THE STOOGES : EL HUMO DE LAS ALCANTARILLAS SE ELECTRIFICA

The Stooges.-



 Su cabeza corta el agua a izquierda y derecha, zigzagea; su pequeña cresta, su cola alargada que le sirve de guía, sus cortas patas y sus 5 dedos con afiladas garras van a aparecer de un momento a otro por la alcantarilla. Asomará el hocico, mirará las alcantarillas humeantes de un Detroit industrial, feo, sucio.
 Ratas de alcantarilla como comida exquisita, aguas fecales como oxígeno a las narices, serpientes como compañeras de viaje, olores fétidos. Luces distorsionadas, asfalto, humo en los callejones, suburbios periféricos en algún lugar del infierno. Ese es el hábitat natural en el que se desenvuelven estos pequeños bastardados desheredados del más frágil sueño americano.


I Wanna Be Your Dog


 Patada en el culo, mordisco en el pene.-
 Las fábricas echan humo a lo lejos, es una época esplendorosa para muchos que tienen trabajo en las cadenas de montaje de automóviles, ratas domesticadas por un sueldo en turno de 8 horas; contaminación acústica y ambiental, jornal que sirve para mantenerte en pie un rato más mientras colocas piezas sueltas en unos coches que alguien conducirá hacia el sueño maravilloso de una vida mejor. Carreteras amplias, avenidas iluminadas que darán para disfrutar de una ilusión. Época oscura, desapacible, cuya sombría coloración de naturaleza muerta quedaba parcialmente iluminada por forzadas pirotécnicas.
 Sólo aquí la iguana podía vivir cómodamente, refugiarse en las alcantarillas malolientes con olores fétidos y comer a gusto ratas, insectos y culebras, entre otras cosas. Asomar el hocico por entre las alcantarillas y salir a las hierbas agrestes e indómitas, transpirar el humo de las chimeneas de las grandes cadenas de montaje de coches y ser feliz.
 Que gracia que justo ahora se hablase tanto de “paz y amor” en este final de la década de los 60. Que Jim Morrison harto del imbécil en el que se había convertido fuese la pieza que faltaba en el engranaje para que las iguanas que le vieron encima de un escenario se inspirasen en él y formasen The Stooges. Saldrían del cinturón industrial de Ann Arbor ( Michigan ) a la gloria del malditismo, supremo limbo de bastardos y desheredados.
 Por esas  transformaciones genéticas raras la iguana se convirtió en homínido y frecuentó el lumpen de la ciudad, donde se movía con cierto gusto, tomando una conciencia proletaria, despojando al rock de su exuberante sentido del espectáculo. No existía ningún talento ni don especial, salvo la fuerza bruta.  Su nihilismo absoluto, su descarnada actitud de puro abandono colisionaba contra el materialismo fetichista de sus contemporáneos.
 No le gustaba el nombre que tenía de humano, decidió llamarse Iggy; absurda postura, dolorosa, aunque visualmente arrasadora resolvió infringirse en sus carnes cuantos cortes podía en la excitación de su pequeño habitáculo que era el escenario. Ni siquiera era consciente de la embriaguez que causaba a sus atónitos espectadores. Esa mezcla de rabia.  Pulsión, sonidos ensordecedores, patadas en el culo, al aire, esas contorsiones que realizaba enrollándose el micrófono alrededor de su cuello como si de un momento a otro fuese a estrangularse, beberse su sangre que caía a gotitas al suelo y escurría por su pecho formando hilillos rojos mezclados con el sudor. Se arrastraba a cuatro patas, sacaba la lengua bífida mientras observaba a sus correligionarios con caras abducidas de emoción. Esta iguana monstruosa y repelente se devoraba a sí misma en una orgía de canibalismo purificador.
 Mientras tanto en la ciudad el mito de una iguana convertida en homínido se extendía, crecía como un tejido muscular hormonado con bilis. Era un bufón contemporáneo, sin guillotina ni reyes a los que hacer reír ni divertir, sus vasos eran de cristales cortantes y no corría el vino rojo por sus venas sino alcohol destilado en finas refinerías regado con otras sustancias menos identificables. Provocaba, se mutilaba en público con placer y furia, expulsaba por sus abundantes fosas nasales mocos que expandía ante el atento y atónito espectador de las primeras filas que flipaba en colores, sin saber muy a ciencia cierta si era un sueño o una realidad.
 Luego descubría que era cierto, sus cuerpos amoratados por las flagelaciones metafísicas de las que fueron testigos les deparaba a las pocas horas su nuevo estado corporal; para estupor de los testigos de tan truculento aquelarre. Y lo más divertido y sorprendente es que esta caótica figura de culto que se hacía llamar Iggy, aquel festín de exageraciones, pareciese algo lógico, natural y espontáneo . Y todo sucedía mientras algunos esclavos de las cadenas de montaje iban en las duras madrugadas a las incombustibles fábricas de automóviles  durante un buen puñado de horas. Allí, distribuirían su escaso sudor entre máquinas, ruidos. La iguana ya se había retirado a su alcantarilla favorita, se había dado un festín de droga, sexo, rock and roll, sangre, y descendía para purificarse a las aguas fecales que le diesen con su roce la cicatrizaciones de las heridas recibidas en la noche, alargase su lengua unos centímetros más y pudiese descansar unas horas en su guarida hasta que la noche volviese a caer y entonces, entonces otra vez la iguana que se convertiría en homínido volvería a salir para darse un nuevo festín, un aquelarre hasta que las articulaciones y los tejidos no dieran más de sí.
 Había nacido una banda en 1968, The Stooges.-


No tengo nada que decir
No tengo nada que hacer
No tengo ningún sitio a donde ir


No Fun.-


 Héroes de serie B .-
 Me mostraron la calle, la porquería, el odio. Cuando un amigo apareció por mi casa con una veintena de Lps bajo el brazo entre ellos había el Fun House de The Stooges. Trallazo en el estómago, bofetón en pleno rostro que abandonaba los rasgos adolescentes para ir curtiéndose en las muchas batallas que aún habría de librar. Sonido sucio, guitarras asesinas que disparaban notas como si te hubieses enganchado los testículos en una puerta y fuesen una bisagra; saxo callejero y húmedo. Y entendiste que estos tipos salidos de las alcantarillas, héroes de serie B jamás te iban a mentir con eso de jugar a ser estrellas del rock and roll porque nunca llegarían a nada. Ni a vender, ni a ser mediáticos. Nada de eso. Esas ratas callejeras que pululaban por entre las piernas de los viandantes sin que les vieses y sólo si las pisaban chillaban, ¡ joder si chillaban ! Y en ese último grito desgarrador antes de que les destripases las tripas te enseñarían sus colmillos como acto final a una vida desgarrada, triste, sucia, desolada, sin esperanza.
 Así pues te evitabas tener que darle la tabarra a nadie de que eran un gran grupo. ¿Cómo compararlos con todo el sonido new wae que a finales de los 70 era lo que más se escuchaba? Pues eso, que te evitabas palabrerías; eso que ganabas con tener gente mayor a tu alrededor que sabía más y había explorado otros caminos más inciertos y por el que tú transitaba en la búsqueda permanente de música, sensaciones, chute de vida, de experiencias.
 Más de la calle no se podía ser. James Newell Osterberg nació en una caravana y hasta pasados unos meses no vio una casa con cimientos como domicilio habitual, hasta que su padre encontró un trabajo más remunerativo en Ann Arbor, donde asistió a un colegio privado que era donde el progenitor de James ( Iggy) se ganaba el sustento. Estar con niños bien cuando tú eres un paria y lo llevas escrito en el rostro infantil, es duro, te curte de ser el rata de la clase, el feo, malo, quebradizo. El último pastel, si queda, es para ti, incluso mordido por los laterales, así pues ya tenemos el caldo de cultivo tan novelesco que tanto nos gusta. Chico pobre en colegio de niños de clase especial que todos saben que está allí porque su padre trabaja con ellos, sino de qué.
 Y pese a todo escuchaba música de forma permanente en casa, donde una radio atronaba a todas horas y había buena sintonía entre padres e hijo hasta que éste se encuentra con otras ratas como él, desaliñadas y sucias, desentonadas del resto de la sociedad que les cuesta encontrar su madriguera. Incluso aparecen a pares, dos son de casi la misma camada, pues son hermanos y responden por el apellido de Asheton, uno, Ron acabaría tocando la guitarra eléctrica; Scott se sentaría en la batería y la aporrearía.
 Antes de formar The Sooges Iggy toca en una formación que le denominaría en el futuro, The Iguanas. Banda juvenil que daba los primeros pasos en las garajes y convertían cualquier éxito del momento en su repertorio. Rock añejo y blues desaliñado. Para ir soltando los dedos, pues James en esta época se dedica a rasgar la guitarra eléctrica. Todo va más o menos normal en la adolescencia, entre los años 1963 – 1968 que se encuentra con los Asheton y deciden formar una banda más seria y curtida y se cambian algunos papeles. James sólo se encargaría de cantar ¿ cantar ? y un amigo de los hermanos,  Dave Alexander se encargaría de las 4 cuerdas. Han nacido los The Psychedelic Stooges,  inspirados por la era psicodélica y una serie de la televisión de dibujos animados que respondía al nombre de The Thee Stooges. La mezcla era explosiva y sus primeros conciertos desoladores, pero llenos de una energía innovadora. La banda se encaminó hacia un sonido sucio, rápido, tan primario y crudo que asustaba. Suelto James al micrófono sin las ataduras de llevar un instrumento con él, aquello era el chico bomba andante encima de un  escenario, lo cual arrastraba al resto a una demolición sonara del edificio. Rock nunca visto ni oído, nada ortodoxo, se devoraban a sí mismos en apenas 30 minutos, los que podían aguantar ese ritmo infernal; música poderosa, antropofágica. La banda se inmolaba en tormentas sonoras y caos, mucho caos a su alrededor.


Not Right


 Con apenas 18 años James Newell, ya ejercía de ángel exterminador. Lo que empezó siendo una imitación de The Doors al que acudieron las criaturillas a un concierto, acabó siendo una máquina terrible que iba a disparar obsesiones ensordecedoras. Estas “iguanas” que acabarían siendo The Stooges, salidos del cinturón industrial de Ann Arbor ( Michigan ) en el Detroit industrial, humeante, maloliente, pero que creaba puestos de trabajo suficientes para mantener una vida de esclavo asalariado feliz y poder jugar a eso que se llama el sueño americano, con un presente que daba cobijo a las cobayas humanas y un futuro sosegado;  creó un sonido duro, en plena eclosión industrial emergió una generación de músicos diversos denominado bajo el nombre del Detroit Rock. Algunas cosas se estropearon en los espermatozoides, hubo mutaciones genéticas dignas de nombrar, a nuestros amigos The Stooges, que ya eran primeras balas en el cargador, iban con otros compuestos deformes químicos: MC5, Ted Nugent.
 Los méritos se traducían en infecciosos conciertos de apenas media hora de duración donde Iggy representaba a la perfección su función de auto-tortura y tercer grado escénico con exhibicionismo destructivo. Entre la muralla sónica y el fragor eléctrico, el cantante era el centro del huracán y las miradas se concentraban en él, que menos, pero la fuerza devastadora y el verdadero corazón que rugía a sus espaldas eran los hermanos Asheton, otros dos peligrosos mutantes de la ciudad del motor acoplados aun siempre gris, pero efectivo, Dave Alexander. Sin eso, me temo que la iguana hubiese carecido de tanto encanto embriagador con el que simulaba sus carencias vocales, pero engatusaba en sus artes al personal.


Down On The Street


Desertando de la vida.-
  Exhibirse delante de la muralla sónica de la que eran capaces cada vez que se subían a un escenario, cantar para irritar a un público aturdido, que se quedaba estático y a veces patidifuso ante tal monumental espectáculo, debió de parecerle lo máximo a Danny Fields, ejecutivo de Elektra Records, que a fin de cuentas  a quien vino a ver a la ciudad fueron a unos emergentes MC5 y se encontró con estos.
 The Stooges y principalmente Iggy, eran incapaces de entender los mecanismos de las discográficas, eran detonadores humanos enchufados a sus instrumentos capaces de arrollar todo cuanto se pusiese a su alrededor: humanos incluidos. Estamos a las puertas de asistir, aunque con algunos años de diferencia, al desparrame de 3 vómitos de rock que quedaran para la historia de esta música; gente sin domesticar, animales en el más amplio sentido de la palabra, asistiremos a una trilogía de pecados sonoros que se adelantaron con mucho a su tiempo, me río yo de la Velvet Underground y otras especies del ancho mundo sonoro.
 El proceso de agonía y fin de cuerpo y alma al que se sometió al grupo saldó 3 Lps de los más profundos, gigantescos y turbios agujeros negros que se hayan grabado en la historia del rock. Ovejas negras dentro de un rebaño de ganado inofensivo todavía jugando con los pelos largos, las comunas, la marihuana humeante sobre el techo, las grandes sonoridades psicodélicas, las cabalgadas de largos solos de guitarra; The Stooges congelaban el bárbaro pandemónium con métodos tan precisos y elocuentes que aún hoy, ya metidos en el siglo XXI de la tecnología punta, asustan.
 No hay efectos gratuitos, ni entradas a destiempo, ni ganas de embaucar al personal con melodías, baladas, bellas canciones que acurrucarte para poder dormir mejor y esperar algo menor al día siguiente. Rock duro, sucio, asqueroso, humeante de las alcantarillas, esqueleto molecular al que quedaban reducidas sus misas negras, investían de fría inteligencia lo que en poder de otros habría acabado en patética perogrullada.
 Apenas unas líneas frías y escuetas les dedican en cualquier enciclopedia del rock. Poco para un enorme grupo. Son purulentos testimonios de maldad, desafíos de mentes anormales distorsionadas por la violencia homicida y fiebre de estupefacientes; exorcismos sobre los que flotaban demasiados tabúes en una sociedad tan pacata como la norteamericana, difícil de asimilar a estos chicos en directo, complicado escucharles en según qué sitios, con quien y a qué hora.
 Pocos años grabando, incluso un largo periodo entre un 2º Lp y el 3º y definitivo, unos Stooges que fieles a sí mismos hasta el final están preparados para embarcarse en un tour en 1974 que acabaría en Michigan Palace de Detroit, ante los suyos, que son capaces de grabarles dicha actuación y que acaba en una batalla campal entre los músicos y el público asistente. Más rock and roll jamás visto. Todo queda bien ilustrado para quien desee hacerse con semejante artefacto e ilustra no sólo el demencial estado del abuso al que habían llegado la banda, sino también el resultado de enfrentarse a la audiencia en lugar de estimularla, que era lo que se esperaba. Pero es que ellos son The Stooges, no unos cualquiera. Son piltrafas humanas, cobayas homínidos  llevadas a su máxima expresión.
 Ya sin mánager ni compañía discográfica que los sostenga, caballos libres que corren por las praderas sin que nadie, no sólo ose cabalgarlos o cogerlos, sin que se atrevan ni a ponerles el bozal; con un Iggy de pelo teñido de platino, sumido en las tinieblas de la terminal junkie, más dañino que nunca con su propia persona, The Stooges se embarcaron en la última gira y además grabaron el final.
 Quizás se les escapó el engendro de las manos, creció demasiado la cola de la iguana, sus zarpas llegaron a demasiadas caras, sus garras a demasiados estómagos, su sangre corrió deprisa y engendró más fuego que el agua no era ya capaz de amortiguar. Dolor, sufrimiento, estupefacientes, lo más rastroso que se puede uno echar a la cara. Y todo acabó. No hay cobardía, ¿Quién en su sano juicio puede esperar que esto se perpetuase? La pantomima de junkie incombustible no era eterna. Pero quedan sus discos, obras malignas de rock que se puede escuchar como en los tiempos en que se editaron, siguen sonando con la misma virulencia que lo hacían en cualquier acuartelamiento de Saigon allá por 1971. Tienen el mismo potencial gangrenoso que los hará en el muzak de los ascensores que nos bajen a todos nosotros a eso que llamamos infierno. ¡Ilusos! El mal está aquí, no hace falta esperar tanto. Somos nosotros mismos.

  THE STOOGES .- Agosto de 1969 .-
 Teóricamente producido por John Cale ( la de discos que tengo de éste hombre en las labores de producción, algunos de mis favoritos : Horses de Patti Smith, Slow Dazzle de Chis Sppeding, por ejemplo ) ; aunque los textos de Iggy y las músicas de Ron Asheton ya estaban diseñados con anterioridad, así pues el primero de ellos era más asistente - niñera más que otra cosa. Pero bueno.
 The Stoges – 1969 rompía en mil pedazos los anclajes generacionales a los que debían de ir unidos por unción generacional. No en vano y como curiosidad el mismo mes de su lanzamiento, se disfrutaba del evento hippie por antonomasia, Woodstock, y representaban todo lo contrario a la armonía y paz. Con unas letras hirientes, un sonido sucio, despreciaban con caras de anguilas las buenas maneras y las formas del movimiento de las flores para cambiar no se sabe qué mundo. Porque los componentes de The Stooges no estaban bien ni en este ni en las hipotéticas vidas que podrían existir más allá del sueño de marihuana y flores de colores.
 Las letras de dicho álbum no podían ser más explicitas, muy de acuerdo con la edad de los componentes. Rock directo y a la yugular.  Real Cool Time llena la llama de las urgencias sexuales, ciertas insinuaciones masoquistas que se transforman en realidades palpables en directo, como I Wanna Be Sour You. La ausencia de futuro se acerca en la primera toma: 1969, las guitarras cortan como cuchillas recién salidas de la máquina del afilador. No eran punks, es el punk adelantado unos años. Pero el de verdad, el que no esperaba nada de los nuevos tiempos, ni ventas, ni casas grandes. Sólo vivir el momento, el instante, el Carpe Diem elevado al cúbito.

 We Will Fall es una patada en la boca de lleno. Rompe con todo lo que esperas que siga a continuación en el disco y nos encontramos con una decadente raga sugerida por David Alexander, suele ocurrir cuando mezclas las filosofías orientales con una buena carga de drogas, encima se le añade la viola tocada por John Cale  que le da un aire misterioso y alargan el asunto por encima de los 10 minutos. No Fun nos devuelve a las ratas, a las calles mojadas hablando del aburrimiento, la guitarra de Asheton con un buen muro de wha-wha y la sección rítmica rudimentaria, primaria, arropan a la garganta de la iguana. Todavía encontramos atrocidades menos mitificadas pero igual de letales en Little Doll que cierra el Lp; Ann o Not Right.



  • Iggy  –  voz
  • Ron Asheton - guitarra
  • Dave Alexander – bajo
  • Scott Asheton – batería


T.V. Eye

  The Stooges sobrepasan el primer año de existencia predestinada al suicidio y tras grabar el anterior disco, esa autopsia eléctrica, deciden llevar a cabo una 2ª parte y estirar el asunto hasta el límite. Iggy empieza a componer nuevos temas. El productor del mismo, Dan Galluci, se embarca con ellos de gira para conocerlos en profundidad y así tener una idea de cómo se las gastan y poder grabarles mejor, es decir, adquirir esos detalles indispensables para captar el sonido Stooge.

 FUN HOUSE .- Julio de 1970 .- 
 El disco se graba casi de una tacada en directo y posteriormente se añaden recordings de guitarra rítmica. Iggy sume ahora que se llama Pop y no Stooge como venía desarrollando en los últimos meses. ¡Cosas!
 Steven Mackay entra a tocar el saxo en este 2º Lp. Dibujante de comics, también le da a los vientos e ingresa en el grupo.
 Sonido sádico y sexual corre por sus surcos, araña las tripas de los altavoces y hace las proclamas sexuales de los adolescentes degenerados una auténtica constitución política. Musicalmente se introducen hasta por sendas jazzicisticaas. Lo cierto es que la entrada de Mackay le da un aire cool que crea unas atmosferas de free-rock hasta cierto punto punzantes. De todas maneras, Fun House es un disco duro para la época en que se publicó y pasados 40 años sigue igual de fuerte.
 Empieza con Down On The Street lanzando al mundo un ruidoso despacho de guerra, una oda callejera en todo su esplendor. La desesperanza sexual, una crónica mil veces vista y alguna vez vivida en carne propia nos dejaba fuera de juego en Loose. Desde luego, la bestia en acción. Se da un repaso al aburrimiento constante , la contra-psicología del ocio que acaecía en T.V.Eye ; el sentimiento al rechazo de la culpabilidad, Dirt, un blues encerrado en una tormenta de guitarras paranoides que se multiplicaban hasta el colapso, una batería que estalla en sólidas explosiones y una voz que preside el holocausto con inquietante autoridad.
 Puro veneno, o la serpiente te ha lanzado el líquido a los ojos o simplemente te ha enganchado con sus colmillos, no hace falta que te atrape y se enrolle alrededor de tu cuerpo, basta con lo anterior. Fun House es un lanzallamas ya desde la portada toda en rojo, es un disco de terror, rock consistente, duro, su sonido sádico y sexual que te araña las entrañas. La bestia aúlla como si no estuviese muy segura del deceso de su presa, vuelve a donde la dejó, y si en 1969 podía sonar monótona o estática, 1970 la hacen vibrante y resolutiva, por si había alguna duda. Y el tema que da título al disco es una maravilla, Fun House, una pedrada en el centro de la cabeza por si no te has agachado a tiempo, con un saxo y una guitarra bombardeándote todo el rato y escapes del asqueroso aburrimiento en el que se ha convertido tu escasa existencia. A fin de cuentas sólo se trata de encontrar una casa donde ponerse a gusto.
 El caos, la caída al abismo, el terror como si estuviésemos asistiendo a un aterrador ataque de los vietnamitas , el gruñido del tigre encerrado, un saxo que estalla, todo lo hallamos en L.A. Blues; la guitarra no chilla, chirría, agoniza en un final que no es feliz, pero acaba matando y llevándose todo cuanto pilla por delante.
 Un mes más tarde la grabación del Lp, entra un nuevo guitarrista para fortalecer al grupo en directo, Zeke Zettner, con él existe una grabación de dos temas : T.V.Eye1970 , grabados en los estudios de televisión mientras se recogía una actuación de The Stooges en el Festival Pop de Cincinatti. Ya todo estaba escrito y predestinado, habían cometido su pecado original y pagarían por sus múltiples pecados, habían violado la línea divisoria entre el artista y la audiencia. Zettner abandonaría la banda y al igual que el saxofonista Mackay; poco más tarde Dave Alexander es hospitalizado en Ann Arbor a causa de trastornos en el páncreas, acabará muriendo unos días  más tarde.
 Todo parece sumirse en el silencio que nos deja el último tema de Fun House, esa debacle que es L.A. Blues. Iggy se inyecta toda la heroína que da los escasos réditos de la venta del disco y no muere. La iguana sobrevive a Alexander, a Zettner que acabaría con sus huesos dos años más tarde; The Stooges se ausentron durante una larga temporada; estos criminales sonoros dejaron algunos oídos estropeados y otros en desuso, salvo Ron Asheton, el resto de la banda eran unos junkies a tiempo total.


  • Iggy Pop – vocal
  • Ron Asheton – guitarra
  • Dave Alexander – bajo
  • Scott Asheton – batería
  • Steve Mackay – saxo

Fun House.-



En carne viva.-
 Según testimonios de Ron Asheton, al parecer el único incólume  dentro del caos que eran The Stooges, James Osterberg, el hombre réptil, llegó al extremo de no poder cantar.  En algunos de los últimos conciertos no podía salir a escena sin inyectarse antes. Hasta vomitaba en público. Estaba atrapado, se gastó toda la pasta del grupo, incluso vendió unos amplificadores de 200 dólares por una cucharada de heroína.
 Y pese a todo, entre cura y cura, estos animales son capaces de grabar un pedazo de single, ya con la incorporación y producción de James Williamson a las guitarras : I Got A Right/Gimme Some Skin , la gran intensidad refleja el límite heroinómano que soportaba el grupo.
 Entre el disco anterior, Fun House y el siguiente, Raw Power, transcurren 3 años en los que la iguana llega a vivir en los estudios Elektra, allí dormía y llamaba a todo dios que se le antojaba; cuando al final le echaron se fue a casa de un amigo y luego a otra habitación, así hasta que acaba agotando la paciencia de todos. Como una iguana salvaje, defecaba en cualquier parte, sitio, lugar, lo mismo daban alfombras que vasos de plástico, su horror cotidiano desvencijaba el cerebro hasta de los propios conocidos. Más salvaje no he conocido a nadie, o sea, que siga vivo varias décadas después y que nadie le haya tirado desde un balcón, azotea, etc.
 El duque blanco,  es decir, Bowie, recoge a Iggy, ya tenía un cierto pedigrí con Lou Reed por los comienzos de los 70. Encariñado con la música sucia de The Stooges, estas ratas de alcantarilla electrificadas, al parecer le ponían al recto, educado, sofisticado, David ; nunca alcanzaría los niveles de degradación a los que estas criaturas llegaban, lo cual le admiraba; como el voyeur de putas o  el heroinómano pasivo, se empeñó en producirles un nuevo Lp, y aunque por allí estuvo, hizo las labores más de mecenas que otra cosa. A fin cuentas consiguió algo casi imposible, que The Stooges nos dejaran un tercer vómito para la historia, una pieza que engrandecer el rock, como siempre a contracorriente de todo y de todos, salvajes, indomables, con la aportación de James Williamson a las guitarras , pasando Ron al bajo que junto a su hermano Scott llevaban la parte rítmica.


 Baila al ritmo de los muertos vivientes
Pierde el sueño, nena y aléjate de la cama
La fuerza bruta está a punto de llegar y viene a por tí


 RAW POWER .- Febrero de 1973.- 
 Tendría que ser la banda sonora de Vietnam, aunque quedasen dos años para que finiquitasen el conflicto que acabó en empate, siendo muy optimistas, para los americanos digo.
 En apenas 34 minutos meten más metralla que un escuadrón de marines. Parece mentira pero los textos son cojonudos, los de Iggy, el sabor amargo de un montón de escabrosas alucinaciones donde se encuentran letras interesantes; las guitarras asesinas, despiadadas incisiones en pleno delirium tremens: Search And Destroy para abrir boca y oídos. La pavorosa trayectoria al corazón de un proyectil que es la canción que acabará dando título al disco : Raw Power. La sobredosis de Gimme Danger , si hasta parece sofisticada una vez escuchada varias veces, sutil incluso, como si el agua de las alcantarillas estuviese perfumada. La suciedad que te inunda los pies y te acaba llegando a la cintura en Your Pretty Face Is Going To Hell . Las guitarras de Penetration con esa voz lamiéndote con su lengua bífida o la contundencia de otra bala perdida, I Need Somebody . Snake Appeal y la premonitoria y tortuosa Death Trip que cierran el disco, no son otra cosa que un desasosiego continúo en uno los de mejores discos nunca jamás publicado, pero no de esa década, los 70, de siempre.                                   

  •                                                          Iggy Pop : Voz
  •                                                         James Williamson : Guitarra
  •                                                         Ron Asheton : Bajo
  •                                                         Scott Asheton : Batería
                                                             


 Si sólo dieron para 3 Lps, mejor poco y muy bueno. J.D. Salinger sólo publicó un novela, El Guardián Entre El Centeno y lo encumbró; Juan Rulfo Pedro Páramo y un libro de cuentos, El llano En Llamas y quedó para clásico.

 Yo también piqué. Cuando la reunión de The Stooges aparecieron en una de sus visitas a España y tocaron en Madrid, también acudí. Decidí gastar la fortuna que valía la entrada ( 55 Euros ) para que me agujerearan los oídos, me destriparan las entrañas en 1. h  y 15´ ; sonido sucio, áspero, malo, ¡y me encantó… ! , porque sabía a lo que iba. No engañan, ni siquiera les importa vender o no, hacen rock, y se acabó. Sus discos eran  ( y son ) verdadera sangre para mis venas.



James Osterberg ( Iggy Pop ) , nacido en Muskegon, Michigan USA – 21 de abril de 1947.
 Ron Frankin Asheton , 17 de julio de 1948, Washingtong D.C – USA – 1 de Enero de 2009 – Ann Arbor, Michigan , USA.
 David Michael Alexander , 3 de Junio de 1947 – 10 de Febrero de 1975, Ann Arbor, Michigan, USA.

 Scott Asheton, 16 de Agosto de 1949, Washington.D.C. USA.-



DISCOGRAFIA SELECCIONADA.-



THE STOOGES .- 1969

FUN HOUSE .- 1970

RAW POWER .- 1973







LIBRO RECOMENDADO.-

La combustión espontánea  - Jaime Gonzalo.-




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