pistolero algo psicópata,
normal en los personajes de Thompson, llamado Rudy Torrento, llevar acabo dicho
trabajo.
Ni que decir que el asunto se
complica, entre otras cuestiones elementales en el ser humano, como la codicia
y la traición, lo cual nos llevará por sus páginas a una odisea en busca de la
libertad que les pueda dar el botín obtenido.
En una América más avenida a las
apariencias que otra cosa, se recrean personajes secundarios interesantes que
lo único que hacen es reforzar la trama y dejarnos una obra excelente de
búsqueda constante en el interior del ser humano, con sus anhelos, sus dudas, y
por qué no, sus deseos satisfechos.
Crónicas urbanas.- No sólo Thompson se ha dedicado a
escribir y dejarnos un reguero de personajes cazurros, medio idiotizados pero
con unas mentes criminales estupendas. También es capaz de crear atmósferas de
road-movie como La Huida, y
centrarnos en seres urbanitas que deambulan en el lado fronterizo de las leyes
en busca de un mejor acomodo para sus vidas de parias.
Cosmopolitas de Los Ángeles, como su siguiente obra, la
excelente Los Timadores, donde su
visión, implacablemente sombría, encaja de manera excelsa en estos tiempos del
siglo XXI tal vez mejor que a mediados de los ingenuos 50 y los happy days
flowers de la década de los 60. Thompson, enorme escritor, tampoco es Cervantes,
ni Saramago ni pretendía llegar a Shakespeare, deja una respuesta melancólica a
las nuevas generaciones de lectores que
como siempre suele ocurrir, se le valora más una vez fenecido que en vida. Su
crueldad, no falto jamás de un humor socarrón, aunque no elude escenas y temas
escabrosos, supo deambular por las aceras y aristas de las calles de la vida y
meter el dedo, la pluma en este caso, en el núcleo tan esencial de donde todos
venimos, esa institución sacrosanta que es la familia.
¿En qué momento se había producido aquella desviación de la humanidad,
capaz de mezclar copas con una mano y lanzar bombas con la otra?
LOS TIMADORES .- 1963 .-
Relato corto y conciso basado en 3
personajes, o lo que es lo mismo, lo que Thompson entiende por relaciones
familiares, como institución, digamos, peculiar.
Entorno urbano, metrópolis de Los Ángeles, timador joven y
experto que ha sabido buscarse la vida en garitos de paletos o jóvenes
distraídos, que tiene una existencia convencional como comercial, que se llama
Roy Dillon; hijo de una mujer que lo engendró en su pubertad y del que se tuvo que
hacer cargo pese a su pesar, Lilly: timadora de altos vuelos para un hampón en
las apuestas de caballos. Para cerrar el triángulo, una bella y encantadora de
serpientes, Moira Langtry, novia o algo parecido de Roy, y con la edad de su
madre.
Thompson pule el estilo, narra de
forma impecable y cuida los detalles y matices, enriquece el lenguaje, sin
perder un ápice de sus directos, como el boxeador que juguetea con sus pies
hasta ver el ángulo perfecto y lanzar un puño perfecto al mentón de su
oponente. El trío se desenvuelve entre sombras y claros, sus relaciones parecen
superficiales, pero buscan y a veces hallan rendijas por las que colarse alguna
verdad, algo tangible en unas existencias acostumbrados a disimular, a no querer
ver la realidad de lo que le rodea, a
controlar, o intentar más bien, las circunstancias y los sentimientos de
cada cual.
A las gélidas vidas con la que se
desenvuelve el trío, siempre separado, se une una cierta motivación erótica y
un planeo de incesto. A fin de cuentas viven del timo corto, la estafa, el
juego sucio, y aunque ninguno es criminal en su fin, merodean las aristas del
hampa y el lumpen más cercano, el callejero, el de bareto y apuestas para otros
de las carreras de caballos, si no saben poner el límite, pueden acabar en el
arroyo, y todos sus sueños, si es que tenían alguno, de llevar otra vida,
digamos que convencional, se les escapa en el último envite de una carta.
Thomson nos regala una novela
diferente, muy centrado en sus 3 personajes, con sus dudas, alegrías,
esperanzas… es decir: la vida. Sólo la marginalidad buscada como método de subsistencia,
no por azar, pues ser del montón parece repelerles. Los Timadores, llevada al
cine por Stephen Frears en 1990, contó con un reparto sembrado: John Cusack,
Angelica Huston y Annette Bening, para dejarnos un film clásico y en color,
sobre un texto excepcional.
1280 ALMAS .- 1964 .-
Descripción en 1ª persona, narración que se
inmiscuye en la mente perversa y psicológica del sheriff Nick Corey, un tipo
violento, despiadado, con un manto de cazurro sureño como telaraña para pasar
desapercibido. Todo su empeño dedicado a la manipulación de los demás, con el
fin de conseguir seguir siendo el jefe de la policía de Potts Country en las
próximas elecciones a celebrar en breve. Tampoco parece que el resto del rebaño
del que debe de cuidar, 1280 personas que viven en dicho pueblo, “ los negros
no cuentan pues no tienen alma”; sean mucho más avispados que él, pero Corey
ejerce una maldición sobre sí mismo: es duro, convincente y sabe utilizar su
revólver, casi haciéndote un favor, para instaurar sus deseos y que coincidan
con el “ bien general”.
Bien, señor, el caso es que debería haberme
encontrado a gusto, tan a gusto como un hombre puede encontrarse. Porque allí
estaba yo, el jefe de policía de Potts Country y ganando al año casi dos mil
dólares, sin mencionar los pellizcos que sacaba de paso, por si fuera poco,
tenía alojamiento gratis en el segundo piso del Palacio de Justicia, el sitio
más bonito que un hombre pueda desear;
hasta tenía un cuarto de baño, de manera que no me veía en la necesidad
de bañarme en un barreño ni de ir a un lugar público, como hacían casi todos
los del pueblo.
Nick Corey vive junto a su mujer
Myra y el hermano de ésta, Lennie, una especie de voyeur que se dedica a espiar
por las ventanas de los vecinos a cuanta mujer se le pone en el ojo. Ni el uno
ni la otra sienten ninguna admiración por el sheriff, ni éste por ninguno de
los dos. No los necesita, pero se acomoda al juego burlón de estar socialmente
aceptado. Su apariencia de lerdo, vago, taciturno, hace creer a los demás lo
que ven, pero tras esta capa de dejadez se esconde un auténtico manipulador, un
hombre despiadado y violento que dedica todos sus esfuerzos a enredar a los
demás, a buscar ayuda en otros seres que le hagan el trabajo sucio, pero que
llegado el caso, Corey es muy capaz de
eliminarlos. Y ahí radica la gracia de esta obra maestra del género
negro, 1280 Almas, sin que en ello
vea nada de inmoral ni tenga a bien cuestionarse, si es correcto o no lo que
hace, simplemente se ejecuta y se acaba con el problema. Pragmatismo llevado a
sus últimas consecuencias.
Y no había ni uno entre aquellos jovenzuelos que valiese la mierda que
cagaba.
Jim Thomspon retrata a psicópatas,
alcohólicos y algún desesperanzado con el destrozado sueño americano a la
perfección, en unos Estados Unidos sureños, desde luego muy, muy lejos de la
ilusión de la vida del americano medio, y nos deja una soberbia novela, corta y
concisa, fácil de leer sin sacar juicios de opinión de antemano, como es 1280 Almas, eso sí, no es para todos los
estómagos, pero es un delicia de thriller.
Tenía los ojos bien abiertos y miraban
fijamente. La maldad había desaparecido de ellos, pero el miedo que había
ocupado su lugar era mucho peor. Tuviera la muerte el aspecto que tuviese,
estaba claro que a Tom no le había parecido nada bueno.
BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA
AQUÍ Y AHORA .- 1942
EL ASESINO DENTRO
DE MÍ .- 1952
NOCHE SALVAJE .- 1953
LIBERTAD CONDICIONAL .- 1953
LA MUJER ENDEMONIADA.- 1954
EL EXTERMINIO .- 1957
LA HUIDA .- 1959
LOS TIMADORES .- 1963
1280 ALMAS .- 1964
Sin importar dónde estuviera estar viviendo, sus novelas se aferran a sus tres escenarios habituales: Oklahoma, Nebraska y Texas.
ARTE SALVAJE.- 2014.- ( Robert Polito).-
El autor bucea en la vida y obra de un ser atormentado. El de Boston busca y halla las huellas indelebles de una existencia enfermiza en la escritura del tipo que era hijo de sheriff y vividor, cuestión que con el paso de las décadas degustó en su misma persona, quizás porque las astillas nunca caen muy lejos del tronco, en este caso familiar.
Ese coqueteo con el whisky de marca y los cigarrillos Pall Malls lo llevaría Thompson hasta el finiquito de sus días.
Pero, por el momento, el escritor de los trabajadores seguiría siendo un trabajador más.
No hay que asustarse por las casi 600 páginas que componen el texto, muy ameno de leer y seguir la trayectoria de Thompson, Robert Polito divide el asunto en tres grandes momentos de la vida del escritor americano, a saber: los puros productos de América, el duro viaje y los ministros del mal, y departe de esos Estados Unidos antes de convertirse en la gran potencia económica que descubre una nueva dimensión tras la II Guerra Mundial. Pero donde existen unos sesgos, rasgos, de gentes marginales, esa que Jim Thompson a lo largo de su fructífera vida literaria nos muestra en los diversos personajes descritos en sus novelas, abundantes, pero siempre marginales, en las orillas de los márgenes del éxito, siempre esquivo con él.
Sus avatares, sus desgracias, sus melancolías, sus descensos a los infiernos constantes, sus relaciones familiares, siempre fallidas, las frustrantes equivocaciones cuando ya casi consagrado no consigue rehacer su longeva carrera literaria siendo un simple escriba a sueldo del salvaje Hollywood.
Nunca hubo encanto en su vida, más bien un carcelario en su propia celda. Ni glamour pese a estar o figurar en películas que adoro, sean como guionista, siempre ninguneado en Senderos De Gloria o Atraco Perfecto, ni en films en los que pudo basarse grandes obras suyas, sean Los Timadores, 1280 Almas o La Huida.
Las cosas no son lo que parecen
Si Jim Thompson hubiera fallecido antes del otoño de 1952 ( macerado en Jack Daniels, ahumado en Pall Malls y quemado a los 46), actualmente sólo se recordaría en un puñado de incipientes notas a pie de página, y poco más, para qué engañarnos. Su vitalidad literaria y sus excesos en los textos, guardaban un ser atormentado que no daba con la tecla para poder decir que era feliz en su vida, ni familiar ni, y esto con mucho, pasados los años, en su obra. A fin de cuentas, tuvo una existencia perra y salvaje, en parte por la toma de decisiones mal tomadas y peor ejecutadas donde sólo él era el responsable, también, que las circunstancias casi siempre fueron muy por delante de su toma de sus juicios
Lou Ford, El Asesino Dentro De Mí, hace denotar también unos cuantos mitos de la Norteamérica rural: el policía benevolente, el médico amable, la libertad de movimientos, los guardianes de la justicia, el poder y la moralidad pública son blanqueadores de sepulcros, depravados o directamente criminales en su vida privada, esa capacidad de observación de Thompson le lleva a grandes obras, lo había tenido todo y por algún motivo la nada le había parecido mejor. Eso es en parte lo que Polito trata de desentrañar a través del longevo texto.
Antes, claro, debes de haber sido lector de la obra del americano, sino, huelga todo lo demás. Porque la radiografía que hace de América casi a través del siglo XX, no es apta para todo tipo de estómagos, como las novelas de Thompson.
Lo mejor de Arte Salvaje, es el pulso firme de Polito, el desarrollo familiar de la saga Thompson, las complejas relaciones familiares, incluso de padres e hijos cuando éstos se convierten en progenitores, sus telarañas con las mujeres que adoraba en la vida real y asesinaba sin cuartel en sus páginas, los círculos políticos y su militancia en el lado oscuro de los obreros, sus repercusiones en su obra y a fin de cuentas, su gallardía para acometer el final, ese en el que ya ciego y solo esperando la nada, deseaba o creía, que 10 años después de su deceso, sería famoso o al menos, le llevaría a esos altares que en vida jamás vio, degustó. Casi no le falta razón.
James Myers Thompson : 27 de Septiembre de 1906 - Anadarko, Oklahoma (USA).- 7 de Abril de 1977 - Hollywood, Los Ángeles (USA)
Comentarios
Publicar un comentario